Maldita sea mi suerte

2927 Words
Son las 8 am y voy tarde.  Estoy a unos 20 minutos de la universidad y la guardería está a unos 10 minutos de casa, lo que me deja con 10 minutos libres, pero para mí es tarde, porque no estoy segura de las clases que tengo, debo conseguir mi nuevo horario. Luz está bañada y vestida igual que yo, una falda negra con puntos dorados, con un short debajo para más practicidad a la hora de jugar y una remera manga corta en color blanco con unos adornos. Se ve tan tierna vestida así, siempre amé vestir a mi hija igual que yo, desde que es pequeña que lo hago.  -¡¡Luz!! ¿Listo cielo? -VOOOYYYYYYY!!- se escucha su vocecita desde el baño, no quiero ni pensar en qué estaría haciendo allí. Para mi suerte sale ilesa...no tiene ni una arruga, y no está sucia ni mojada, algo que es un  milagro. -Mami ¿mi mochila? quiedo llevad a Momo... -- rogaba con sus ojitos llenos de picardía. Siempre tiene lo que quiere, y ¿qué es lo peor de eso? que ella lo sabe, y muchas veces se aprovecha de su débil madre.  Y digo débil porque es lo que soy con mi hija. Creo que todos los padres somos débiles frente a nuestros hijos. Si no es así, que alguien me haga el favor de explicarme cómo hacer para mantenerse firme, porque a mi no me sale.  Momo es un perro de peluche. Que está medio viejo ya, pero que ella ama. Lo compré cuando me enteré de que estaba embarazada -Momo lo tengo acá hija, te está esperando. ¿Podemos irnos cariño? -Sí mami, lo shiento.  Te amo mami...- Dice esta enana hermosa que te vende y te compra con la misma moneda. -Yo también te amo hija. Ahora vámonos si. Se me hace tarde mi amor...- Me tomó de la mano mientras asentía con su cabecita llena de rulos similares a la miel. Mi hija es hermosa, y no es porque sea mi  hija.   Luego de nuestros diez minutos a pie veo la guardería justo en la esquina... Luz ya conoce a todos porque estuvo en su semana de adaptación, pero sufro cada vez que tengo que dejarla... -Buenos días Julia, ¿cómo te encuentras hoy?- -Abba, bien ¿y usted?- -Muy bien, gracias. ¿Nuestra pequeña Lucecita está lista para jugar hoy? - Ella es la señora que los cuida, digo señora porque tendrá unos 35 años, pero es muy joven y hermosa. Ni siquiera estoy segura de que alguien como ella entre en la categoría de "señora" Ella me da una sonrisa tranquilizadora porque sabe que aún derramo unas pocas lágrimas al momento de despedirme de Luz. Pero debo hacerlo, todo lo hago por ella, por mi hija. -Es hora de despedirse Lucecita- Le dice Abba a mi pequeña niña mientras pone su mano en su espaldita para darle un pequeño empujoncito. Mi hija se prende de mi pierna y me agacho para estar a su altura. -mami volverá pronto, ¿si cielo? Debes portarte bien y hacerle caso a la señora Abba, ¿si corazón? Luz se abraza con fuerza a mi cuello y me da un beso en la mejilla. Uno de sus tantos besos húmedos que me llenan de amor y ternura. -Sí mami! Siempe me podto muuuy ben!!- y ahí están sus palabras, me estremecen, es tan hermosa e inteligente. Y sufrió tanto. -Está bien, mami se va princesa. Te amo bebé- me da un último abrazo y la abrazo y la beso mucho, provocando su hermosa carcajada con sus pequeños dientes a la vista. Me pongo de pie y la veo alejarse de mí, tomada a la mano de Abba, cuando se da vuelta y me ve me sonríe otra vez y me saluda con su pequeña manito. Tomo rumbo a la universidad. Me queda media hora para llegar y son veinte minutos a pie así que estoy bien. Cuando me doy la vuelta choco con alguien y caigo al suelo. Entonces oigo una voz, y siento que tuve una epifanía, sólo por la profundidad con la que me habla. -Oh por Dios, lo lamento muchísimo, ¿se encuentra bien?