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Desconocido

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Blurb

¿Típica historia en la que la chica buena que acaba de mudarse se enamora perdidamente del chico malo?

Llena de sorpresas y giros inesperados, "Desconocido" narra la historia de Bruno y Ana desde ambos puntos de vista.

Cualquier parecido con la realidad será una mera coincidencia, ¿o no?

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1
Estaba aterrada, todos me observaban, había mucha gente, estaban muy cerca, demasiado cerca... O quizás solo fuese impresión mía. Increíble, tenía casi diecisiete años y todavía me daba miedo ir en el metro de noche, aunque más bien ya era de madrugada. Iba de camino a mi casa y lo que más me incomodaba era estar sola. Al venir no tuve problemas porque Alicia me acompañaba, pero ella se había quedado en la discoteca "conociendo" a un chico (más feo que pegarle a un padre con un calcetín sudado). ¿Qué me pasaba? Conocía la ruta, sabía perfectamente dónde bajar, estaba casi sobria, recordaba cómo llegar a casa... Me temblaban las piernas de los nervios y me mordía las uñas como una maníaca. Notaba los ojos de los pasajeros escaneándome de arriba a abajo ¿Creerían que estaba loca? Desde luego no faltaban razones para pensarlo. Tenía que olvidarme de ellos, del mundo en general, tenía la manera perfecta para hacerlo ¿Por qué no traía alguno de mis libros? Ah claro, porque según Alicia, los libros no son nada atractivos y se dedicaba a sacarlos de mis bolsos a escondidas. Nunca me importó demasiado eso, de hecho la última vez que leí un libro en el metro lloré como una Magdalena leyendo Bajo la misma estrella. Volviendo a mi situación en el metro, recuerdo perfectamente que yo ni siquiera quería salir, pero cuando mi maldita prima se propone algo no hay quien se oponga. Y si mi prima decide que me hace falta ligar e ir a la discoteca, esa misma noche ya estamos en Kapital aunque le explique mil veces que acabo de llegar y lo último que me apetece es ir de fiesta. Mi plan original era deshacer las cajas de la mudanza e ir conociendo el barrio poco a poco. No aguantaba ni un minuto más respirando humo y quedándome sorda con eso que llaman música en aquella discoteca (pero parece el oso ronco de las cavernas en celo mezclado con una rata afónica ahogándose, todo ello con bastante ritmo, he de admitir) mientras unos cuantos hombres blancos y cisheterosexuales buscan víctimas descaradamente. Mi angelical prima se había encontrado con el tipo anteriormente mencionado y no pensaba irse, a diferencia de mí que salí de aquel antro en cuanto pude. Aún así el tiempo se había escapado entre mis dedos y ya eran las cuatro de la mañana. ¿Cómo podía haber tanta gente en el metro a esas horas? En el vagón había cinco personas más, iban juntos y todos me estaban mirando como si fuese un alienígena. El vagón estaba vacío pero se habían tenido que sentar justo frente a mí. No me gustaron un pelo sus caras, tenían mala pinta, a mi madre no le habría gustado verme con ellos. Intentaba evitar cualquier contacto visual, pero ya no sabía dónde más mirar. Era inevitable, dirigí la vista al chico que tenía delante. Tenía ojos verdes y el pelo marrón claro con reflejos, peinado a la perfección. Me fijé en que tenía una brecha en la frente y un corte en el labio inferior. Tuve que mirar aún con más detalle para ver el tatuaje de un escorpión que teníaen el cuello. Definitivamente, mi madre me habría prohibido verle. Llevaba un rato observándole y cuando retiré la mirada, el rubio del piercing en la ceja que estaba sentado a su lado me guiñó un ojo. Entré en pánico, un delincuente juvenil me acababa de guiñar un ojo. En seguida me invadieron las paranoias ¿pretendía que le visitase en la cárcel? No pensaba llevar droga escondida en ningún orificio de mi cuerpo. Conté hasta diez con intención de tranquilizarme. Abrí los ojos de nuevo, se estaban riendo de mí. Crucé las piernas avergonzada, esto me pasó por llevar falda sin estar acostumbrada. Ahora sí que no pensaban parar de reír. Al menos yo no estaría para verlo, porque esta era mi parada. Tomé mi bolso agarrándolo con fuerza, pulsé el botón de abrir la puerta y bajé sin más. Solo hay unas pocas personas que podrían ligar conmigo en el metro a las tres de la mañana y todavía no son capaces de escaparse de las páginas. ════════ ∘◦❁◦∘ ════════ Fue solo un momento fugaz pero ella fijó sus brillantes ojos en mí una última vez , eran de un azul tan claro que parecían grises, me perdí en ellos irremediablemente. Aún ruborizada se levantó y salió del vagón. Llamadme romántico, pero un culo así no se ve todos los días y no podía dejar que se fuera sin darme su número. —¿Te gusta la morena?—dijo Alba sacándome de mis pensamientos. —No.—mentí intentando disimular. —Reconozco esa mirada, date prisa y baja ahora mismo c*****o, tu casa está cerca.—Todo eso era cierto. A mi hermana Alba se le dan muy bien estas cosas y es una auténtica detectora de mentiras. —He dicho que no.— probablemente me arrepentiría de no poder volver a verla. —¿Por qué?— Es terca, sin duda va en la sangre, y por mucho que me guste repetírselo no es adoptada. —Primero, las puertas ya se han cerrado. Y segundo, tengo que acompañarte a casa porque ya es tarde.—— aquello era un 25% verdad. —¿En serio Bruno? Sabes que puedo tumbarte en un cuerpo a cuerpo y llevo una navaja encima.— ella en sí era todo un arma letal. —No me importa, siempre serás mi hermanita a la que tengo que proteger.— hice el amago de descolocar su pelo, pero me detuve al ver su mirada asesina. —De eso me puedo encargar yo, hermano.—dijo mi amigo Lucas. Y ella le besó en toda mi cara. —Tío, que es mi hermana ¿os podéis liar cuando no esté delante?— gruñí tratando de borrar esa imagen mental. —También lo hacemos.—genial, otra agradable imagen mental sobre mi hermana, me daban arcadas solo de pensarlo. —Esta es la nuestra.—dijo uno de los dos amigos de Lucas. Todos nos levantamos y salimos del vagón. Acompañé a Alba hasta su puerta y después de asegurarme de que Lucas estaba bien lejos, me fui directo a casa. —¡Mierda!—maldije al chocar mi pie izquierdo contra una caja de cartón que no había visto. Alguien debía estar mudándose, aquí pasa continuamente, es una de las razones por las que no conozco a mis vecinos, la otra es que no me gusta la gente y les evito. Mi hermana y mi único amigo ahora están juntos, eso significa que ya no salgo con él. A veces mi hermana me pone enfermo, tenía montones de tipos por todo el mundo que querrían estar con ella ¿no podía elegir a algún otro idiota para que yo le partiera las piernas? No, tenía que elegir justo al idiota de mi mejor amigo, al único idiota que mi código moral no me deja partir las piernas. Abrí la puerta y tiré la ropa a la silla en la que tengo un enorme montón de prendas que algún día colocaré.

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