5. Cuidados

2552 Words
El sonido lejano de un timbre hace que Charlotte intente abrir sus ojos, ya empezaba a oscurecer. Después de llorar hasta sentir que sus lágrimas no salían más, se había quedado dormida en posición fetal en un rincón de la habitación de Alexander, sobre el piso frío. Una vez más escuchó el timbre seguido de algunos toques insistentes en la puerta, lo cual la hizo ponerse de pie y alerta, preguntándose si se trataba de su madre o de su agresor. Sin energías, arrastrando sus pies, se acercó a la puerta, tratando de hacer el menor ruido posible al recostarse de la puerta. —¿Hay alguien? —Preguntan desde el otro lado, una voz que se le hacía familiar pero que no lograba recordar. —¿Alexander, Charlotte? —Volvieron a tocar. —¿Quién eres? —Preguntó con voz apagada después de un rato escucharlo insistir. —Llamaré a la policía. —Soy Liam, amigo de Alexander... —Ella recordó a ese joven que le hizo cuestionarse muchas veces por qué su hermano confiaba tanto en él. —No te haré daño... —¿Qué haces aquí? Debiste llamar a mi hermano antes de venir a verlo. —Preguntó con voz opaca. —Vine a ver cómo estás... —¿Por qué querrías saber eso? Ni siquiera te conozco, apenas nos hemos visto unas pocas veces. —Porque eres la persona más preciada para Alexander y sé que necesitas apoyo de alguien... —Las lágrimas de Charlotte empezaron a salir de nuevo, estaba muy abrumada. —Yo estoy bien y mi hermano llegará en cualquier momento. —Escucha, si me hubiese logrado comunicar con Alexander, no estaría aquí ahora. Y si es cierto que llegará en cualquier momento como dices, me sentaré aquí a esperar hasta que él llegue y él mismo verifique que estás bien. —¿Qué te hace pensar que no lo estoy? —Charlotte observó cómo se deslizó lentamente por debajo de la puerta su identificación. —La dejaste en mi auto hace unas horas. —Ella sintió pánico en un principio, pues, él estaba en la casa de la persona que la agredió. —Trabajas para él. —Su voz temblaba. —¡Te envió él! —No me ha enviado nadie ni le rindo pleitesía a ningún riquillo excéntrico... puedes estar segura de eso. —Vete, por favor... —Él piso no está tan incómodo, aquí puedo esperar hasta que Alexander llegue. Charlotte se dejó caer hasta el piso, recostada de la puerta, abrazando sus piernas sin pronunciar más palabras, meditaba si era conveniente confiar en él como para abrirle la puerta. Se imaginaba un sinfín de escenarios. —¿Aun sigues ahí? —Preguntó después de una hora. —Sip, aquí estoy. Alexander aún no llega... Ella volvió a hacer silencio, luego se recostó en el piso en posición fetal, dormitaba, sentía que casi no tenía energías en su cuerpo, ni siquiera para mantener sus ojos abiertos por mucho tiempo. Dos horas más tarde abrió sus ojos de nuevo, intentando mantenerse despierta. —¿Liam? —Dime, Charlotte... Liam había ido un par de veces al pent-house de Alexander, por lo que le fue fácil ubicar el lugar en donde posiblemente estaría Charlotte. Estuvo esperando pacientemente, sentado en el piso del otro lado de la puerta; pese a su reciente decepción amorosa y lo doloroso que era, no dejaba de preocuparse por lo que sospechaba que le había sucedido a Charlotte, y la ausencia extraña de Alexander. Éste había sido una persona excepcional con él y no podía simplemente dejar pasar todo por alto, consideró que ir en ayuda de su hermana era lo que menos podía hacer. Liam escuchó cómo los cerrojos de la puerta se pasaban, finalmente, Charlotte accedió a abrirle después de 3 horas de espera. Tímidamente ella abrió