Capítulo 4. A tu lado

2182 Words
Caminaba por el pasillo de la mansión mientras María tarareaba algo muy coloquial. -No, no tengo dinero ni “na na na na”, lo único que tengo es amor “na na na na”. Me devolvió una sonrisa mientras pase a su lado pegadita al muro y en puntas de pies para no arruinar el suelo recién aseado, Andrés duraría una semana fuera, y esperaba paciente en el salón para despedirme de él. Salió de la habitación, se veía sencillamente sexy, su cabello estaba un poco largo y caía a sobre sus oídos, una sombreada barba lateral y una muy tupida bajo su nariz y rodeando su boca, me descubrí boca abierta y me incorporé de inmediato. -No está de más advertirte que no puedes salir de la casa, si necesitas algo iras con el chofer y volverás con él, no me obligues a ponerte escoltas. Abrí los ojos como si de un examen ocular se tratase -No te atreverías. -No me retes. Eres mía. Sus manifestaciones de amor tan secas y primitivas. - ¿Quieres que me muera de inactividad?  -Eso es imposible, ¿Lo sabias?- Refutó.  -Maldici... -me interrumpió con su mano en mi boca, sus ojos entrecerrados y su ceño fruncido, y dale con lo de las palabrotas - Lo siento - comenté sincera- Es que de verdad me voy a aburrir mucho. -Podrías invitar a alguien a casa ¿no? Tu familia o alguna amiga tuya, ¡nada de hombres!  Su petición me saco una risita. -¡Oh! Si claro, llamaré a una de tannnntasssss- gire con mi brazo en alto como abarcando un gran circulo. Mostró una duda en su rostro e inclinó su cabeza levemente a la derecha. -Eso fue ironía ¿verdad? Negué mientras reía de él. -Olvídalo, ahora vete perderás tu vuelo. Me acerque a él y en puntitas alcance su boca, le di un beso suavecito y cortito, amo dejarlo así con el deseo encendido. Ahora era él quien reía y negaba mientras salía del salón. Lo mire hasta que su taxi cruzo la puerta y una exhalación abandonó mi cuerpo. María me miro curiosa y sonrió. -Niña, usted está queriendo mucho al joven ¿verdad? Me sonrojé ante su directa apreciación, María no era la servidumbre, ella era mi única amiga, en este lugar y en mi vida. -Creo que sí. Estaré en mi habitación si me necesitas, hoy me siento un poco perezosa. Asintió y me retire de inmediato deseando tomar una siesta, de verdad me estaba sintiendo cansada. Ya en cama recordé el día de nuestra discusión, no entiendo cómo se resistió a tomarme, y aunque me sentía nerviosa al pensar en lo que sería mi primera vez, deseaba mucho aprender de su experiencia, así que desde ese día tome la decisión de acercarme a él, al fin de cuentas era su propiedad y ya había decidido sacar el mejor provecho de la situación, me entregaría a él pero primero   Lo haría desearme, así que cada vez que pudiera lo rosaría o besaría. Varios días después… Los días lentos iluminaban el lugar y la noche lo cubrían, Andrés llamaba con regularidad y se me iba el tiempo leyendo y ayudando a María con el mantenimiento de la mansión. Estaba sentada en la cocina mientras ella trasteaba con el desayuno. -María, cuanto tiempo llevas trabajando para Andrés. -Añossss niña- contesto sin voltear, mientras lavaba la fruta. -Y, ¿has vivido todo este tiempo acá? -Claro niña, esa fue la condición del patrón. - ¿Tu familia? - pregunte con tacto por si, de pronto la respuesta era nostálgica. -Pues niña, yo no tengo hijos, mis papas se murieron cuando era niña y a mí me crio un hermano y pues el también ya murió así que estoy solita- sonrió y se encogió de hombros para luego seguir con la cocina. -Y, ¿nunca te casaste? -Si señora, una vez. - giro nuevamente hacia mí, mientras secaba sus manos con la toalla que colgaba del pantalón desde su cintura, y tomo asiento junto a mí, en la mesa de la cocina donde generalmente comíamos cuando Andrés no se encontraba. - ¿Qué paso? -Hay niña, si supiera- hizo una pausa corta como para tomar aire y al verla cómoda en