Capítulo 1

2684 Words
Daniel McGregor Desastre. Todo lo que alguna vez había tenido para mí se había esfumado, se me escapó por completo sin la menor advertencia. La única persona que me hacía enteramente feliz decidió marcharse porqué no supe cuidarla; ni siquiera de ella misma. ¿Cómo sabes que ya nada será igual?. Me costó una mierda entenderlo. Varios meses en bares, en donde la mayoría de las veces estaba solo y las sobrantes Rufus pedía la siguiente botella por mi. Pero después de meses de sentirme enojado, resentido, y con un terrible dolor en el pecho, supe la respuesta a esa pregunta. Que si bien antes no la entendía, ahora si. Cuando le mientes por primera vez. Me gustaría reconocer que no había sido así las cosas o simplemente poder poner alguna excusa que hubiera hecho más fácil llevar todos estos sentimientos. Sin embargo la realidad era otra, muy alejada a la que quería convencerme de ser la auténtica, ya que efectivamente si le había mentido a Rachel; le oculté todo un pasado y un poco de mi presente. En lo único que no había mentido fue en mi futuro, porqué realmente estaba dispuesto a darlo todo, a hacer lo imposible para que ella estuviera conmigo hasta el final. Porqué sabia que la manera que la amaba jamás podría volver a hacerlo con alguien, o al menos así se sentía. Pero lo que se me había pasado por alto es que yo no controlaba el destino, ni mucho menos era capaz de manejar lo que la vida quería. Porqué de haberlo podido hacer hubiera hecho las cosas diferentes. Lastimosamente no existe el: " Que hubiera pasado si..." . Mi realidad era esta; Mi mejor amiga, me había engañado. Mi familia, me había engañado. Tuve una mujer a mi lado que valía la pena, y la engañé. No obstante, no todo se resumía a Rachel. Ya que habían cuatro personas que lograron que me hundiera en lo más hondo y no quisiera salir, aunque si, debía reconocer que tenia dos protagonistas fundamentales. Mi madre. Samantha. Rachel. Y ... Mi hijo. Cuando ella se presentó en mi oficina hace un año supe que no estaba ahí para decirme que se quedaría, aunque una parte de mi resguardaba esa esperanza. Por otro lado mi parte racional sabía que Rachel cumpliría con su promesa, que ella no me defraudaría. Desde que había sabido lo de su trastorno siempre había tenido la duda si ella podría llegar a cuidarse de ella misma. Tenia miedo de pensar que no lo haría y por eso nunca me atrevió si quiera a decirlo, porqué la cosa idea de que se causara daño me hacía estrellar mi mundo, me detenía todo. Lo único que rescato de todo la mierda que ambos pasamos es que por fin Rachel fue capaz de mostrarme la respuesta a esa pregunta que parecía pecado siquiera pensarla. ¿Ella sería capaz de poner su bienestar por sobre el mío?. Si, era muy capaz. Me sentía un imbécil cuando recordaba cada parte de nuestro encuentro. No había mentido esa vez que dije que procuraba que Rachel fuera capaz de dejarme porqué yo simplemente no podía. Y eso quedó en evidencia cuando le recordé que me amaba como mi último recurso así se quedara. Fue un error hacerlo porqué solo logre hacer que todo fuera más doloroso. Cuando la puerta de mi despacho se cerró supe que todo había acabado. Me costó tiempo entender. Sabia de su dolor, pero jamás pude ver que ella todavía necesitaba ayuda. Aunque todos la viéramos una chica totalmente decidida e incansable, la verdad que era una fachada para ocultar lo cansada que estaba de no poder encontrar su libertad. Como dije, cuando la puerta de mi despacho soe cerró supe que todo había acabado, su encierro había acabado. Ella había sido capaz de comprender que no debía callar, que nunca debió hacerlo. Pero tampoco era su culpa, cada quien tenia sus tiempos, y aunque tardó, su momento había llegado. Estaba lista para volver a confiar en si misma. Sin secretos. Sin rencor. Sin