Inamori es arrastrada nuevamente a la habitación, Vladimir cierra la puerta tras haber ingresado, estaba cansado, estaba hambriento y sumamente molesto, no comprendía porque le molestaba la presencia de ese chico cerca de ella, quizás era porque las sonrisas que ella hacía cuando él se encuentra cerca nunca, en esas semanas que tiene en el lugar, se las ha regalado; pensando en ello hace que Inamori choque contra la pared, acto seguido coloca sus manos a cada lado de su cabeza, evitando de esta manera que escape.
- Hoy no te salvas. - prenuncia acercando su rostro, Inamori está sumamente nerviosa, era la primera vez que alguien invadía su espacio personal de esa manera, era extraño e incómodo, pero no podía rechazarlo, después de todo era su marido, sin embargo, al ver que no era la persona con la que deseaba hacer eso gira el rostro, evadiendo los labios de Vladimir, lo que hace que su humor empeore aun más.
Con una de sus manos toma la barbilla de la chica, su mano es tan grande que casi cubre todo su pequeño rostro, la obliga a volver su rostro hacía adelante, coloca su pierna entre las de Inamori para evitar cualquier ruta de escape, ya estaba harto, quería ver esas dulces expresiones en el rostro de la chica, ver sus ojos brillando como cuando observa a ese chico que no tiene posibilidades con él en un combate cuerpo a cuerpo, presionando con sus dedos pulgar e índice obliga a Inamori a abrir la boca, era muy probable que las mejillas fueran marcadas por sus dedos, pero no tenía tiempo para eso; unió sus labios en un beso voraz, Inamori se sentía realmente mareada, no solo por el hecho de que no tenía práctica besando, sino porque Vladimir no la dejaba tomar el suficiente aire cuando separaba sus labios, sin tiempo para respirar u objetar nada, solo podía esperar a que aquella tortura terminara.
Valdimir no se detuvo ahí, tomó la cintura de la chica y con algunos movimientos certeros logro despegarla de la pared, la hizo caminar mientras seguían unidos por sus bocas, la guio hasta la cama, acto seguido la recostó sobre las mantas, colocándose sobre ella; sus manos no perdieron el tiempo y rozaron con sus yemas cada centímetro de piel expuesta y cubierta por la fina tela. Inamori se siente mareada, las manos de Vladimir dejan un camino que parece de fuego por los lugares por donde tocan, puede sentir su aliento penetrar por cada poro de su cuerpo y el calor del mayor hace que su ser se siente completamente pequeño, aun más de lo que ya lo es, pues Inamori a su edad solo llega a medir un metro con cincuenta y tres centímetros.
Las manos de Vladimir están cansadas de sentir el roce de la tela y se disponen a desnudar el cuerpo de su ahora esposa, Inamori puede sentir la proyección en la entrepierna de Vladimir, está completamente dura y por el roce en su pierna y parte de sus caderas puede sentir que es bastante grande; las imágenes de su madre con el guardia regresan de golpe a su mente, puede escuchar los gritos de su madre cuando aquel hombre entra por primera vez en su interior y aunque su madre pide más no deja de quejarse; teniendo eso presente comienza a temblar de forma descontrolada; sus pequeñas manos se colocan en el pecho de Vladimir y lo empujan levemente, esperando que con eso pueda apartarlo para poder hablar.
- Por favor... detente... - suplica a punto de las lágrimas, ese hombre le daba miedo, apenas en esos instantes comienza a sentir que su acto de valentía por evitar el sufrimiento de un niño no valió tanto la pena, pero, al recordar la sonrisa de Isaac, no se arrepiente, aunque en estos momentos esté pagando por sus acciones pasadas.
- Eres mi esposa, no hay nada de malo en ello. - Inamori tiene que pensar rápido, al parecer aquel hombre no era del todo una bestia, de lo contrario no hubiera detenido sus movimientos cuando se lo pidió.
- Es que... no se puede, hoy no se puede... yo, estoy sangrando, si... mucho y muy feo. ¿No querrás mancharte de sangre, verdad? - no se le ocurría otra cosa por decir, no deseaba realmente ser mancillada en el país de su padre, por lo menos lejos de esas tierras no vería con el rostro lleno de vergüenza a su padre y sobre todo a Alexander.
