Capítulo 4

2173 Words
Una vez dentro del baño Inamori comenzó a luchar contra Vladimir ya que el mayor no paraba de tocar lugares incómodos para la chica y era obvia la razón pues a diferencia de sus hermanas a ella se le prohibió hablar con personas del sexo opuesto, aunque eso no impidió que formara amistad con los chicos del lugar. Para Vladimir era sumamente divertido ver las reacciones de la chica ante sus caricias, por lo que no perdió el tiempo y comenzó a repartir besos en la piel expuesta, Inamori simplemente se había hecho una bolita en la tina, la sensación del agua caliente era agradable, sin embargo, las manos de Vladimir le dejaban marcas invisibles que contrastaban con el agua y eso la ponía un poco incómoda; el mayor se dedicó a lavar su cuerpo, ella solo se abrazaba a sí misma, temblaba un poco; cómo era posible que aun estando en el país donde su padre gobierna pueda hacer semejante cosa. - Ven aquí, te toca lavarte. - dicho esto Vladimir acerca lo más que puede a su cuerpo a Ina, quien se encuentra completamente paralizada por el miedo, Vladimir la sienta entre sus piernas, coloca algo de jabón entre sus manos y comienza a restregar su cabello, debía admitir que esa sensación era realmente agradable, estuvo varios minutos restregando su cabello con tanta paciencia que Inamori simplemente comenzó a quedarse dormida, no fue hasta que Vladimir le hecho un bote con agua encima para quitarle el jabón que despertó sobresaltada, sin embargo, a pesar de sus pataletas y manotazos, Vladimir simplemente no la soltó ni un instante, cosa que le aterró más a Inamori. Vladimir apenas se había percatado de las marcas en la espalda que poseía su ahora esposa, era algo realmente intrigante, aunque sabía que si le preguntaba la respuesta no iba a ser muy grata. - ¿Qué te pasó? - preguntó como si no se tratará de algo importante. - Casi me ahogas... - contesto ella aún tratando de salir de la prisión en los brazos de Vladimir. - No me refiero a eso, tonta, quiero decir... ¿Quién te hizo esto? - con la mano libre tocó las heridas de la espalda que tenía Inamori, no deseaba recordar el porqué había ocurrido, solo sabía que había sido cosa del pasado y que no volvería a ocurrir o eso esperaba. - No recuerdo.  ¿Puedo irme? - Eres mía, te irás cuando diga. - Vladimir comenzó a pasear el jabón por su cuerpo, perfumando de paso cada parte del cuerpo de Inamori, era increíble como las personas que se creían como él eran tan poco consideradas con los demás, el agua estaba demasiado caliente para Inamori, sabía que debía salir cuanto antes, su respiración así se lo decía. Sin embargo, Vladimir en ningún momento la soltó, Inamori se quedó en el agua caliente hasta que el mayor se dio cuenta de que no la escuchaba refunfuñar como lo había estado haciendo todo el tiempo, la cabeza de Ina descansaba sobre el brazo de Vladimir, él le da la vuelta y para su sorpresa se encuentra que la chica se encuentra inconsciente en sus brazos.  Se había desmayado por el calor. Vladimir la toma en brazos y la saca del agua caliente, se pregunta cómo ha sido la vida de esta chica hasta ahora, por una parte su padre la protege, pero parece que no tiene el control sobre lo que ella hace o lo que hagan otros con ella; estaba también Abigail, esa mujer que sin más la ofreció como prenda por la paz, esa mujer no sintió el más mínimo remordimiento por dejar a una chica en manos de uno de los más conocidos lobos de todo el continente. La deja descansar en la cama, colocando sobre su cuerpo desnudo solamente la toalla, también coloca una en su cabeza para que no moje las mantas, además estaba el hecho de que tenía que llamar al servicio para que trajeran algo de comer y algo de agua fría, necesitaría agua cuando se despierte de aquella situación. Mientras esperaba observó su cuerpo con cuidado, lo que aún se alcanzaba a ver a través de la toalla, su figura no estaba completamente desarrollada pero no había problema con eso, a comparación de las hijas de la señora Abigail cuyos cuerpos eran exagerados