Constanza, halló la calma mientras miraba, pensativa, por el ventanal de su magnífica oficina. Desde lejos, podía ver, más que el horizonte; podía imaginarse entre la multitud, regalando sonrisas a todo aquel, que a su lado pasara, aún sin mirarla, o, a solas, sentada en alguna glorieta, de la gran ciudad. Podía, recrear entre las nubes, cada jueves por la tarde, en compañía de su amada abuela, quién le mostró el camino hacia la fantasía, a través de los cuentos de hadas, algunos reales, vividos por ella misma, viajando a través del tiempo; otros, simplemente, extraídos de una colección, que había pasado de generación, en generación. Se sentía tranquila, respirando un aire puro, aún entre esas cuatro paredes, pues su mente la llevaba a una pradera, repleta de gerberas y calas, de múltiples colores. Sabía que, en cualquier momento, la tormenta oscura pasaría y saldría el sol, más reluciente que nunca. De lejos, podía ver el "Castillo de Windsor", donde, en cada visita familiar, se imaginaba siendo la princesa del caballo blanco, abrazada por el príncipe viajero, que llegó hasta ella, por el aroma de las flores que adornaban el lugar. Podía, incluso, contemplar las obras de arte, suspendidas en las paredes del "Museo de Londres", a través, de los muros que las aguardaban, o, caminar en silencio, elevando una plegaria al cielo, en la "Catedral de San Pablo", tantas cosas, podía hacer, desde ese punto equidistante, del piso 25, en el consorcio donde estaba ubicada su oficina, que a su vez, era su segundo hogar, donde extendía su creatividad por cada una de las esquinas, donde reía, donde lloraba, donde se adormecía en el sofá crema, que la miraba complacido, por estar ahí, en cada momento, a su disposición. Perdía su mirada, entre los ventanales de los otros edificios, simulando, reflejarse en ellos como en una laguna, repleta de cisnes y mariposas. Era feliz, aun, habiendo fracasado tantas veces en el amor, aun sin haber sido correspondida e ilusionarse, con cuatro palabritas dulces. Sentía que la felicidad, la desbordaba, aunque extrañara el cálido abrazo de su madre y el apoyo incondicional de su padre. Por un instante, olvidó todo lo que le había hecho daño, todas las heridas que alguna vez; la marcaron y, de las que hoy en día, sólo quedan unas mínimas cicatrices.
Mientras Constanza, seguía añorando, a sus seres más queridos; anhelando, reencontrarse con ellos en un tiempo, no muy lejano. Un llamado a la puerta, la trajo de vuelta al mundo real, o, irreal, según como lo vea, el lector.
Toc, toc, toc
- ¡Cielos!, ¿Quién?, ¿Quién es?
- Señorita Constanza, soy yo, Esperanza.
- ¡Ah!, Esperanza, pasa adelante. ¿Qué sucede?
- Disculpe, si estaba ocupada. ¿Ya se siente mejor?
- Sí, gracias. El té, me hizo mucho bien. De hecho, te quedó perfecto, me calmó de tal manera, que me llevó a lugares maravillosos, anclados en mi memoria.
- Me alegra que se sienta mejor, y, gracias por el cumplido.
- Está bien. ¿Venías solo a chequear, cómo me sentía? Exclama, Constanza, con una sonrisa, pues sabía que iba para otro asunto.
- Eh, no, también pasaba por aquí a comunicarle, que, las modelos ya llegaron al estudio de grabación, para el comercial de "Lencería Passion Love". Están listas para comenzar.
- De acuerdo, Esperanza. El fotógrafo, ¿ya llegó?
- Sí, señorita. Como le acabo de decir, todos están listos, sólo esperamos por usted.
- Bien, Esperanza, trae todos los soportes para elaborar el casting, las muestras de fotografías y las propuestas de Marketing Digital, para el cliente.
- Sí, señorita, como usted ordene. ¿Viene conmigo en éste momento o la esperamos allá?
- Dame cinco minutitos, que me de unos retoques y enseguida nos vamos, ¿de acuerdo?
- Está bien, la espero en la recepción. Acota, Esperanza, mientras sale de la oficina, cerrando la puerta.
Entretanto, Constanza, busca en su bolso, el estuche de maquillaje, para hacerse unos pequeños retoquitos, pues, como había llorado, minutos antes por la desesperación y el susto, éste se le había chorreado un poquito, al verse en el espejo, se acordó, de lo que le dijo Denisse, la tarde del reencuentro; que parecía un mimo llorón, con todo el maquillaje corrido, por lo que, sonríe mientras piensa en sus amigas, que el pasar de los años, las han llevado a considerarse, como hermanas.