su historia, me dispuse a oírla -Él fue un mal hombre, no como don Andrés, este señor era muy agresivo y si yo no hacia lo que él me decía  ¡Jum! Me golpeaba y no era así como así, eran  golpes fuertes, como yo nunca tuve a nadie cerca pues me aguantaba, tal vez pensando que así era un matrimonio, luego descubrí que en el otro pueblo él tenía otra señora y con ella tenía hijos, y pensé que a eso se debía su malgenio , pero no niña, resulta que averiguando, me enteré que a la otra señora también la golpeaba. Yo no quería quedarme sola, no era mucho lo que pudiera hacer, siempre me dedique a atender a mi hermano y cuando el murió mi esposo me recogió y juro que me cuidaba si me casaba con el. Yo tenía 14 años y me pareció la mejor  oportunidad, en el pueblo era así, la afortunada era la que conseguía marido. Viví 10 años con él, hasta que un día llego borracho y yo me había dormido, no le tenía la cena servida, entonces me despertó con un puño en la cara, eso de una vez me dejo el ojo morado, morado, y me agarro a patadas, hasta que me dejo en el suelo tirada. Al otro día cuando me  levante yo estaba botando sangre como si fuera eso que le llega a uno todos los meses, y me dolía mucho, entonces me fui para la clínica del pueblo y hay el doctor me dijo que yo estaba embarazada y que estaba delicada, entonces me dejo allá como tres días y cuando salí no tenía para dónde ir, ese supuesto esposo mío se había llevado todo y se había ido del pueblo, el doctor que me atendió fue demasiado amable niña, un ángel, y me ofreció trabajar en su casa, así que yo sin nada en las manos y con una criatura en la panza me fui a trabajar de empleada. Le miraba atenta y consternada, pobre mujer siempre tan sola, yo por lo menos tuve a mi madre lo suficiente para recordarla, y mi amor eterno no era perfecto, pero siempre estuvo a mi lado. -María, ¿El doctor del pueblo era Andrés? -No niña, era el papá, Don Camilo, él también fue doctor. - Y, ¿tú embarazo? -No aguanto mi criatura niña, yo llegue a la casa de los patrones y ya estaba muy mal, Don Camilo me dio unos medicamentos, pero yo sangraba mucho y otra vez a la clínica, eso no me gustaba, me dan unos nervios esas habitaciones, me revisaron con el aparato ese que se ve le ve a uno todo por dentro y ya no había nada. Los golpes del señor ese fueron muy fuertes y pues el doctor dijo que ya no podría tener más hijos, y tampoco es que lo haya intentado, solo me dedique a atender a los patrones, era lo que mejor sabía hacer y les debía no haberme dejado morir de hambre. Para entonces ya se había levantado y servía los platos para cada una. - ¿Por qué no seguiste donde los padres de Andrés? -Don Camilo murió hace años y la señora lucia estaba muy triste así que se fue a vivir con la hija, y pues el joven me ofreció cuidar la mansión y aquí estoy. - culmino mientras levantaba sus manos.  - ¿Andrés tiene una hermana?  - ¡Si! señorita, es mayor que Don Andrés. -Y, ¿Cómo es? - pregunte nerviosa- es decir es así como Andrés? -La niña Andrea es totalmente diferente a mi patrón, más bien de pocos amigos y es bastante prepotente. ¿Qué dirá de mí?, ahora esa duda me recorrerá la cabeza mucho tiempo.  De repente comencé a marearme y un dolor de cabeza me invadió, busque sentarme, pero no alcance así que me desvanecí en el suelo lentamente, podía oír a María gritar y al momento sentía como unos brazos fuertes me cargaban, estaba segura que era el chofer. Desperté en mi habitación aun sintiéndome mareada, pero el estar en cama lo matizaba, María estaba a mi lado con una taza con agua y un pañuelo en ella, lo humedeció y rápidamente lo puso en mi frente. -Que… ¿Qué paso? - me era difícil hablar y sentía de poco el dolor en mi cabeza nuevamente -Se desmayó niña, me ha dado un susto de padre y señor mío. Ahora arde en fiebre, ya no sé qué hacer. -Tranquila nana. María me miro