Sentía la ira de un millón de demonios corriendo por sus arterias, sentía que sus pulmones expulsaban fuego y su rango de visión se había triplicado por tres. El brazo izquierdo se tornó de un color completamente obscuro como la noche, era el brazo de un demonio no había dudas de ello.
Su corazón latía rápido y el pecho le ardía, sentía cómo el calor recorría todo su cuerpo y debía expulsarlo o se calcinaría desde adentro.
—Interesante humano, parece que todo ese tiempo llevabas algo escondido —Taurum lo creía como parte de un ritual de batalla. Ilusamente no pensaba en que fuese una amenaza para él.
—¡Cállate no me conoces! —el miedo recorría su columna como una suave caricia.
—No me interesa conocerte, de todas maneras, vas a morir.
—¡Deja de repetir "muerte" como si fuese algo muy normal!
Se apreciaba tan frustrado que corrió directamente hacia él sin medir las consecuencias, Taurum levantó su hacha confiado esperando dar un golpe certero y Alsius no sentía miedo en ningún momento, nunca disminuyó la velocidad con la que se acercaba, quería arrancarle la cabeza.
Podía ver sus movimientos, detuvo su hacha con el brazo derecho partiéndola en pedazos, su rostro al ver lo que había sucedido era un éxtasis para Alsius, tomó la espada que llevaba y subió por su espalda. La clavó justo en su columna para paralizar sus piernas y hacer que se arrodillara ante él.
—¡Maldito mocoso es imposible! ¡No eres un niño humano! —agonizaba del dolor y sus guerreros no podían ni pensar en lo que debían hacer a continuación viendo tal destreza.
Los demás minotauros al ver el giro de la situación huyeron abandonando a su líder, eran él y Alsius solamente y nadie se iba a interponer.
—¿Humano dices? Deberías mirar bien tu asqueroso y repugnante rostro. Aquí el único monstruo eres tú —nada más placentero para él que verlo arrodillado. Por primera vez en su vida siente placer al hacerle daño a alguien más.
—Ya veo, hueles a muerte y tus ojos son los de un demonio.
—Te equivocas, el único hedor de muerte en este campo de batalla será el tuyo cuando arranque tus entrañas.
—Le vendiste tu alma a la persona equivocada muchacho —Taurum podía olfatear el inframundo proveniente del corazón del muchacho—, no volverás a recuperar tu vida jamás.
—Al menos sigo manteniendo mi alma dentro, pero la tuya es mía.
Alsius terminó convirtiéndose en un demonio completamente, arrancó el alma de Taurum y la devoró por completo antes de volver a su estado normal. Empezaba a nevar en el campo de batalla, Alsius observó el inmenso cielo con lágrimas en los ojos y el corazón en la mano. Sus manos vírgenes habían sido manchadas por sangre, y su alma era prisionera en un lejano lugar del que jamás volvería. Al observar su brazo supo que la muerte lo perseguirá por el resto de sus días, trabajaría para ella como un perro obedece a su amo.
—Esto es... maravilloso.
Sonreía de manera desquiciada mientras lloraba, puso su mano izquierda en su pecho, pero no pudo sentir el latido de su corazón. Observó detenidamente el miedo del sargento Brida mientras lentamente se acercaba a él.
—No será divertido si no huye —le advierte para que se largue lo antes posible.
—Se... señor —ilustra con miedo.
—¿No eres capaz de leer mis intenciones sargento? Morirás si te quedas aquí.
El sargento temblaba, pero su orgulloso corazón no le permitiría huir de la batalla.
—Se... señor. El Capitán Takashi le cedió el rango y confió en usted, no tengo razones para dudar de las acciones de un buen hombre como él. Usted es mi capitán y yo... ¡Yo seguiré sus órdenes señor!
Para Alsius esas palabras fueron la paz que necesitaba en aquél momento.
—Ca... ¿Capitán?