- ¡Ay, mis amigas queridas!, ¡Cómo las eché de menos, en todo éste tiempo!, ojalá, Dios quiera, que permanezcamos unidas desde ayer y para siempre, que no haya nada en nuestros destinos, que busquen separarnos.
De repente, se da cuenta, que estaba hablando como Agatha, con eso de los destinos y el libro de la vida ya escrito por los Dioses y las hadas.
- Si, Caridad, estuviera aquí, me estaría diciendo que el único, dueño y Señor de nuestros destinos; es Dios. Pero, Denisse, me apoyaría, como siempre lo ha hecho, aunque se invente historias, vividas en sus viajes de aventuras.
Constanza, termina de maquillarse, se peina, con su cepillo de cerdas suaves y mango de nácar, simulador, del que usaba la sirenita, mientras vivía en el Castillo del Gran Tritón. Se reía, de sus propias ocurrencias y de sus sueños de princesa, aún a sus 25 años, se veía con un príncipe de verdad, no, con un sapo de los pantanos, como los dos novios anteriores a su estatus actual, de soltera.
- Vamos, Esperanza, es hora de trabajar, como Dios y el Presidente de la Agencia; mandan (Risas).
Por otra parte, Caridad, llega a la estación de policía, a poner la denuncia, al haber sido agredida por un hombre muy extraño, nunca antes visto, por la urbanización y sus alrededores.
- Pase adelante, señorita, buen día. Soy, el Capitán, Robert Marble, un placer saludarle -. Exclama, un joven apuesto, de cabello liso, castaño claro, ojos miel ocaso, piel blanca, labios delgados, manos grandes, alto y muy caballeroso, mientras le extiende su mano derecha.
- Buen día, Capitán Marble, mucho gusto, mi nombre es Caridad Alvarado, un placer -. Le responde, Caridad, algo embelesada con la sencillez y la humildad, que le ve reflejada en su mirada.
- Pase adelante, por favor, siéntese. ¿Desea tomar agua, un café o un té?
- Sí, gracias, Señor Marble. Preferiblemente, un té.
- Enseguida. Le responde, al mismo tiempo que llama al Agente Fernando, para que le traiga el té, a Caridad.
- Me indica, el Agente Gutiérrez, que fue acosada por un sujeto, en la calle. Dígame, ¿En qué le podemos ayudar?, ¿Nos podría relatar, los hechos?
En ese instante, Caridad, le cuenta todo, con lujos y detalles, en ese ínterin, llega el té, a lo que le agradece el gesto y, continúa, explicándole lo sucedido. El Capitán, le toma la denuncia, realizando todos los procedimientos necesarios, para que esta, esté, completa y sin recovecos.
Antes de despedirse del Capitán, agradeciéndole, toda su atención; éste, se le acerca despacio y le dice:
- Disculpe el atrevimiento, señorita Caridad, pero, me gustaría saber, si, de casualidad, aceptaría una invitación a almorzar.
Caridad, se sorprende por la propuesta del joven policía, a lo que contesta:
- No sé, si sea apropiado. Además, yo suelo estar muy ocupada, todos los días, en la Fundación.
- Si me permite invitarla a almorzar, será, cuando usted pueda, no importa si es en dos días, en una semana o, en un mes. Yo sabré ser paciente.
Cari, sonríe, pensando que sería una buena idea, darse la oportunidad, de conocer a éste apuesto joven. Por lo que, sacando una tarjetita de su bolso y a su vez, entregándosela, le contesta:
- De acuerdo, llámeme para concretar fecha, lugar y hora.
- Así será, muchas gracias, señorita Caridad.
- Espero su llamada. Le responde Cari coqueta, mientras va alejándose.
Mientras tanto, Denisse, todavía aturdida, por todo lo vivido en el bar-café y, más aún, cuando Don Alvaro le revela, todo el misterio que se esconde detrás de la Fuente Mágica y los Dioses de la Dimensión Perdida, siendo él, el único Guerrero de Luz, que queda vivo, pues, todos los anteriores, perdieron su vida y sus almas paralelas, en la última batalla de los siglos. Es él, el único ser de luz, que puede proteger, el mágico mundo de las hadas y ahora a ellas; las cinco amigas o, las cinco luces, como fueron tildadas, por los Dioses.
