La traición. 2

5000 Words
Edneris salió del centro comercial enfurecida con su madre por haberle pedido algo tan descabellado y era absurdo además de descarado de su parte, pero no podía culparla solo a ella ya que sabía que Evelyn tenía mayor parte de la culpa por haber puesto los ojos en el hombre que era su novio, era ridículo que ella fuera a terminar con Isaac así de la nada solo para que su hermana pudiera coquetear con él y tampoco es que fuera un objeto para entregarlo como si nada, al llegar al apartamento hablaría seriamente con él sobre eso porque ya era demasiado; estando en la parada esperando un autobús saco su celular para revisar los mensajes de Isaac ya que puso el móvil en silencio mientras veía la película con sus amigos, quería saber cómo es que había seguido. – ¿Desea que le dé un aventón hermosa jovencita? – una voz masculina la hizo levantar la cabeza. – ¡Owen! – exclamo feliz de verlo. – Hola señorita enfermera, vamos suba que la llevo a su apartamento y así se ahorra el pasaje. – abrió la puerta del copiloto desde su asiento. – No sabía que ibas a venir a la ciudad... – comento Edneris al subir – ¿Vas a ir a cenar a casa? puedo preparar tu comida favorita. – le dio un abrazo. – Vine por trabajo solamente y esta noche ya tengo planes, pero muchas gracias por la oferta. – Owen vivía en Seattle, pero tenía una fábrica de láminas de aluminio en Portland. – Ya veo, tal vez podamos cenar mañana por la noche, Isaac estará feliz de verte. – sonrió feliz de verlo. – Veremos si podemos salir los tres... – Owen puso el auto en marcha – ¿Tienes que ir a trabajar hoy? – pregunto sin desconcentrar su atención de la carretera. – Si, hoy es viernes y es cuando más personas van al bar a beber, también es cuando más propinas dejan por ser día de pago. – sabia lo mismo que su hijo, ella era una mesera en un bar de lujo. – Si es verdad ¿No has pensado en cambiar de trabajo? No es por criticarte ni nada de eso, pero pienso que es peligroso que salgas tan noche porque sé que Isaac no te va a traer. – la vio por unos segundos. – Es cansado, pero pago a un Uber que me lleve a casa por eso no hay preocupaciones. – se encogió de hombros. – Si yo fuera mi hijo ni loco te dejaría tomar un Uber a esas horas de la noche, te iría a recoger sin falta, aunque la verdad no te dejara trabajar y menos en un bar por muy lujoso que sea. – junto sus cejas con algo de molestia. – El pobre tiene que estudiar, le pone mucho empeño a sacar buenas notas y más en las materias que le cuestan. – Edneris se rio. – Es un tonto y ya se lo dije, debería preocuparse también por cuidarte y no solo por sus estudios, además si medimos las cosas tu eres de admirar porque trabajas y estudias mientras que él no hace nada. – se detuvo en el semáforo. – Te preocupas más por mí que mi propia familia. – ambos se vieron a los ojos. – De verdad que si yo fuera mi hijo te cuidara mucho más y si tu fueras mi novia no te dejaría trabajar en un bar, te tuviera estudiando y consentida como una reina. – lo dijo con una voz suave. – Tengo que pagar mis estudios. – algo en su estómago revoloteo al verlo sonreír tan dulcemente. – Tengo la estabilidad económica suficiente para pagar el resto de tu carrera y hasta para que saques una especialización más. – volvió a poner el auto en marcha cuando el semáforo cambio. – Mi amiga está buscando patrocinador... No sé si te interese. – quiso bromear un poco para calmar los papaloteos de su estómago. – Mi corazón está ocupado en estos momentos. – rio divertido ante la propuesta. – Eso le romperá el corazón a ella... – Edneris también rio – ¿Cómo es la mujer que te enamoro? siempre has sido bastante hermético en eso. – se llenó de curiosidad. – Es bajita, creo que de un metro sesenta, tiene el cabello color carbón, sus