y apenas asomó sus ojos enrojecidos. —¿Ves que estoy bien? Estoy viva... —Él la miró con suspicacia, Charlotte reconocía su rostro a pesar de haber pasado algunos años. —¿Puedo pasar? —Ella lo meditó por unos segundos, agachó su cabeza y se apartó de la puerta. Liam se quedó pasmado cuando entró y logró detallarla de pie a cabeza, Charlotte miraba hacia el piso y cuando tuvo una pizca de valor de levantar su vista, él pudo apreciar aquellos ojos celestes enrojecidos, sin vida, hundidos en un rostro lesionado, somnoliento y extremadamente pálido. —Pero ¿qué... Liam no terminó de hacer la pregunta cuando Charlotte se desvanecía e iba directamente al piso, sus reflejos le permitieron alcanzarla antes de que su cabeza llegara al suelo. Él la cargó entre sus brazos, de un puntapié cerró la puerta principal y se adentró en el hogar de su amigo en busca de una habitación. Liam recostó a Charlotte en la cama del primer cuarto que encontró, éste era el de Alexander. Preocupado por el estado de la chica, Liam se tomó el atrevimiento de llamar a un amigo médico para que fuera hasta el pent-house. —Liam, esta chica esta deshidratada, además, muestra algunos síntomas de que fue dr0gada; y no hace falta evaluarla a más profundidad sin su consentimiento para saber que fue abusada s€xualmente. —Él masajeó su frente y luego pasó su mano por su nuca inquieto. —¿Se pondrá bien? —Lo primero que debemos hacer es hidratarla lo antes posible, ¿la ingresamos a un hospital? —¿Se puede atender aquí en casa? Está muy asustada y no logro ubicar a su familiar. —Liam sabía lo conocida que era la familia Moncada y lo que conllevaría si el estado de Charlotte salía a la luz. —Okey, pero eso es delicado, no te vayas a meter en problemas por eso. —No lo haré, Vincent. ¿Qué debo hacer para que se recupere? —Iré por unos medicamentos y algunas cosas a la farmacia lo más rápido que pueda, se los administraremos vía intravenosa. Tu solo acompáñala mientras vuelvo. —Gracias, Vincent. Charlotte escuchaba voces lejanas, abrió sus ojos lentamente y empezó a examinar su alrededor, estaba en la habitación de su hermano nuevamente. Algo borroso observó cómo un hombre salió de la habitación y luego Liam se acercaba a ella, lo cual provocó que se exaltara y llevara las sábanas hasta cubrirse el pecho. —Calma... calma... soy yo, Liam. ¿Recuerdas? —Le habló con sutileza levantando sus manos. Ella lo miró de pie a cabeza con el ceño fruncido. —Vas a estar bien. Él sacó su móvil y se giró intentando comunicarse nuevamente con Alexander sin conseguir hacerlo. —¡Mierda, Alex! —Masculló. —No aparece desde hace algunos días... —Confesó Charlotte con un hilo triste de voz. —Está de viaje y no sé de él. ¿Se olvidaría de mí? —Liam elevó sus cejas, pudo percibir el pesar en su voz. —Nunca lo haría. Me dejó claro en un sinfín de ocasiones que tú eras su tesoro y prácticamente su única familia. —Tengo miedo, Liam. —Lo sé... si me lo permites, puedo acompañarte hasta que él aparezca. —Charlotte se quedó dubitativa por unos segundo, clavando su mirada en él, hasta que finalmente asintió. —Nunca le cuentes esto a mi hermano, por favor... —Pero, el debería... —Por favor... —Le interrumpió suplicante. —Se sentiría muy culpable, y ya es suficiente todo lo que lleva sobre él. —Entiendo... Al poco rato Vincent volvió con unos medicamentos que le administró de inmediato. Durante los siguientes dos días, ella dormitaba la mayor parte del tiempo y cuando no, llamaba a Albert buscando alguna respuesta de su hermano, escuchaba la misma