- Tienes razón... las manchas de sangre son difíciles de quitar para los sirvientes; hace tiempo maté a tres hombres con un mi camisa favorita puesta... tardaron tres días para remover un poco la mancha, ya no es mi favorita, pero ahora es la de la suerte, me sirve para no manchar nuevas. - responde recordando viejos tiempos, al parecer Inamori se ha salido con la suya por el momento, sin embargo, Vladimir se acerca nuevamente a su rostro de manera amenazante, mostrando una sonrisa que no supo como interpretar.
- Pero... me mancharás de todas formas si realmente eres lo pura y santa que todo mundo dice que eres, que importa un poco más de sangre, no lo notarás... además, algunas esclavas disfrutan más cuando están en ese periodo... - Inamori no soportó esas palabras, sin poder contenerse le soltó una sonora bofetada que pudo escucharse hasta la otra habitación, el rostro de Vladimir se había girado de forma violenta.
Cuando Vladimir volteo nuevamente a verla, su mirada era tan obscura que Inamori comprendió que había cometido un gran error, Vladimir tomó sus muñecas con fuerza presionándolas contra la ropa de cama hasta hundirlas entre lo mullido de las mantas, Inamori sintió por unos segundos que la sangre se bajaba hasta sus pies; Vladimir estaba tan molesto que solo contenía el hecho de querer golpearla fuertemente porque se encontraba en un país donde todos eran débiles y molestos, no deseaba enfrentarse a un país entero solo por algo que ya le pertenecía, debía de aguantar su venganza solo por un tiempo más, hablaría con su padre para acelerar el proceso e irse a casa lo antes posible.
El reloj en la torre de la iglesia tocó doce campanadas, era el momento de los fuegos artificiales, aquellas hermosas rosas de fuego iluminaron el manto nocturno con colores tan hermosos en honor a la pareja recién casada que no estaba de humor para esas cosas; Vladimir hundió su cara en el cuello de Inamori y comenzó a succionar con fuerza, tendría que enseñarle a su cuerpo a quien pertenecía.
- No... déjame, no... - las manos de Vladimir se movieron de su lugar, con una sola mano atrapó ambas muñecas de Inamori, mientras que su mano libre se encargaba de bajar el escote de su vestido, simplemente dejar a la vista aquellas pequeñas montañas lograban acrecentar más su excitación, era increíble como una niña tan poco desarrollada como ella podía causar tantos estragos en su cuerpo.
A pesar de la poca resistencia por parte de Inamori al intentar soltarse del agarre, Vladimir no podía dejar de probar y marcar esa piel, sin importar que tan lejos llegara ese día, lograría que su cuerpo, su mente y su alma solo reaccionarán ante él, estaba cansado de observar que solo frente a otros puede mostrar aquellas caras que nunca le ha regalado a pesar de que ahora eran oficialmente marido y mujer y eso a Vladimir le estaba molestando.
Inamori no puede evitar comenzar a llorar en silencio, Vladimir acariciaba sus piernas con la mano libre, sus pechos, ahora expuestos por el desgarre a ese hermoso vestido color aguamarina que Alexander le ayudo a ponerse hace algunas horas, podía sentir las caricias bruscas de Vladimir, así como los mordiscos y lamidas que éste regalaba a su tembloroso cuerpo; no importaba que tanto se retorciera, tampoco cuanto suplicara o que tanto rezará en silencio para que todo esto fuera una pesadilla de la cual despertaría en cualquier momento, no ocurría nada; realmente deseaba en esos momentos nunca antes haber conocido a ese hombre porque en estos momentos podría ser Beatriz o Magda la que estuvieran teniendo ese mismo destino.