labios parecen un corazón y son carnosos, de caderas anchas, muslos rollizos, pechos exuberantes, es una mujer despampanante. – Owen casi que la había descrito a ella, sin embargo, Edneris se hizo la despistada. – Debe ser muy bonita, así como la describes debe tener a muchos por detrás. – mantuvo su vista al frente. – Es hermosa, lo malo es que no se si yo podría llegar a gustarle en algún momento porque como dices, debe tener muchos detrás de ella. – se vio un poco cabizbajo. – Oye, eres un señor muy guapo... – lo vio – Con treinta y dos años, esos ojos verdes y el lunar de canas al frente te hacen lucir como un señor muy sexi. – paso la mano por el cabello del hombre. Owen soltó una carcajada y agarro la mano de Edneris, la llevo a sus labios y le dio un beso inocente antes de soltarla, no era la primera vez que hacía algo como eso y ella lo tenía como una muestra de afecto normal por parte del hombre que era su suegro, su suegro y nada más, después de lo que hizo se dio cuenta de que había arruinado el prolijo peinado de Owen así que se puso a arreglar los mechones que se salieron, tenía el cabello de un marrón muy oscuro y en su frente tenía un amplio lunar de canas plateadas, según sabia Edneris lo tenía desde nacimiento y no se molestaba en cubrirlo con tintes, es más, lo presumía peinando su cabello hacia un lado donde todos pudieran verlo, envidiaba la seguridad que tenía el hombre. – Bueno señorita, ya llegamos a su palacio. – comento estacionado el auto. – Gracias por traerme, me ahorraste el tener que pagar pasaje y venir apachurrada entre personas. – le dio un beso en la mejilla. – De nada. – Owen también le dio un beso en la mejilla. – ¿Seguro que no quieres subir a ver Isaac? Esta mañana dijo que se sentía mal, dijo que estaba con síntomas de gripa. – ladeo un poco la cabeza. – No, tengo que ir a la empresa a arreglar unas cosas, otro día será. – abrió la guantera y sacó un chocolate para dárselo. – Gracias... – lo tomo sin pena ni duda – ¿Acaso se han peleado? – pregunto dudosa. – Nada de eso Edneris, solo estoy un poco ocupado hoy y aunque me gustaría ir a cenar con ustedes, no puedo y te prometo que en otra ocasión será. – sonrió tratando de convencerla. – Eso dijiste la semana pasada y la antepasada que viniste a la ciudad, hace mucho que no vas al apartamento ¿Dije o hice algo que te molestara? – no pudo evitar pensar eso ante las esquivas del hombre. – No... No Edneris, nada de eso, las cosas con Isaac son complicadas en estos momentos y no tiene nada que ver contigo, son problemas más profundos. – le acaricio la mejilla. – ¿Seguro? Porque de verdad que si dije algo o hice algo que te molestara de verdad te pido disculpas, no lo hice con intención y es más, ni me di cuenta. – no tenía idea de porqué se disculpaba, pero le dolía que él los estuviera esquivando. – No seas loquita, tu no me has hecho nada malo y créeme que serias la última persona que podría hacerme enojar. – le dio un beso en la frente. – Esta bien, espero que nos veamos pronto, me hacen falta esas noches de juegos de mesa. – Edneris bajo del auto y movió su mano despidiéndose de él. – Yo también espero que nos veamos pronto querida, pero espero que solo tú y yo. – susurro para sí mismo dejando escapar un suspiro pesado mientras la veía. Edneris camino hacia edificio ignorando completamente las últimas palabras de Owen, sentia que estaba molesto por algo ya que hace dos meses que no los visitaba y siempre ponía una excusa para no ir al apartamento, quizás podría preguntarle a Isaac si había habido alguna pelea entre ellos por algo y si era así iba a buscar la forma para que ambos se reconciliaran de nuevo, mientras el elevador iba subiendo al piso ocho Edneris aprovecho para comerse el chocolate ya que no quería compartir