miedo. Rachel me hizo conocer su pasado y sus miedos. Se enfrentó a la peor versión que pude mostrarle con el único objetivo de alejarla, y aún así se mostró dispuesta a no rendirse conmigo. No había más que dolor por lo que no pudimos ser, porqué ahora entendía que ella nos había dado el mejor final posible. Aún cuando fui un idiota ella no se rindió conmigo. Ahora si era capaz de ver que no tan solo se había marchado para sanarse, sino que también para que pudiera obtener lo que ella tenia; mi libertad, la libertad de una vida sin secretos. Paso un año. Entendí todo lo que debía entender, pero estaba ahogándome. Cada cosa que hacia parecía estar mal y ya no sabia que hacer o como siquiera enfrentar todo. El tiempo había hecho posible que su recuerdo no doliera como solía hacerlo. No debo llamarla. Aunque solo quiera oír su voz. Debo reprimir el deseo de amarla. Sin embargo no quería seguir jugando, seguir fingiendo. La verdad estaba perdido, tragándome las palabras para no decirle que la extraño, que la amó. Se que está feliz. Se que esta bien. Pero yo no lo estoy. Cada parte de mi cuerpo pedía un descanso, rogaba por poder dormir una noche entera sin que la culpa me despertara abruptamente a la madrugada. Rachel había quebrado mi corazón, Sin embargo saber que había perdido un hijo me había roto el corazón. Me quedaba sin aire cada vez que recordaba sus palabras. -"Ella estaba esperando un bebé- Susurró silenciosamente-.Tú bebé". Era mío. Era mi bebé. ¡Y estaba muerto! ¡Por mi maldita culpa!. Pude tener una vida a su lado, ver como crecía. Yo lo amaría, lo aseguro, porqué ahora lo amo y me duele saber que nunca tendré un recuerdo suyo. Pude..., pero al final no pude. Nadie sabía lo del bebé. No había sido capaz de poder siquiera aceptarlo yo y mucho menos poder admitírselo en voz alta a alguien más. No podía, no quería, me negaba. Cada día, era eso; un día más sin saber como continuar después de la verdad. Las puertas del ascensor se abrieron. Y todo empezó de nuevo. (...) -Una contrademanda por su parte no nos favorecía, haría una imagen poco favorable de nosotros ante el ojo popular. William lucia frustrado. Su humor dejaba en claro que no había podido dormir en toda la noche por estar trabajando. Kolt maldijo mientras dejaba caer su espalda en el respaldar de la silla de cuero. -¿Y que es lo que haremos?. Por primera vez de lo que llevaba frente al negocio familiar, un negocio me había salido mal. Había tenido un error y no podía permitirme eso. Todo conocían el gran imperio McGregor y como ganó su gran reconocimiento con el tiempo al tener resultados totalmente beneficiosos para sus inversionistas. Empezó siendo un simple proyecto de administrar las empresas de otros y decirle exactamente donde invertir sus acciones. Tiempo después comenzamos a ganar reconocimiento y sin verlo venir nuestras ganancias crecieron considerablemente. Sabíamos la técnica por lo que no dudamos en hacernos acreedores de otros negocios que no fueran la administración, nuestro trabajo era buscar lo mejor y por eso no se nos hizo nada difícil comprar lo mejor para nosotros. De pronto ya manejábamos la exportación textil, lo que se volvió nuestra segunda gran inversión. Teníamos una agencia de publicidad, y recientemente adquirimos una nueva tecnología que no solo servía para desarrollar un mejor sistema de seguridad, sino que también un antivirus que estaba vendido al gobierno. Mi abuelo hizo la primera parte y cuando falleció mi padre tuvo la iniciativa que un solo negocio no era suficiente, por eso mismo había logrado hacer crecer cuatro veces más a las empresas McGregor. Ahora yo estaba al mando y tenia que estar a la altura. Por un momento creí que lo había logrado cuando supe de la nueva tecnología que estaba en nuestro poder y el contrato con el gobierno, pero todo se fue a la mierda por un simple error. Los Price habían invertido una cantidad multimillonaria para que decidiéramos dónde invertir la más importe de sus acciones. Era un trabajo sumamente importante por lo que había puesto a los mejores a cuidar cada estadística y crear un plan para presentárselo. Todo parecía estar en orden, el trato se había cerrado y el dinero ya se había invertido. Lo que no sabia es que esa cantidad estaba invertida en una de las empresas que había perdido Gerardo Dubasso por los negocios ilegales que cubría por medio de ellas. Y todo se complicaba aún más porqué yo había sido él que había movido influencias para que investigaran cada maldita cosa que él poseía, quería que se quedara sin nada. Logre mi cometido porqué con el equipo adecuado y con la policía de mi lado pude revelar cada sucio negocio que tenia, por lo que se le sumó condena por lavado de dinero. -No lo sé, Daniel- Tiró de su cabello-. Tengo las manos atadas. -¡Jodida mierda!- Dijo Kolt golpeando la mesa con las palmas de sus manos. Unos toques en la puerta nos hizo a callar a todos. Darinka entró tan elegante como siempre con su tableta en la mano y un auricular en su oído. Con los últimos hechos la había estado agotando con demasiadas cosas de la empresa. Ella se estaba encargando de todo mientras yo me dedicaba enteramente a este problema. -Licenciado Brestop tengo en la línea al abogado de los Price- Informó. William se levantó de inmediato y salió de la sala de juntas con mi asistente pisándole los talones. Agarré el vaso con Whisky mientras tomaba mi tercer vaso en el día. Tenia los nervios de punta, de ningún modo debía permitir que esto saliera a luz. Automáticamente empezarían a retirar sus acciones todos los inversionista y crearía una mala fama al negocio. Kolt estaba serio mirando su móvil. Vi como parecía estar mandando un mensaje y al instante el teléfono empezó a sonar indicando que tenia una llamada entrante. En la pantalla brillo el nombre de April. Me dio una mirada y supo que ya me había dado cuenta que su rostro no solo se debía a la posible futura demandó que nos podíamos enfrentar, sino que también eran por cosas personales. En otra ocasión hubiera querido averiguar qué diablos sucedía en su vida, sin embargo había aprendido a esperar que me contara las cosas por si sola. Si lo presionaba solo serviría para que me mienta o me oculte las cosas, un claro ejemplo es el raro amorío que tuvo con Charlotte Cowell. Mi primo apagó su móvil ignorando la llamada. Levante una ceja y desvíe la mirada. -Se que quieres decir algo- Su voz rompió el silencio. -No tengo nada que decir, Kolt- Dije-. No es mi asunto. Una sonrisa irónica chocó en sus labios. -Estábamos hablando de April, Daniel. Es como tu hermana pequeña. ¿En serio quieres que me crea la mierda que no tienes ninguna a opinión? Lo miré con fastidio. Estaba queriendo pagar conmigo lo que le sucedía y si no se detenía íbamos a terminar por pelear, mi humor no era el mejor. -Si tengo una opinión, pero como dije no es mi asunto.- Terminé por reconocer. Kolt se levantó de la silla y sus brazos tensos se apoyaron en la mesa. Su espalda estaba encorvada. -No es necesario que me la des, se que te viste ayer con ella- Dijo entre dientes-. Seria algo extraño que no tuvieras más de una opinión. Ahora todo tenía sentido. Con razón se había mostrado tan molesto desde que había llegado. -No sabía que tenía que avisarte que saldría con April. Según tengo entendido ustedes no son nada.