bc

Más que un servicio al jefe.

book_age16+
47.8K
FOLLOW
472.7K
READ
billionaire
contract marriage
badboy
powerful
CEO
boss
drama
bxg
brilliant
office/work place
like
intro-logo
Blurb

“Claramente no era el tipo de mujer a la que estaba acostumbrado, pero en este momento de mi vida, era la única en que confiaba, incluso, para actuar una mentira”

- Arturo Rizzo.

Spin off del libro "Un servicio al jefe", NO debe considerarse una segunda parte.

chap-preview
Free preview
1. Infiel
Al entrar en la casa un ligero aroma a tabaco me inundó la nariz y ahí empezó la sospecha, pues ninguno de los dos fumaba, agudicé el oído y un estremecimiento me cruzó el cuerpo entero cuando a lo lejos escuché un gemido sensual y seguido de eso, susurros, aquello solo me lo confirmó.   Seguí mi camino hacía dónde creí escuchar las voces, una parte de mi estaba temeroso, pero por fortuna era la más débil, pues la parte que me decía ser valiente y descubrir la verdad obligaron a mis pies a seguir moviéndose. Pronto llegué frente a la puerta entre abierta de la habitación principal, escuché un quejido y claramente la voz de Elena clamar “más deprisa, más rápido”, no hubo dudas, sostuve con fuerza el picaporte y entre en la habitación con decisión.    El cuadro que presencié frente a mí era el más horrible de todos, ambos cuerpos entrelazados y aunque casi no podía observarla, sabía con claridad que aquel cuerpo femenino era el de mi novia.   —    Elena...  — sentí que la voz no me salió con la fuerza esperada, pero agradecí que ambos hubiesen escuchado, al momento se detuvieron y voltearon a verme petrificados. —    A... Amor — susurró horrorizada, le dio un manotazo al hombre que tenía encima de ella al cual no quería mirar, pero lo reconocí cuando se puso en pie de la cama, era el último fotógrafo con el que ella había trabajado. —    Cuando terminen su encuentro… Déjame las llaves del departamento con el portero — le dije con toda la tranquilidad que pude lograr y volviendo sobre mis pasos abandoné la habitación.    Mientras caminaba, escuché ruidos de como daban tumbos y se arrojaban sus cosas, quería quitarme de mi mente todos estos pensamientos... Quería borrar esa imagen. Me apresuré hacía la salida antes de ser alcanzado, los ojos me ardían, no era tristeza lo que sentía, era coraje, mucho enojo e irá, mi novia me había engañado.   Manejé durante horas sin rumbo fijo, no quería ir a mí pent-house, sabía que sería el primer lugar donde ella iría y después de eso lo más seguro era que me buscaría en cualquiera de mis otros dos departamentos. No quería pensar en ella, tenía que ocupar mi mente en otras cosas, cosas complicadas, importantes, interesantes… Elemental.   Conduje hasta mi empresa, con suerte podría distraerme haciendo la nueva estrategia para la próxima colección y con ello, olvidaría todo esto.   No eran horas laborables, así que cuando llegué al piso de ejecutivos y noté las luces encendidas en una de las oficinas, me sorprendí ¿Quién estaba trabajando tan tarde a estas horas?   La oficina pertenecía a mi coordinadora, Sarah Fiore, llevaba más de tres años laborando para nosotros y se había convertido en pieza importante para las pasarelas y los eventos que dábamos, además también efectuaba trabajo de relaciones públicas y administrativos, era un m*****o talentoso de mi equipo ¿Qué hacía tan tarde?    —    Buenas noches — anuncié mi entrada, y noté como ella daba un brinco de su asiento frente al ordenador. —    Jefe... ¿Qué hace aquí?  —    Pues es mi empresa... ¿Usted qué hace aquí? — cuestioné, cuando di un vistazo al rededor, había mucho papeleo en su escritorio, envoltorios de chocolates y en el aire un aroma intenso a café combinado con perfume de mujer. —    Terminaba el brief, señor, para presentarlo en esta semana. —    Ya veo... ¿Necesita ayuda?   Sarah me miró extrañada como sí de pronto le hubiera hablado en un idioma extranjero.   —    No se preocupe, no me falta tanto... además, si ha venido a la oficina a estas horas, significa que tiene algo pendiente ¿No? —    Nunca dejo pendientes, señorita... Soy muy diligente en mi trabajo — le dije con total orgullo, aunque tardé en notar que era una forma de restregarle su ineficiencia, cosa que no pensaba en lo más mínimo. —    Lo sé, señor... Discúlpeme — dijo sin más, y ocupó de nuevo su lugar — pronto acabaré y podrá tener el piso para usted solo. —    En realidad, prefiero no estar solo... — murmuré, y deseé que ella no me hubiera escuchado.  —    No lo está, puede contar con mi apoyo sí necesita algo.   Ella sonrió con confianza, me pregunté que estaría pasando por sus pensamientos, ya que a lo que yo me refería no era especialmente al trabajo, si no a estar acompañado de alguien especial.    —    Estaré en mi oficina, avíseme cuando se vaya. No espere respuesta y cerrando la puerta tras de mí, me dirigí fuera de ahí.    Mientras me sentaba en el sillón detrás de mi escritorio, sentí una incomodidad en el bolsillo del saco, metí mi mano en él para encontrarme con el empaque redondo, otra vez los recuerdos volvieron a mí, puse la cajita roja frente a mis ojos y la abrí para observar el brillante anillo de compromiso que había escogido aquella tarde, este había sido el motivo de mi retraso y de que yo estuviera en una hora inconveniente pero en el lugar adecuado.   —    ¡Maldita sea! — grité, y lancé la cajita contra la puerta, después me llevé las manos a la cara y me quedé así un largo rato. No quería estar solo.   No sé cuánto tiempo había pasado, ni escuché la puerta abrirse, así que cuando ella me habló, me tomó por sorpresa.   —    Creo que debería cuidar más de esto, jefe — dijo Sarah, mientras me extendía la cajita con el anillo dentro — es algo importante ¿No? —    Era... Algo importante — le contesté fríamente, mientras lo tomaba con una mano. —    Bueno, mientras vuelve a ser algo importante, lo mejor es que lo guarde. —    En realidad, no creo que vuelva a serlo... —    Entonces, guárdelo para cuando venga alguien verdaderamente importante.   Ella me sonrió de la forma más comprensible que hubiera notado antes y me sentí por unos momentos en total calma, sus palabras eran justo lo que deseaba escuchar... Era una manera de decir "Todo va a salir bien" sin decirlo realmente.    Le agradecí y ella se despidió sin decir nada más. Pasé unos minutos repasando sus palabras y tratando de entender que todo lo que había acabado de suceder con Elena, era solo cuestión de mi mala suerte.   Encendí mi celular, solo para encontrarme con muchas llamadas perdidas, y un montón de mensajes que iban de una tranquila Elena pidiendo hablar conmigo, hasta amenazarme con vender la historia, SU historia a los reporteros sí no accedía a hablar con ella. Aquello me enojó aún más, no quería verme envuelto en un escándalo, este tipo de situaciones solo le afectaban a mi empresa y a mi familia, tenía que llegar a un acuerdo.   “Te veo en mi pent-house, en media hora”   Le mandé el mensaje y pedí que alguien allá en los cielos, a Dios o tal vez a mi padre, me ayudaran con esta situación, pero… dudé de este último, aun recordaba como yo me había enterado de su infidelidad a mi madre y como eso me condenó en mi futuro y el futuro de mi empresa.   Llegué a mi casa, notando que el carro de Elena, el cual también había sido un regalo de mi parte, estaba estacionado en frente de mi edificio. Tomé aire, traté de tranquilizarme, no quería protagonizar ningún escándalo, todo lo que ella pidiera, se lo daría, ese era mi plan. Salí del coche y me dirigí al elevador del estacionamiento.   —    Ya has llegado — fue lo que dijo cuándo me vio cruzar el umbral, se puso en pie y trató de avanzar hacia mí. —    He venido para hablar y llegar a un acuerdo, ¿Qué quieres para olvidar todo lo sucedido y no volver a verte? —    ¿Es en serio? — cuestionó de manera agresiva, se pasó sus manos por el rostro y me miró con ojos furiosos — para ti todo son negocios, todo tiene un precio, ¿No comprendes ni siquiera porque hemos llegado a esto? ¿Que no ves que lo que ha pasado es justo por cómo te has comportado todo este tiempo?   La voltee a ver molesto, apreté mis puños con fuerza, no podía creer que ella me estuviera culpando de haberme sido infiel, cuando yo le di tanto de mí, debíamos estar en canales sumamente diferentes.   —    Eres una cínica, Elena… ¿Te debo recordar que quien estaba retozando en la cama con otro hombre, eras tú? ¿Cómo te atreves a decir que es mi culpa? Te he recibido en mi casa con los brazos abiertos, y te dejé entrar en mi vida incondicionalmente y tú me escupes en la cara todo eso… ¡HASTA ME IBA A CASAR CONTIGO! — al decir esto último, dejé caer la cajita con el anillo de compromiso sobre la mesa de la sala, y ella dio un paso hacia atrás, como no dando crédito a lo que veía y le decía. —    ¿Cómo rayos pensaste que me iba a querer casar contigo? Debes estar bromeando — dijo en tono burlón, y aquello me hizo entristecer. —    No te entiendo. —    Ese es el problema, nunca entiendes nada… ¿Sabes por qué te fui infiel? —    Ya no me importan tus razones, mejor dime ¿Qué es lo que quieres? —    Pues no me importa, me vas a escuchar, para que comprendas el tipo de vida que he estado llevando al ser tu pareja… — recogió la cajita de la mesa y cuando miró la sortija de compromiso sus ojos brillaron, aquello me asqueó, parecía maravillada — Ni un anillo como este, con valor de cientos de euros me haría querer contraer matrimonio contigo, debería estar loca para aceptar. —    No me puedo creer que me digas todo esto, cuando claramente quien debería estar loco por querer estar contigo, soy yo.   