la mitad con su novio, era tacaña para esas cosas. – Buenas tardes. – saludo a la vecina de al lado que justo iba saliendo. – Que bueno que te veo... – la mujer se detuvo – Sé que todos hemos sido jóvenes y nos gustaba hacer locuras, pero no deberías salir a tener relaciones con tu novio al balón, mi hija pudo verlos. – se cruzó de brazos viéndola. – ¿En qué momento ocurrió eso? – Edneris se sorprendió. – Durante el mediodía, hiciste un terrible escándalo. – la mujer pensaba que Edneris iba saliendo de su apartamento. – Vengo llegando de la universidad, no he estado en todo el día y se supone que Isaac estaba enfermo. – vio a la mujer ponerse pálida. – Lo siento de verdad. – se dio la vuelta y corrió hacia su apartamento llevándose la bolsa de basura que iba a botar. Edneris abrió la puerta muy suavemente pensando en que quizás su vecina se había equivocado o solo estaba inventando cosas, dejo su mochila sobre el sofá de la sala y sintió un vuelco en el estómago al ver dos tazas sobre la mesita de centro, trato de no ser mal pensada ya que Isaac nunca le había dado motivos para que ella desconfiara y tampoco actuaba extraño, seguía siendo un amor con ella; decidió ir al cuarto que compartían y mientras más se iba acercando comenzó a distinguir unos ruidos extraños provenientes de ese cuarto al fondo del pasillo, no tuvo que abrir la puerta ya que esta estaba entreabierta y con asomarse un poco pudo ver a su novio de un año cogiendo con su hermana mayor Evelyn, la imagen de ella en cuatro patas sobre lo ancho de la cama fue una imagen chocante y no sólo porque Isaac estaba detrás de ella dando lo mejor de sí sino porque era la traición más baja que había visto en su vida. En ese momento entendió las palabras de su madre y sintió que realmente quien sobraba entre todos era ella, no valía la pena hacer un escándalo en ese lugar, saco su celular y les tomo unas fotografías en ráfaga porque sabía que ambos podían negarlo si los llegaba a enfrentar en algún momento, se tomó el atrevimiento incluso de grabar un video también, eso lo hizo con la única intención de tirar la reputación de su hermana al piso por rata traicionera, en ese instante pasaron muchas ideas de lo que podía hacer con ese video, subirlo a las r************* de la empresa de su padre tumbaría toda la reputación del hombre, de ella y quizás hasta hundiría la empresa. – ¡Edneris! – grito Evelyn al notar su presencia. – ¡Carajo! – Isaac se intentó cubrir – ¡Yo te lo puedo explicar Edneris! – la vio cerrar la puerta. – ¡Edneris espera por favor! – Evelyn le grito mientras se cubría con la sábana. – No puede ser, creí que iba a llamarme cuando viniera camino a casa. – Isaac salió después de ponerse un pantalón. Edneris no se iba a quedar en el apartamento a escuchar excusas mediocres y menos de algo que ya llevaba tiempo, porque sabía que eso lo había planeado su hermana sabrá Dios desde cuándo porque sabía lo perra que era, nada había sido al azar quizás solo su llegada sin avisar, tomo su mochila y salió del apartamento corriendo lo más rápido que le dieron las piernas, el vecino de enfrente detuvo el elevador para que ella subiera y mientras las puertas se cerraban vio a Isaac salir del apartamento buscándola, por suerte el elevador no se detuvo. – ¿Se pelearon? – pregunto el vecino al verla limpiarse las lágrimas. – Lo encontré en la cama con mi hermana, estaban cogiendo de perrito. – respondió Edneris guardando el video en una de sus carpetas seguras. – Cuanto lo siento ¿Quieres que te ayude con algo? – el hombre sintió pena por ella. – Gracias, pero no. – salió del elevador y se fue corriendo sin rumbo. Isaac bajo corriendo por las gradas los ocho pisos desde su apartamento e incluso salió a la calle viendo hacia todos lados tratando de buscar una