-.-.-.- En el presente -.-.-.-
Aún la boda no comenzaba y ya sentía que deseaba desaparecer, pero, observaba los rostros felices de toda la gente que esperaba ese evento que no podía decepcionarlos; apretó la tela del vestido que descansaba sobre sus piernas, arrugando levemente la prenda, las lágrimas acudían a sus ojos sin que ella lo pidiera, escuchó la puerta de la habitación abrirse sin que se pidiera permiso para entrar; Inamori no sabía de quien se trataba pero giró su rostro de vuelta a la ventana para que no observaran su rostro patético lleno de marcas de agua provenientes de sus ojos, esperaba que la oscuridad de su alcoba fuera suficiente para disimular lo hinchado que se encontraban en ese momento. Tomó con rapidez un pañuelo y lo pasó por su rostro, limpiando su nariz de una vez, aclaró su garganta antes de mirar al intruso en su alcoba, regalando una sonrisa que esperaba pudiera tranquilizar al presente.
- Hola, disculpa, no te escuché llegar. - era mentira y lo sabía, pero era la mejor respuesta que se le había ocurrido.
- Ina, ¿Estás bien? - preguntó encendiendo la luz, Inamori apretó los ojos con fuerza en un intento de no sentir el dolor que la luz provocaba en sus ojos cansados.
- Si, solo estoy... ¿Llorando de felicidad? - sabía que eso último había sonado como una pregunta, pero esperaba que por el tono de voz que intentó colocar no sospechará lo contrario.
- Si tú lo dices... Ina te conozco muy bien, sabes que no puedes mentirme. Solo dime, ¿Por qué lo hiciste? - se acercó a abrazarla, la cabeza de la chica buscó refugio en su pecho, necesitaba tanto que alguien descubriera lo mal que se sentía en esos momentos.
Había estado fingiendo estar bien desde ese día, se alegraba al saber que todas las personas, incluido su padre, no podían ver a través de su actuación; pero a él, no podía ocultarle nada.
- Todos... todos esperan la paz, si... haciendo esto se logra, yo... - se aferró con todas sus fuerzas a esa ropa de fiesta, ya no podría volver a verlo, ya no podrían pasear por el jardín mientras observan las flores y platican sobre sus sueños y aspiraciones. Ya no podría ir a su habitación por las noches cuando la lluvia era tan fuerte que sus voces eran calladas por lo estridente del sonido, esas noches cuando no podía dormir por culpa de la lluvia; nunca podría decir lo mucho que extrañaría estar en su presencia, siendo custodiada por los brazos que en ese mismo instante le impregnaban con una sensación de calidez y bienestar, desearía que su compromiso se anulará, que esto solo fuera un mal sueño, abrir los ojos y saber que todo había sido una cruel pesadilla.
El intruso, apresaba con dulzura el pequeño cuerpo entre sus brazos, podía sentir la frustración de esas pequeñas manos, aferrándose con desesperación a sus ropas, no podía ayudarle, no podía hacer nada y eso realmente le molestaba; pero sabía que podía hacer algo para aliviar su dolor; escucharla, escuchar a esa pobre niña que no tuvo nunca la atención que realmente necesitaba.
- Te prometo, que veré la forma de estar juntos otra vez. - la separó un poco para poder verle el rostro, seguía siendo aquella niña dulce y tierna, altruista y generosa, estaba dispuesta a sacrificar su libertad solo por algo que quizás no llegaría nunca. Tomó con su dedo índice y pulgar la barbilla de Inamori, para obligarla a mirarle a los ojos, acercó su rostro para depositar un beso reconfortante en su frente, unió ambas anatomías, cerrando los ojos en el proceso, no había contacto más que la de sus manos en las mejillas de Inamori y su frente pega a la de ella, debían ser fuertes, debían superar esto, igual que lo habían hecho en el pasado, igual que lo iban a hacer en el futuro.
- ¿Interrumpo algo? - la voz gruesa de una persona extra los saca de sus pensamientos, de ese lugar en el que nadie les hace daño y las cosas son como deberían ser.
Recargado en el marco de la puerta con los brazos cruzados se encuentra Vladimir, mirando la escena con algo de molestia, cómo se atrevía ese sujeto a tocar lo que le pertenecía a otro hombre.
- Su majestad. - responde Inamori bajando la voz; sigue tomando las ropas de su acompañante intentando calmar el miedo que comienza a crecer al ver a su futuro esposo de tan mal humor.
- Es que a ti te agrada que todos te toquen menos yo... - avanzó a grandes zancadas por la habitación, cuando estuvo lo suficientemente cerca, tomó el brazo de Inamori y lo acercó a su propio cuerpo, apresándola en un abrazo posesivo y dominante; ella se sonrojo, intentaba escapar de aquella situación sin ofender al príncipe del país vecino y futuro esposo.
- Ella es mía. - gruño mirando de forma retadora a su contrincante.
Tomó posesión de su barbilla, obligándola a mirarle, ella tembló un poco ante el roce de esas manos frías, al ver como el rostro de Vladimir se acercaba al propio, Inamori cerró los ojos con fuerza, Vladimir le estaba robando su primer beso de una forma violenta, no pudo evitar que unas pequeñas lágrimas recorrieran el camino desde sus ojos hasta la mano de su prometido mientras mantenían el contacto con sus bocas.
