--- Los nervios me están matando. Siento el sudor resbalar por mi espalda, pegando mi camisa a la piel. Mi pecho sube y baja con una ansiedad que me roba el aliento. La espera se ha hecho eterna. Casi dos horas de parto, y mi temple ya no existe. Intento mantenerme firme, pero el dolor en el rostro de mi china era palpable en esa llamada que, aunque la esperé toda la noche, me tomó por sorpresa. ------ Flashback —¿Hola? —respondà el teléfono con la voz cargada de ansiedad, mi mirada fija en la ventana oscura de mi apartamento. —Zuriel, Mari tendrá al bebé —la voz de Marlene disipó cualquier rastro de sueño que me quedaba. Me incorporé de golpe. —Iré por ella —anuncié mientras me apresuraba a ponerme los pantalones. Agarré las llaves, la cartera y cualquier cosa que pudiera necesitar.

