Una vez que estoy dentro, camino por un estrecho pasillo alumbrado por unas cuantas luces neón y tan lleno de parejas que bailan al son de la música, mientras agitan sus cuerpos en un baile un tanto candente que es imposible no chocar con ellos, miro a mi alrededor y enseguida reconozco a Stefano Belucci y es justo decir que en persona es aún más guapo de lo que se veía en fotografía, creo que la palabra adecuada para describirlo es un moja bragas en toda la extensión de la palabra, lo observo unos segundos y sin ser consciente de ello me relamo los labios, sacudo mi cabeza y después me encamino a la barra y pido una bebida en espera de que algún pequeño pez caiga en mis redes.
Después de unos cinco minutos, se acerca a mí un tipo bastante agradable (el cual es como un pequeño manjar en comparación con el festín que me daría con Stefano) quién comienza a hacerme platica. Me invita una bebida y gustosa se la acepto, es justo lo que estaba esperando, cuando él esta distraído, abro rápidamente el compartimento secreto de mi anillo y vierto el contenido de este en su bebida, se la tiendo de nuevo y aproximadamente diez minutos después este comienza a contestar a todas mis preguntas, debido al somnífero que le he puesto en su bebida sé que tengo tal vez unos quince minutos más antes de que caiga en un profundo sueño.
—¿Dime quién es ese hombre de allá? —Susurro cerca de su oído, para después darle una pequeña mordida en su lóbulo provocando un pequeño escalofrío en todo su cuerpo, por lo cual sonrío satisfecha.
—Con él no te conviene tener problemas, es Stefano “El despiadado”, ¿acaso no lo conoces? —Inquiere de inmediato, tomando un mechón de mi cabello y llevándoselo a la nariz para aspirar su aroma delicadamente, en verdad que es todo un casanova, lástima que no le servirá conmigo.
—¿Tan peligroso es? —Pregunto fingiendo miedo y un leve temblor—. No, tiene poco que llegue aquí, no conozco la ciudad. —Le hago un puchero y beso ligeramente sus labios.
—Bastante, ese tipo que está con él no sabe que está es su última noche con vida, según los rumores intento jugarle chueco en algunos negocios, pensó que podría hacerlo tonto, pero el único tonto fue él. —Niega con gran pesar, pero me doy cuenta de que una leve sonrisa cruza su rostro.
—Vaya, pero ¿Cómo sabes que es su última noche vivo? —Inquiero ahora con más curiosidad, algo me dice que este tipo es un traidor y lo creo capaz de vender hasta a su propia madre con tal de conseguir una buena suma de dinero.
—Porque yo lo traje aquí. —Responde satisfecho de sí mismo—. Sabía que Stefano lo estaba buscando, por lo que es mejor siempre estar del lado del despiadado y cuando llegué el momento adecuado, sabes de sobra que Stefano puede concederte algún favor. —Justo lo que sospechaba, a todos los de su calaña los puedo detectar en cuestión de segundos, mi instinto nunca falla, es como si tuviese un radar o tal vez se deba a que soy igual que ellos.
—¿Sabes si Stefano suele visitar algún lugar en específico?
—Se la pasa en Passione Proibita, es un lugar donde abundan todo tipo de fantasías y perversiones, tanto así que puedes encontrar la lujuria en persona, pero no cualquiera puede acceder a él, yo por ejemplo tengo esta llave que me da acceso libre, ahora que lo ayude con ese pobre diablo, tal vez en estos días podríamos ir tú y yo muñeca. —Presume con fanfarronería mientras me muestra una llave magnética dorada, la miro unos instantes antes de que desaparezca en el abrigo de este tipo, me remuevo un poco acercando mi cuerpo tanto como puedo contra el de él, haciendo que lance un pequeño gruñido.
—¿Y si vamos a un lugar más privado? —Ronroneo acariciando su pierna sutilmente, este acepta gustoso y me indica una puerta cercana a los sanitarios, mientras posa su mano en mi cintura, según lo que se aprecia son pequeñas salas reservadas, una vez dentro comienza a besarme con desesperación e intenta quitarme la blusa, sin embargo, en cuestión de segundos se desploma en el piso, lo muevo con el pie, pero al parecer duerme como roca—. Lo siento cariño, hubiese sido agradable pasar la noche contigo, pero negocios son negocios. —Me agachó y rebusco en su abrigo hasta que encuentro la preciada llave que necesito para llevar a cabo mi plan, también tomo su billetera para no levantar sospechas, así todo indicara que fue un robo cualquiera.
Salgo y regreso a mi lugar que abandone hace unos minutos, pido otra bebida en espera de que comience la acción, al cabo de diez minutos me doy cuenta de que varias personas han comenzado a salir despavoridas del lugar, me giro y veo como Stefano se levanta de su asiento, con una mirada tan fría como el mismísimo hielo, observando al pobre diablo que está en el piso rogando por su vida, mientras sacudo mi cabeza. Doy un trago a mi bebida y observo cada uno de los movimientos de Stefano, me parece tan excitante que no pierdo detalle de ellos, la forma en que se mueve, sus gestos, hasta su mirada, todo en este hombre es un orgasmo visual y ahora entiendo por qué ha tenido tantas amantes, de tan solo verlo hasta mis bragas tiemblan de la emoción.
