Capítulo 3

1797 Words
Rayos… creo que me tardé demasiado en llegar, no hay puesto cerca de la casa en donde estacionar mi auto, el fastidio me consume cuando comprendo que tendré que caminar más de lo que me gustaría para llegar, me quito los zapatos para caminar más cómoda dirigiéndome a la casa de mis padres mientras practico la sonrisa de la hija perfecta que todos esperaban ver, me detengo en la puerta, antes de entrar me pongo los zapatos, meto la barriga y pongo esa sonrisa que ya me sale automáticamente. Hay que saludar… por dios como me fastidia saludar a toda esa gente, en esta fiesta parecen haberse puesto de acuerdo para llegar todos antes que yo y así hacerme saludarlos uno por uno. La tía Eulalia con su eterno olor a perfume dulzón que me recuerda al incienso de las iglesias siempre me ha causado dolor de cabeza, el tío Humberto tan efusivo en sus abrazos y carcajadas estruendosas, la abuela, la centenaria abuela que a pesar de no haber cumplido todavía noventa años parece que los ha pasado ya por décadas por sus infinitos achaques, pero en su caso creo que eso es normal, llegar a esa edad no debe ser cosa fácil, el asunto aquí es que ella ha tenido esa misma edad y esos mimos achaques desde que yo era niña. Más tíos, tías, primos, mis dos hermanos mayores con sus perfectas esposas similares a muñecas de plástico, a veces me pregunto… ¿será que yo me veo así de falsa? ¿será que ellas también se sienten infelices y hacen como yo?… Se que desvarío, todas son perfectas personas intachables en sus comportamientos, han creado familias perfectas, hijos ejemplares, matrimonios envidiables. Pobre de doña perfecta que siendo la más esmerada de la familia por ser perfecta, me tuvo a mí, la más pequeña, su única hija hembra, su dolor de cabeza. - ¡Aquí llegó mi hermosa esposa! -escuché decir a lo lejos a Roger, como era mi deber me acerqué hasta él y al grupo de gente que lo rodeaba, como siempre mi esposo es el alma de la fiesta. - Buenas noches. -saludé con simpatía. - Avril hizo el pastel de esta noche. -indicó mi esposo demostrándole al público lo orgulloso que estaba de mí- bueno, lo hizo el pastelero, ¡pero la pastelería el de ella! - Eso me da algún mérito… -solté de inmediato. No me quedaba de otra, debía seguir el juego, hacerme la ofendida era inútil y sólo traería más problemas. Pero ¿Por qué siempre debía desestimarme? Todos rieron del comentario, para cualquiera es fácil pensar que somos una pareja estable, bien constituida, así como le gusta pensar a los demás que deben ser las parejas normales, algunos sobresaltos, días buenos y malos que se superan basados en el amor y el matrimonio. ¡Mentira! Todo es una mentira, todo es una farsa para tapar los verdaderos sentimientos, no sólo los míos, también los de cada persona reunida en ese salón que tienen la facultad de hacerme preguntar ¿Por qué lo hice? Una copa, necesito una copa, esto es una fiesta, ¿no? entonces brindemos por los cuarenta años de matrimonio de mis padres, espero que dentro de treinta y cinco años yo siga viva para saber si también seré tan hipócrita como la gente que me rodea en este momento. - Cariño ¿me buscas una copa? -logro pedir a Roger antes de que se me note esa rebeldía inconformista que me hace tan rara. - Claro que si cariño. -dice complaciente antes de retirarse a buscar la bebida. No puedo creer como él y yo podemos ser tan falsos el uno con el otro, todo sea por el que dirán y por ser como dice doña perfecta “gente de bien”. Tomo la copa de manos de Roger justo a tiempo para el brindis que se hará en honor a mis padres, todos nos acercamos en torno al maestro de ceremonias que en esta ocasión era un amigo de mi padre quien fuera su padrino de bodas. Lo veo hablar durante unos eternos quince minutos sobre el amor, el matrimonio, el ejemplo… espero estar manteniendo esa sonrisa de estúpida que todos esperan ver en mi rostro mientras me repito sin parar -para mañana esto ya habrá acabado-. Los tacones me están matando, estoy tratando a toda costa de mantener la postura para que no se me vea tanto el exceso de peso del que con seguridad alguna de mis cuñadas hará uno de sus comentarios que siempre viene acompañado con lastima, luego del discurso que rememoraba la boda de mis padres, le tocó el turno a mi hermano mayor, otros eternos no sé cuantos minutos de chácharas y anécdotas que a mí no me interesa escuchar, gracias al cielo cuando ya creo no soportar más llega mi pequeño hombrecito a abrazarme con ese infinito cariño que me sostiene en este mundo. - No sabía que ya habías llegado mami. -me dice con los ojitos color miel gracias a dios iguales a los míos llenos de cariño. - Si mi amor, es que estaba escuchando lo que tu tío dice de tus abuelos. - ¿Y que está diciendo? - La verdad no lo sé. Desde aquí no se escucha muy bien. -le digo en tono cómplice. - Me