- Y no sé cómo es que sucedió pero en un abrir y cerrar de ojos estoy de pie frente al hombre y cuando logra estabilizarme saca un pañuelo de su bolsillo y sin tocarme, muy caballeroso, me sacude la ropa. Sólo con el pañuelo. Todavía existía este tipo de hombres en el mundo, ¿dónde estaba mientras yo me casaba con un idiota infiel como mi ex? Mientras mi cabeza piensa cosas que no tienen nada que ver con la situación,  me toma de las manos y las examina muy atentamente en busca de un rasguño- Lo siento muchísimo, en verdad lo siento, venía tan ocupado cuidando a este pequeño demo... ¡¡oh por Dios!! ¡¡No otra vez!! ¡¡Francisco!! ¡¡Francisco!!- Y no sé a quién llama, aunque si está en la puerta de una guardería será que busca a un niño... -¿Qué es lo que sucede?- le pregunto, no quiero saber lo que se siente perder de vista a tu hijo pero no podría dejar al pobre hombre sólo. Es alto y fornido. Tiene la tez medio morena, el cabello castaño con tonalidades cobrizas y claras y unos ojos azules que me hipnotizaron. Lleva un jean azul marino muy oscuro y una camisa blanca con una corbata azul turquesa que resalta sus ojos, con un chaleco semi formal. Se ve tan bien, sus brazos se ven fuertes, o lo poco que dejan ver sus mangas arremangadas hasta los codos. Y deben ser fuertes porque me levantó del suelo sin que yo lo notara. -Mi hijo, no lo veo... ¡¡Francisco!!- Está muy desesperado, pero es algo que no debemos hacer los padres en caso de emergencias. -Tranquilo, ¿viene a la guardería de Abba?, quizás entró por sí solo, no se preocupe, vamos a preguntar adentro. Entramos corriendo y la señora Abba nos encontró en la puerta de ingreso a los salones, preguntamos por Francisco y dijo que no lo vio, pero que le pareció escucharlo hablar. -ahora que lo pienso, me pareció escucharlo llamar a Luz pero como no lo vi entrar pensé que había faltado. Caminamos hasta el salón de mi hija y ahí los vimos. Al parecer, Francisco es amigo de mi hija. O eso puedo deducir de lo que encontramos. Encontramos a una Luz muy roja, mi hija sonrojada por primera vez es tan tierna... nunca lo había visto. Y Francisco, que está vestido exactamente igual que su padre, sólo que en vez de corbata usa pajarita, está arrodillado al lado de la mesa de mi hija con unas flores silvestres en la mano. No pude contener la risa, y el hombre que estaba a mi lado tampoco. Al parecer llamamos la atención porque todos los niños se dieron vuelta. -Pakemón!! ¡¡Tu papá!!-Gritó un niño de una esquina no muy alejada- Esa es tu mamá Zul?? Luz se puso de pie y corrió a donde yo me encontraba y me abrazó muy fuerte- Decién llego mami, no me quiedo id todavía, puedo quedame un dato más pod favod?- -No vine a buscarte Luce no te preocupes, ve a jugar que mami tiene que ir a la universidad, ¿sí? Ya voy tarde, te amo hija. -También te amo mami... Ella salió corriendo y cuando miro hacia abajo veo cómo Francisco me mira con los ojos muy abiertos y una sonrisa en los labios. Una sonrisa tierna y rara debo decir. Con sus ojos turquesa como los de su padre, y su cabello castaño claro. -Usted es la mamá de Zul?- -¿Luz? Sí, es mi hija. ¿Por qué?- Me agacho para estar a su altura y me mira sonriendo... -Yo no tengo mamá y Zul iba a ser mi novia pero no quiere, asi que vamos a ser hermanos, así que, ¿puedo decirle mamá yo también? Mi sonrisa se esfumó de mi rostro. Este niño es la ternura personalizada... es... es... me quedé sin palabras. Mis ojos se llenan de lágrimas y sólo puedo sonreírle y abrazarlo fuerte. No lo conozco, pero es imposible no amarlo, lo conocí hoy y ya lo amo, ¿es demasiado raro?.  Siento que algunas  veces, las conexiones que creas, los lazos con las personas, simplemente comienzan a existir. No importa que haya estado casi siete años con mi ex, nunca logré conectar con él. Pero con este niño la conexión fue instantánea. Casi mágica, se podría decir. -Francisco, no creo que a una desconocida le guste que la llames así hijo...