Eduardo cerró los ojos por un momento, como si estuviera procesando lo que le acababa de decir. Yo sabía que lo que estaba por decirle no sería fácil de aceptar, pero también sabía que él necesitaba escucharlo. —El detective tenía razón desde el principio, —continué, dándome cuenta de que las palabras fluían con más fuerza de lo que esperaba—, Sofía no solo quería destruirte a ti. Quería destruirme a mí. —Mi voz tembló ligeramente al recordar todo lo que habíamos descubierto—. Esa mujer... estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para eliminarme de la ecuación. Ella lo planeó todo, desde el principio. Eduardo seguía sin decir una palabra, pero yo podía ver cómo su rostro cambiaba lentamente, como si estuviera tratando de procesar una verdad que había ignorado durante demasiado tiempo. Sab

