La fiesta

1652 Words
Luego de un largo viaje en autobús, un intenso dolor de cabeza y la caminata de varias cuadras, logré llegar a la mansión de Curie, la cual es gigante y parece un castillo. En realidad, no tengo con qué compararla; es la primera y única mansión que he visitado en mi corta vida. Al entrar, los sirvientes me abrieron la puerta; ya me conocen muy bien. Ellos me acompañaron hacia el salón donde estaba Julissa con varios chicos y chicas. Como sus padres no están, ella aprovechó para organizar una fiesta. —Invité a unos amigos y mis primos, Aisa —me comenta saludándome con un beso en la mejilla. Solo asentí con timidez. Mi personalidad no es tímida, pero no conozco a nadie en el lugar, o al menos no hablo con nadie. —Está bien. Me dirigí al cuarto de Julissa. Si salía con mi vestido corto de mi casa, mi padre me asesinaría antes de que pise la calle. Me coloqué un vestido color n***o. Luego me maquillé un poco: labial color rosa y sombra azul, la cual resalta el color de mis ojos. Dejé mi cabello rizado y largo suelto. El color azul de mis ojos lo heredé de mi padre; él dice que soy el retrato de su madre. Incluso me ha enseñado fotografías y es verdad. En cuanto terminé de arreglarme, bajé al living donde estaban los invitados de mi amiga. La mayoría son compañeros de la escuela y las otras personas son amigos de Julissa y amigos de amigos. Ella es muy sociable; conoce a todo el mundo. —Ella es mi amiga Aisa —me presenta con un grupo de chicas. Una chica es morena, cabello corto ondulado, está vestida de azul y perfectamente maquillada. La segunda chica tiene los ojos grises y el cabello oscuro; es de tez blanca y está vestida de turquesa. Saludo a las chicas con un beso en la mejilla. La primera se presenta como Malena. Durante los minutos que hablamos, se porta amable conmigo. La segunda se presenta como Abril; ella se dedicó a criticar mi ropa y lanzarme indirectas disimuladas con la sonrisa más falsa que he visto en mi vida. Se burló de mí hasta que Julissa le puso un alto. Las miradas se centraron en un muchacho que acaba de llegar. Él no deja de mirarnos y se acerca lentamente a nosotras. Abril no le quita la mirada de encima; debe disimular para no babearse. El dueño de los suspiros de varias chicas tiene el cabello rubio brillante, los ojos color aceituna y está vestido con una camisa color azul y jeans del mismo color. En cuanto se acerca a nosotras, saluda a las chicas con besos en la mejilla. Creí que no se había percatado de mi presencia, pero no fue así. En cuanto terminó de saludarlas, se centró en mí. —Hola, soy Nate —se presenta. —Soy Aisa. —Bueno, ya conociste a mi primo; ella es mi mejor amiga, la que no quería venir —bromea. —Qué bueno que sí viniste —me sonríe. Las chicas comenzaron a bailar y tomar alcohol poco a poco. Yo me senté en el sofá a responderle un mensaje a papá. Él me pregunta cómo la estoy pasando. Yo le respondí que bien, que estamos viendo películas y comiendo helado. No me percaté de que lentamente Nate se acercó a mí y se sentó a mi lado. Comenzó a charlar conmigo; tiene esa habilidad que tienen algunas personas de poder charlar con extraños como si fueran amigos de toda la vida. La verdad, es un muchacho muy agradable y divertido. Siendo primo de Julissa, no es extraño que sea sociable. Comenzamos a charlar sobre nuestros gustos musicales, los cuales son similares. También le conté algunas anécdotas de mis hermanitos, los cuales me engañan con facilidad.. Luego de un largo viaje en autobús, un intenso dolor de cabeza y la caminata de varias cuadras, logré llegar a la mansión de Curie, la cual es gigante y parece un castillo. En realidad, no tengo con qué compararla; es la primera y única mansión que he visitado en mi corta vida. Al entrar, los sirvientes me abrieron la puerta; ya me conocen muy bien. Ellos me acompañaron hacia el salón donde estaba Julissa con varios chicos y chicas. Como sus padres no están, ella aprovechó para organizar una fiesta. —Invité a unos amigos y mis primos, Aisa —me comenta saludándome con un beso en la mejilla. Solo asentí con timidez. Mi personalidad no es tímida, pero no conozco a nadie en el lugar, o al menos no hablo con nadie. —Está bien. Me dirigí al cuarto de Julissa. Si salía con mi vestido corto de mi casa, mi padre me asesinaría antes de que pise la calle. Me coloqué un vestido color n***o. Luego me maquillé un poco: labial color rosa y sombra azul, la cual resalta el color de mis ojos. Dejé mi cabello rizado y largo suelto. El color azul de mis ojos lo heredé de mi padre; él dice que soy el retrato de su madre. Incluso me ha enseñado fotografías y es verdad. En cuanto terminé de arreglarme, bajé al living donde estaban los invitados de mi amiga. La mayoría son compañeros de la escuela y las otras personas son amigos de Julissa y amigos de amigos. Ella es muy sociable; conoce a todo el mundo. —Ella es mi amiga Aisa —me presenta con un grupo de chicas. Una chica es morena, cabello corto ondulado, está vestida de azul y perfectamente maquillada. La segunda chica tiene los ojos grises y el cabello oscuro; es de tez blanca y está vestida de turquesa. Saludo a las chicas con un beso en la mejilla. La primera se presenta como Malena. Durante los minutos que hablamos, se porta amable conmigo. La segunda se presenta como Abril; ella se dedicó a criticar mi ropa y lanzarme indirectas disimuladas con la sonrisa más falsa que he visto en mi vida. Se burló de mí hasta que Julissa le puso un alto. Las miradas se centraron en un muchacho que acaba de llegar. Él no deja de mirarnos y se acerca lentamente a nosotras. Abril no le quita la mirada de encima; debe disimular para no babearse. El dueño de los suspiros de varias chicas tiene el cabello rubio brillante, los ojos color aceituna y está vestido con una camisa color azul y jeans del mismo color. En cuanto se acerca a nosotras, saluda a las chicas con besos en la mejilla. Creí que no se había percatado de mi presencia, pero no fue así. En cuanto terminó de saludarlas, se centró en mí. —Hola, soy Nate —se presenta. —Soy Aisa. —Bueno, ya conociste a mi primo; ella es mi mejor amiga, la que no quería venir —bromea. —Qué bueno que sí viniste —me sonríe. Las chicas comenzaron a bailar y tomar alcohol poco a poco. Yo me senté en el sofá a responderle un mensaje a papá. Él me pregunta cómo la estoy pasando. Yo le respondí que bien, que estamos viendo películas y comiendo helado. No me percaté de que lentamente Nate se acercó a mí y se sentó a mi lado. Comenzó a charlar conmigo; tiene esa habilidad que tienen algunas personas de poder charlar con extraños como si fueran amigos de toda la vida. La verdad, es un muchacho muy agradable y divertido. Siendo primo de Julissa, no es extraño que sea sociable. Comenzamos a charlar sobre nuestros gustos musicales, los cuales son similares. También le conté algunas anécdotas de mis hermanitos, los cuales me engañan con facilidad. — ¿Qué te parece? — me pregunta Juli. — Me encanta. Estaba fascinada con las luces y la música; es un lugar hermoso y el ambiente me encanta. Nos sentamos en una mesa y comenzaron a ordenar alcohol; probé diferentes bebidas. Unos chicos me miraban y se acercaron a nosotros; Nate se adelantó y tomó mi mano. — Bailemos. Asentí. Julissa bailaba con Román y las chicas con otros chicos. Nate no dejaba mi cintura; le bailé sensualmente y él pasó sus manos a mis caderas. No coquetear con un chico guapo es un pecado para mí; además, amo ver la cara de abril. Si me odiaba sin motivos, se los acabo de dar. Él me susurra lo hermosa que soy al oído; yo solo río. — Tu voz parece de ardilla por la música. — Ya tomaste mucho. — No tanto como tú. — ¿Sabes cómo se baja el alcohol? — me toma de la cintura acercándome más a él. — Con agua. — No así. — acerca sus labios a los míos; yo me aparto y su beso va a mi cuello. — Te estás confundiendo, Nate. Ya amaneció, así que nos dirigimos a un restaurante cercano a desayunar; ya estoy muy mareada, tomé demasiado. — No te conocía ese lado amiga, tan seria que eres. ¿Quieres algo? — No, gracias; voy al baño. Me dirigí al baño como pude, lavé mi cara y efectivamente todo me daba vueltas. Julissa se acercó a mí. — ¿Estás bien, Aisa? Asentí. — Me llamas a un taxi, me quedé sin batería. — ¿Cómo crees? Te llevamos. — Están muy mal para manejar a tanta distancia. — ¿Tienes dinero suficiente o te presto? — No, ¿cómo crees? — ¿Te pasa algo más? — No, nada. — ¿Es por el imbécil de mi primo? Te está incomodando. — No, es él; sólo me siento un poquito mal. — Ya veo. Pagué una fortuna en taxi y el desgraciado del chofer me dejó a dos cuadras donde vivo; es una zona peligrosa. Estoy demasiado mareada y veo todas las casas iguales, no las distingo, creo que me perdí.
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