- Masculle amargamente. Mis palabras fueron como una abofeteada. Sus ojos llamearon. -Deja tu maldita ironía. -Mira Kolt, no se que mierda esperabas que te diga, pero si crees que te diré si April te mencionó en nuestra cena de ayer estas muy equivocado- Cada palabra salía con más severidad que la anterior-.Sin embargo estoy hasta los cojones de que quieras hacer pagar a todos por tus putas decisiones, así que si quieres que te lo diga, bien- Apreté la mandíbula-. Ella no te mencionó, en ningún momento. Sus hombros cayeron. Había sido paciente con él pero ya me había superado por completo. Era necesario que le hablara de este modo así pudiera ubicarse, después de todo él solo se metió en entre embrollo y yo no era nadie para decirle que hacer con su vida. Si él no sabía que quiere, yo mucho menos. Solté un suspiro. -Ella te dejará de llamar cuando aceptes quedarte con la casa en el bosque.- Añadí en un tono más calmado. -Por eso mismo no acepto sus llamadas. Me quedé callado, no tenia más que decir. Como dije en primer momento no me metería en sus asuntos. En ese momento William volvió a aparecer. -¿Y bien?.-Indague. -Mandaran a un representante dentro de tres días para hablar contigo- Explicó mientras alojaba el nudo de su corbata-. Necesito que logres llegar a un acuerdo porqué de otro modo estaremos perdidos. Hundí mis cejas desconcertado. -¿Tú no estarías presente?. Negó. -Pidieron exclusivamente una charla a solas contigo. No podía negarle nada ya que la mínima cosa que los hiciera enfadar sería nuestro fin. Asentí y me levanté. -Bien. Sin decir nada más salí de habitación. Mi humor estaba cien veces peor que esta mañana. Odiaba no poder tener el control y saber que ahora lo estaba perdiendo me estaba desquiciando. Me acerqué al escritorio de Darinka. No me vio llegar, estaba sumida en el ordenador mientras a la vez revisaba unos papeles. Realmente sin ella todo estaría patas arriba. Aclaré mi garganta llamando su atención. -Señorita Jhons quiero que agende la cita con representante de los Price para el jueves. Quiero que todo el día este despejado así que cancele todo. Ella asintió mientras lo anotaba en su tableta. Me volteé para entrar a mi despacho y volver a enfocarme en la pila de trabajo que tenia. -Señor he dejado una correspondencia de su padre en su oficina- Dijo y no me moleste en girarme-. Además el señor Montaner lo estará esperando adentro. Volqué los ojos al escuchar lo último. Definitivamente Rufus no sabia lo que era hacer una cita, él tan solo aparecía sin aviso previo. Entré a mi despacho y lo vi sentando frente a mi escritorio. Supe que algo no iba bien. Él ya estaría soltando algún comentario despectivo con un whisky en su mano. Pero era todo lo contrario ya que estaba serio, con la mirada perdida. Cerré la puerta y me acerqué hasta mi lugar. Ni haciendo ruido basto para que saliera de su ensoñación. Cuando se ponía de este modo era muy fácil de leer y saber que algo no estaba bien. Tendría que haber pasado algo sumamente importante para hacer que abandonara su personalidad altanera. Me senté en mi silla y lo observé detenidamente. Rufus conecto su mirada con la mía y luego la bajo hasta mi escritorio. Se concentró en una objeto en específico; una carta. Pude ver un sobre blanco con mi nombre. Lo tomé entre mis mano y lo abrí mientras un raro presentimiento me recorrió el cuerpo. Una tarjeta apareció ante mi y mis ojos empezaron a recorrer cada renglón. Para cuando había terminado tenia la boca seca y no podía creer lo que había leído. Miré a Rufus y él simplemente negó sin atreverse a decir a decir nada. ¿Él quiere decir que...? ¡Mierda!. Volví a leer la tarjeta una vez y sentí como un escalofrío me atravesaba haciendo que cada fibra de mi cuerpo temblara. Mi pecho estaba descontrolado y sentí un temblor en mis manos. Mi padre festejará su aniversario de boda en unas semanas. Además de eso la invitación venía con una nota adjunta en donde pude reconocer su letra. Dejaba en claro que no sería nada en grande, sino que solo seria para familia y amigos cercanos. Y eso significaba una cosa: Rachel volvería a Manhattan.  
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