Soy la única hija en una familia de tres hermanos, y quizás por eso mi padre me sobreprotege tanto. Derek, mi hermano menor, tiene dos años menos que yo, pero él tiene más libertad que yo para hacer lo que quiera. En cambio, yo, con casi dieciocho años, tengo que pedir permiso hasta para salir a comprar. Luego está Derek, y después los pequeños, Nick y Alex, a quienes llamo "los terremotos" por lo traviesos que son.
En el pasado, mi padre era uno de los herederos de las empresas Aragón. Pero todo cambió cuando se enamoró de mi madre. Mi abuelo no aprobaba la relación porque ella era una mujer sin posición elevada. Mi abuelo lo obligó a elegir entre su fortuna o mi madre, y cuando descubrieron que yo venía en camino, mi padre decidió quedarse con nosotras. Esa fue la última vez que mi padre vio a su propio padre. A pesar de que mi abuelo usó su influencia para dificultar que mi padre encontrara un buen trabajo, él siempre ha hecho lo posible para darnos la mejor educación. Esta situación lo ha vuelto un hombre clasista, resentido por nuestra falta de posición social.
Vivimos en un barrio humilde, y mi padre desprecia a nuestros vecinos, sintiendo que no pertenece aquí. Gracias a una beca, estudio en una escuela privada donde casi todos son clasistas y me desprecian, excepto mi mejor amiga, Julissa Curie. Sus padres son dueños de una de las empresas más importantes del país y siempre están viajando.
—Sabes cómo es papá —le digo a Julissa.
Ella insiste— Tú me dijiste que querías ir a un boliche antes de cumplir los dieciocho.
—Es verdad.
—Vamos Aisa, dile a tu padre que te quedas a dormir conmigo y vamos.
—Bueno, vamos, me convenciste.
Regresé a mi casa en el autobús y me encontré con Mercedes Mendizábal, la vecina más chismosa pero amable del barrio. El problema es que estaba con su hijo, Freddy Mendizábal, el mujeriego más conocido y, lamentablemente, también el más atractivo del lugar.
—Buenos días —me saludó la señora Mercedes.
Asentí— Buenos días, señora.
—¿Está tu madre en casa?
—No, hoy trabaja hasta tarde en el hospital.
—Bueno, le avisas que quiero hablar con ella.
Mientras charlábamos, Freddy utilizaba su celular y ni siquiera me miró. Nos ignoramos mutuamente porque no nos llevamos bien.
—Claro, permiso —dije y me fui.
Al llegar a casa, solo encontré a mi padre en la sala, leyendo el diario. Me acerqué y besé su mejilla.
—Hola, papá, hoy voy a dormir con Julissa.
—Me encanta que te lleves con esa niña, es de dinero, ¿verdad?
Rodé los ojos— Sí, pero eso no importa, es mi mejor amiga y la quiero.
—Debes conseguirte un novio de posición elevada.
Los niños ricos de la escuela solo quieren acostarse conmigo. Como soy pobre, creen que pueden utilizarme y desecharme. Pero soy demasiado inteligente para ellos. Conozco bien a los hombres; los que he conocido te prometen la luna y las estrellas solo para meterte en su cama. Por eso no me interesa andar con nadie. Solo tengo un objetivo: la universidad.
—Lo importante es terminar la escuela y entrar a una buena universidad —le digo a mi padre.
—Eso no importa. Mírate, eres hermosa, hija. Si te casas, podremos salir de esta miseria.
Siento que ese es el verdadero motivo por el cual mi padre insiste tanto en que vaya a una escuela privada.
—¿Qué cosas dices? Yo no necesito a ningún hombre.
—Tú eres mi princesa consentida, mi adoración —me abraza y besa mi frente tiernamente—. Por eso quiero que tengas el mejor de los futuros.
Amo a mi padre, pero siento que carga sus frustraciones en mí. Es como si quisiera que yo hiciera todo lo que él no logró hacer. No lo culpo, porque de alguna manera, por mi culpa, él no pudo cumplir sus sueños. No logro entender a mi abuelo, ¿cómo pudo alejarse de su único hijo de esa forma? Mis padres no tuvieron la culpa de enamorarse, y mi madre es la mejor mujer que podría haber conocido. No es una interesada ni busca fortunas como él piensa. Ella se quedó con mi padre incluso después de que le quitaran todo. La condena de mi abuelo, o del señor Aragón, porque ni siquiera me reconoce, es su propio orgullo, el cual no le permite estar cerca de su familia.