Comienzan a torturarlo lentamente, ante la mirada de cientos de personas que intentan ignorarlo tanto como sea posible, haciendo caso omiso de las súplicas de ayuda que salen de su boca, después sin más le dan dos tiros terminado con su miserable vida, veo como sacan su cuerpo sin vida por una puerta diferente a la que entre; por el rabillo del ojo observo a Stefano en compañía de una hermosa mujer, morena, ojos color miel y cabello oscuro, tan indiferentes a lo que acaba de suceder, luego comienzan a besarse y después de unos segundos desaparecen por el pasillo donde están las salas privadas, me levanto de mi lugar y antes de salir pago mis bebidas, cortesía de mi querido amigo que ahora duerme profundamente.
Regreso rápidamente a mi habitación y guardo en un lugar seguro la llave que le robe al tipo del bar, me desnudo y me duermo enseguida, contenta con lo que he logrado hasta el momento, y recordándome al mismo tiempo que lo primordial en este tipo de trabajo es averiguar hasta el más mínimo detalle de tu presa y fue justo lo que conseguí hoy.
Al día siguiente, me doy un baño rápido y decido salir a dar una vuelta, para conocer un poco del lugar, es preferible conocerlo por si debo escapar de imprevisto; me encuentro en unas tiendas observando ropa, ya que casi no he traído nada conmigo, cuando en la tienda de al lado entra Stefano con una bella chica pelirroja, un tanto bajita, pero con cara de muñeca, al parecer le comprará algo a su amante en turno, por lo que decido entrar a la misma tienda, para averiguar un poco más de él.
Comienzo por fingir que veo algo de ropa, mirándolos de reojo cada cierto tiempo hasta que mi mirada se posa en un vestido rojo de manga larga, bastante corto con una pequeña abertura en la pierna, me acerco hasta él y justo cuando me doy la vuelta para probármelo, la tipa con la que entro Stefano me detiene.
—Me ha gustado ese vestido, ¡Lo quiero! —Indica con voz chillona, me giro lentamente y está me tiende una mano con gesto autoritario, la ignoro y he decidido pagar por el sin habérmelo probado antes, a mí nadie me ordena que hacer y es algo que le demostraré a esta pequeña caprichosa.
—¿No escuchaste?, entrégaselo le ha gustado y pienso comprárselo. —Esta vez es Stefano quien habla, su voz es tan hipnótica que, si no fuese porque estoy por mandarlos al diablo, me arrojaría ahora mismo a sus brazos y me lo comería a besos todo con tal de escuchar esa voz tan seductora que tiene.
—Es una lástima, pero yo lo vi primero, además de que no te queda querida, parecerías elfo con este vestido y no te combina con esas horribles pecas, en cambio a mí me resalta más gracias a mis hermosos ojos. —Le regalo una sonrisa siniestra a lo cual ella está al borde de las lágrimas debido a la humillación que le hice pasar frente a su amante, mientras que Stefano suprime una sonrisa, le entrego el dinero a la cajera, quien mira a Stefano y en cuanto me cobra, supongo que se debe a que este le autorizo venderme el vestido.
Cuando salgo, paso a un lado de la pelirroja y le susurro en un tono bajo pero amenazante.
—La próxima vez que te encuentre sola, no dudaré en dejarte una linda cicatriz en esa cara muñeca. —Ella se estremece y se acerca más a Stefano, quien permanece impasible ante mis palabras, en cuanto estoy fuera doy varias vueltas ya que al parecer este tipo ha mandado que alguien me siga, me escondo en un callejón y saco una pequeña daga que siempre cargo conmigo al igual que un arma (que en este momento permanece en mi cintura y solo usaré en caso de ser necesario no deseo llamar demasiado la atención), cuando el tipo cree que me ha perdido, le salgo por detrás, le pongo la daga en el cuello y hago un ligero corte a lo cual lanza un pequeño chillido de terror.
—¿Quién te ha mandado? Contesta antes de que mi daga se resbale de mi mano y te rebane el cuello. —Le exijo mientras lo tomo por los brazos, mientras con mi otra mano sujeto con fuerza mi daga.
—No… no me mates por favor, el… el señor Stefano me mando a seguirte, al parecer has… has llamado su atención y se interesó por ti... —Su respuesta me toma por sorpresa—. No le digas que te lo dije, además soy nuevo en esto y en verdad necesito el trabajo, me dijeron que, si no te perdía de vista, el empleo era mío, tengo hermanos pequeños que mantener. —Balbucea rápidamente, medito un rato sus palabras y sé que me dice la verdad por lo que lo suelto.
—Bien en ese caso yo no diré nada, te dejaré saber dónde me hospedo, pero a cambio necesito de tu ayuda. —Este asiente enérgicamente ante mis palabras, mientras le informo de que va todo esto.