pista de hacia donde se habría ido Edneris, se agarró el cabello desesperado y decidió volver adentro porque las personas se le quedaron viendo de forma extraña ya que parecía un loco, descalzo y sin camisa, el vecino estaba recogiendo su correo y solo le vio con algo de desdén antes de concentrarse solo en lo suyo. – ¿La encontraste? – pregunto Evelyn que estaba terminando de cambiarse. – No, Dios mío la perdí. – le dio un puñetazo a la pared. – ¿No vas a pensar en lo que te dije? – Evelyn lo vio – Estoy enamorada de ti y mi hermana no te merece, por favor piensa en eso. – quiso acercarse. – ¡Te pido que tomes tus cosas y te largues de mi apartamento! – él se alejó tratando de controlarse. – Sabes que tú también me quieres, por más que lo niegues y sabes bien que yo te puedo dar todo lo que te mereces. – recogió su cartera. – ¡Yo quiero a Edneris y todo esto fue un error, todo fue tu culpa porque tú te me ofreciste! – paso la mano por su cabello. – Y tú no te negaste, yo no te puse un cuchillo en la garganta para que te acostarás conmigo y te recuerdo que fuiste tú quien me beso primero, lo hiciste porque te gusto, te gusto más que mi hermana y por más que lo quieras negar ya no puedes. – se cruzó de brazos. – Pero ella no se merecía saberlo de esta forma, yo esperaba terminarla cuando los exámenes pasaran... – se dejó caer en la cama – Vete de mi apartamento por favor. – susurro cabizbajo. Evelyn dio un gruñido de molestia y salió del cuarto, había llegado para dejarle unos postres a la pareja, aunque realmente fue buscando estar a solas con Isaac para seducirlo de alguna manera, ella tampoco quería que las cosas terminaran de esa manera, pero todo se le salió de control y ahora iba a tener todo el odio de su hermana sobre ella; al salir del apartamento le mando un mensaje a su madre contándole todo lo que ocurrió y pidiéndole que hablara con Edneris para que no fuera a hacer nada con las fotos que tomo, porque se lo imagino al verla con el celular en las manos, la verdad era que le importaba más su propia reputación que lo que le fuera a pasar a su hermana. Edneris no dejo de correr hasta que sus piernas no pudieron más y terminó yendo a sentarse a una de las bancas del parque para intentar procesar todo lo que había visto, reviso las fotos que tomó y vio el video, no cabía la menor duda de lo que sus ojos vieron en vivo y en directo. Mando una de las fotos a Owen y le puso las letras "S.O.S" abajo de la foto, el mensaje no tardó mucho en ser visto y Edneris se quedó esperando una respuesta, pero antes de que eso ocurriera una llamada entrante por parte de su madre hizo que rompiera en llanto decepcionada recordando lo que la mujer le había dicho unos minutos atrás, colgó la llamada y entonces pudo entrar la llamada de Owen, esa si la respondió. __________________________________________________________ – ¿Dónde estás? – pregunto Owen al escucharla tomar la llamada. – En el parque a cerca del edificio. – susurro Edneris conteniendo el nudo en su garganta. – ¿Qué parque? Dime donde estas e iré a traerte, hay como cuatro parques que rodean el edificio. – se escuchó preocupado. – Ya es tarde y tengo que ir al trabajo, ayúdame pidiéndole a tu chófer que saque mis cosas del apartamento y me las guardas en el tuyo, yo iré por ellas mañana temprano. – sorbió un poco sus mocos mientras buscaba una servilleta en su mochila. – Enviaré a Jake por tus cosas, pero dime donde estas y no vayas a trabajar esta noche, ven a mi apartamento. – lo dijo con voz suplicante. – Gracias por eso, dile a Jake que debajo de la cama hay una caja de zapatos, es mía también, toda mi ropa está en el closet, mis zapatos en la zapatera, mis joyas y perfumes en el tocador, hay más ropa en las primeras dos gavetas, dentro del closet hay dos