Castigado por el resto de la vida (Señor Roberts) Enfrentándome solo a esta realidad, he podido constatar cuánto amo a María Elena. Mi primer duelo amoroso fue difícil, pero en cierto modo tenía la juventud a mi favor. Ahora ya estoy viejo y cansado. ¿Qué puedo esperar de la vida con todo el daño que hice? Mis cambios de humor se hicieron insoportables a tal punto de que nadie me visita. Me descubro llorando en la soledad de la habitación al despertar a media noche, sin un cuerpo al que pueda abrazar y calmar mis angustias. No me había percatado, pero ella para mí era la calma. Aunque no hablábamos mucho, solo verla recostada a mi lado y escuchar cualquier queja que tuviera por darme, reponía todo lo que me atormentaba emocionalmente y dormía como si estuviese siendo cuidado por un án