Sin poder creer, todo lo que éste le cuenta; se pone a la orden, para luchar en compañía de sus amigas, por esa Fuente, que sólo recordaba, como un sueño, y, por todo lo que pueda encerrar, el mantenerla con luz y vida; hábitat esencial, para la magia de las hadas.
En ese momento, comienza a llover escarcha magenta-violeta alrededor, a lo que, Denisse, queda perpleja, mirando la belleza de los destellos, tal y como vagamente, recordaba. Dándose cuenta, que todo era infinitamente real, incluso, ese sentimiento extraño y hermoso, por Bruno, que brota de ella, como savia de los árboles, como mieles de panales, como amor del corazón. Comenzaba a entender, que sus almas estaban conectadas, desde un antes para un ahora y quizás, para un después.
Don Alvaro, le agradece, su interés por ayudarle en ésta misión, tan importante y de ser posible, sería mucho mejor, si el resto de las luces (sus amigas), le ayudaran para librar esa batalla, pues, en equipo, todo suele ser, menos complejo y podrían obtener, la victoria añorada por tantos siglos, por tantas generaciones, por tantas reencarnaciones.
- Sabe que puede contar conmigo y con nosotras, como tal, Don Alvaro, sé que mis amigas, no pondrán objeciones. Además, Agatha, dijo, que venían acontecimientos importantes, para todas.
- Gracias, Señorita y discúlpeme por no haberle revelado, la existencia de la Fuente Mágica, en los momentos de realidad, espero, ahora me entienda, pues tuve que guardar el secreto, por protección a ella, a las hadas, a los Dioses y a los tesoros, que aguardan las rocas de cuarzo rosa, e, incluso a ustedes, sin saber que serían las cinco luces, de las que susurraban los Dioses.
- Descuide, Don Alvaro. De esto, solo conversaré con mis amigas, pues, a ellas también, les atañe. Del resto, seré un cofre cerrado, sin llaves.
De pronto, éste, voltea a mirar, hacia el reloj colgante de la columna marfil y se da cuenta que, va siendo la hora, de la llegada de Bruno al bar-café, por lo que, piensa, que no es el mejor momento para que Denisse y él, se encontraran; pues, tendría que responder a muchas preguntas y no era ese el momento.
- Señorita Denisse, es mejor que se marche, en otro momento seguimos conversando acerca del tema, se hace un poco tarde y en breve, comenzarán a visitar los clientes.
- ¡Oh!, ¡Cielos!, el tiempo se nos pasó volando, mi jefe... ¡Rayos!, mi jefe, me va a matar sin siquiera haber llegado a la Guerra por Las Hadas y la Dimensión Perdida. Me voy, Don Alvaro, nos vemos pronto.
- Ya lo sabe señorita Denisse, ni una palabra de lo sucedido y de los secretos que ésta mañana, le han sido revelados, por lo menos, no a personas desconocidas. Si acaso, solo a las cinco luces, de lo contrario, la furia de los Dioses, podría despertar, y, de eso, no nos podríamos salvar, por más unidos que llegásemos a estar.
- No se preocupe, Don Alvaro, confíe en mi -.
Le dice Denisse, despidiéndose con un gesto manual y saliendo del establecimiento, mientras se colocaba el casco, para continuar su camino al periódico, dónde Don Argimiro, seguramente, tendría un infarto o estaba a punto de un Accidente Cardio-Vascular, porque ella aún no había llegado.
Se monta en su bici-moto, se coloca los auriculares, dándole play a la música, que venía escuchando, cuando llegó ahí, en éste caso, escuchaba "De Antes", también de "Cultura Profética" y comienza a cantar, mientras pensaba en Bruno, su otra mitad:
- "Yo a ti te conozco de antes
he visto esos ojos andantes
Te conozco de antes
Tal vez de un tiempo en que
Mi memoria no alcanza
Tal vez de un tiempo en que
No habitaba esta masa
Tal vez de un tiempo en que
El lenguaje no hablaba
Tal vez mi tiempo fue
Te conozco de antes
Y esto me provoca pensarte
Te conozco de antes
¿cómo, cuándo y dónde fue?
Quiero saber, preciso a entender
Serás acaso la dama en mis sueños
O una revelación que no entiendo "...
Al arrancar, llega Bruno al bar-café, al entrar se encuentra con su jefe, arrodillado frente a una de las esculturas que reposan en la barra y que curiosamente, está brillando, rociando el lugar de destellos multicolores.
- Buenos Días, Don Alvaro, ¿le pasó algo?, pero, ¿Qué es eso?, acaso es...