y voluminosos, era como si las hubieran obligado a transformarse en el deseo de los hombres, sin embargo, era eso mismo lo que hacía a las chicas comportarse de una manera poco agraciada a diferencia de Inamori, Vladimir daba gracias que esa chica no fuera su hija. Tomó un periódico local y observó el encabezado, en letras grandes se encontraba la noticia de la boda, era algo que había traído la ansiada paz y no lo dejaban de notar, el encabezado mismo lo decía: "El gobernador ha dado a su hija en matrimonio en nombre de la paz". Vladimir no pudo reprimir una risilla que escapó de sus labios. "La paz"  Ellos no conocen el significado real de esa palabra, pensó.  Con el papel en sus manos comenzó a darle aire a la chica para que saliera de su estado de inconsciencia. A los pocos minutos el cuerpo de Inamori comenzó a reaccionar, podía moverse torpemente intentando salir de ese estado letárgico, pero era casi imposible, Abigail se había encargado que para Inamori nunca hubiera agua caliente, aún si el día era terriblemente frío o se encontraba nevando, para ella el agua caliente estaba completamente prohibida, por eso, el estar siendo bañada en agua sumamente caliente cuando no estaba acostumbrada no era de mucha ayuda, añadiendo el tiempo en el que Vladimir la dejó expuesta a esa temperatura y las acciones que se llevaron a cabo debajo del agua, hicieron que finalmente todo su cuerpo se sobre calentara y terminara colapsando. En unos minutos más Inamori ya reaccionaba mejor, Vladimir estaba más que sorprendido por su propia actitud que por el desmayo de la chica, era la primera vez que no tocaba a una chica que estaba desprotegida ante sus garras; pero ahora esa chica de ojos retadores era suya, tenía todo el tiempo del mundo. - Por fin despiertas... no te levantes, le diré a alguien que te traiga algo de té. - Ina obedeció más que nada porque no podía moverse con facilidad, el cuerpo no respondía a sus órdenes, por lo que sin más que hacer se quedo recostada en la cama pensando en lo que había pasado, había estado a merced de un hombre violento y eso no hizo más que darle escalofríos, más al percatarse que no lleva nada de ropa encima; solo la cubría la toalla con la que la habían sacado del baño. Se sentó de golpe en la cama, intentando recordar que había pasado exactamente dentro del cuarto de baño, recordaba las caricias, los besos, los toques indiscretos a sus caderas, todo se vuelve n***o cuando Vladimir comienza a rozar con sus dedos su parte baja, intentando prepararla para lo inevitable, la toalla que cubre su desnudez cae sobre las mantas, en eso Vladimir entra con una pequeña bandeja con un vaso con jugo y una taza de té acompañada de pequeñas galletas de nuez y mantequilla. - Oh, vaya, linda vista. - Vladimir sonrió complacido, realmente había hecho un buen intercambio por la chica, este tiempo de "aparente paz" lo aprovecharía su padre para hacer a su ejercito más poderoso si es que eso se podía, con entrenamientos más rigurosos y enseñando a los jóvenes más pequeños el arte de la guerra, nadie en todo en continente se opondría ante ellos y como ahora contaba con un aliado, no solo grande, sino poderoso en recursos de su lado gracias a la chica, la victoria estaba asegurada, cada hombre, mujer y niño en ambos países se volverían parte de su ejercito y esto solo era el comienzo. - ¿Qué pasó? - pregunta asustada cubriendo su cuerpo con las sábana, no estaba acostumbrada a que nadie le mirara de aquella forma. - Nada que no pasaría más adelante. - Ina se quedo de piedra ante aquella declaración, observaba su cuerpo y sentía cada parte del mismo ensuciada y mancillada gracias a las caricias de quien ahora era su esposo; sus ojos se quedaron inmóviles ante la idea de hacer lo que su madrastra hacía con el guardia que le asignaba su padre cuando tenía asuntos políticos que atender al otro lado del mar; esa traición que tuvo que callar solo para poder satisfacer a su madre y ganar su favor, cosa que nunca pasó. Vladimir sonreía complacido ante la reacción de