voy a jugar otra vez. - Está bien, pero ten cuidado. ¿ok? - Ok, mami. Me quedo viendo como mi hijo se va corriendo de nuevo al jardín, eso sí era cosa de admirar, él era grande para su edad, el más apuesto e inteligente. Los aplausos me sacan de mi embelesamiento y comienzo también yo a aplaudir sin saber con seguridad que o a quien… ah ya recuerdo apenas lo veo frente a mí, a mi hermano que seguro dijo un montón de sandeces, cuando de pronto escucho desde el otro extremo de la casa la estridente voz de mi prima favorita, mi amiga, cómplice y confidente. - ¡Avril! - Katy… ¡Katy! -termino gritando yo también su nombre mientras que ambas íbamos a nuestro encuentro. Un fuerte abrazo terminó con la sombra del tiempo que había pasado sin estar juntas, Katy es mi ídolo siendo ella la única de la familia que logró hacer con su vida lo que quiso sin importarle el famoso que dirán que yo no tuve fuerzas de vencer. - ¡Estás hermosa! – me dice mi prima observándome de tarta a cabeza, por supuesto que no le creo. Pero ella si se veía radiante, era una versión mía un poco más alta y en vez de pelirroja, rubia, pero la diferencia más notable es que la felicidad le brotaba por los poros para envidia de muchos. - No inventes, -dije- ¡tú sí que estás preciosa! Rápidamente observé su atuendo, siempre se vestía con líneas minimalistas, elegantes. nada de vaporosas ni de vestidos con vuelos, o adornos exagerados, muy poco maquillaje y su ya habitual cabello muy liso sobre los hombros, siempre tuvo una personalidad propia al vestirse y un gusto excelente. - ¡Si no fuera porque soy tu pariente me enamoro de ti enseguida! -bromeo. - ¡Si no fuera porque estás casada te seduzco enseguida! Ambas sabíamos que era broma, sólo entre ella y yo, teníamos la confianza suficiente para jugarnos bromas picantes sin que la otra se ofendiera. - ¿En dónde está Peter? Quiero ver a ese pequeño tuyo. - Está jugando en el jardín, creo que a esta hora debe estar destrozando las flores de mi madre buscando caracoles. - Espero que la tía Julieta se dé cuenta de eso después de que yo me haya ido, no tuve tiempo de una sesión con mi psiquiatra antes de venir… Ambas nos miramos y reímos tanto de la broma de Katy como de la verdad que escondían sus palabras. - ¿Y Lilian? ¿No vino contigo? -pregunté. - No, sabes que ella detesta todo esto. A pesar del tiempo que tenemos juntas esta familia todavía nadie está preparado para aceptarnos. - No es solo ella quien detesta esto. -trato de bromear, pero mis palabras salen más sinceras de lo que espero- Pero que remedio… ¡ella se puede escapar! - ¿Tu cómo estás cariño? -me pregunta con más seriedad. - Estoy muy bien. – dije con esa sonrisa que he aprendido a poner cada vez que necesito parecer sincera. Katy espero unos segundos para que yo hiciera mi pequeño teatrito. - Ok. O no me quieres contar, o ya te lavaron el cerebro. -dijo con exagerada preocupación en el rostro. Katy me conocía desde siempre, nuestros padres son hermanos, por eso nos criamos juntas, conocía toda mi historia siendo parte de ella. Era una pérdida de tempo hacerle creer que en realidad todo estaba bien conmigo. - No me han podido lavar el cerebro todavía… y no es que no quiera contarte, es que en realidad no hay nada que contar. Imagino que mi cara es de verdad tétrica por la expresión de malestar en el rostro de mi querida prima. - ¿Hasta cuando vas a soportar esto? - Katy… recuerda que tengo un hijo. - También por eso. Debes buscar tu felicidad… A ver, ¿Cómo se porta tu querido esposo? - Roger es… bueno, él es como es. Es un buen padre y eso es lo que importa. - ¿Y tú? ¿Acaso tu no importas? - Katy, no comiences… -suplico tratando de evitar que mi sonrisa prefabricada no se disuelva. - ¡Pero míralo! aquí viene el primo Roger… -dice Caty exagerando una simpatía que de ninguna manera siente por mi esposo. - Por favor, Katy, no lo hagas rabiar… - Cariño, si para eso fue que vine. ¡A divertirme! Ya han comenzado los problemas, yo sabía que tarde o temprano la noche se iba a poner intensa, lo que no me esperaba era que eso sucediera tan rápido. Roger odia a Katy, y el sentimiento es mutuo, él insiste que por culpa de ella yo tenía ideas extrañas que él se vio en la responsabilidad de corregir, que estaba enamorada de mí y que se yo cuantas estupideces más. Ella dice que por culpa de Roger yo soy infeliz, que me había hecho la vida insoportable y no sé cuántas cosas más, la mayoría ciertas. - Tu madre te está buscando Avril. - ¡Hola primo! -saludó Katy ignorando la mala cara de Roger. - Buenas noches, Katy. -dijo fríamente mi esposo mirándola con evidente rechazo. - Que pasa… ¿no estas feliz de verme? - ¿Dónde dejaste a tu novia? -espeta el con desprecio. - En casa… ¡esperándome para seguir viviendo felices enrolladas una con la otra!
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD