Capitulo 4.

2339 Words
Narra Dimitri. Emma así se llama, lo pude ver en su móvil, esperé que ella por si sola me lo dijera, pero nada, ella es ruda y muy arisca. El calor de su cuerpo mientras se apretaba a mi espalda en el momento que íbamos en mi moto me hacían querer detenerme y regresar nuevamente a mi penthouse; hacerla mía una y otra vez hasta que este deseo que ella enciende en mí se apague por completo, sin embargo, me gusta jugar al lobo y su presa, eso es lo que significa Emma Collins para mí, la presa que voy a cazar. Me gusta jugar con sus emociones, me parece hermosa cuando está asustada y muy nerviosa. Por momentos cuando se torna prepotente me dan ganas de romperla y hacer que se doblegue ante mí, es como si eso fuera mi necesidad. Draco, mi lobo, gruñó cuando vimos al humano esperarla, delante de la puerta de su casa, parecía llevar mucho tiempo allí y debía mostrarle que Emma tiene un macho para pasar la temporada. No me gusta que otro toque lo que me comeré y mucho menos a la mujer que pienso poseer, y ese débil humano no será quien se interponga en mi camino. La humana es muy obediente después de que me quedé observando todo desde una distancia prudente, pude escuchar como de cierto modo se negaba a la petición de matrimonio que el humano patético le hacía. Encendí nuevamente mi moto cuando lo vi salir tambaleante por la puerta, lo seguí con el fin de asegurarme que no cambie de opinión y decida regresar, por mi presa. Esta era la primera vez que me obsesionaba con algo o con alguien y me agrada la sensación que me causa. Pensando en la loca noche que había pasado llegué a la reserva a la salida de los primeros rayos del sol naciente; ya la mayoría de los lobos guerreros se encontraban entrenando como de costumbre. *Bienvenido a tu soledad humano idiota* me habló mi lobo, burlándose de mi miserable vida que también es la suya, sin embargo, a él le agrada verme sufrir. ¿Por qué? Esa pregunta me la he hecho una y otra vez durante un milenio. *A cada idiota le toca un compañero. Sé bienvenido* le respondí sarcástico. Observé la gran casa en la que vivo solo porque por alguna razón que desconozco mi padre no ha querido volver, se empeña en permanecer lejos junto a mi madre. —mi Alpha desea usted tomar café o té— en cuanto entre al salón a mi lado aparece la omega. —eres fastidiosa, ¿sabías? — le pregunté y ella con la cabeza agachada asintió dándome la razón. Muy buena la loba en otro momento la habría metido a mi cama, lástima que por ahora mi interés únicamente está en esa humana. —sube el café a mi habitación— le ordené y ella se marchó. En cuanto entré a mi aposento me deshice de toda la ropa e ingresé a la ducha, mientras el agua fría caía sobre mi cuerpo, pensé en la suavidad de sus labios, en cómo se resistió, esa resistencia de su parte provoca más lascivia en mí. Una sonrisa de medio lado apareció en mi rostro al recordar cada detalle, de cómo gimió sobre mis labios o la manera en como le hizo falta el aire que yo no estaba dispuesto a dejar que tomara. >me reproché a mí mismo, puesto que una mujer no puede hacer que no haga más qué pensar en ella. Yo no sé amar y ella no es mi luna para tener ese privilegio. Mi padre me dijo que un Alpha supremo con sangre oscura jamás debe amar porque se debilita al hacerlo y ya demasiada debilidad tengo con perder la memoria durante la jodida luna llena. Esa humana no será quien me domine, me exaspera ver su prepotencia; me desafió en el primer momento que la conocí, cosa que ni el más valiente de los hombres se hubiera atrevido. ¡Maldición! Me siento tan contrariado, sé que lo mío es gana de follármela y eso no me deja pensar con claridad. Después que la someta he pensado dejarla para que su noviecito disfrute de lo poco que pienso dejar. Unos toques en la puerta me hicieron volver a mi realidad, el aroma de la omega que recientemente trabaja aquí llegó a mí. En mi cintura envolví una toalla y salí con un solo propósito. —pasa— ordené autoritario. —sé… señor, aquí está su café —balbuceó nerviosa, se limitaba a mirar mi