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1009 Words
La relación entre Grayson y yo estaba tan tensa que yo sentía que pendía de un hilo, un mal movimiento y todo se rompería. Él no volvió a dirigirme la palabra, pasaba todo el tiempo con Lizbeth y siempre estaba de mal humor. Suponía que su extraña relación con su aprendiz era para molestarme y no porque yo tuviera el ego tan grande para creer que todo giraba entorno a mí sino porque había hablado bastante mal de ella, aún así continuaba manteniendo un contacto bastante cercano: hipócrita y cínico, que hombre tan desagradable. Yo no estaba molesta con su cercanía, tenía una chispa de esperanza de que él se se enamorará de ella con la misma intensidad que la chica profesaba. Quizás así aceptará el divorcio y entonces... Tal vez solo tal vez yo pudiera recuperar lo que había perdido. Especialmente por a quien habia dejado atrás para que Grayson finiquitara esta treta. Aunque era realista, sabía que no había muchas posibilidades de que pudiera recuperar aquello, además mi relación con Oscar estaba rota a lo mejor si volvía a donde fui feliz por pura nostalgia me encontraría con que lo que alguna vez había amado ya no existía. Pero no podía evitar aferrarme a esos recuerdos, porque estaba enamorada y era una sensación maravillosa, algo reconfortante que me llenaba, Oscar me hacía sentir plena. Ahora solo quedaba un vacío desolador, un abismo tan profundo que cuando miraba en él sentía que podía engullirme. Las mujeres del servicio doméstico parecían un poco aterradas de lo que había dicho el otro día, las esuchaba murmurando: «no entiendo como la señora Vallmonth puede ser tan descarada», «Karinna es una sinvergüenza, sus palabras del otro día dieron a entender que prácticamente era una prostituta, no entiendo como Grayson se casó con ella teniendo tantas opciones», «es una fácil y una cualquiera, me da un poco de pena que sea la señora de este hogar, siento que ese hombre a pesar de todo merece algo mejor». Por suerte algunas me defendían arguyendo que mi esposo andaba restregandome a una amante en la cara, que yo tenía derecho a hacer lo mismo, que él me había fallado primero y más bien yo era demasiado considerada al no gritarle ni confrontarlo con violencia. Me alegre que de que, aunque poca, hubiera gente de mi lado. En esa mansión solo me sentía tranquila en el cuarto y en la biblioteca así que procuraba pasar allí la mayor parte del tiempo, eso me ayudaba a relajarme y evitar esuchar murmullos indeseables. Así además pasaba por alto todos los actos desleales del Señor Vallmonth. Él me irrumpio en mi tarde de lectura luego de varias semanas de silencio total, me observó en silencio y dijo: —Me voy de vacaciones—parecía cansado de aquella situación. —De acuerdo—contesté tranquilamente—¿te vas con Lizbeth?—cuestioné, aún sin perder los estribos. —No—dijo mirándome a los ojos, su mirada era tremula, nunca sabía que se traía entre manos—voy con mi vieja amiga Alicia Donovan. El recuerdo de mi vida pasada en la que él tres días después de mi muerte se había casado con ella me golpeó con fuerza, temblé sin quererlo. Respire profundamente; «no pasa nada—me dije a mí misma—en esta vida no lo amas, te tiene sin cuidado esta situación si se quiere ir con ella que lo haga». Pero no pude evitar sentirme aterrada ante la idea de que el mismo ciclo maligno se repitiera aunque con circunstancias un tanto distintas, no era justo. —Suerte—comenté sin decir nada más. —¿Tú no quieres venir, cierto?—preguntó—porque de ser así te reservaré un espacio en el vuelo, en el hotel y en todas las actividades que hemos planificado. —No gracias—sonreí—prefiero quedarme aquí, tu trabajas demasiado así que te mereces un descanso. Espero que la pases excelente. —No te puedes escapar a ningún lado—gruñó—tendré a gente vigilandote—hice cara de hartazgo, no entendía porque tenía que ser tan intenso. Era un locazo posesivo que no me dejaba en paz. —De acuerdo, ¿que será de Liz?—pregunté con verdadera curiosidad. —Se queda aquí—sonrió—espero que puedas llevarte bien con ella—sabía que se estaba burlando de mí pero me contuve. —¡Por supuesto que lo haremos! Grayson creyó que la iba a pasar mal pero él no me conocía lo suficiente. Me alié con Lizbeth quién estaba furibunda con el hecho de que él se hubiera ido con otra mujer que no fuera ella. Así que no fue difícil envenenarla en su contra, le metí cizaña contándole sobre Alicia, diciéndole que era el primer amor de aquel hombre y la persona más importante en el mundo para él. —Entonces Liz—dije—si no podemos ir de fiesta que la fiesta venga a nosotras. —¿Qué estás planeando?—preguntó con una sonrisa malvada estampada en los labios. —Hagamos una mega-fiesta, diseñemos las invitaciones y mandemos a toda la ciudad. Quiero que hayan Dj's, trajes inapropiados, strippers y mucho alcohol—ella asintió. —Gran plan, seguro a Grayson se le va a parar el pelo del susto cuando regresé. —Exactamente, cuando vea como dejamos su mansión va a ponerse a llorar como un bebé. —Pues se lo merece—dijo Lizbeth con total seguridad—míralo: riéndose de nosotras con su amante predilecta, a la mujer que tanto ama nisiquiera fue capaz de darle un anillo ¿y sabes por qué?—preguntó ella sonriendo, negué pues realmente no lo sabía—porque ella no viene de una buena familia y Grayson solo ve a las personas por cuan útiles le pueden llegar a ser. Sea para mejorar su estatus, crear alianzas, tener favores políticos y más. —Si, es un desalmado—la apoye—destruyamos su imperio—celebre.
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