Madga iba en camino a la alcoba donde Vladimir e Inamori compartían habitación, deseaba ver cómo había quedado después de pasar una noche con el hombre más caliente del lugar, no cabía duda de que se había llevado una muy buena presa, pues Vladimir, además de ser bastante guapo, era alto y uno de los hombres que más respeto infundían, si no era respetado era temido y por eso su seguridad estaba asegurada, no abría nadie que la contradijera.
Nunca imaginó encontrar a sus hermanos en semejante posición, Inamori y Alexander se encontraban abrazados, no solo eso, Inamori se encontraba en una posición bastante sugerente, con la espalda descubierta, sus pies descalzos, mostrando parte de sus muslos, era evidente que no traía ropa puesta; Alexander la abrazaba de forma posesiva, acariciando su espalda y sus cabellos con tanta elegancia y gracia que era imposible imaginar nada, Alexander levantó su rostro para que Inamori lo mirara, después simplemente acercó su rostro.
Para Magda eso había sido suficiente, eso era lo que necesitaba para que su plan maestro pudiera dar frutos, esa chica era mucho más lista de lo que había pensado en un inicio, aquella fachada de niña buena solamente la utilizaba para despistar a la gente de sus verdaderas intenciones, ella no era diferente a los demás. Sin más se marchó con dirección a donde su madre y hermana se encontraban, tomando el té en la terraza.
- No quiero que nos separen. - pronunció Inamori cuando Alexander separó su rostro, le había dado un beso en la mejilla, extrañaría tanto aquellas muestras de afecto por su parte, él era una persona bastante importante para ella.
- Eso jamás pasará, lo prometo. - volvió a besarla, está vez en su frente, logrando que Ina sonriera por el acto, aparte de Alexander, su padre era quien besaba esa zona, su zona especial, según ella.
Su hermano, ahora más tranquilo aunque un poco inquieto por dentro, ayudó a su hermana a colocarse algo de ropa, no era decente que una señorita como ella se mostrara con semejantes pintas ante los demás; esa noche sería especial, el lugar entero se había reunido para hacerles a la pareja un festival en su honor, lo nombraron: "Las dos partes de uno mismo". Pensando que la pareja se complementa el uno al otro.
Por un lado Vladimir era un hombre imponente, arrogante y demandante, sin embargo, siempre era alguien que con una sola mirada demandaba respeto y sumisión; por otra parte Inamori, era la luz de todos en el lugar, su sonrisa era tan hermosa y radiante que lograba alegrar el día a todos, su amabilidad y su entrega hacía el país la hacían acreedora a un sinfín de admiradores y seguidores que estarían dispuestos a morir por ella si tan solo ella les regalaba una mirada de su enigmática presencia.
Las preparaciones para dicho festejo se hicieron a la brevedad, por tratarse de Inamori no se escatimaron en gastos a pesar de la insistencia de Abigail, que seguía de mal humor por haber perdido la oportunidad de gobernar el continente entero, pero estaba muy segura que tarde o temprano Inamori moriría en manos de Vladimir, allí sería que los encantos "naturales" de sus hijas darían frutos, seguramente ese príncipe regresaría arrodillándose a sus pies pidiendo perdón y la mano de una de sus hijas.
- Madre, Beatriz... - llamó Magda al llegar con las nombradas, ambas mujeres le regalaron una sonrisa al verla, parecía contenta, era posible que pudiera robarle a Vladimir en tan poco tiempo.
- ¿Buenas noticias? - preguntó Beatriz cuando Magda estuvo cerca de ellas, tomando asiento, una sirvienta se aproxima de inmediato y le ofrece un poco de té.
- Mejor que buenas noticias, ¿A que no saben a quién vi con la arrimada? - dice de forma sonriente, era evidente que aquello era una noticia esperada pero por la sonrisa maliciosa de la chica era algo que no tenían previsto.
- ¿A quién? - preguntó desesperada Beatriz, era increíble que las cosas interesantes no pudiera verlas ella con sus ojos, siempre se estaba enterando de todo por alguien más y eso realmente le molestaba, Magda hace un poco de silencio, principalmente para recuperar el aliento, además las galletas de jengibre que acaban de colocarle enfrente eran sus favoritas, por lo que no pudo evitar echarse en la boca un puñado de las mismas, sus palabras eran interrumpidas por los pequeños trozos de pan que llenaban su boca, por lo que ninguna palabra coherente era dicha.
- Deja de hablar con la boca llena, Magda, es desagradable. - reprendió su madre, harta de esos sonidos repugnantes que salían de sus labios.
- ¿Quién es el idiota que se ha metido con Inamori? - pregunta desesperada Beatriz.
- Alexander. - dice completamente orgullosa de su descubrimiento, Abigail y Beatriz terminaron escupiendo un poco del té al que estaban dando un sorbo cuando Beatriz contestó; esto era algo que simplemente no tenían contemplado, Alexander era el único hijo varón que había tenido la pareja antes de que Abigail fuera sometida a una cirugía para extraerle la matriz y de esa forma salvar su vida.
- ¿Alexander? Eso es imposible, él está comprometido con Roses, no puede romper el compromiso, sabe muy bien que Roses es importante para mantener el comercio al otro lado del mar. - reclama Abigail un poco sorprendida y algo decepcionada de que su hijo tenga una aventura antes de casarse.