- esa voz otra vez. Suelto a Francisco y alzo la vista del suelo. Él está parado al lado mío mirándome con una disculpa en los ojos. Obviamente es raro, pero no me molestaría. -Si tu papi te da permiso puedes hacerlo Fran. Es muy lindo de tu parte, si vas a ser hermanito de mi hija no hay problemas entonces... -¿Puedo papi? ¿Puedo? Ella dijo que sí... por favor...- Cuando veo al hermoso extraño, algo que me recordó al nombre de un libro, él tenía la mirada nublada también. -sólo no la presiones hijo. No la conoces, a su marido no le gustaría que el hijo de otra persona la llamara así- -No te preocupes que no hay nadie que pueda enojarse. Ve a jugar, los veo cuando vuelva por Luce, ¿tengo que irme si?- A lo que él asintió con su hermosa sonrisa de dientes pequeños y corrió de nuevo a dónde estaba Luce mirando. Los dos tomados de la mano me saludaron y dejé caer una lágrima. Salí de la guardería perdida en mis pensamientos. Siempre quise un hijo más. Siempre añoré tener un hermanito para mi pequeña Luz y ese niño me llenó de amor apenas lo vi. Debe ser un  mayor que Luz, por eso estaban en salones separados y nunca lo había visto. Cuando llego a la salida y doblo en la esquina decidida a cruzar la calle me doy cuenta de que, aunque siempre pensé que luego de mi divorcio nunca amaría a nadie además de mi hija, sí puedo hacerlo. Ese niño llegó a lo más profundo de mi corazón.  Sí puedo amar a alguien más.   Aaron.      Salgo de la guardería corriendo. Ya voy tarde, y odio llegar tarde. Aunque en la universidad no te dicen nada nunca. Es algo habitual que los profesores lleguen a cualquier hora, pero odio eso. Es la primera vez que soy titular de cátedra y me parece una falta de respeto que los profesores lleguen tarde. Supongo que es porque hasta hace dos años yo era también un alumno. Cruzo la calle, todavía pensando en lo que pasó dentro. Mi corazón palpita demasiado rápido, y sé que no debería llorar pero mis ojos se nublan y una lágrima cae. Mi hijo, siempre supe que necesitaba una madre, pero quería ignorarlo. Sólo, no estuve preparado nunca para ello. Mi esposa murió cuando mi hijo tenía unos meses. Ella descubrió que tenía cáncer de útero en la ecografía del tercer mes y decidió no hacer la quimioterapia por el bien del bebé, pero no lo resistió. Antes de morir me pidió que amara a mi hijo, que ella lo dejaba a mi cuidado, confiando en que íbamos a estar bien, aunque no era necesario que lo hiciera, amo a mi hijo muchísimo más de lo que la amé a ella. Es algo natural para mí, tener a Francisco a mi lado. De no ser por él, no sé qué habría sido de mí. Pero ya pasaron cuatro años de eso y no pensé que mi hijo anhelara tanto una madre. Mientras corro hacia mi auto veo a esa hermosa mujer a punto de cruzar la calle, su vista está perdida en el semáforo al otro lado del mar de autos. Y no puedo dejarla allí sola. Así que me acerco a ella. -Disculpa... -¿estorbo? Lo siento...-Me dice apartándose del camino pero sin levantar la vista. Déjame ver esos ojos, por favor- -No es eso, soy el papá de Francisco, gracias por lo que hiciste, ¿necesitas que te lleve a algún lugar?- Ella finalmente me mira y al fin los veo. Esos hermosos ojos que me hipnotizan. Siento que soy un pervertido. Con tacos incluidos me llega a la barbilla y sólo puedo sentir ese calor recorrer mi cuerpo y golpear mi entrepierna. Por Dios, no puede ser. Desde que murió mi esposa que no siento algo así.  Desde que Jenny murió que no estoy con ninguna mujer. Lo intenté pero simplemente no podía. No podía tocar a ninguna mujer porque mi amigo me fallaba. Así que sólo experimenté cosas raras, que por cierto no quiero recordar, que me dejaron en la nada y ahora mi único alivio me lo daba yo mismo. -Un gusto, mi nombre es Julia. Soy la mamá de Luce- Dice ella extendiendo su mano para que yo la tome. Y lo hice. Así debe llamar a su hija, Luce. Su pequeña y delicada mano con esmalte rosa pálido se siente escurrir entre mis dedos. Es realmente hermosa, y yo estoy, totalmente embobado. -Lo siento, Aaron, Aaron Wells. El placer es mío. Gracias por lo de hoy, ya iba a salir a correr calle abajo- digo con mi voz quebrantada- Cuando noté que Fran no se encontraba a mi lado me desesperé, nunca pensé en que iba a entrar sólo a la guardería. -No te preocupes, no hice nada. Lo siento, no quiero ser descortés pero debo irme, ya voy tarde, ¿nos vemos en la tarde?... Quería verme... quería volver a verme.   