maletas de viajes y ahí puede caber todo, lo que no quepa que lo deje. – especifico limpiando sus mocos con la servilleta. – Edneris por favor, no me alejes de ti por las estupideces que hizo mi hijo. – susurro Owen. – No te voy a alejar, pero tengo que ir al trabajo, tengo que ganarme la renta para un nuevo apartamento. – se limpió las lágrimas. – Te suplico que no vayas, dime donde estas e iré por ti. – se escuchaba bastante triste. – Nos vemos mañana. – Edneris no quería verlo, al menos no todavía. – Edneris. – alcanzo a decir antes de que ella colgara la llamada. __________________________________________________________ Vio por encima los mensajes que no habían dejado de caer mientras estuvo hablando con Owen, eran de su hermana, de su madre y de Isaac, entro a cada mensaje sin molestarse en leerlos porque no iba a perder el tiempo en eso y los bloqueo uno por uno, se quedó un rato más sentada en aquella banca viendo a las personas que andaban jugando con sus mascotas o con sus hijos, respiro profundo antes de sacar otro pañuelo para secarse las lágrimas y levantarse con la idea de ir a trabajar. No se iba a detener solo por lo que acababa de ver, se fue de casa con la idea de salir adelante a pesar de todos los obstáculos que se le presentaran en el camino, eso solo fue un obstáculo que podía saltar sin ningún problema porque era una mujer con valor y que merecía más de lo que tenía en esos momentos. Con el uniforme puesto y la mochila al hombro se encamino hacia el club porque era un viernes de mucho trabajo donde se iba a esforzar para ganar más dinero, lo único malo es que no se iba a poder retirar como lo había pensado; bajo del Uber en la parte de atrás del club porque era por donde ella solía entrar, seis y media de la tarde, Alice ya estaba en su puesto detrás de la barra preparándose para hacer los cocteles y sirviendo las primeras cervezas a los pocos clientes que ya habían llegado. – Alice, me sirves un tequila por favor. – necesitaba algo fuerte para despertar de su letargo melancólico. – Claro ¿Qué te paso? – se le borro la sonrisa al ver el rostro algo compungido de Edneris. – Acabo de encontrar a Isaac teniendo sexo de perrito con mi hermana Evelyn. – lo soltó con tranquilidad y con una voz normal haciendo que los demás bartender la vieran. – ¿Es broma? – su amiga no se lo pudo creer. – No, estaban en la cama que compartía con él y la vecina me reclamo porque pensaba que yo había estado con Isaac en el balcón. – saco su celular y le mostro el video. – ¡Mierda! – se cubrió la boca, los demás también se acercaron un poco para enterarse del chisme. – ¿Cómo puedes estar tan tranquila? – pregunto Joseph, uno de los bartender. – ¿Y que podría hacer? me engaño y enojarme, gritarles, no iba a servir de nada, no me iba a rebajar al nivel de la cucaracha que se dice ser mi hermana. – recibió el shot de tequila, se lo sirvió Sonia, la otra bartender. – Mis respetos gatita. – Juan se puso la mano en el pecho. – Si, porque yo hubiera repartido piñazos por todos lados, no sé cómo has podido mantenerte tan serena gatita. – Sonia le volvió a llenar el vasito cuando Edneris se bebió el tequila. Se había ganado el apodo de "gatita" solo por el color tan peculiar que tenían sus ojos, hasta los clientes la conocían con ese apodo y era mucho mejor para ella porque podía mantener su verdadero ser en el anonimato ya que los trajes de odalisca que usaba tenían un velo que le cubría desde la nariz hasta la barbilla, sus bailes consistían en una coreografía bien montadas moviendo las caderas, su pecho y el abdomen de formas sensuales, no se desvestía en ningún momento ni permitía que nadie la tocara. – Gatita... – su jefa la llamo – ¿Por qué no estás en tu cuarto cambiándote? es noche de pago y deje el nuevo traje en