torso desnudo o tal vez la erección que la toalla no era capaz de disimular. —ya no quiero café — la miraba con una sonrisa maliciosa en los labios. —usted… usted ordene que otra cosa desea— se mordió el labio y pude oler su excitación. Las omegas son más vulnerables ante los Alpha y yo me iba a aprovechar de esa debilidad. —ven que necesito una hembra para calmar mis ganas—exigí tosco, sin decirle palabras bonitas, ni nada parecido. —estoy aquí para servirle a mi Alpha—me miró de frente con timidez y pude ver que le agradó saber que me serviría de manera s****l. —desnúdate— ella no lo pensó, lo hizo con tanta rapidez qué parecía más desesperada que yo. Al momento de intentar quitar su braguita le pedí que se detuviera, me acerqué a ella e intenté besarla, pero no pude ni siquiera rozar sus labios con los míos. *No lo hagas humano* gruñó Draco. *Qué demonios te pasa ahora* le reclamé, puesto que estoy acostumbrado a hacer este día tras día y hoy el lobo está más gruñón que antes. Él no respondió nada y giré a la chica que era todo menos virgen, y arranqué con violencia la pequeña tela que impide obtener lo que deseo. Ella gimió, sin haberla tocado y yo traté de no ponerle atención. Porque mi mente voló y ya no me encontraba con la omega sino con la humana. La penetré de una sola embestida, siendo violento y rudo, sin prepararla porque no me importaba hacerlo, quería liberar esta tensión s****l. No obstante, cuando estaba a punto de terminar de poseer a la loba ella gritó perdida en el placer—lo deseaba tanto mi Alpha—su voz provocó que tanto mi pene como yo perdiéramos todo interés. —Hice algo indebido, mi Alpha— preguntó con la voz temblorosa en cuanto salí de su interior. Oler su miedo no me fascina cómo percibir el de la humana, las sensaciones son diferentes. —sí, hablar en el momento menos indicado— mi mirada la hizo retroceder—vete — mi voz salió gutural. —podemos intentarlo una vez más y le juro que no diré una sola palabra—rogó recogiendo su vestido. Una sola mirada que atravesó su valiente coraza bastó para que hiciera silencio y se marchara sin volver hablar. (...) Estaba sentado en el balcón de mi habitación cuando la puerta se abrió de repente y entró Noa gritando mi nombre teatralmente. Le miré desde el balcón y sonreí al ver los alardes histéricos que siempre utilizaba para hacerme reír Se asomó a la puerta y puso los brazos en jarras imitando a Joel mi delta. —pensé que la chica de servicio no sería mancillada por nuestro Alpha decente —bromeó saliendo a la terraza—. Y ya estás vestido, ¡impresionante! —Me dio unas palmadas en la espalda. Hoy está de muy buen humor. —era un pase de momento— —pero— preguntó y Tomó asiento mientras enarcaba una de sus cejas. —pero nada, ya está, no despertó mi interés—le respondí colocando de manera correcta las mancuernillas de mi traje —Ya, claro, está raro, nunca habías perdido el interés con ninguna loba y Zarat está aceptable—Se encendió un cigarro y le dio varias caladas antes de pasármelo. —supongamos que mis gustos han cambiado—sonrió y movió la cabeza de arriba hacia abajo. Él y mi delta son los únicos que tienen tales confianzas conmigo, ya que son mis amigos, a nadie más le permito inmiscuirse en mis asuntos y tratarme como igual. —y puede tu beta entrometido saber cuáles son los nuevos gustos de su majestad — Noa representa el drama. —sí, claro porque te encargará de investigar a Emma Collins ¿qué hace? ¿De qué lado de la cama duerme? ¿Qué pasta dental usa? ¿Cuántas veces respira en el día? ¿Y cuánta hebra de cabello tiene en la cabeza? —abrió los ojos mostrando su sorpresa. —ella es nuestra luna—un brillo de emoción apareció en su mirada. —no— le respondí y él arrugó el entrecejo. —entonces y porque tanto interés—ya me estaba cansando su interrogatorio. —vamos y desde cuando me cuestionas—sonrió levantando las manos. Narra Emma. Me senté de golpe en la cama recordando que debía ir a trabajar, porque muy a pesar de que soy socia de mi amiga no puedo darme el lujo de faltar a la clínica. Después de la loca noche que he tenido