Al darse cuenta de sus pensamientos, su mente se quedo en blanco; sintió un horrible sentimiento embargar su ser, cómo era posible que le haya deseado su mal a otra persona, cómo se atrevía a mancillar todas las creencias que tenía sobre la familia y sobre los mismos seres humanos, ella creía realmente que nadie, absolutamente nadie debería sufrir de ningún modo, ya sea por abusos de cualquier tipo o maltratos por la guerra, por eso luchaba por los pequeños cuyos padres habían resultados muertos por la guerra sin sentido, por las madres que habían perdido a sus pequeños debido a los constantes saqueos del país vecino, por los padres que ahora no tenían heredero o habían quedado en un estado físico tan deplorable que no podrían volver a trabajar debido a las deformidades que la guerra les había regalado.
En ese momento dejó de moverse, dejó de pelear al sentir vergüenza de sus propios pensamientos y pensando que ese era el castigo justo para una persona con pensamientos tan horribles, si esto va a pasar de todas formas, que pasara de una vez, de todas formas aunque ella no lo recuerda, Vladimir asegura que ya lo han hecho antes... fue entonces que recordando olas palabras de Vladimir minutos antes de que comenzara a colocar sus manos en lugares vergonzosos y sensibles que una duda asaltó su mente.
- Para, por favor... ¿A qué te refieres con pura? Ya lo hicimos, tú dijiste que espero un hijo tuyo... - Inamori alza la cabeza para ver a los ojos a Vladimir, este la suelta y emite una sonora carcajada que deja confundida a Inamori misma que al sentarse en la cama sostiene su vientre de forma inconsciente, el vestido está arruinado y por más que intenta cubrir su pecho con él no es posible, le falta un pedazo.
- Realmente eres inocente, ¿Cómo voy a violar a mi propia esposa? Solo estaba asegurándome, tú realmente no sabes en qué consiste el hecho de tener hijos, ¿Verdad?
Inamori recuerda a su madrastra gimiendo bajo el guardia, recuerda los movimientos de cadera, recuerda la desnudez de ambos y los cuerpos danzando en un vaivén hipnótico del cual no podía apartar los ojos hasta que sintió la penetrante mirada de su madre. Eso era sexo, era una relación en la que el cuerpo no sigue las instrucciones del corazón, se guía por instinto, en ese momento Inamori pensó que ambos seres habían dejado de ser humanos para convertirse en animales en celo, porque así se comportaban y así mismo se comportaba Vladimir.
- Ja, ja, ja... eres muy linda solo por ser así de inocente, pero... quiero asegurarme de una cosa, tranquila no te haré... mucho. - Inamori había bajado la guardia por unos momentos, cosa que aprovecho Vladimir para tomar su tobillo y jalarlo con tal fuerza que lo alzó por los aires, más alto que su cabeza, logrando con esto que Inamori cayera nuevamente de espaldas a la cama, solo que en esta ocasión sus piernas estaban a una altura considerable, logrando que se viera toda la longitud de las mismas y no solo eso, también su ropa interior que por más que la joven intentó tapar, no consiguió mucho.
Vladimir separó las piernas, cosa que hizo las mejillas de Inamori arder de forma descontrolada, era la segunda vez que Vladimir coloca la cabeza entre sus caderas, solo que ahora ha utilizado los dedos para examinar la entrada, no importa los intentos por apartarlo, simplemente no puede evitar que él haga lo que se le plazca y eso hace que su corazón se comience a desmoronar por el miedo; Vladimir hizo dos cosas que jamás olvidara Inamori por el resto de su vida, una, era el hecho de que había olfateado, cual perro de caza a su presa, sus partes hasta grabar el aroma en su mente, según explicó y segundo, observar e incluso introducir parte de su dedo para saber si aún presentaba lo más valioso de una mujer, el himen.
- No, por favor, me duele, Para te lo suplico, haré lo que sea pero por favor para... para... - Inamori tuvo que dejar todo su orgullo de lado, esas sensaciones no fueron para nada placenteras, no había sentido tanto miedo, tanto asco, tanta rabia e impotencia en toda su vida, todas estas emociones las creaba una sola persona a la cual había cedido su existencia a cambio de que la gente que festejaba en el festival en su honor disfrutaran de la paz por el tiempo que ella siguiera con vida; una cosa quedo clara para ella: Vladimir no se detendría hasta deshacer todo lo que ella era.