PRESENTE.
De pie frente a mi jefe me muerdo la lengua para no decirle lo que ya le advertí antes.
Usar maquinaria de dudosa procedencia y contratar obra de mano no debidamente cualificada para ahorrar dinero, no está bien.
El dinero restante ha desaparecido misteriosamente.
No hay que sé un genio para saber quién retiro los faltantes.
Imbécil.
—¿Podrías repetir lo que dices? —su voz en baja y amenazadora.
—Señor, Foster —suspiro —Usted puede ver claramente en el informe que le he presentado —señalo delante del —Si bien usted ahorró mucho invirtiendo en las maquinarias de confección, hay prendas que se tuvieron que repetir y eso es costo extra.
Es como poner a monos frente a máquinas textiles. No soy buena en costura, pero las costuras hechas por las encargadas de armar las piezas… no eran precisamente las costureras de Balenciaga.
—No me digas—. Dice con una sonrisa burlona.
—¿Eres administradora, no diseñadora de alta costura? — Quise decirle que muchos de los diseñadores de ropa no sabían usar una máquina de coser. Pero de nuevo me mordí la lengua.
El hombre es un imbécil.
—Señor —me enderezo —Lo digo porque soy la jefa del departamento de finanzas de esta fábrica.
—Eres la jefa porque tienes medianamente los conocimientos en el tema —dice con burla.
No. Soy una jodida profesional
Me digo y estoy por cantarle la tabla, cuando los ojos negros vivaces de mi Greta llegan a la mente.
Mi hija de seis años.
Todo lo bueno en mi vida.
Ella, con sus ojos, cabello n***o y sonrisa dulce, me ayudan a sobrellevar a este idiota. Sobre todo, ahora que estoy trabajando para pagar su educación.
Me propuse darle lo mejor. Y lo haré.
—¿Estás escuchándome?
Parpadeo ante las palabras de mi jefe.
—Lo siento, ¿Decía? —Frunce el ceño.
—Decía que necesito que te pongas al día con todo, porque pienso solicitar un nuevo préstamo.
—Todos los balances y estados están al día.
¿Qué cree que hago en mi oficina? ¿Hacerme las uñas?
—Perfecto. Puedes volver a tu puesto de trabajo.
Salgo de la oficina sin mirar atrás y atravieso el pasillo. Sin mirar a nadie, entro a mi pequeña oficina, cierro detrás de mí.
—Hijo de puta. ¡Qué idiota! —susurro sentándome detrás de mi escritorio.
Llevo mis dedos a mi sien y comienzo a masajear mi cabeza.
Odio este trabajo. Pero, la paga es buena y me permite cubrir las necesidades de mi hija. Greta es una niña inteligente y muy carismática. Eso la hizo merecedora de media beca en el mejor colegio del distrito. Lo que me corresponde pagar es una cantidad considerable, pero puedo cubrirla si manejo un presupuesto ajustado.
Miro mi móvil y me cercioro que tengo tiempo de ir por ella al colegio.
Me doy un repaso con un espejo que tengo en mi bolso. Mi cabello castaño está en una trenza de espiga y mis ojos marrones claros solo tiene encima algo de sombra. Una vez satisfecha por cómo me veo.
Guardo todo en mi bolso, me abrigo por la baja temperatura afuera y salgo.
Tomo mi pequeño coche y conduzco por las calles de Londres. Volver a la ciudad fue una decisión difícil. Luego de lo que viví con Constantine hui a Oxford. Me refugié en casa del único familiar vivo que tenía.
Mi tía Mary me recibió y me ayudo en todo momento al ver mi situación. Ella era una viuda sin hijos. Greta y yo fuimos su compañía hasta que falleció el año pasado.
Fue entonces que decidí aceptar el trabajo en la fábrica textil. Me había postulado e increíblemente me llamaron. Por un momento el temor de regresar me hizo dudar. Pero sabía que por el bien de mi hija y su futuro tendría buenas oportunidades aquí.
La manera tan rastrera en la que Constantine jugo conmigo, me hizo añicos. Pero logre salir adelante por mi hija. Él no se merece nada. Además, dudo que la noticia de una hija bastarda le habría hecho feliz.
Quizás tuvo hijos con su esposa.
Alejo los pensamientos de él y me concentro en el camino.
Consigo parqueadero, una calle antes del colegio y estaciono. Bajo del coche y mis zapatos de tacón hacen eco en el pavimento mientras me acerco a la escuela para la salida.
Cuando los niños comienzan a aparecer no pasa mucho tiempo antes de ver a mi pequeña correr hacia mí.
—¡Mamá! — su coleta negra se mueve mientras corre y llega a mí antes de rodearme.
—Hola, cariño, ¿Cómo estás? —Pregunto sonriendo al verla tan feliz.
—Hoy dibujamos a la familia— Anuncia.
—¿En serio? —abro los ojos como sorprendida de su Azaña.
—¡Nos he dibujado a las tres! — dice enseñándome su dibujo.
Efectivamente. Somos la tía Mary, ella y yo.
—¡Somos gente palillo! — digo emocionada antes de envolverla en un nuevo abrazo.
—Lo siento, ¿Eres la mamá de Greta? —una voz femenina llama mi atención.
Me pongo de pie de inmediato para encontrarme a una mujer como de mi misma edad. Sus ojos negros son astutos, su cabello castaño oscuro está en una coleta y lleva un abrigo grueso. A su lado, una niña se acerca a Greta y hablan como locas.
—Me llamo Delia Stravros y soy la mamá de Alida —sonríe mientras me tiende su mano, la cual estrecho. Mira a Greta —Es amiga de Greta.
Las miro reír y la miro con diversión
—Eso veo —niego —lo siento, soy Evelyn Davis. Y sí, soy su madre.
—Lo que sucede es mañana sábado es el cumpleaños de Alida y vamos a hacer una fiesta infantil en mi casa, ella quiere invitar a Greta.
Sus palabras me sorprenden un poco.
—No lo sé —murmuro.
Ambas niñas parece que se llevan bien y sería bueno que ella mantenga amigos.
—Solo serán unos cuantos invitados— insiste Delia.
Respiro profundo antes de mirarla.
—¿A qué hora es la fiesta?
La mujer parece satisfecha.
—Es a las tres. Verás como se va a divertir.
—Ahí estaremos —cedo al fin.
—Ven, Alida. Es hora de irnos —dice la mujer.
Las niñas se despiden, me entrega una tarjeta.
—Aquí está anotada la dirección.
—Gracias—. Miro a la niña de ojos oscuros —Hasta mañana, Alida —digo.
Madre e hija se alejan satisfechas y suben a un coche antes de que un conductor suba al frente y las veo alejarse.
—¿De verdad quieres ir a esa fiesta?
—Sí. Alida es mi amiga.
—Bien. Debemos ir por un regalo mañana. Ahora, vamos que la señora Hill debe estar esperando por ti y yo debo volver al trabajo.
Emprendemos el camino y disfruto de la compañía de Greta que todo lo toca. Ella es muy curiosa y resuelve las cosas de menos de lo que uno esperaría que una niña de seis lo haga.
Luego de un trayecto hasta el complejo de departamentos donde vivimos, dejo a Greta con la señora que la cuida por las tardes. La señora Hill, es una mujer retirada que es muy amble y está encantada con Greta.
Después de una rápida parada, regreso a mi trabajo para lidiar con el imbécil de mi jefe.
Maldito inepto.