Parecía que ya era parte de la rutina, la misma conversación entre Keelan y Gyda, pero ese día él necesitaba aire fresco, pensar en su siguiente movimiento contra el rey Tyrone y lo que haría con Gyde, aun nadie tenía respuestas sobre ella, así que escoltado por sus guardias salió del palacio para tomar aire fresco cuando de repente vio a dos pequeñas jugando y se detuvo a admirar lo hermoso de su reino.
-¡Buuuu! soy la serpiente Gyda y te comere- dijo una de las niñas.
-No, Sophie, esta vez es mi turno de ser la serpiente, siempre te toca a ti- dijo enojada la otra niña.
Keelan se percató de lo que decían y se acercó a ellas con la intención de preguntar sobre la serpiente Gyde, pues eran demasiadas coincidencias.
-Es que, Meredith, tú eres muy lenta para ser...- dijo Sophie sin terminar de hablar, pues se asusto al ver al príncipe.
-¡Majestad!- Gritaron las niñas exaltadas.
-Señoritas- dijo Keelan inclinándose un poco.
-Majetad- dijeron ambas niñas he hicieron una reverencia.
-Las he escuchado hablar de la serpiente Gyda ¿Que es esa serpiente?
-Es un monstruo que se alimenta de la fuerza de los hombres- dijo Sophie.
-Tambien es inmortal, por que no necesita alimento para vivir, vive bajo tierra y desde abajo puede robarse el poder- contesto Meredith.
-Dicen que es gigante y horrible, la han intentado matar pero es impresionante.
-No es cierto, Sophie, mientes, nadie se a atrevido a mirarla.
-No miento, dicen que si la han intentado matar.
Las niñas comenzaron a divagar entre su parloteo, justo cuando el príncipe Keelan las iba a interrumpir llego la madre de las pequeñas.
-Majestad, disculpe a mis hijas, espero que no lo esten molestando.
-Al contrario, podría decirme ¿Que es eso de la leyenda de Gyda la serpiente?
-Nosotras hace poco fuimos rescatada del reino de Windsor...
-Me alegra mucho su rescate, pero eso no responde mi duda.
-Lo que pasa, majestad, es que en ese reino hay una leyenda de un monstruo que consume el poder de la gente y creen que por eso siempre pierden, pero no pueden matar al monstruo por que es inmortal.
-¿De donde dicen que llego tal serpiente?
-Hay muchas versiones, primero, majestad, no es serpiente, es un monstruo, dicen que es la hija del rey Tyrone, pero yo no creo que sea cierto de ser así sería muy peligroso.
-¿Por que lo sería?
-Dicen que este monstruo puede consumir la fuerza vital de las personas, que la tienen en una celda bajo tierra por que de esta forma podrían vencer a nuestro reino y al reino de Cass, pero la realidad es otra, su reino esta destruido, su ejército esta a punto de ser derrotado ¿No cree que si tuviera una hija así de fuerte ya hubiera ganado la guerra?
-Señoritas, madame, muchas gracias por deleitarme con tan magnifico relato, debo retirarme.- Keelan hizo una reverencia.
Las niñas sonrieron y continuaron con sus juegos.
Keelan no sabía que pensar, estaba muy dudoso sobre lo que acababa de escuchar, este relato le daría la razón a la joven del calabozo y al mismo tiempo explicaría por que los guardias se cansaban tanto a su lado, aunque él realmente jamás había perdido su fuerza por más tiempo que pasara con ella. También tenía otra hipótesis, Gyda pudo escuchar esta leyenda he inventarse que era ella, pero ¿Cual era la finalidad? ¿A caso todo había sido un plan y ella solo era una espia?
Todo ese día las palabras de las niñas no dejaron de darle vueltas en la cabeza, la única forma de comprobarlo sería poner a prueba la leyenda, retirarle el alimento por unos días, mientras un guardia estuviera ahí y podría ver si en verdad se alimentaba de fuerza y no de comida.
-¿Que estupideces estoy pensando? yo vi como esa niña arriesgo su vida por pollo y he visto como se desmaya por lo débil que se encuentra.- dijo Keelan, mientras caminaba en su habitación.
Llevaba gran parte de la noche en un soliloquio, estaba confundido, estaba estresado pues pensaba que no podía seguir perdiendo el tiempo con aquella niña, pero al mismo tiempo algo le decía que ella podía ser la clave de esas guerras.
-Yo no me he sentido mal a su lado, pero los guardias sí, así que podría intentar ver si muere de hambre y si no muere al menos sera un escarmiento que la hará hablar.
A la mañana siguiente, después de no poder dormir casi nada, el príncipe Keelan dio la orden de retirarle la comida y de que un guardia estuviera todo el tiempo frente a su celda, este guardia no se podría mover de ese lugar, tendría que comer y dormir ahí, hasta que el príncipe diera ordenes nuevas y en efecto el guardia no se movio durante tres días del lugar.
Al llegar el cuarto día Keelan fue a revisar que había pasado con el guardia y con Gyda.
-Majestad- dijo el guardia con voz pesada.
-¿Como te sientes?- Preguntó Keelan asombrado de que no se veía mal, solo cansado.
-Hoy ya me siento bien, pero el segundo día aquí fue insufrible, sentía que moría.
-¡Ey! Gyda ¿sigues viva?
Gyda no podía hablar, ni moverse, ya tampoco podía llorar, estaba en el suelo, completamente inmóvil esperando morir, para ella todo estaba borroso, respiraba con dificultad, terminó por perder la conciencia.
Cuando el príncipe se percato del nuevo desmayó de Gyda, de acerco solo para asegurarse que no fuera mentira, pero aun con la tenue luz de las velas, logro percibir que su caja torácica no tenía movimiento, lo que significaba que no estaba respirando y entonces el principe hizo lo impensable, levanto a Gyda en sus brazos.
-Ve por un médico, de inmediato- le dijo Keelan al guardia.
Keelan saco a Gyda de la celda, su cabeza colgaba sin fuerza su piel palida se tornaba morada, podía ver las venas de su cuello, sentir sus diminutos huesos.
Decidió llevarla a una habitación en el palacio pues no podía mantenerla en la celda o moriría y no podía llevarla al hospital ya que no quería que nadie se enterara de su existencia, era un riesgo, pero en ese estado no podía lastimar a nadie, si conseguía sobrevivir pediría que la ataran a su cama para que no se escapara.