Capitulo 5

1439 Words
Al llegar al puerto Damon abrió la puerta para que los dos salieran, Eros le ofreció la mano a Aileen para ayudarla a salir y una ventisca hizo que su vestido se elevara y revelara la piel de sus caderas.  - oh Dios mío - se quejo tratando de atrapar el velo de la falda pero el viento allí estaba muy fuerte - debiste ponerte otra cosa.  - lo siento Eros pero fue lo más decente que había en el armario - mintió. Hacia un día caluroso como para ponerse unos jeans y el vestido le pareció bonito. - esta bien. Vamos - la tomo de la cintura empujándola suavemente para que caminara - desayunaremos aquí. - saco la silla para ella y luego se sentó frente a ella. Un camarero se acercó para atenderlos. - buenos días. ¿Que puedo servirles? - no paso desapercibido para Eros el hecho de que el chico miraba más de la cuenta a su protegida.  - queremos café, huevos, tortitas de yogurt y pastel. - ordeno con vos dura. Eros tenía mucha hambre y Aileen necesitaba recuperar peso. El chico se retiró apenado porque lo habían descubierto. Desayunaron en silencio y unos minutos después fueron directamente al embarque dónde Mac y Lidya esperaban a su jefe como la última vez. - señor Karpouni - ¿Está todo listo? - si señor. - entonces andando. Lidya miro a Aileen y le sonrió - que bueno que ya se encuentra mejor señorita. -  - ¿Disculpe? - ella la miro interrogante - lo siento. Soy Lidya, estaba aquí cuando el señor la rescató - entiendo. Me llamo Aileen y estoy mejor, gracias.  El barco se alejo del puerto y emprendieron el viaje hacia la isla.  Eros hablaba por teléfono y contestaba correos en su portátil mientras ella solo estaba allí de pie en la proa mirando el océano y comiendo una fruta. Esto era lo que amaba de Grecia. En un momento dado Eros dejo de lado lo que estaba haciendo, pues Aileen había llamado su atención, ella estaba quitándose el vestido y él se quedó sin aliento una vez más. A pesar de su delgadez tenía que admitir que era todo piernas, caderas y pechos, la mujer más perfecta que había visto en su vida. Quedó en un traje de baño de dos piezas azul turquesa, el mismo color de sus ojos hipnotizantes. Camino directo a la pequeña rampa y se detuvo a mirar. Mac detuvo el catamarán porque sabía lo que ella pretendia. - ¿Aileen? - la chica dió un salto cayendo en un clavado al agua para luego emerger. Eros saltó de su asiento acercándose al bordo y la vió nadando de espaldas con los ojos cerrados, su piel brillaba con el sol, lo tenía totalmente anonadado - ¡Aileen! - le gritó y ella lo miro con una auténtica sonrisa. - ¡Ven! - ella se estaba alejando del barco nadando y el no dudo un segundo en desvestirse también y saltar. Pronto la alcanzó.  - ¿Te encuentras bien? - mejor que nunca Eros.  Hicieron pequeñas carreras en el agua y perdieron la noción del tiempo. Él no podía recordar cuando había estado contento con esas nimiedades y más que una mujer fuera la causante.  - es hora de volver. Me estoy arrugando - si, también yo.  Subieron por las escaleras de la popa y le pidió a Lidya que les llevará unos refrescos junto con las medicinas que había puesto en la lasena. Eros no podía quitarle los ojos de encima, por alguna razón se sentía atraído hacia la ella y sus más bajos instintos se habían despertado. Se imagino quitandole el bonito bikini dejándola como Dios la había traído al mundo, luego la pondría en la cama y admiraría la vista para despues extenderse sobre su cuerpo y hacerla retorcer de placer mientras gritaba su nombre pidiéndole que no se detuviera hasta que se viniera duro alrededor de su polla. Sí, eso era exactamente lo que quería y en ese orden. Aileen tenía la cara roja como un tomate y trataba de mirarlo lo menos posible, su torso lleno de músculos y el abdomen marcado con ocho cuadros, dos de ellos terminaba en su ingle. Pronto sintió la humedad en su parte íntima al ver cómo Eros la miraba, podía imaginarse lo que pasaba por su mente y quizás estuvieran conectados.  