3: Recuerdos

1538 Words
Las damas de la corte hicieron una reverencia y Riana se acercó a la mujer que le había respondido antes. — Soy originaria del país vecino, aunque sé la historia y costumbres de aquí me gustaría que me dijera todo lo que le gusta a Su Majestad. Todas las criadas se pusieron a la orden de esta reina que supera no solo en belleza física a la primera reina sino también en nobleza. Riana comenzó a escuchar a las damas de la corte, en una semana ya manejaba todo muy bien gracias a que prestó atención a cada pequeño detalle. — Por favor coloquen los jabones en el baño de Su Majestad, que no les falte nada. Las damas de la corte obedecían a Riana, una vez que terminaba todos los deberes del palacio caminaba cerca del trono. Ese día que pasaba por ahí escuchó a los hombres de la corte discutir acaloradamente, decidió detenerse en el momento que escuchó su nombre. — Las habladurías de que la Reina Riana se está haciendo cargo de las damas de la corte no dejan de circular, incluso ya llegó a oídos de los Reyes del país vecino y exigen una explicación. Su Majestad usted sabe muy bien que el ejército de ese país es enorme y no nos conviene una guerra por algo tan insignificante. — ¿Entonces qué sugiere que haga? — Dígale a la Reina Riana que deje de hacer el trabajo de la dama superior, ella es de la realeza y se tiene que comportar como tal. Todos estaban apoyando a ese hombre entonces la puerta se abrió y al mirar hicieron una reverencia hacia Riana. — Cómo osan molestar a Su Majestad por algo tan insignificante, tal como ustedes dijeron, si yo decidí guiar a las damas de la corte fue porque así lo desee y nadie me está forzando o algo por el estilo. — Pero Reina, tiene que saber que si sus padres se molestan puede haber una guerra entre ambas familias, además el ejército… — ¡SUFICIENTE! — Riana sacó una postura llena de autoridad delante de todos — si tienen algo que decir acerca de mi pueden decírmelo. sin embargo no molesten a Su Majestad. Les recuerdo que él tiene asuntos más importantes que atender; ahora si se refiere a que mis padres iniciaran una guerra tendrán que derramar mi sangre primero antes que la de alguien más, ahora tengo que velar por este país y Su Majestad. Aunque llevo el reino vecino en mi corazón, actualmente vivo aquí. — Reina Riana... — Sepa hacerle saber esto a mis padres, antes de que se marche le escribiré una carta explicando todo y el asunto estará más que resuelto. — Usted es una reina no una dama de la corte. — Considero que entre más grande es el título, la responsabilidad es mayor. Se supone que la realeza sirve a los demás, ¿O no es cierto? — todos los de la corte se quedaron callados, Charles la miraba sorprendido, esa simple frase hizo que recordara a Adriana, aunque eran diferentes eran parecidas a la misma vez — Le haré llegar la carta con mi dama de compañía, así que no vuelva a importunar de esta forma a Su Majestad, si lo vuelve a hacer me encargare personalmente de usted, espero que esta sea la última vez que mortifican a mi esposo en tales cosas. — Está bien Reina Riana, sus deseos se cumplirán. Ella dio la espalda y salió del salón, mientras caminaba Ariadna se le acercó e hizo una reverencia al ponerse delante suyo; le informaba de que el baño ya estaba listo. — Ariadna antes de asearme necesito escribir una carta a mis padres, así que ven conmigo — ella la siguió y después de que Riana escribiera la carta se la entregó — por favor entrégale esto al representante de la corte, necesito que se la envié a mis padres. Ella aceptó y mientras se dirigía hacia el trono. salió Charles y le arrebató la carta; Ariadna al verlo hizo una reverencia y mantuvo su rostro hacia abajo. — Saludos, Su Majestad. Esta carta la envía la Reina Riana para el representante de la corte, en este momento iba a dejarla ya que es de suma urgencia. — Yo se la entregaré así que vete. Ariadna hizo una reverencia entonces se marchó hacia el dormitorio de Riana, una vez que Charles no la miró abrió la carta. — Padres les saludo esperando que ustedes y mis hermanos menores se encuentren bien de salud, el motivo por el cual les escribo esta