Agradezco que Katy y yo nos veamos tan poco, por más que pase el tiempo no llego a acostumbrarme a estas escenas, mis nervios se crispan esperando a que un día de estos ocurra alguna tragedia entre estos dos, tengo que hacer algo, si no los separo poniéndolos en extremos diferentes de la casa juro que quien va a hacer una locura voy a ser yo.
—Ya voy Roger. ¿En dónde está mi madre?
—En la cocina. —me respondió casi con un rugido.
—¿Me acompañas? —dije a mi querido esposo con la esperanza de alejarlo de Katy, ya tendré tiempo de hablar con ella más tarde.
Miro a mi prima con complicidad tratando de esconder lo más que puedo la risa que me da su cara de yo no fui mientras me alejo con mi furibundo esposo que por supuesto comienza con su catarata de palabras apenas nos damos la vuelta.
—Que tanto hablabas con esa lesbiana.
—Es mi prima Roger, y es mi amiga. No me parece que debas expresarte así de ella. Dije tratando de que la gente a mi alrededor no se dé cuenta de mi mal humor.
—¿Por qué no? eso es lo que es.
—Eso no es de tu incumbencia.
—Si lo es porque quiere acostarse con mi esposa.
—¡Por dios! Deja de decir esas cosas.
Ya no tengo ganas de disimular, estoy harta de las acusaciones sin fundamento, mi paciencia se esfuma y unas ganas locas de correr hasta perderme me inundan el pensamiento, pero pienso en mi hijo y me controlo. Mantenemos nuestras miradas retándonos por unos segundos, recuerdo a doña perfecta y su llamado que con seguridad se debe a algún problema de esos que ponen la paz mundial en riesgo como: la sal en los entremeses.
—Voy a ver a mi madre.
—Que no te vea de nuevo con esa mujer.
Ya es demasiado, si no lo detengo en ese momento me va a terminar arruinando la noche… todavía más.
—Si no me quieres ver, puedes irte cuando te plazca.
—No me hables de esa manera. —siseó mirando con discreción a su alrededor para asegurarse de que nadie se daba cuenta de lo que sucedía entre los dos disimulando lo mejor que puede la rabia que siente hacia mí en ese momento.
—Tu tampoco.
¿Hasta cuándo tendré que vivir así? Mientras camino a ver qué es lo que quiere doña perfecta me veo obligada a reprimir el llanto, me siento presa, encerrada en las mentes estrechas e ignorantes de todos los que están a mi alrededor, no es justo que también me hayan negado la amistad con Katy, ella era mi amiga además de ser mí prima, fue mi confidente y un apoyo invaluable para mí, a mi mente llegan memorias rebeldes que pelean por atacar mi presente para empeorarlo todo, recuerdos de épocas pasadas que aunque he tratado de convencerme que fue una época de rebeldía, de oscuridad en mi vida, una época en la que según todos en mi familia fue mi época anárquica y oscura que debo dejar definitivamente atrás… aun así esos recuerdos se revelan liberadores, susurrándome al oído que debo sentirme orgullosa de lo que soy, que debo caminar con la cabeza en alto y que son todos ellos los que están equivocados. Siento mis fuerzas un poco renovadas y tomo la determinación de que luego de terminar con el “asunto” que tenía mi madre entre manos buscaría de nuevo a Katy y pasaría un buen rato con ella, y a quien no le guste, ¡pues que se la tenga!
Respiro profundo en la puerta de la cocina, despejo mi mente tratando de aparentar serenidad y ver si puedo ayudar a mi madre en su gran problema, ¿Cómo sé que es un problema? Siempre lo es. Cada mínima cosa que no se ajusta a sus planes o que no resultan como ella lo había proyectado se convierte en un grave, gravísimo problema que todos en la familia debemos ayudar a resolver, de lo contrario pasamos a ser los peores hijos, el peor esposo o el peor lo que sea que ella considere, por lo tanto, cada vez que ella se queja el mundo se detiene para solucionar lo que esté ocurriendo.
No me equivoqué, al abrir la puerta descubro de que se trata esta vez, los canapés. Algo grave sucedía con los canapés, como siempre en esos casos yo asiento a todo lo que dice realmente sin escuchar con mucha atención, sólo le digo que si a todo, hago lo que ella quiere y así me evito perder el tiempo en discusiones que sé de antemano que nunca voy a poder ganar, ¿mi ganancia en este asunto? poder salir lo antes posible a buscar a mi prima.
La fiesta toma otro matiz para mí, con Katy sentada en la terraza observo como mi pequeño sol juega con los demás chiquillos de la familia, lo que más me gusta es ver como en medio de su inocente juego destrozan el jardín de mi madre, sé que debo reprenderlos y que debería poner orden, pero no lo hago, merezco esta pequeña venganza.
—Voy a pasar por tu pastelería antes de irme. —asegura mi prima mientras expulsa el ácido humo de un cigarrillo.
—Tienes que hacerlo… te has tardado mucho en visitarme. Yo sé que vienes a Nueva York muy seguido.
Una especie de decepción se cuela en mi tono de voz haciendo que Katy me vea con ojos de lastima.
—No voy porque sé que eso te puede traer problemas con Roger.