de siempre "aún no he logrado ubicarlo". Algunas veces se despertaba aterrada por las imágenes que llegaban en feroces pesadillas, pero Liam permaneció ahí cuidándola. —Hey, aquí estoy... aquí estoy... —Susurraba a la vez que la acunaba entre sus brazos hasta que lograba calmarse. —Solo fue un mal sueño. —Ella asentía acurrucada. De esa manera conseguía hacerla sentir un poco más segura. Él se había acomodado en el piso con algunas frazadas, al lado de la cama para estar más cerca si lo necesitaba, ya que el pavor la invadía cuando se hallaba sola. Liam nunca quiso indagar sobre lo ocurrido, consideraba que eso le haría sangrar más sus heridas. Por su lado, Liam aún seguía con las suyas abiertas y sangrando; eran dos personas en un mismo lugar lastimadas de diferente manera, ambos albergaban penas en su interior; sin embargo, en ocasiones, cuando él contemplaba dormir a Charlotte, no podía negar que ella le seguía pareciendo muy hermosa; a pesar de los moretones que empezaban a notarse menos, la veía hermosa, físicamente perfecta. La llamada que tanto se esperaba finalmente llegó, Alexander se comunicaba con Charlotte. Ella contestó de inmediato y colocó el altavoz para que Liam también pudiera escuchar. —¡Alex! ¡Alex! ¿Estás bien? —Preguntó desesperada tan pronto respondió. —Bien... bien... —Esa respuesta no sonaba convincente. —¿tú cómo has estado? ¿Cómo han estado las cosas por allá? —Ella inhaló y exhaló entrecortado, buscando tranquilidad antes de contestar; luego miró a Liam con ojos acuosos y él sobó su espalda asintiendo. —Charlotte, ¿todo está bien? —Alexander se impacientó del otro lado al no obtener respuestas. —Si, si, estoy perfectamente... Con los nervios de punta todos estos días al no saber nada de tu paradero. ¡Por Dios! Me he visto en la necesidad de llamar a cada rato al señor gruñón para preguntar por ti. —Contestó en un tono lo más parecido posible a cómo ella era habitualmente. —Charlotte, lamento mucho haberme ausentado por tanto tiempo, no quise desaparecerme de esa manera. Ahora necesito que me escuches lo más serena posible. —¿Qué sucede, Alex? —Tragó fuerte. —Durante la última semana estuve inconsciente en un hospital. —Charlotte llevó su mano temblorosa a su boca para ahogar un pequeño grito de horror. —Creo que quisieron robar mis pertenencias, ya sabes cómo es este país, algo peligroso con la delincuencia, pero ya estoy bien, con algunos rasguños, pero bien. Estaré unos días más hospitalizado para asegurarse de que todo esté perfectamente, cuando esté del todo recuperado volveré. —Lágrimas silenciosas recorrieron las mejillas de Charlotte. —Yo iré a cuidar de ti. —Sugirió sin dudar. —No hermanita, estoy bien. Tú tienes tus estudios y cosas que atender, no puedes dejar todo por mi. Albert se está haciendo cargo de todo, junto con mi amiga de la infancia, Corina. ¿La recuerdas? —Si, si la recuerdo. —Soltó una bocanada de aire, apaciguando un poco sus nervios. —Pero quiero ir a acompañarte igual. —Por favor... estaré más tranquilo si estás en casa, es más seguro para ti... —Las palabras de Alexander la conmovían, él ignoraba totalmente lo que le sucedía. No existía tal seguridad. —Yo ya estoy bastante bien. A las 5 de la mañana del día siguiente, Liam escuchó el resonar lejano de pasos en tacones, pero estaba tan adormecido que no abrió sus ojos, olvidado entre su sueño dónde se encontraba. —Liam, Liam... —Charlotte le susurraba agitando suavemente su brazo para que despertara. Él entreabrió sus ojos, somnoliento, pero cuando vio a Charlotte inclinada frente a él se espabiló y se puso de pie casi de un solo brinco. —¡Wow! ¿Pero q..qué...? —Tartamudeó asombrado. Charlotte estaba arreglada como solía hacerlo, su cabello perfectamente peinado con ondas que pasaban sus hombros, vestía un pantalón alto acampanado, un pequeño top de tirantes que dejaba ver parte de su definido abdomen y tacones altos color vino con brillantes y tan bien maquillada que no se notaban rastros de su moretón en el rostro, también había ocultado los de sus brazos. Ella siempre dejaba ropa en casa de su hermano para cuando se quedaba en ciertas casiones. Liam estaba boquiabierto, deslumbrado por su apariencia, no se veía como la misma chica desvalida de la noche anterior, ahora su expresión era la de una mujer más decidida. —Voy al aeropuerto, iré a ver a Alexander, necesito comprobar con mis propios ojos que él está tan bien como dice. —¿Y tú estás bien? —La vida sigue, Liam... Ya aprenderé a convivir con mis penas. —Confesó serenamente pero con un nudo en la garganta. —Está bien... —Contempló su rostro embobado por unos segundos más. —¿Te acompaño hasta el aeropuerto? —Por favor... —¿Ya tienes pasaje? —Por supuesto, nada que una buena tarjeta de crédito no pueda resolver. —Dijo de forma presuntuosa, a lo que el sonrió un poco negando con la cabeza a la vez. —Claro... Luego de que Liam se aseó rápidamente y recogió sus pocas pertenencias, salió con Charlotte hacia el aeropuerto, el silencio reinó durante casi todo el camino. —¿Tú vas a estar bien, Liam? —Preguntó Charlotte de pronto cuando aparcaban el auto, cortando con ese silencio. —Si, ¿por qué? ¿A qué te refieres? —Interrogó extrañado. —Que sea rubia no significa que sea tonta, pude notar que algo te ha estado afectando. No te conozco mucho pero se podía percibir claramente. —¡Ah! La vida sigue, Charlotte. —Respondió con cierto humor con la misma frase que ella utilizó. —Supongo que ella no era para mí. —Oh, ya veo. Qué pena... Eres un buen tipo, espero que pronto encuentres la indicada y por supuesto, sea una buena mujer que sepa valorarte. —Gracias... Ambos bajaron del auto, él le ayudó a bajar el pequeño equipaje y se lo entregó. —Espera... —Fue rápidamente al interior del auto por algo. Le entregó a Charlotte una tarjeta de presentación en donde estaban sus datos de contacto. —No podré preguntarle a Alexander cómo se encuentra porque se supone que yo no se nada de todo esto. Infórmame tú, por favor. —Está bien, lo haré. —Guardó la tarjeta en su bolsa, luego Charlotte lo rodeó con sus brazos con fuerza. —Gracias, gracias, Liam. Gracias por no irte. —Agradeció en todo melancólico. —Lo hice gustoso. —Cuando ella se separó, se quedó mirándolo a los ojos mientras él apartaba un mechón de su rostro, del lado en donde tapó su moretón. —Nunca dejaré de sorprenderme de las cosas que logra el maquillaje. —El arma secreta de una mujer. —Dijo un poco divertida, después le dio un tierno beso en la mejilla. —Si un día nos volvemos a ver, no te encontraras con la Charlotte que tienes frente a ti ahora, no con esta faceta frágil. —Pero sabré que existe en algún lado. —Ella apenas ladeó una sonrisa. —Adiós, Liam. Él se quedó recostado del auto esperando que ella entrara por la puerta principal del aeropuerto. De él se había despedido una joven que sellaba en un contenedor una cantidad de sentimientos que la hacían considerarse frágil a sí misma, junto a una gran pena que mantendría oculta de todos y hasta de su mismo hermano.
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