la chica, ésta se abrazaba a si misma para darse protección, ahora estaba sola y completamente a merced de Vladimir, quien sin despegar la vista de su presa, se sienta en la cama y da un beso en su frente, coloca la bandeja con las bebidas en la mesita que se encuentra al lado de la cama mientras dice tiernamente: - Come un poco, le hará bien al bebé. - acto seguido se coloca la ropa pues hasta el momento lleva puesta una bata de baño y sale de la habitación no sin antes ver por el rabillo del ojo, como su ahora esposa se hace abraza las piernas, ocultando la cabeza entre las rodillas y comenzando a llorar en silencio. Vladimir sabía que eso era una total mentira, que después de algún tiempo ella misma se daría cuenta de ello, pues no podía negar que la chica tenía un encanto singular y dudaba que realmente fuera "blanca". Por lo que esto solo podría ser una pequeña reprimenda de su parte por no haber esperado a la noche de bodas para poder comenzar a tener un hijo suyo. Mientras tanto Inamori se encontraba pensando, quizás estaría mejor si hubiera muerto, quizás hubiera sido mejor que nunca la entregaran con su padre, era preferible haberse quedado en un orfanato que estar en la situación en la que se encontraba actualmente, siendo mancillada mientras se encuentra inconsciente por una persona a la que no ama, teniendo en sus entrañas el producto de aquel acto carente de afecto; qué clase de madre sería si al ver al rostro a su hijo no podía sentir nada excepto rencor al verlo, no quería que su historia se volviera a repetir; si tan solo estuviera su hermano en ese momento, lo extrañaba tanto. Y como si de un hechizo se tratara la puerta es abierta nuevamente, asoma la cabeza Alexander quien borra la sonrisa que tenía en su rostro al ver a su hermana menor llorando. Rápidamente se acerca a ella para abrazarla, la menor se alegro tanto de ver a su hermano, que no dudo ni un segundo en corresponder a su abrazo, comenzando a derramar lágrimas dolorosas que terminaban su camino desde esos ojos tan peculiares hasta la ropa del mayor. - ¿Qué pasa, te encuentras bien? ¿Te lastimó? - pregunta apartando un poco a su hermana, puede ver como la sabana cae desde su pecho hasta posarse sobre sus piernas; al ver a su hermana en esas condiciones tuvo que reprimir la ira que sentía en su interior, mil y una ideas habían pasado por su mente, mil y un atrocidades por las cuales su hermana se encontraba en aquel estado emocional. Alexander se levanta de la hecho una fiera, debía de encontrar a su ahora cuñado y romperle la cara por haberse aprovechado de su hermana, era claro por su reacción que no había sido nada grato, ella se encontraba llorando a pesar de que siempre sonreía de una manera encantadora. - Voy a romperle la cara a ese desgraciado. - dice dirigiendo sus pasos a la puerta, Inamori asustada intenta detenerlo, salta de la cama y se aferra de las caderas de Alexander, impidiendo de esta manera que siga su camino. - ¡No! - pide gritando, no desea que su hermano, la única persona aparte de su padre, termine siendo golpeado o peor aún, el príncipe y el rey del país vecino eran simplemente unos tiranos y sus castigos llegaban más allá de sus imaginaciones y para muestra estaban los cuerpos empalados de quienes fueron a su país a reclamar el trato que tenían hacía sus familiares, aquella fue, más que solo una demostración gráfica de lo que eran capaces de hacer. Alexander detiene sus pasos, suspira, supone que ahora debía acostumbrarse a que otro hombre aparte de él toque a su hermana de una forma más íntima; si bien Alexander sería incapaz de lastimar a Inamori de esa manera, era cierto que deseaba tener una vida junto a ella, sin importar si eran medios hermanos o no.  Le da la vuelta a Ina para tenerla de frente y abrazarla de manera posesiva, necesita ayudarle con ese leve temblor que tiene en su cuerpo, mismo que solo esta cubierto torpemente por la sabana que fue arrancada de la cama por Ina cuando su hermano estaba p
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