tu ropero, muero de ganas por ver cómo te queda. – dijo la mujer sonriendo. – Gracias Coral. – sonrió de lado tratando de no verse deprimida. – ¿Qué paso? porque tienes esa cara tan larga ¿Quién se murió? – tomo la barbilla de Edneris. Le mostro el video a Coral también, no tenía remordimiento de conciencia al exponer a su hermana frente a todos sus colegas de trabajo e incluso seguía considerando en subirlo a una página de internet, tenía los contactos de muchos socios de su padre y enviarlos seria mortal para toda su familia. – La vida es una mierda. – dijo Edneris tomando el celular para guardarlo. – ¿Te quieres tomar la noche libre? te puedes quedar en la barra y todos los tragos corren por mi cuenta. – Coral le dio un abrazo a forma de reconfortarla. – No, solo dame una hora más para prepararme y saldré a bailar como anoche, como antenoche, como cada noche desde que estoy trabajando en este lugar. – se bebió un tercer shot de tequila. – Si es tu decisión yo la respeto mi preciosa ballerina... – tenía que respetar su decisión porque era Edneris quien la hacía ganar más dinero – Pero si en algún momento no te sientes bien llamas a Gabriel y te retiras del escenario ¿Tienes donde quedarte esta noche? – pregunto mientras veía hacia el escenario. – Ahorita no estoy segura, quería salir del trabajo primero antes de pensar en donde voy a dormir. – sabían que vivía con Isaac. – Te puedes quedar conmigo si quieres, la jornada laboral sabes que termina a media noche igual que la tuya. – Alice le tomo la mano. – Gracias, me iré a preparar antes de que se me haga más tarde. – bajo del taburete incomoda por toda la lástima que estaba recibiendo. – Me avisas cualquier cosa. – dijo Coral viendo como ella se iba. Fue directo a donde estaban los camerinos, paso saludando a las otras bailarinas que todas juntas se arreglaban en un solo espacio y a pesar de que ella tenía muchos privilegios mantenía una buena relación con todas sus compañeras, entro a su propio camerino y después de haber cerrado la puerta pego la espalda a la madera mientras se deslizaba por está rompiendo en llanto desesperada mientras se abrazaba a si misma dolida, estaba rota por dentro ya que las traiciones de la familia eran las que dolían mucho más. Se levantó después de unos diez minutos hecha bolita en el suelo y se limpió las lágrimas, se lavó el rostro y se sentó frente al tocador cuyo espejo estaba rodeado de bombillas blancas que le iluminaron el rostro; con el tiempo que llevaba trabajando se había convertido en una experta maquillando sus ojos, su nuevo traje era de un color rojo escarlata con monedas doradas alrededor de la cadera que sonaban con solo el soplo del viento, el sostén a juego con un pequeño cristal colgando en medio de su pecho y por el color tan intenso del traje decidió usar sombras oscuras, un marrón rojizo para dar profundidad y brillos en la esquina inferior del parpado móvil e iluminador en el hueso de las cejas. Termino de maquillar sus ojos y aunque el velo de tala translucida de color dorado cubría sus labios siempre se ponía labial, con bronceador le dio profundidad a sus marcadas clavículas y con iluminador hizo brillar sus huesos e incluso se puso un poco en los hombros, una media coleta en su cabello detenida con una pinza de presión decorada con brillantes y por fin estaba completamente lista para salir esa noche a bailar en la tarima, solía no usar calzado en el escenario porque le daba temor resbalarse si llevaba punteras y solo adornaba sus pies con joyería, usualmente tobilleras y anillos en sus deditos de los pies. – ¿Estás lista? – Alice asomo la cabeza entre la puerta – ¡Santo Dios, espero que no vengan viejitos hoy porque los vas a mandar al hospital! – exclamo viéndola de pies a cabeza. – Que bueno que somos