Alsius se acercó al difunto cuerpo del capitán Takashi y tomó su katana, la hoja tenía escrituras nórdicas antiguas imposibles de entender. El joven se sintió débil como si sus poderes se alejaran al entrar en contacto con la espada, su cuerpo descendió a la nieve justo al lado del capitán. La batalla había culminado pero esta vez nadie había vencido.
—Alsius Barrioth… —un susurro le abrazó el alma antes de dormir—, te esperaré en lo profundo de tu obscura existencia.
Como un murmullo la voz se alejaba del rango auditivo del joven que apenas mantenía su cordura y conciencia, sus labios se secaban y su contextura se hacía cada vez más delgada mientras su rostro parecía envejecer. Alsius pagaría el precio de su decisión, pero jamás le alcanzaría una vida para hacerlo.
Entre lamentos y fiebre aguda dos días transcurrieron antes de que el joven pudiese abrir sus ojos nuevamente a la luz de una habitación caliente y su sudoroso cuerpo lo deja con una extraña sensación de incomodidad.
—Por fin despiertas —le tenía vigilado desde que lo trajo.
—D... ¿Dónde estoy?
Alsius se sentía aturdido y un poco desorientado, cualquiera que durmiera durante dos días seguidos lo estaría.
—Supongo que debes tener hambre, he traído un poco de carne de res y patas de búfalo —señala la mesa donde se encuentra la comida, aunque ya fría por el tiempo que ha estado fuera del fogón.
—¿Dónde está el capitán?... comandante.
—Lo sabes bien Alsius, el capitán murió en combate justo en tus manos como el sargento brida lo reportó —sin tacto alguno le contesta a pesar de lo aturdido que se encuentra.
—Es cierto... ¿Dónde estaba? Nunca volvió comandante, si lo hubiese hecho tal vez el capitán...
—Lo siento —interrumpió el comandante. —Tuve que blandir mi espada para defender las provisiones, me tendieron una emboscada y perdí el tiempo intentando salir del problema. Sé que tengo que cargar la responsabilidad.
—No es su culpa...
—¿A qué te refieres? —dijo dudoso.
—Todos jugaban un papel importante en esa batalla, cada quien debía hacer lo que le correspondía y el capitán hizo su trabajo hasta el último segundo de su vida. Usted no cargaba con la responsabilidad de protegerlos, simplemente de guiarlos.
—Te equivocas, también es responsabilidad de un líder la de proteger a sus soldados. Fallé esa misión, realmente no ganamos nada.
—¿Cuántos sobrevivieron? —preguntó Alsius.
—Tú, el sargento y solo treinta y cuatro soldados. Murieron todos los demás, no pudimos salvar a los heridos a tiempo —cada segundo que ha trascurrido, Faraha se lamenta de su miserable actitud como comandante y por no haber escuchado el consejo de su viejo amigo.
—Ya veo... es realmente una tragedia —se recuesta al espaldar de madera y al observarse los brazos tiene un aspecto normal como siempre.
—Más importante aún, el sargento dice que tú venciste a Taurum con tus propias manos. O eso quisiera decir.
—Así que el sargento se lo dijo —comenzaba a preocuparse, los recuerdos habían impactado en su memoria justo al abrir los ojos.
—Pues parece que tú tampoco lo olvidaste —se le notaba en los ojos que algo sucedía dentro de él.
Alsius calló durante un momento, como si estuviese intentando buscar las palabras correctas para responder.
—¿Qué se supone que eres? —curioso el comandante le formula la pregunta. Ha visto toda clase de criaturas en su viajes y batallas, pero nada comparado con lo que el sargento Brida reportó.
—No lo sé... jamás había sentido lo que siento ahora. Actualmente tengo más dudas sobre mí de las que usted tiene y será difícil comprenderme si nunca pude hacerlo desde niño.
—Los ancianos querían mandarte al calabozo y torturarte hasta sacarte información, pero... incluso su majestad estuvo de acuerdo conmigo.
