Capitulo 03

1389 Words
Elara Montesinos ​El reloj marcaba las 15:30 yo ya había enviado mi mensaje de aceptación a Alexander y estaba al borde de un precipicio fui a la escuela y cuando Lía me abrazó, sentí que la única razón para seguir respirando se reafirmaba en mis brazos. ​—¡Elara! ¿Cómo te fue en la entrevista? —sus ojos grandes buscaban una confirmación que yo no tenía derecho a darle. ​Mientras caminábamos, ajusté su mochila, ella me miró con esa inocencia que me obligaba a ser fuerte. ​—Sabes, mamá —dijo, usando ese término de cariño que me recordaba que yo era su única figura materna desde hacía años—. Mi profesora de inglés me dijo que lo importante no es el papel, sino la inteligencia y tú eres la persona más inteligente del mundo. ​El orgullo y la admiración en su voz me dieron un golpe físico su fe en mi "trabajo limpio" era la imagen que yo debía proteger, su fe valía un millón de dólares y mi dignidad. Me quedé en silencio, no supe qué decir ni siquiera podía mirarla a los ojos y mentirle como lo había hecho durante todos estos años. ​ ​Volvimos a nuestro apartamento, el lugar era pequeño y viejo con el suelo de linóleo gastado pero estaba lleno de nuestros recuerdos, la nevera estaba saturada de notas y muchas fotos de nosotras tres, en una estantería destacaba la única fotografía de mi madre, el recordatorio constante de mi juramento. ​Encendí la cocina y sacamos los ingredientes. Mientras yo picaba el ajo, Lía revolvía la salsa y yo solté la mentira, me había tomado todo el camino tomar el valor necesario para mentirle de esta forma tan horrible a la única persona que me tenía amor y fe, a la única persona que amaba a la elara de verdad. ​—Conseguí el trabajo, es tan grande que al jefe no le importa si tienes muchos estudios pero el jefe es... excéntrico, hoy, me hizo una propuesta extraña.— ​Le conté sobre el apartamento en Riverwood y el coche de la empresa, justificando el lujo como una cláusula de seguridad para mis "largos horarios". ​Lía abrió la boca sorprendida y feliz. —¡Elara, eres increíble! ¡Eres la mejor! ¡Vamos a vivir en Riverwood!— exclamó entre gritos mientras daba pequeños saltos feliz por la noticia. ​Su abrazo fue mi única recompensa su felicidad era tan pura que disolvió mi vergüenza, me recordé a mí misma una y otra vez que esto lo estaba haciendo únicamente por ella, esto lo estaba haciendo por su felicidad pero sobre todo por su futuro, lo estaba haciendo para que ella jamás tuviera que pasar las necesidades que yo pasé, estaba haciendo para proteger su inocencia, para que quemara cada etapa en el momento indicado, para que siguiera siendo esa niña feliz que era, o quizás solo lo hacía en un acto de egoísmo para proteger mi imagen ante ella.— Mamá no puedo creerlo! — Exclamó. — me alegra que eso te haga feliz — le dije mientras le daba un beso en la frente y me alejaba de ella para evitar que la comida se quemara— ahora ayúdame a servir la comida porque luego nos toca empacar — Le hice saber ella asintio aún sonriendo ​Después de cenar junto como dije comenzamos a empacar, no teníamos mucho, el acto de doblar ropa vieja y guardar libros nuevos se convirtió en un túnel del tiempo, reviviendo el peso de mi promesa. ​ ​Abrí la caja que guardaba nuestra colección de fotos, ahí estaba la foto de mi madre, mi visión se nubló, regresando al día del funeral, seis meses después de su muerte. Lía tenía cuatro años y sostenía mi mano. "​—¿A dónde se fue mamá Elara? ​—Ella está durmiendo, cariño. Un sueño muy largo pero... prometió que siempre nos cuidaría y ahora, me toca a mí cuidar de ti como siempre lo he hecho ​La abracé con todas mis fuerzas, sintiendo el peso de su cuerpo diminuto y el peso del mundo sobre mis