El sol ya se había colado entre las rendijas de la persiana cuando abrío los ojos, pero su mente no estaba enfocada en la luz del nuevo día. Estaba enfocada en ella.
El recuerdo de su cuerpo bajo la ducha, el vapor, la piel de ella contra la suya, su boca que temblaba entre jadeos. El calor que todavía le recorría no tenía nada que ver con el clima tropical. Había pasado la noche con Gina, y aunque la lógica le pedía que lo procesara con cautela, el corazón y el deseo estaban en guerra con la razón.
Emma dormía profundamente en su cuna portátil. La miró con una mezcla de ternura y culpa. No por haber estado con Gina, sino por lo mucho que me estaba costando mantenerse sereno después de lo que habían compartido. No estaba listo para que nadie lo supiera. Ni Jason, ni April, y mucho menos
