Zoe cerró la puerta sin mirar atrás. Ben se quedó de pie, aún con la llave en la mano, como si no pudiera creer que esta vez fuera definitivo. La discusión había sido corta pero punzante. Ella no quería seguir con alguien que vivía atrapado en un recuerdo. Él había intentado explicarse, justificar ese hueco que no lograba llenar, pero Zoe no quiso oírlo más. —No puedo competir con una mujer que ni siquiera está aquí, Ben. Y lo peor es que creo que tú tampoco quieres que gane. La frase se le clavó como un cuchillo. No era rencorosa. Era triste. Honesta. Ben no respondió. Porque era cierto. Llevaba semanas sin poder sacarse a Gina de la cabeza. Su silencio, su lejanía, las videollamadas frías con Emma. Sentía que algo andaba mal, pero ella no lo dejaba entrar. Y Zoe… Zoe merecía más que