Elena me miró un momento, achicó los ojos, esa era su manera de demostrar que pensaba detenidamente, no quería escucharla más, no quería seguir viéndola, deseaba que justo ahora desapareciera.   —    Para ti, siempre fue más importante Elemental, que yo, me dejabas en un segundo término cuando se trataba de tu empresa, para ti, todo era alrededor de ella — se lamentó y noté que sus ojos se llenaban de lágrimas — y yo… me quedaba totalmente sola, soy joven, Arturo… ¿Crees que me quedaría de brazos cruzados a esperarte toda mi vida? —    Pensé que comprendías mi trabajo… tú sabes bien el tiempo que me demandaba… —    Claro que lo comprendo, ¿olvidas que yo también tengo un trabajo demandante? Pero cada que pensaba poder pasar un momento del día contigo, me cancelabas y decidías pasar encerrado en aquella oficina. ¡NUNCA FUI TU PRIORIDAD! Y con estos tratos, ¿Crees que desearía casarme contigo? —    ¡Pero Elena! Eso no justifica lo que me hiciste… y con tu FOTOGRAFO, ¿Es en serio que me pusiste los cuernos con alguien así? —    ¡Ricardo me brindó todo lo que tú nunca hiciste!   Y cuando dijo eso toda mi cordura desapareció, ya no me importaba más nada, quería arruinar a la mujer que tenía en frente y no me importaba sí con ello me arruinaba yo también, no podía creer que durante todo este tiempo Elena se sintiera de esta manera ¿Por qué nunca lo dijo? ¿Por qué prefirió engañarme?   —    Pues bien, espero que Ricardo te siga dando todo lo que necesitas, Elena. Porque de mí, no obtendrás nada más. —    Dijiste que… —    Sé bien lo que dije… y ahora lo retiro, no vales que sea bueno contigo, sí mi falta de tiempo es tu justificación para serme infiel, me disculpo, pero decirme que no te he dado nada de mí… es algo que no pasaré por alto. —    No te atrevas a lanzarme fuera de tu vida, Arturo, te lo advierto… —    ¡A mí no me vas amenazar! — vociferé y la señalé con un dedo, estaba perdiendo los estribos — vende tu historia a quien quieras, yo me haré cargo de qué tu carrera quede arruinada de por vida, ¿Entendiste? —    No podrías… —    Sí que puedo, soy el directivo de una de las empresas de moda más importantes de Milán, destruir la carrera de una modelo, me es pan comido. —    No puedo creer que me hagas esto ¡ERES UN MOUNSTRO!   Le sonreí con tristeza y le tuve lastima, pero dentro de mí, me repetí las palabras… Prefería mil veces ser un monstro a ser considerado un idiota por ella.   Lo siguiente que hizo fue encerrarse en la habitación principal del pent-house, me debatí internamente sí hablar a alguien de seguridad o a la policía para que la sacaran de mi casa, pero preferí esperarme, me serví un poco de whisky en una copa, me senté en el sofá de la sala, y esperé por largos minutos a que saliera.   —    Vas a tener noticias de mí, muy pronto, Arturo. Esto no se termina aquí, ni creas. — dijo, mientras empujaba una maleta que suponía estaba llena de su ropa, aunque eran prendas que yo le había comprado, decidí que era mejor que se lo llevara. —    Entonces, mi abogado se pondrá en contacto contigo… — la volteé a ver calmado, y percibí pánico en sus ojos verdes, se veía agotada. — Antes de irte, me dejas las llaves del coche, del departamento y de mi pent-house, no quiero tener que mandar a mi abogado por ellos y demandarte por robo. —    No lo puedo creer… - maldijo por lo bajo, y batalló buscando dentro de su bolso todo lo que le había pedido, se rindió, y terminó lanzando todas sus cosas a la mesa — toma, ¡quédatelo todo!   Lo último que vi fueron sus manos haciéndome señales obscenas desde el elevador, y solo cuando ella se fue y me quedé solitario en el silencio de mi enorme hogar, me permití llorar. Pero no lloraba por la relación que se había terminado, lo cual justo ahora me traía un infinito alivio, no, lloraba por mí, porque de nuevo me sentía vacío, decepcionado de los que me rodeaban, sumamente asqueado de la situación por la que estaba pasando. Estaba cansado.   Comencé a dormitar unos minutos encima de mi cama, noté que ni siquiera me había cambiado de ropa, miraba fijamente el reloj despertador para ganarle y callarlo antes de que decidiera molestarme.   No dejaba de pensar en el pasado y no dejaba de compararlo con mi presente. ¿Acaso tendría que lidiar con estas situaciones durante el resto de mi vida? Estaba tan harto. 

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

La esposa rechazada del ceo

read
168.9K
bc

Bajo acuerdo

read
10.0K
bc

Mi Sexy Vecino [+18]

read
51.9K
bc

Prisionera Entre tus brazos

read
86.8K
bc

Navidad con mi ex

read
8.9K
bc

Tras Mi Divorcio

read
511.5K
bc

Yo, no soy él

read
88.6K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook