Capítulo 3.
*Noche inolvidable.
Niki sonríe con maldad; es un chico que hace lo que quiere cuando quiere. Para él todo es diversión y nada más que diversión, no mide consecuencias y es momento de tener mucho sexo con la prima de su mejor amigo. Vanessa está platicando con Cristian del negocio de su familia cuando ve a los chicos y las chicas llamarla insistentemente.
—Disculpa, ya regreso.
Vanessa se levanta y Cristian no puede dejar de admirar su belleza; es tan hermosa y reservada como su otro yo en mujer. Eso lo hace sonreír y tomar de su trago hasta el fondo. Vanessa se acerca a las chicas, quienes la esperan con tragos en la mano.
—Vane, Vane, no has tomado nada, vamos, bebe este trago por mí, hazlo hasta el fondo, tienes que celebrar, cariño, vamos.
—Clara, espera, es mucho, no puedo.
—Si puedes, toma, no seas aburrida, este es el último, vamos.
Las chicas están ebrias y le aplauden, animándola a tomar de su trago hasta el fondo, y ella, muy insegura, lo hace para quitárselas de encima.
—Vámonos, chicas, es tarde y ya están muy ebrias, por favor.
—Sí, sí, ya vamos, déjame bailar esta última canción y nos vamos, por favor, Vane.
La mirada de sus amigas la inquieta y ella cede ante sus caprichos, sabiendo que vinieron a divertirse.
—La última y nos vamos.
Vanessa se aleja para volver, siendo detenida por Niki.
—Hermosa, toma, para ustedes; en cuanto quieran, nos vamos.
Dice muy convincente con una sonrisa ligera a la que Vanessa evade ante su mirada sobre sus senos.
—Gracias.
Responde formal llevando para Cristian la bebida que han enviado sus mejores amigos y la cual Cristian toma creyendo que viene de parte de ella.
—Gracias, ¿estás bien?
Pregunta, notando lo incómoda que Vanessa está tras volver; podría decir algo nerviosa.
—Sí, solo espero que no tenga que cargarlas.
Cristian sonríe.
—Si es eso lo que te preocupa, tranquila, estamos para ayudarnos.
Ambos empiezan a tomar de sus tragos algo distante ante el hecho de que ya han hablado de todo un poco.
—Es un poco tarde, yo creo que deberíamos volver.
Vanessa empieza a sentirse ansiosa.
—¿Ya quieres irte? ¿Tan mala compañía soy?
Su comentario la hace sonrojar incómoda.
—No, no digas eso, lo siento, es que…
Las palabras se atoran en su garganta al sentirse un poco mareada, muy relajada para su gusto, y no entiende qué pasa.
—Tranquila, sé que no lo dices por nada malo. ¿Qué dicen tus amigas?
Cristian, al igual que ella, empieza a sentirse diferente y relajado; su razón pierde equilibrio y vuelve a ser el Cristian de la universidad en solo segundo, un casanova sin control, un mal recuerdo de sí mismo.
—Ellas están bailando, me dijeron que vendrían en unos minutos.
—Entonces, ¿no te importará si bailas conmigo antes de que te vayas?
Las palabras de Niki retumban en su cabeza; ella se irá y no la volverá a ver. La han pasado tan bien que no se niegan nada. Vanessa sonríe ligeramente y, al verlo estirar su mano, la toma, dejándose guiar a la pista de baile. Después de tomar su trago hasta el fondo, se sienten tan bien que empiezan a bailar, una tras otra canción sin parar; se divierten como nunca y, al sonar una canción más intensa, ella se mueve más sensual para él. Es como si solo estuvieran ellos dos: un trago tras otro y se han olvidado de que venían con sus amigos; no los ven y Vanessa empieza a buscar a las chicas. Se siente muy mareada y Cristian la sostiene en sus brazos al verla caer.
—¿Qué pasa? ¿Te sientes bien?
—Sí, es solo que… —No se siente bien, todo le da vueltas y desea irse al notar que la han dejado sola con Cristian. —¿Me puedes llevar a mi hotel?
—Sí, vamos.
Ambos van a la salida donde un hermoso Lamborghini los espera. Cristian la ayuda a subir y Vanessa se siente en calma, tiene calor, empieza a perder el conocimiento y, sin pensar en lo que hace, se quita el vestido. Cristian trata de calmarla, pero no lo logra; por más que le habla, ella está perdida y él va en el mismo camino. Tras segundos de desnudarse, Vanessa pierde el conocimiento, sin saber que está en ropa interior ante aquel desconocido que trata de llevarla a salvo a su destino, luchando con los pensamientos que lo invaden al verla así. Sus labios lo llaman, no piensa, no razona, no tiene idea de dónde llevarla, así que va a su hotel. Al llegar, Vanessa abre los ojos creyendo estar en su hotel, está perdida y solo se deja guiar por él, quien la cubre con su chaqueta y la sujeta con fuerza, guiándola hasta su habitación, donde Vanessa se siente a salvo.
—Gracias por traerme.
Le dice tan cerca que ambos no pueden evitar mirarse ante el deseo que empieza a surgir entre ellos.
—En realidad te…
Vanessa lo hace callar al acariciarlo; Cristian aún la sostiene y, sin pensarlo, se deja llevar por lo que está sintiendo, lo que lo vuelve ansioso y lo quema ante la cercanía de Vanessa.
—Me encantó conocerte.
Le dice ella en su inocencia, mientras la cercanía entre ambos los lleva al límite. Cristian no puede resistir las ganas de besarla y, al hacerlo, Vanessa le corresponde, un beso que acelera su pulso ante aquella conexión que surge de la nada y que los incita a continuar. Sus besos se intensifican y Vanessa se relaja por completo, al igual que Cristian, quien la pega contra el muro de su habitación. Pierden el control; Cristian siente cómo ella lo acaricia y, sin pensarlo, le suelta el abrigo que cae al suelo, dejándolo ver el hermoso cuerpo de Vanessa, que lo atrae como el imán al hierro.
Se desnudan el uno al otro, Vanessa se deja llevar por sus caricias, se porta de manera delicada y a la vez agresivo con ella, la lleva a su máximo besando cada parte de su cuerpo, primero si sostén que libera sus hermosos senos ante Cristian quien no lo piensa para llevárselos a la boca, la hace sonrojar, Vanessa cierra los ojos por la sensación, cada beso de Cristián se penetra en su piel, marca su huella llevándola a sentirse como nunca, cada caricia es la gloria, la manera en que la toca, la recorre y hace sentir la insistan a aferrarse a él como nunca lo había hecho con nadie, mientras que para Cristian las cosas se vuelven más intensas e interesante, la tiene mojada pero no se le hace fácil entrar en ella, su corazón late fuerte al verla aún un poco perdido, imaginando en su mente una locura que sería increíble de ser cierta.
—Cristian, yo…
Un jadeo de dolor mezclado con placer la lleva a abrazarlo con fuerza, un poco inquieta, y Cristian puede notarlo.
—Tranquila, te prometo que en segundos solo sentirás placer.
La toma del cuello para besarla; sin notarlo, rompe el collar de Vanessa, quien se estremece en sus brazos, se deja llevar y es mágico, nada comparado a lo que ella creía que sería este momento. La noche se envuelve en locura y pasión, tanta que es adictiva las ganas de sentirse. Ella es suya y se lo demuestra; se ha entregado a él. Cristian siente una fuerte conexión, algo que jamás había sentido; la necesidad de estar dentro de ella lo invade, lo enloquece, llevándola a pasar la mejor noche de sus vidas.
*
Al despertar, Vanessa siente que su cabeza va a explotar, todo le da vueltas y no recuerda mucho de lo que pasó la noche anterior. Se levanta del espacio sintiendo un peso en sus caderas; al voltear, puede ver a Cristian dormido a su lado. Su corazón se acelera y sus nervios son evidentes. ¿Qué hizo? Dios, no tiene idea, pero lo que a paso la avergüenza, se levanta de espacio, está totalmente desnuda y ante sus ojos la habitación en la que está no es la suya, no sabe que hacer, trata de calmarse para no despertarlo, no quiere verlo a los ojos, no recuerda mucho de lo que pasó y recordar que ella se quitó el vestido la atormenta, ella jamás actúa así, los nervios la consumen y se mueve por la habitación recogiendo sus cosas, se coloca su ropa y sale de la habitación hasta la salida muy inquieta, al salir del gran hotel se sube a un taxi en el cual puede ver la hora, es casi medio día, su celular no tiene batería y la ansiedad empieza a consumirla, tanto que el taxista la ve por el espejo y no tarda en preguntar al verla tan inquieta.
—¿Está bien, señorita?
La mirada de Vanessa se posa en la del conductor y asiente. Al llegar al hotel, se baja un poco más tranquila. Fue una noche, no se va a repetir, no aunque las imágenes de esa noche empiezan a invadir su mente. No sabe qué fue de las chicas y se apresura a entrar a su habitación donde, al hacerlo, su mirada se junta con la de su padre, quien está muy enojado con ella, tanto que le da por primera vez una fuerte bofetada.
—Eres una deshonra para mi familia, ¿acaso no te lo he dado todo? Mira cómo me pagas.
—Papá…
El hombre interrumpe.
—¿Dónde estabas, Vanessa? ¿Cómo te atreviste a drogar a mis hombres? ¿Sí te hubiera pasado algo?
—Papá, lo siento, pero no puedo seguir permitiendo que te meta en mi vida; ya soy una mujer, soy adulta y puedo tomar mis propias decisiones.
—Tú no puedes hacer lo que te dé la gana porque yo soy tu padre y mientras siga vivo seguirás mis reglas hasta que te cases, y no va a ser con cualquier escoria que encuentres. Camina, nos vamos a casa.
—No, no pienso ir contigo a ningún lado, lárgate.
Dice firme ante su padre.
—Eres una insolente…
Intenta pegarle nuevamente, pero se detiene y chasquea los dedos de manera que los hombres de su seguridad la toman a la fuerza.
—Te voy a demostrar que no puedes hacer lo que te dé la gana; por tu bien, colabora, porque puedo hacer que tu carrera se venga abajo y te juro, Vanessa, que mi reputación jamás será dañada por ti.
—Papá, no hagas esto, SUÉLTAME, DÉJAME, DESGRACIADO…
Los gritos de Vanessa no son escuchados, su padre la hace callar y sus hombres la llevan al coche; ya toda su ropa está recogida y el vestido que lleva para su padre es una vergüenza. Todo esto se salió de sus manos y la verdad es que está cansado de que su hija no haga lo que él le ordena; le va a demostrar que ella no puede hacer lo que quiera, no mientras siga bajo su tutela, de la cual Vanessa está cansada de tratar de escapar.
Cristian despierta muy cansado, está aún mareado y la noche es borrosa. Se levanta de la cama de espacio notando una molestia en su hombro; al tocar la zona, extrae de ella un collar con el nombre de Vanessa. Escenas de lo sucedido vienen a su mente y se toca la cabeza con molestia, deslizando su mano por su rostro con frustración; se siente fatal y los síntomas son evidencias de una sustancia que sin duda le dio a tomar. La mujer, con su carita de inocencia, le ha jugado una gracia. Se acomoda con molestia en la cama dejando el collar en la mesa de noche; al levantar la sábana buscando su celular, nota la sangre en la cama. ¿Qué demonio? Pocas imágenes empiezan a surgir en su mente, pero todo lo que pasó lo ve como un truco de una mujer baja que de seguro se quería aprovechar de la situación; es más que evidente que la mujer dulce e inocente que vio en ella no existe.