—¿Y eso qué? Todo me trae problemas con él. Por lo menos tu serías un problema agradable. Extraño mucho tu compañía.
—Yo también te extraño. Siento que perdí a mi mejor amiga el día que te casaste con ese idiota.
—Ese día perdí tantas cosas.
—¿Estás arrepentida?
—Desde el primer momento. Pero no tenía opción.
—Yo creo que si la tenías.
Quizá era cierto, pude haber hecho las cosas de otra manera, pero el miedo me paralizó. Trato de seguir justificándome.
—Si algún día tienes un hijo, sabrás por qué hice lo que hice.
Busco con la mirada a mi Peter afianzando mis palabras.
—Yo creo que todo lo hiciste por complacer a tu madre, quizá ellos nunca debieron tener nada que ver con el asunto. Te sentías culpable.
¡Maldita sea! como negar la verdad, Katy me conoce demasiado y había vivido mi historia así que no podía ni, aunque quisiera con toda mi alma negar que tiene razón. Suspiro con melancolía y vuelvo a buscar con la mirada a mi hijo en medio de los niños que jugaban entre las flores de doña perfecta.
—¿Qué hubiera sido de Peter?
—Hubiera sido un niño feliz. Tú, hubieras sido una madre soltera feliz ¡Por dios! ¿Estamos en el siglo diecisiete o en el veintiuno?
—Sabes que fue lo me paralizo. El que mi hijo creciera como un niño sin padre, pensé que le estaba dando la familia que se merecía. Cuando Roger supo del embarazo se portó tan bien, asumió toda la responsabilidad sin dudarlo.
—Estabas muy enamorada.
—Estaba.
—Entonces Avril, es tiempo de seguir adelante.
—Peter aún necesita un padre a su lado. Está muy pequeño.
—No hay manera. —dijo en señal de rendición— Eres demasiado testaruda.
Es verdad, soy testaruda, quizá por eso mi vida es como es. Siento que necesito algunas galletas, un poco de pan… recuerdo que vi unos canapés que parecían deliciosos.
—¿Quieres comer algo? —Pregunto a Katy, ella comprende que por esa noche no hablaría más de mi patética vida.
Pasé el resto de la noche junto a mi prima, al principio para compartir con ella el mayor tiempo posible, luego porque quería prorrogar lo más que pudiera los reclamos que sin duda llegarían apenas estuviera lo suficientemente cerca de Roger. Pero todo llega a su fin, la fiesta de aniversario terminó con mis padres cortando el pastel que todos elogiaron, más enfáticamente la tía Lucy y el tío Frank que comían su porción justo al lado de Roger, y del tío Gerald el padre de Katy, yo los observaba a corta distancia pudiendo escuchar con claridad lo que decían.
—El pastel esta delicioso. —sentenció mi tía mientras saboreaba mi pastel especial de chocolate y vainilla— y el decorado es impecable. Avril es una mujer con talento.
Un sentimiento de orgullo llenó mi espíritu, de verdad que mis recetas son muy buenas.
—Bueno… —acotó Roger— no es que Avril haga mucho, tiene un pastelero que es quien hace todo.
El comentario de mi querido esposo me arranca con violencia de mi nube de orgullo, lo miro con la boca abierta indignada por lo que acababa de salirle de la boca, no me puedo quedar con esa, me acerco al grupo y me defiendo lo mejor que puedo.
—Las recetas son todas mías tías. —digo mirando de reojo a mi esposo para luego poner toda mi atención en lo que el hermano de mi padre pudiera decir.
—Está muy bueno Avril. Te felicito.
Con ese nuevo comentario la conversación parecía terminada, pero no, Roger debía atacar de nuevo, la rabia que sentía porque yo había pasado casi toda la noche con Katy debía ser drenada de alguna manera.
—Deberías mandar una nota con las felicitaciones al chef, quizá Avril pueda hacérsela llegar, es lo menos que mi esposa puede hacer ya que es muy fácil quedarse con el crédito por el trabajo de otro.
El tío Gerald nos da la espalda y se retira, él siempre fue un hombre de pocas palabras por no decir que nunca se le había visto en conversaciones de más de dos frases, menos en las que parecía que iban a causar tormentas, la tía Lucy en cambio hablaba por los dos. Encantada de poder parlotear le sigue el juego a Roger.
—Sobrino, hablas como si tu mujer no tuviera nada que ver con las maravillas que hacen es la pastelería.
Era suficiente, ¡no iban a ignorarme de esa manera!
—Tengo que ver en cada cosa que se hace en MI pastelería, superviso que cada cosa se haga de la manera correcta. —digo recalcando que la pastelería es mía, en mi familia tienen la impresión de que yo no soy más que una encargada en otro de los negocios de mi marido— El pastelero hace exactamente lo que yo digo con cada uno de los pasteles y dulces que se preparan.
—Claro. —ataca de nuevo Roger bajo la divertida mirada de Lucy— por eso tenemos tanta gente trabajando en la cocina mientras tú te dedicas aprobar cada cosa que sale del horno. Tía Lucy mi esposa es experta en probar todas las creaciones del local. Para darse cuenta solo hace falta verla. —concluye señalándome de arriba abajo evidenciando mi figura un par de tallas más grande que antaño.