quedé super agotada ya que sigo teniendo el mismo sueño que tenía en la madrugada. Espero poder olvidar todo lo sucedido teniendo ese deseo en mente me desnudé y fui dejando la ropa de dormir en el suelo del cuarto de baño de camino a la ducha. Mientras me enjabonaba, me era imposible no pensar en los labios de ese hombre loco que ahora crea en mí esa sensación de sentir que estoy siendo observada hasta estando en la ducha. Me envolví en una toalla y salí del baño, sequé mi cabello y lo envolví con rapidez, haciendo todo de la misma manera, me vestí con tanta premura que no supe si elegí los tacones diferentes el uno del otro. (...) —y esa cara —preguntó Lucía sonriendo. —uff, una que dice que necesito una taza de café porque no he desayunado nada por culpa de un idiota— le respondí poniéndome la bata. —al fin te has dado cuenta de que José es un idiota— la fulmine con la mirada porque una cosa es que esté molesta con él y otra es que ella me hable mal del hombre que amo. —Perdón, amiga, fue solo una broma. —y de mal gusto. Pero no; no fue José, aunque en cierto punto él fue el primero en arruinar mi noche presentando una escultura mía desnuda y en una posición bastante comprometedora—necesitaba sacar todo y quién mejor para hacerlo que mi mejor amiga. —Qué dices— exclamó abriendo la boca y tapándola con su mano, mostrando su sorpresa— eso fue sexy— agregó encantada. —ni de coña, eso fue humillante— ella me miro con el ceño fruncido. —espera ¿qué has hecho con mi amiga Emma? - me quede perdida ante su pregunta. —estas siega, Lucia dime que estás bien— toqué su frente tomando su temperatura. —sí, búscame a la Emma que no dice palabras indebidas como ella las nombra o incorrecta como esta de “coña”- movió los dedos como diciendo entre comillas. Si no conociera a la loca de mi amiga estaría perdida con su forma corporal de expresarse mientras habla. —eso también es culpa del idiota— le respondí demostrándole lo enfadada que estoy con ese insolente que me ha desestabilizado mentalmente. —huy, yo quiero conocer al señor idiota, mira que lo mencionas tanto que ya picó mi curiosidad— la mire incrédula. —Lucía te estoy hablando en serio— me alejé de su lado porque no quiero faltarle y con sus comentarios me hace enfadar más de lo que estoy. Eché mi móvil en el bolsillo de mi bata, me parece raro que José no me haya llamado todavía, bueno, en realidad extraño no es, porque si él me hiciera lo que yo anoche, juró que ni lo miraría. Me dispuse a trabajar y minutos después apareció Lucía pidiendo que tomara un receso acabando de empezar, pero con lo insistente que es no me quedo más que esterilizarme las manos y quitarme la bata ya usada para salir a su lado llevándome la grata sorpresa de que me esperó con un capuchino en las manos y dos Cruasanes. —te he dicho que eres la mejor— tras terminar de adularla deje un beso en su mejilla. —Emma no tienes por qué ser tan dulce por un desayuno tan simple, además no es gratis; quiero que me lo pagues hablándome más sobre el desconocido. —olvídalo ya ese loco no volverá más a molestar…— no termine bien de decir cuando entra mi secretaria muy asustada al área de reposo y me informa que un hombre que dice conocerme ha llegado con un perro gigante y el perro se encuentra desmayado y que ha pedido una camilla. No es ético, pero Lucia y yo no pudimos contener la risa por la manera que ella nos explicaba lo sucedido más como sus ojos se abrían más de lo normal. Salimos detrás de ella-no… No, de nuevo… tú ¡oh por dios! Habiendo tantas clínicas veterinarias— señalé al loco que al parecer me persigue —tú tienes que venir justamente a esta— Lucía me pellizco el brazo. —es todo un bombón ¿qué te pasa Emma? — me amonesta Lucía hablando entre los dientes, para que él no la pudiera escuchar y cuando volví mi vista hacia él sonreía de medio lado, y su amigo nos miraba a ambos mientras sostenía un lobo demasiado grande, pero no más que mi ingrato Mu que me abandonó a la primera sin esperar que el barco se hundiera.
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