—¿De acuerdo con qué? —vuelve a verlo.
—Con mantenerte a salvo —demuestra una mirada de recelo—. Ahora eres parte de nuestra armada mocoso, Takashi te heredó su voluntad y te cedió su rango así que será mejor que te acostumbres a tu nueva vida.
El comandante se levantó de su silla y caminó hasta la puerta.
—Comandante.
—¿Capitán?
—Cómo... ¿Cómo puedo seguir viviendo después de esto? —buscaba respuestas rápidas, pero nada se le venía a la mente en su situación actual.
—No lo sé... pero si quieres conseguir una razón para seguir viviendo como primera opción te recomiendo visitar a la esposa de Takashi, estoy seguro de que Elga quiere escuchar las últimas palabras de su esposo. Tal vez puedas encontrar lo que buscas ahí, él confío en ti por alguna razón y si yo fuera tú investigaría la razón.
—¿Realmente soy el capitán de su escuadrón? —aún era algo impensable que él tuviese tal rango dentro de una armada tan poderosa sin habérselo ganado.
—Sal fuera y compruébalo con tus ojos, y hazme un favor ¿Sí? Esconde ese brazo, será difícil explicarles eso a los soldados.
Al observarse nuevamente el brazo izquierdo volvía a tener un aspecto demoníaco en color obscuro mate como la noche más cercana al infierno.
No había sido un sueño para nada, realmente esos recuerdos que rodeaban por su cabeza eran totalmente reales. Su brazo era la prueba de ello, se sentía un tanto extraño, pero seguía siendo su brazo después de todo, lo que realmente le preocupaba era lo que el rey decidiría hacer con él al darse cuenta.
Luego de cubrirse y cambiarse decidió salir de sus aposentos a dar una vuelta por el castillo, realmente todos le trataban con el merecido respeto de su rango a pesar de que es un completo desconocido para ellos, ciertamente había tomado el puesto del capitán Takashi.
—¡Capitán!
—¿Sargento Brida? —lo reconoció de inmediato.
—Mis disculpas capitán, fue mi culpa no haberle dado suficiente apoyo en la batalla del río tornado —agacha la cabeza a modo de reverencia. Es un hombre amable, algo regordete pero muy buena persona.
—No se disculpe no es necesarío, ni siquiera sé qué pasó realmente —se hace un poco el desentendido para no alargar la situación.
—Usted salvó mi vida señor, pude volver a casa con mi familia gracias a usted y al capitán Takashi que en paz descanse... gracias a los dos puedo abrazar a mi esposa e hijos de nuevo... —le sabía mal que su vida fuese suya gracias a la vida que otros entregaron allá.
—Mi participación en el combate fue innecesaria y soy yo quien lamenta haber sido tan inútil. Por algo soy solo un niño —no se sentía como un niño ya, pero pensarlo a lo mejor le traería el sentimiento de vuelta algún día.
—Se equivoca —negó rotundamente—, pocos habrían tenido la valentía que usted demostró a pesar de que sabía que sus posibilidades eran escasas, sorprendentemente logró la victoria y debería sentirse orgulloso.
—¿Orgulloso de qué? —sus motivos para llorar eran mayores que cualquier otro positivo—. El capitán será incapaz de regresar...
—¡Se equivoca!
Se sorprende cuando el sargento levantó su voz de esa manera, supone que sigue siendo un niño en el fondo. Bajó la cabeza en señal de respeto, algo muy común entre los hijos y sus padres o entre personas de estatus diferentes.
—Perdone... —el sargento se apena por su falta de respeto—. El capitán sigue vivo, solo que dentro de usted guiándolo por el buen camino como su estudiante. No fue su culpa señor, el decidió llevar esa vida sabiendo las consecuencias que traía y defendió su nombre y honor hasta el final. Conociendo al capitán dudo mucho que haya tomado una decisión incorrecta con usted.