- Es perfecto. - dice entonces Magda, sin dejar de confundir a su madre y hermana que la miraron alzando la ceja, no era perfecto que un buen trato con un país al otro lado del mar se pierde por la poca convicción de Inamori de elegir amante.
- ¿Qué tiene de bueno? Si Alexander deja su compromiso con Roses la importación...
- No, no hablo de cancelar su compromiso, me refiero a que no tendré que esforzarme en tener a Vlad de mi lado, una vez que le diga a la zorra que sé su sucio secreto tendrá que darme la oportunidad de estar con él en su lugar. - no muy convencida Abigail le da su bendición, si sus hijos pueden hacerse con los mejores compromisos en los mejores lugares, eso aseguraría por completo su futuro y la riqueza a la que estaba acostumbrada se multiplicaría miles de veces más.
Dicho esto Magda con una sonrisa en los labios se retira, no sin antes terminar la taza de té de menta que tenía en las manos, y tomar a puños, algunas de las galletas que quedaban en la bandeja.
Camino en busca de Inamori y Alexander, si su corazonada era cierta, era muy probable que ambos se encontraran caminando por los pasillos como si no fueran culpables de un pecado a espaldas del marido de la más joven. Buscando con desesperación por los pasillos cuando al dar la vuelta sin querer tropezó con alguien, un cuerpo bastante formado y una mirada mordaz la observó desde lo alto mientras ella había caído dolorosamente al suelo.
- Hey, fíjate por donde vas... Oh, lo siento majestad, ¿No lo lastimé? - pregunta Magda al darse cuenta de con quien a tropezado.
Vladimir la observa como la criatura más desagradable que pudiera tener la desdicha de ver, esas curvas tan pronunciadas, nada suaves, esos ojos afilados que anhelan más de lo que merece, sus labios delgados y largos, la falta de pestañas que era "cubierta" por unas pestañas tan falsas que podía ver lo n***o del pegamento en la base; ese maquillaje tan exagerado y el aroma putrefacto que despedía ese perfume de frutas puesto en exceso evitaron que mostrara la caballerosidad que alguna vez le enseñó su madre antes de morir, por lo que Magda al ver que el joven príncipe no la ayuda a levantarse, comenzó a hacer el intento por pararse sola, sin embargo, por lo pomposo de su vestido, la tarea no sería sencilla sin ayuda o una pose tan vergonzosa que mostraría no solo el hecho de que no llevaba ropa interior, sino que su "flor" se encontraba más que marchita por sus antiguos encuentros románticos.
- Estaba buscando a mi hermana, ¿La ha visto? - pregunta intentando iniciar una conversación cosa que no fue bien aceptada, Vladimir se cruzó de lado e ignorando a la chica, marchó a otro lado.
- Espere, su majestad, por favor, no puedo pararme sin ayuda. - pero Vladimir no se dio la vuelta, estaba cansado y estresado, más que nada intrigado por el hecho de que había resguardado la seguridad de la chica a la que planeaba hacer pagar por la vergüenza hecha cuando deambulaba por el lugar semanas atrás.
- ¿Estás bien? Déjame ayudarte Magda. - la dulce voz de Inamori se hizo llegar, estaba junto a Alexander, como Magda había p'redicho, ambos la ayudaron a colocarse de pie, cosa que no agradeció, de hecho, al estar de pie, de manera brusca se soltó del agarre de Inamori, como si el mismo se tratara de algo sucio que estaba por infectarla, la observó con el cejo fruncido y con una voz baja y llena de un sentimiento que Ina no supo explicar pronunció:
- Sé lo que hiciste, pequeña tramposa. - acto seguido se va en dirección a Vladimir, pero éste se dirige a Inamori, la cercanía que tiene con ese chico le causa una sensación desagradable en su interior, era la segunda vez en el día que Alexander se acercaba más de la cuenta a Inamori, la primera vez fue antes de la boda y ahora que ya se encontraban casados, no le sorprendería si la primera vez de la chica fue con ese mocoso débil; el solo pensar eso hizo que su humor cambiara de manera radical y ahora estaba demasiado molesto para ir al estúpido festival del cual debían asistir a las diez, apenas eran las nueve con quince según el reloj.
Inamori observa a Alexander esperando que no hubiera escuchado eso, era todavía desconcertante para ella saber que no solo Alexander sino también Magda supieran lo que Vladimir había hecho mientras; su hermano tenía el cejo fruncido mientras observa a Magda caminar y ser ignorada por Vladimir, tenía una duda de qué era exactamente lo que tramaba Magda, tendría que vigilarla, si ella estaba involucrada, seguramente no sería nada bueno y por el tono de voz que le ha dado a Ina seguramente era algo para perjudicarla.
Sin decir nada más, Vlad se acerca a su esposa y la toma con fuerza por el brazo; Inamori retiene un pequeño grito que estaba por escapar de sus labios por lo fuerte del agarre, había sido en la misma zona en la que Vladimir había abierto semanas atrás con el bastón, ya no sangraba, pero el color morado tardaba en desaparecer y cuando se veía progreso en su sanación, Vladimir la volvía a tomar de esa zona, era evidente para Inamori que ese color sería parte de su mano de ahora