Prólogo.
Luego de ver como el animal de Dante golpeará a mi madre con todas sus fuerzas, salió de la habitación dejándonos solas en la oscuridad, mis lágrimas seguían saliendo una por una, él dolor en mi corazón en mi corazón era muy grande, ni mi madre, ni mi hermana despertaban, ni siguiera se movían, parecían estar muertas y eso me asustaba demasiado.
—Mamá, hermana, despierten, por favor—dije sollozando.
No podía creer que existiera la posibilidad de que estuvieran muertas, no quiero que ellas estén muertas, las quiero aquí conmigo, no quiero que e de imbécil las mate, no quiero eso.
—Madre, despierta, te lo ruego, no me dejes— lloré mientras veía sus cuerpos inertes, parecían sin vida y eso me dolía mucho, me dolía demasiado verles así.
Quisiera que todo esto fuera un sueño, que no estuviera pasando de verdad y que cuando abra los ojos despertar en la cama con Mario, estar abrazados y esperar la llegada de los bebes, pero no, estoy amarrada en una silla mientras miro los cuerpos golpeados de mi madre y hermana.
Quisiera poder hacer algo para protegerlas, pero me es difícil, luego de ver todo el daño realizado no se a donde veria ir ni que hacer.