—¿Quiénes son todos esos hombres? —preguntó al ver dos filas de diez soldados que se habían formado detrás del sargento brida.
—Son mi escuadrón especial señor, ahora usted nos comanda. Estamos bajo sus órdenes.
—¿Fue decisión de su majestad? —era lo más probable para pensar.
—No señor. Fue nuestra —dice con orgullo de aquella decisión.
—¿Puedo pedir algo? —necesitaba sacarse el peso de encima.
—Lo que sea señor.
—Sabe... ¿Dónde puedo comprar flores?
Era la primera vez que visitaba una tumba luego de la muerte de su madre, después de todo odia el sentimiento de pérdida. Realmente le habría gustado conocerlo un poco más, su lápida es bastante hermosa de hecho, se nota que lo valoraban puesto que había una gran cantidad de flores y ofrendas.
La muerte es algo que nos espera a todos por igual, solo que a unos les llega en los peores momentos mientras que otros viven años y años viendo morir a otros que no lo merecían.
—No es su verdadera tumba —dijo alguien detrás suya en el cementerio.
—¿Comandante? —reconoció esa voz.
—Takashi siempre quiso que sus restos fuesen enviados a su familia, esto es solo un altar común y corriente donde honramos a nuestros guerreros y les damos el último "Adiós". Llevé sus cenizas con su esposa temprano.
—Ya veo —regresa la mirada algo desanimado.
—Puedo llevarte si lo deseas.
—¿Estaría bien eso?
Realmente tenía miedo, ¿Qué pensaría su esposa? El hombre que ama jamás volverá a su hogar y todo por su culpa, aunque no podía rechazar la propuesta del comandante seguía teniendo miedo de mostrar ese débil rostro delante de la persona a quien más le afecta la situación.
—Descuida mocoso Elga es una buena mujer, jamás rechazaría una visita y menos si se trata del chico por quien su esposo dio la vida.
—Entiendo, entonces... iré con usted.
Jamás se imaginaría que el hogar al que el capitán anhelaba volver estaría situado en una granja, una hermosa morada llena de un verdoso paisaje bonito y animales. Alsius estaba casi seguro de que su plan de retiro era este.
Mientras el comandante y él estaban en la puerta principal esperando a la esposa del capitán por un segundo pensó que lo mejor era salir corriendo de ahí. Al primer intento de moverse el comandante puso su mano en el hombro de Alsius, este lo miró fijamente y se dio cuenta de cuánto dolor sentía en ese entonces, y aun así su presencia le hacía sentir fuerte por muy destrozado que estuviese.
No solo lo hacía por sí mismo o por educación, lo hacía por el capitán y por honrar su muerte la cual había dado por comprarle un día más de vida.
Al ver la cara de su esposa pudo deducir lo amable y cariñosa que era, sus ojos hinchados de tanto llorar no afectaban en nada que le regalara una gran sonrisa al comandante y a Alsius.
—Faraha —volverlo a ver sentaba bien.
—Elga, he traído a este chico. Parece tener algunas cosas para decir.
—Oiga comandan...
—En ese caso pasen, les serviré un poco de cerveza —amablemente les invita a acceder a una hermosa casa hecha a mano por el fallecido capitán y su esposa una década atrás.
—Por mí está bien pero el chico aún es menor de edad —lo que menos le iba a permitir era beber alcohol y más cuando debe llevarlo ante el rey.
—Ya veo, pues tengo algo de jugo, o tal vez prefiera algo de café ¿Qué te gustaría tomar joven?
Se sentía incómodo, esa sonrisa... sabía que fingía y quería abrazarla, pero ¿Cómo iba a tener el valor de dirigirle la palabra? Solamente quería volver a casa, quería tener un hogar al cual volver como el capitán Takashi, pero jamás lo tendría.