Pero Eros no pensaba ceder en aquello, tenía el dominio de su cuerpo y no al revés. Sin decir nada se levantó del asiento y se adentro en el camarote dejando a una Aileen confundida y excitada. Lidya que vio como entre ellos dos saltaban las chispas se acercó a ella. - ¿Se encuentra bien señorita? - si, no se preocupe. - entonces tomo el valor de ir tras Eros, solo quería confirmar algo. Tocó la puerta pero no escucho respuesta así que la abrió y escucho el chorro de la ducha. Se quedó allí a esperar que saliera pero escucho unos gemidos que venían de él. La curiosidad pudo con ella y al asomarse lo vio en todo su esplendor, con los ojos cerrados moviendo una mano bruscamente sobre su falo de arriba abajo. Él llevaba algún tiempo sin tener intimidad y el ver descaradamente a Aileen su lívido había despertado de su sueño.  De nueva cuenta su corazón de acelero y salió corriendo de allí, necesitaba una ducha también o explotaría como él.  Se volvió a poner el vestido solo con la tanga del bikini dejando expuestos sus pechos y salió a la proa. Por suerte estaba llegando a la isla.  - ¿Me viste? - brinco al escuchar la ronca voz de Eros tras ella y el calor que emanaba su cuerpo. - ¿Que?  - ¿Me viste mientras me masturbaba en la ducha? - se giró para mirarlo a los ojos. Él no era de los tipos que le daba vueltas a las palabras, siempre iba al grano sin vergüenza. No supo que responder, pero para que iba a negarlo - si - susurro - lo hice pensando en ti. Me habías provocado una maldita erección. - la chica se sonrojó - Eros... - paso los grandes dedos por el rostro de Aileen yendo en dirección a sus pechos sintiendo el fuego arder en su interior y un gemido escapó entre sus labios. ¿Cómo era capaz de provocarle solo con un pequeño roce? - no ahora, pero algún día te tomaré. - se alejo de ella.  - ¿Porque no hacerlo de una vez? - se atrevió a preguntar y él sonrió malvado - cuando lo haga no saldremos de la cama en muchos días. Hemos llegado. - con esa respuesta la cortó antes de rozar su boca con la de ella y dejar una estela de saliva allí.  Eros era un hombre atrevido y seductor, sexualmente muy activo y ninguna mujer podía resistirse a su encanto y palabrería para llevarla a la cama. Aileen se adelantó a entrar en la cabaña y empezó a buscar y empacar lo que se llevaría de la isla. Extrañaria ese lugar que por muchos meses fue su hogar junto a su tía despues que sus padres fallecieran. Cogió algunos libros metiendolos en una vieja mochila y luego fue a la habitación, estaba su ropa, zapatos y sobre el tocador las pocas joyas de valor que eran de su madre y tía. Al coger el libro de su tía de la mesa de noche un sobre marron cayó al suelo. Tenía escrito el nombre de Aileen, dentro habia una carta que después leería y un certificado que parecía ser datos de una cuenta bancaria. Eros entro en la habitación. - ya casi termino. - vio algo familiar que sostenia en la mano  - ¿Puedo? - se lo entrego y siguió empacando lo que llevaría. Lo demás lo podía vender ya que estaba en buen estado pero de segunda mano. - ¿Sabes de qué es esta cuenta? - no. - investigaré esto. - se metió los papeles al bolsillo. - si, gracias - vamos a ir llevando las cosas al barco. No demores. - de acuerdo.  La volvió a dejar sola con sus pensamientos pues no podía olvidar lo que Eros le había hecho hace un rato, mira que tener la osadía de incitarla y dejarla caliente y húmeda era de locos. Era un hombre que cumplía con todos los requisitos que una mujer podría buscar en un hombre, hermoso cuerpo perfecto y los bolsillos llenos de dinero, lo que para Aileen era irrelevante porque solo quería que alguien la amara.        
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