carta es para decirles que soy muy feliz en el palacio. Su Majestad es un gran hombre y me sabe tratar muy bien. Sé que han circulado unos rumores acerca de los cuales llegaron a sus oídos y desde ya les digo que todo eso es verdad sin embargo el Rey no me obligo ni mucho menos a hacerme cargo de las damas de la corte, como son mis padres estoy segura que me conocen y saben que cuando tomo una decisión no hay poder humano que me haga cambiar de parecer. Si desean iniciar una guerra por algo tan simple como esto tendrán que derramar mi sangre primero ya que yo soy de este reino y así como velo por el sitio que me vió crecer, también lo hago por esta nación. Me despido de ustedes esperando su comprensión en este asunto tan pequeño y trivial. Cuando Charles terminó de leer sonrió, él volvió a sellar la carta y se la dio al representante de la corte. Riana salió por un momento del palacio y se dirigió al lago donde estuvo antes el rey. — El ambiente aquí se siente distinto al resto del palacio, aunque hay tranquilidad siento melancolía. ¿Por qué será? No creo que sean suposiciones mías. Cuando ella respiraba profundamente, Charles iba bajando, al verla pensó nuevamente en Adriana pero movió su cabeza de un lado al otro entonces regresó a la realidad. — ¿Qué haces aquí? Riana al mirarlo hizo una reverencia entonces él volvió a hacer la misma pregunta. — Me gusta venir aquí a solas, este lugar es diferente al resto del palacio. — ¿De qué forma? — Aunque es tranquilo puedo sentir tristeza y melancolía a la misma vez — Lo que dijiste hoy acerca de que mientras más grande es el título mayor es la responsabilidad. ¿De donde lo sacaste? — De mi cabeza — ella respondió con naturalidad — un día lo pensé y surgió, así de simple. — Hace mucho tiempo hubo una dama de la corte aquí, una vez me dijo que mientras más importante seas más deberías defender la justicia. — Palabras muy sabias. Me hubiera gustado conocerla, estoy segura de que seríamos buenas amigas. — Cuando dijiste eso ante la corte me recordaste a ella. — Fue alguien muy importante en la vida de Su Majestad para que la recuerde de esa forma. Charles no dijo nada, después de un rato Riana decidió marcharse. Mientras estaba en su habitación reflexionaba acerca de muchas cosas, se quedó dormida hasta tarde, sin embargo al día siguiente se despertó a la misma hora de siempre y comenzó a organizar todo. — El día de hoy me gustaría ir al mercado, aunque tengo que hablar con Su Majestad. — Pero Reina, usted no puede ir ahí sola. — Ariadna no voy a ir sola. Tú vendrás conmigo. Ariadna no hizo más nada que aceptar. Cuando atendieron a Charles ambos se quedaron a solas. — Su Majestad, hay un favor que tengo que pedirle. Llevo más de una semana aquí y realmente me gustaría salir. — ¿A dónde quieres ir? Desde ya te digo que no tengo tiempo para andar dando paseos de arriba para abajo contigo, hay muchas cosas que hacer. — Al mercado. Mi dama de compañía me va a acompañar así que no es necesario que venga conmigo ya que soy consciente de todas sus ocupaciones, claro está, si usted nos da la autorización. — ¿En serio quieres ir al mercado? Cuando los demás te miren se sorprenderán. — Pienso ir con ropa más sencilla así que no creo que tengamos problemas, me gustaría conocer el reino y que mejor que comenzar desde fuera. — Está bien puedes ir, pero sin llamar demasiado la atención. — Si, no se preocupe por eso Su Majestad. Cuando terminaron de comer y recogieron todo, ambas se prepararon entonces salieron del palacio caminando como si fueran un par de pueblerinas más. — Estoy emocionada Ariadna, Su Majestad es una buena persona aunque un poco duro de carácter pero supongo que lo tiene que tener. — Reina, yo… — Si vas a llamarme de esa forma en el mercado mejor córtate la lengua o llámame por mi nombre, no puedo creer que seas tan desobediente al no tutearme. — Lo lamento pero va a ser un poco difícil de hacer. — Entonces permanece callada, no deseo que los demás se enteren de que yo soy la nueva reina porque me van a tener miedo y no quiero eso. — Como usted me ordene, reina Riana…
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