CAPÍTULO 2.2

1006 Words
2.¡DÉJATE DE HISTORIAS! (No hemos inventado nada) Internet es uno de los mejores compañeros nocturnos cuando el insomnio aprieta y no parece haber nada mejor que hacer. Con todas las horas robadas al sueño, uno puede llegar a convertirse en un experto en cualquier tema a fuerza de inmersiones en Google, Wikipedia y los millones de páginas especializadas en cualquier asunto imaginable, por freakie que pueda parecer. ¿”Intercambio de parejas”? ¡A por ello! ¡Dios mío! Pronto descubres un universo que va a convertirse durante un tiempo aún por definir en tu monotema obsesivo. Literatura científica, otra menos seria, experiencias personales, foros, fotos, locales, páginas de contacto, r************* , agencias de viajes swingers, hoteles, spas, resorts, personajes famosos, noticias, revistas… ¡Incluso una ciudad entera dedicada a la explotación de este universo de pozos sin fondo! ¡Alucina! Podrías invertir una vida entera en el rastreo de los millones de palabras escritas alrededor de un tema tan aparentemente minoritario, anecdótico y sociológicamente marginal. Y si además el tema tiene que ver con el sexo, necesitarías al menos un par de reencarnaciones para saberlo… ¿todo? Pero no desistes. Una vez entras en el laberinto puedes caminar durante años sin encontrar una salida satisfactoria. Pero lo que uno encuentra seguro cuando las busca son razones para probar algo que le tienta. No tarda en construir un “argumentario” de experto para afrontar cualquier conversación sobre el mundo que acaba de descubrir. A esto se le llama “pasión iniciática” (me lo acabo de inventar, pero si non è vero, è ben trobato, ¿a que sí?).  -¡Fíjate en lo que hace ese grupo de parejas! No es muy distinto a las bacanales romanas, ¿no? -¡Y los esquimales!confirma tu pareja, metida también ya a analista. -¡Exacto! ¡Los esquimales cuando ofrecen a su esposa! ¿Te acuerdas de la peli de Anthony Quinn, cuando se carga al cura por no querer acostarse con su mujer? Era como un desprecio. Es una labor en equipo que pronto se vuelve excitante, cada uno por su lado y con posterior puesta en común. Las noches se van transformando al ritmo de largos diálogos sobre costumbres sexuales, como si fueseis auténticos doctores en antropología y expertos en sociología y costumbres. Las entusiastas sobre mesas parecen no tener fin. Ya casi habías olvidado esa sensación de complicidad en un diálogo coronado finalmente con una sesión de sexo mudo (¿recuerdas que tenemos niños?) a horas intempestivas. Pero ¿qué os está pasando, pareja? -¡Flipa! A finales del XIX, los tíos se traían prostitutas a sus hoteles secretos y se las cambiaban como cromos, como en una oferta de “dos por una”. Y no hace tanto de eso. Continuó hasta los ’70, ¡hace cuatro días! Tardaron un poco en darse cuenta de que salía más a cuenta cambiarse la esposa, ¿no? Ja, ja, ja. -¡No frivolices, va! ¿Sabes cómo los descubrieron? Fue en París, claro, como todo lo innovador en sexo. En un hotel por horas vieron que iban por ejemplo veinte parejas y, cuando dejaban las habitaciones, la mitad de las camas estaban hechas y con las sábanas limpias. -Lo sé. Así nacieron precisamente los clubes de intercambio. Hoy están por todas partes. Incluso en la casta Italia los hay a patadas. Asociaciones, complejos, locales, fiestas privadas rollo Eyes Wide Shut pero en versión low cost… -¡Qué fuerte! ¿No te parece? -Lo que es fuerte es la cantidad de gente que practica el intercambio, porque si no, ¿cómo se explica que haya tantos locales y clubes? Deben contarse por millones entre swingers y liberales. ¡Y yo que pensaba que era cosa de cuatro pervertidos! -¡Qué va! Pero si es que tampoco es nada del otro mundo. ¿Tener sexo con otras parejas? Si lo miras fríamente… -No, ¿verdad? Yo opino lo mismo -¡Mira los del cole! -Y seguro que no son los únicos. Al final, por probar… Si no te gusta, ¡pues no vuelves y punto! Creo que no hay mucho que perder y un montón de cosas a ganar, sobre todo excitación. ¡Ufff! -¡Exacto! ... ¡STOOOOOP! Una de las etapas más apasionantes de la aventura del intercambio de parejas es el plan de viaje, cuando precisamente aún no hay práctica y todo es teoría, fantasía y especulación. Lo llamo “la tensión de la intención”. Bueno, quizá me explico mejor. Mira… Es parecido a lo que le ocurre a los viajeros. A menudo suele ser más fascinante el ritual de los preparativos y la generación de expectativa que, al final, el viaje en sí mismo. En muchos casos culmina en una enorme decepción, como en nuestra primera experiencia s****l, que suele acabar hecha añicos por falta de experiencia por un lado y por una sobrevaloración excesivamente romántica y/o erótica de ese instante “mágico”. Pues esto mismo es aplicable, con sus ets y sus uts, a la iniciación en el intercambio de parejas ... Es quizá el momento de lanzar dos preguntas: 1.¿por qué de repente las aburridas cenas han pasado a convertirse en un debate entusiasta, de risas, coqueteo y frases a medias?; 2.¿y por qué, desde hace un par de semanas, los encuentros sexuales de uvas a peras han pasado a un ritmo casi diario, como años atrás? Esta noche, después de un buen vino (¿cuánto hacía que no ibas a comprar un “gran reserva” para cenar y te perfumabas para sentarte a la mesa?), has dicho: “Bueno, ¡dejémonos de historias!”. Y os habéis amado allí mismo, sobre la mesa del comedor, como dos adolescentes. Cuando has terminado, con el cigarrillo pegado a los labios, has pensado: “Creo que debería dejar de fumar”. ¿Qué está pasando aquí?`
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