enfermeras y sabemos brindar primeros auxilios. – Edneris rio divertida viéndose en el espejo. – Ed ¿Estás segura que quieres salir a bailar esta noche? – Alice se acercó a ella para arreglar un poco su cabello. – Mis planes se acaban de ir al demonio Alice, me acabo de quedar sin hogar, mi familia es una mierda y tengo una terrible sed de venganza que apenas puedo mantenerme cuerda, necesito mantener mi mente ocupada esta noche. – tomo el velo y lo ato bajo su coleta. – Tu mirada es muy intensa esta noche. – si ya de por si sus ojos resaltaban mucho, con el maquillaje y el odio corriendo en su sistema hacían que su mirada se viera penetrante. – Una vez cuando asistía a mis clases de adolescente escuche a mi madre decir que las bailarinas eran todas unas putas... – arreglo el tirante del sostén – Estoy segura que le daría un infarto si me viera bailando y me llamaría puta sin dudarlo, a pesar de que jamás me he desnudado para nadie más que mi novio, a pesar de que su hija mayor se metió con el novio de su segunda hija yo seguiría siendo una puta porque bailo en un club. – se dio la vuelta para ver a su amiga. – Edneris sabes que lo que haces no define quien eres en realidad. – Alice trato de animarla pensando que se estaba mortificando. – Esta noche quiero ser una puta y ganar tanto dinero como sea posible. – sin más palabras se alejó de su amiga rumbo a la puerta. Alice la siguió y a esa hora el club estaba lleno de personas esperando la aparición de Edneris, hombres y mujeres de diferentes edades sentados en las mesas que rodeaban el escenario donde el Dj estaba comenzando a escoger las pistas de las diferentes chicas que saldrían, habían cuatro jaulas grandes apostadas en puntos dispersos dentro del club y en ellas estaban otras bailarinas en prendas tan mínimas que apenas les cubrían sus partes íntimas, cada una tenía su propio estilo y cada una bailaba como más les gustara, Coral les tenía prohibido hacer cosas inmorales dentro del club en los lugares visibles ni siquiera podían hacer cosas en los privados y para eso tenía seguridad. – Gatita, buenas noches. – dijo Uriel al verla subir. – Buenas noches ¿Quién sale primero? – escucho el revuelo entre todos los asistentes. – Sale Bunny primero y la segunda eres tú, aunque ya escuchaste que la audiencia te aclama... – sonrió mientras la veía de pies a cabeza – Esta noche luces un poco diferente. – comento intentando saber el motivo. – ¿Cómo diferente? ¿Me veo mal? – se observó el traje. – No, nada de eso, te vez hermosa como siempre, pero tienes algo que capta miradas, no sé, es algo raro. – la escucho reír. – Gatita ¿Lista para trabajar esta noche? – pregunto Gabriel quien era su guardaespaldas y su encargado de pasar la cesta de las propinas, Edneris compartía con él un diez por ciento de todo lo que recogía por noche bailando en el escenario. – Estoy más que lista y vengo con ganas de matar viejitos. – le guiño un ojo con diversión destellando en ellos. – De matarlos y sacarles todo el dinero. – Gabriel soltó una carcajada. Se quedó en el escenario compartiendo espacio con Uriel detrás de la tornamesa mientras también disfrutaba del espectáculo que soltaba Bunny, a Edneris siempre le había encantado la maestría con que esa mujer se movía en el tubo y se dejaba caer sin miedo a nada. Llego su momento de brillar y mientras el tubo iba bajando ella camino a tomar su lugar siendo recibida por la lluvia de aplausos e incluso unos cuantos caballeros se levantaron de sus asientos, era un baile diferente para cada noche y nunca podía usar todo su repertorio de coreografías porque era muy amplio, de vez en cuando sus bailes eran aéreos, sentia que era más fácil hacer piruetas en la tela que en un tubo rígido.
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