No pudo contener las lágrimas mucho tiempo, salieron solas como si las hubiesen llamado, pero solo interrumpían el débil muro que intentaba interponer.
—Joven ¿Estás bien?
Incluso ella era lo suficientemente fuerte como para ser capaz de abrazarle en un momento como este.
“¡¿Qué diablos?! —se decía Alsius—. ¡Se supone que debo ser yo quien lo haga!”. —Lo siento... no lo soporto, simplemente no puedo cargar con este sentimiento de culpa. El capitán no merecía morir, todo fue mi cul...
—Ni siquiera te atrevas a decirlo.
De repente la expresión de su cara había pasado a ser un poco más seria, apretaba fuerte sus manos como si intentara contener sus lágrimas.
—Takashi dio su vida para protegerte a ti y a sus compañeros. Él escogió la muerte antes que ver derramada la sangre de aquellos a quienes aprecia, si alguien tiene la culpa en esto yo diría que es suya solamente. Takashi decidió por su cuenta y nadie es culpable de eso, estoy feliz de que mi esposo tuviese una muerte digna para un guerrero. Y más aún estoy feliz de que estés con vida, eso quiere decir que cumplió su objetivo, debiste haber sido alguien especial para él de alguna manera y por lo tanto eres especial para mí.
Elga volvió a abrazarlo, esta vez más fuerte como si intentara alejar el dolor de su alma. Como si estuviese juntando todos los pedazos que trajo rotos de aquel encuentro fatídico.
—Así que jamás vuelvas a llorar por Takashi cuando puedes sonreírle. Estoy seguro de que mi esposo ahora mismo está sonriendo, siempre lo hacía cuando las cosas iban según su plan, así que deja de lamentarte y alza tu mirada. Necesito que honres el nombre de mi esposo, solo soy una simple campesina y soy incapaz de hacerlo... así que... por favor... —se le quiebra la voz al final—. Ya no llores más ¿Sí?... solo harás que el corazón de Takashi sufra.
Era la primera vez que veía al comandante llorar, incluso alguien tan fuerte como él podía sacar lo que llevaba dentro al solo escuchar las palabras de Elga.
—Yo... ¿Yo puedo llorar por última vez? —dice conteniendo sus lágrimas y con la voz quebrada a esperas de su respuesta. —Es que... no he llorado lo suficiente y realmente necesito sacar lo que llevo dentro.
Ella puso la mano en su mejilla y le sonrió tiernamente diciendo:
—Nunca será suficiente para nosotros, sácalo las veces que sea necesario hasta que puedas mirar atrás y sonreír. Tú solo llora como lo hace el cielo, brilla como cuando sale el sol y jamás olvides una cosa.
—¿Qué es? —dijo curioso esperando la respuesta.
—Que jamás volverás a estar sólo mientras el espíritu de Takashi esté contigo.
No recuerda la última vez que había llorado tanto luego de la muerte de su madre, hasta quedar completamente seco por dentro. Podía jurar que sentía cómo Takashi le abrazaba, sabía que era él quien le estaba dando el valor para seguir viviendo día a día.
No iba a decepcionarlo, y tampoco lo haría pensar que fue un error haberlo salvado.
¿Estarás bien en aquél lugar?
Seguramente ¿Verdad?
Tal vez no tuve mucho tiempo para cuidar de ti, pero siempre pensé cómo protegerte
¿Me verás brillar a partir de ahora?
Quiero que sigas siendo parte de mis logros
Ya no podré admirar el amanecer contigo
Ahora tú serás el amanecer
Prometo mirar el pasado algún día y sonreír
¿Me permitirás llorar por ti hasta ese día?
Quiero sacar esta tristeza de mi corazón para siempre
Así que por favor
Permíteme, aunque sea una sola vez derramar un océano de mis ojos
Para que algún día mi corazón brille con tu presencia
Y para dejar de extrañarte tanto porque sé que estás ahí
Donde no puedo ver y tocar, pero puedo sentir.