Capítulo 43

1174 Words

Gerald ya no podía más. Esa mañana, mientras ella seguía sin moverse de la cama, con el cabello enmarañado, el pijama manchado de lágrimas y sin siquiera girar la cabeza cuando él abrió las cortinas, lo supo con una certeza desesperante: si no hacía algo ya, la perdería para siempre. La levantó sin pedir permiso. La vistió con ropa limpia, le peinó el cabello con manos torpes pero firmes. Gina apenas reaccionaba. Era como vestir a una muñeca de trapo rota. No dijo nada, no se quejó, no lo miró. Sus ojos eran pozos vacíos. La cargó hasta el coche y la llevó a la clínica psiquiátrica de un viejo amigo suyo. No fue un ingreso voluntario. Firmó como su esposo, explicó la situación con una mezcla de verdad y dramatismo, y se despidió con un beso en la frente que ella apenas sintió. Gina no

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