sorprendida mi nana me cuido el tiempo que mama se enfermó y yo la adoraba era como una abuela, María me recordaba a ella, tan noble y sacrificada, es de esas personas que al parecer no tienen vida, sino más bien se dedican a servir a alguien más. -Niña, tengo miedo, porque no vamos a una clínica- su rostro era realmente de preocupación, lo que me parecía adorable. -Tienes miedo acá, si vamos a una clínica la que se desmaya eres tú nana- sonreí corto y ella me acompaño-pásame el celular y llamamos a Andrés, él sabrá que hacer. Rápidamente se levantó de la cama y me trajo el móvil, a veces pareciera que se tele transportara. Tomé el teléfono y me di cuenta que tenía 10 llamadas de él, al salir a desayunar lo olvide en la habitación y luego vino todo esto. Le marqué a Andrés, era la primera vez que lo hacía, no me gustaba molestarlo y él siempre era el que llamaba, contesto. -¿Por qué no respondías Lucero?-  Se oía bastante molesto. -Andrés, no me estoy sintiendo bien Sentí nuevamente el dolor de cabeza y cerré los ojos para tratar de calmarlo, le acerque el teléfono a María quien lo tomo más preocupada que antes. -Patrón, buenas t… Andrés casi gritaba - ¿Qué está pasando María? ¿Dónde está Lucero? -Joven es que la niña se está sintiendo mal, se me desmayo en la cocina y ahora arde en fiebre. Pude oír como maldecía y una sonrisa salió de mi boca, usaría eso en su contra luego, María se levantó de la cama y ahora solo oía afirmaciones cortas de ella mientras se paseaba de lado a lado por la habitación, como intentado memorizar las indicaciones de Andrés. -Niña, el joven quiere hablarle Tome el teléfono aun con los ojos cerrados  -Dime -Mujer, dime que estas bien. Su voz era casi suplicante y eso me alentaba. -Tranquilo bombón, ha de ser un resfriado, es solo descansar y ya. -¿Lucero es enserio? Ahora tu eres la médico- olvide por completo su profesión- escúchame bien señorita, vas a descansar hasta que esté de regreso y no quiero que salgas de tu habitación ya María está al tanto de mis indicaciones y en pocas horas enviare una enfermera para tomarte unos exámenes, necesito descartar una bacteria. Dime, ¿entendiste lo que te dije? -Claro, tampoco estoy dopada. -Eres imposible, mañana mismo estoy de vuelta en la casa y te enseñare modales. -Esperare ansiosa. Mi plan de conquista en marcha. -Descansa mujer, es una orden. -Como ordene el doctor. Media hora después una enfermera acomodaba sus implementos en la mesa al lado de mi cama y María corría de aquí a allá con medicamentos y agua, la fiebre había bajado, pero el mareo me mantenía sobre la cama, jamás me he enfermado, pero si vi como mi madre se consumió por su enfermedad y me aterraba todo esto.  -Le enviaré los exámenes al doctor- comentó la enfermera y salió de la habitación golpeando al viento con sus voluptuosas curvas y por un momento pensé en ella y Andrés. Hay va mi versión toxica y celosa.  -Niña, ¿Cómo se siente? -Bien nana, un poco de mareo, pero mejor, por favor no te preocupes. -Hay niña desde que usted llego acá no he dejado de preocuparme, usted es tan chiquita y por ahí sola, defendiéndose del mundo. -No te creas nana, yo ya he tenido que defenderme, ya habrá otra conversación como la de la mañana Le dije mientras tomaba su mano, de verdad que si tuviera que dejar la mansión me dolería mucho alejarme de María. Amaneció pronto y sentía un apretón en mi mano, abrí los ojos de a poco y una sonrisa se me escapo al ver sus ojos cielo frente a mí. -¡Bombón! Te sientan bien los viajes. Él sonrió y paso su mano por mi cara retirando unos cabellos de mi frente para luego darme un beso allí. -Buenos días mujer, ¿Cómo te sientes? -Ahora que te veo, mucho mejor. Sus expresiones se suavizan con mis palabras, y me gustaba, me sentía tan cómoda con él, estar a su lado era reconfortante.  
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