-- Entrando a la sala de juntas, el aire se sentía cargado de expectación y un toque de tensión. _ Buenos días, caballero. Gracias por venir. Saludé con cortesía, aunque la urgencia era palpable. _ Cómo no venir, jefe. Era de mayor urgencia, por lo que dejó dicho. Respondió uno de los accionistas, visiblemente intrigado. _ Por supuesto. Como verán, estoy a punto de casarme. Julieta, sentada en la mesa, me miró con una mezcla de odio y desdén, pero yo sentí una punzada de triunfo. _ Felicidades, ingeniero. Ni siquiera sabía que tenía novia. Comentó otro de los presentes, con una sorpresa fingida. _ ¿Cómo no lo vas a saber? A veces ha venido. Es una mujer hermosa, de cabello largo. _ Esa misma, Dominic. Gracias. El punto es que, al ser socio mayoritario de esta empresa, estoy abier