Y con esa promesa se soltó rápidamente de mi mano y sin darme tiempo a responder dio media vuelta y cruzó la calle. Levantó la mano y dos taxis se pararon a su lado. Si yo fuera taxista me detendría en cinco segundos, sólo después de ver esas piernas largas y estilizadas con esos tacos me hubiera hecho llevarla sin pagar si quisiera.   Cuando reaccioné ya era tarde. El taxi no estaba ahí y me di cuenta de otra cosa... yo también iba tarde.   Llego corriendo a la entrada del salón, me quedo parado unos minutos recuperando el aliento. Acomodo mi corbata y me levanto un poco más las mangas de la camisa. Entro con paso firme y decidido y antes de llegar al podio ya estoy dictando la clase. -Supongo que saben cuál es esta clase, y también qué es la literatura inglesa así que me voy a saltar esa parte. Obras escritas en inglés antiguo, medieval, moderno e inglés contemporáneo, y todo escrito actual en inglés. Ese será el orden en el temario, luego iré ampliando un poco.- Sigo caminando y cuando llego al podio dejo mis cosas sobre el pequeño banco. Me doy la vuelta y escribo en la pizarra blanca con una fibra mi nombre- Soy Aaron Wells y el profesor titular de esta cátedra- Levanto la mirada y recorro el salón de punta a punta viendo a todos los alumnos. Hay varias mujeres pero ninguna llama mi atención. Me doy la vuelta y abro mi libro de texto. Anoto el nombre de la bibliografía obligatoria en la pizarra y doy unos consejos acerca de la bibliografía opcional, luego comienzo con mi clase. Amo la literatura, sino no sería profesor. Pero amo más mi carrera cuando logro que alguien vea en la literatura lo que veo yo. Cuando vuelvo a recorrer el salón con la mirada, logre ver justo el momento en el que una cabellera castaña se esconde detrás de la banca del auditorio y no logro quitar mi vista de ese lugar. Sigo esperando que la persona que está ahí salga, pero no logro ver nada. Y esa persona sigue ahí, así que no continúo con la clase. Camino hacia ese lugar y veo a esa persona sentada en la silla y con la mitad de su cuerpo bajo el escritorio. Es muy gracioso, la verdad, pero soy el profesor y no puedo reír así que me hago el serio y le toco el hombro. En seguida ella queda petrificada en su lugar y comienza a enderezarse muy lentamente. Entonces veo su ropa y creo haber visto esa falda en algún lado... por favor, que no sea ella. Fue cuando vi su rostro. Sus ojos llenos de vergüenza. Estaba sonrosada y se ve igual de tierna que esa pequeña de ojos azules, Luce. Estas mujeres me hipnotizaron en unas pocas horas. En menos de dos horas me he enamorado dos veces. -Julia...-susurro sin salir de mi estupor. Por eso no la vi antes. Llevo más de media hora impartiendo clases y no la había visto hasta entonces. ¿Se escondía de  mí? Entonces ella me sonríe y me muestra sus dientes, sus blancos y perfectos dientes. Enmarcados por esos perfectos labios que son tan... sé que decir "besables" es incorrecto, por favor, soy profesor, pero sólo quiero morderlos hasta que me permita explorar su boca. Me imagino en varias situaciones poco cómodas, o apropiadas, o si quiera aptas para menores de 18. Tal vez menores de 21, en las que un profesor puede estar con una alumna, santa mierda, es mi alumna. Mi jodida alumna maldita sea. -Lo siento, profesor Aaron... Profesor Aaron... Profesor Aaron... Profesor... Me vale v***a la puta vida,   ¡Maldita sea mi suerte!
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