hombros" Yo tenía diecinueve años, sin un título y con una montaña de deudas, cuando mi madre se enfermó cuando yo estaba tan joven me tocó salirme de la escuela para comenzar a trabajar y ayudarla a pagar su tratamiento, luego logré estudiar otro par de años pero volvió a enfermarse así que tuve que salirme de nuevo y ya no pude volver a entrar ​Dejé la foto a un lado, sintiendo la presión de mi juramento en la garganta. ​ ​Lía me ayudaba a doblar una de sus mantas viejas, la vi sonreír, recordando algo el recuerdo llegó a mí sin avisar, fue unos meses después del funeral, estaba exhausta, intentando conciliar el trabajo y la casa. "​Lía se despertó en medio de la noche, llorando por un vaso de agua, la llevé de vuelta a la cama y la acuné. ​—Tranquila, cariño, estoy aquí mientras yo esté aquí prometo que nada va a pasarte, nadie nunca va a poder hacerte daño porque siempre voy a estar aquí para protegerte y amarte— Le asegure. ​Me miró con sus ojos grandes y tristes, todavía buscando un rostro que no volvería luego, con una voz diminuta y tímida, susurró: ​—Gracias, mamá. ​Me quedé inmóvil, el aire se detuvo, me dolió en lo más profundo, pero también sentí un calor dulce, me senté en la cama y la abracé sintiendo un enorme nudo en la garganta queriendo hacerme llorar. ¿Qué se supone que tenía que decirle? ¿Te voy a regañarla y decirle que era su hermana y que no podría llamarme de otra forma? ¿Te voy a recordarle que su única madre era nuestra madre? Yo había criado alia prácticamente desde que nació, me había hecho cargo de ella todo este tiempo incluso cuando mamá estaba bien porque debía cuidarla para que ella fuera a trabajar. ​—Está bien, cariño puedes llamarme así, está bien, pero prométeme una cosa, Lía, nunca olvides que tuvimos a la mejor mamá del mundo, yo solo soy tu hermana que te cuida y te ama ​—No lo olvidaré —me prometió, acurrucándose en mi cuello" Desde entonces para el mundo era mi hermana pero en casa yo era su "mamá". ​ ​Mientras guardaba mi ropa, mis dedos rozaron un par de zapatos de trabajo viejos, gastados e incómodos. El color gris me recordó los días antes del club, cuando mi "trabajo limpio" era una humillación constante. ​Recuerdo trabajar en una lavandería dieciocho horas seguidas, el vapor quemándome la piel, el jefe gritándome por un vaso roto y pagándome con billetes arrugados que apenas cubrían el depósito de la renta, recuerdo el turno en el supermercado donde la cajera me robaba cinco dólares cada día y yo no decía nada porque necesitaba el puesto. ​Todo ese esfuerzo, toda esa dignidad pisoteada, nunca fue suficiente por eso tuve que ir al club y ahora, por fin, Alexander Vance me ofrecía salir de esa espiral de maltrato por un precio... peor. ​A las 19:00 el golpe de la puerta anunció la llegada de los mudanceros y el chófer, la ejecución del contrato era inminente lía estaba eufórica con los hombres empacando sus pertenencias. ​Le di el último beso, sintiendo mi propia alma dividida. ​—Vuelvo mañana, princesa, cuando despiertes, estaremos en nuestro nuevo hogar — ¿Por te vas mamá?— Preguntó con él ceño frunció — debo ir a la tienda cumplir mi último día de trabajo renunciar— Le expliqué aunque toda mi explicación estaba llena de mentiras, Lia no dudo de mí ella solo asintio Bese su frente y cerré la puerta me puse mi armadura de lana negra, caminé por última vez por el pasillo mis ojos se fijaron en la foto de mi madre le hice una reverencia silenciosa. ​El precio está pagado, la promesa está cumplida. ​Subí al sedán n***o, el coche se deslizó, dejando atrás el pequeño y viejo apartamento lleno de fotos, rumbo al ático de cristal, la sentencia había comenzado.
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