- Disculpe mi descortesía, no pensaba interferir en sus planes, solo me despedía de mi pequeña hermana, alteza. Me llamo Alexander. - sonrió calmado, sabía cómo debía de actuar con su nuevo cuñado, sabía que no debía de contradecirlo, por lo menos no por ahora, sabía también que si deseaba estar cerca de su hermana, aunque no tenían ningún lazo de sangre, debía ser cauteloso y discreto, los tipos como Vladimir suelen estallar en celos y pueden ser terriblemente peligrosos si es que eso llegaba a suceder. Estiro la mano esperando que el contrario la estrechara, cosa que jamás sucedió, su cuñado solo le observaba de manera tajante, su sola presencia parecía molesta, Alexander se encogió de hombros, restándole importancia al asunto, dio media vuelta y se encaminó a la salida.
- Nos vemos en la ceremonia, Ina. - cerró la puerta tras de él, Inamori sintió el escalofrío volverse insoportable, todo su cuerpo temblaba sin control, estaba sola con Vladimir quien sonreía con una expresión que no supo definir, pero le asustó.
Vladimir aprovechando que se encontraban solos y que la puerta había sido cerrada, volteo a Inamori para que le mirara a los ojos, unió sus bocas en un beso lleno de ira, estaba bastante irritado y deseaba que ese sentimiento se terminara de una buena vez por lo que al separarse de su boca ya tenía un buen castigo para ella, la miró con aire molesto antes de mascullar lo más temible que pudiera.
- Intenta detener lo que haré y juró por Dios que al primero que mataré será a ese idiota que acaba de salir. - dicho esto, se arrodilló para estar a la altura media de Inamori quien temblaba de forma descontrolada, a pesar de que deseaba salir corriendo del lugar al sentir las manos de Vladimir colocarse sobre sus caderas, sabe, que si llegará a moverse perdería a la única persona en ese lugar que no le trata como un estorbo, la única persona, además de su padre que le ha dado las fuerzas para seguir viva, así que, mordiendo su labio inferior aguantando las horribles sensaciones que le están regalando, se deja hacer por el contrario.
Vladimir toma el fondo del vestido, levantándolo en un movimiento lento y tortuoso, puede ver que el cuerpo contrario se estremece por su acción y esto le provoca una sonrisa, tenerla como mujer realmente iba a ser muy divertido, la pregunta era ¿Cuánto tiempo iba a durar antes de morir como las demás? Subió hasta sus caderas, allí tocó el borde de su ropa interior, aquella prenda blanca, como el mismo vestido que acompañaba la liga colocada a solo cinco centímetros donde terminan las piernas y se vuelve su pelvis, relamió sus labios gustoso por la vista, y, de la misma manera pasmosa con la que subió, bajo nuevamente ahora acompañado de esa prenda que impedía ver algo más por debajo del vestido.
- No... por favor... - tenía miedo, era la primera vez que le trataban de aquella manera y realmente se sentía bastante incómoda, arrugaba el vestido que Vladimir le había dado a sujetar, deseaba admirar la mercancía que había ganado por algo tan patético como la paz.
- Oh, si... este es tu castigo. Vamos, la gente espera. - olfateo la prenda en su mano, ese aroma era realmente sugestivo, Inamori pudo ver ese gesto pervertido y el sentir de sus prendas al bajar no le dejaban un buen augurio, podía sentir la brisa del aire pasar por debajo de las telas traslucidas, sus mejillas se tiñeron de rojo, si alguien levantaba tan siquiera una pieza del vestido le vería el trasero.
Sin poder resistirse al mayor, salieron del cuarto, Vladimir había guardado la prenda robada en su bolsillo derecho, Inamori mantenía la vista en aquel bolsillo mientras intentaba que el vestido no se levantara, sentía mucha vergüenza en ese momento y el clima lleno de una ventisca ligera no ayudaba mucho.
La ceremonia da inicio, las ovaciones no se dejan esperar, las palabras del padre no puede procesarlas su cerebro, esta bastante concentrada en no permitir que le vean sus caderas desnudas que no puede concentrarse en lo que está sucediendo en estos instantes frente a ella, sintió un pequeño codazo por parte de Vladimir cuando el padre esperaba la respuesta más importante.
- Responde, querida, el padre espera. - le dijo suavemente en un tono tan fingido, que Inamori se quedó confundida, debía responder lo que había estado practicando desde hace días.
- Acepto... - la gente estalla en jubilo, en su mano una sortija que no recuerda haber recibido, ese es el sello que ha marcado su destino, ahora su vida y la de muchas personas dependen de que cumpla a toda regla con su función como princesa, próxima a la sucesión del trono cuando el padre de su prometido muera a no ser que la forma de gobernar cambie, lo dudaba, ese país tenía la mente cerrada, tanto así que inclusive los gobernantes eran ayudados en todo momento por sus sirvientes.
En la fiesta, Inamori fue obligada a pasar toda la velada con su actual esposo, quien la sostenía de manera posesiva por su costado derecho, estando ella al izquierdo de él, de esa forma podía saludar sin problemas ni falta de respeto, pues ella no saludaba estrechando la mano sino haciendo una reverencia para mostrar su educación. Ella por alguna extraña tradición en el país que ahora sería su hogar tuvo que sacarle el moño que portaba en su traje, fue realmente frustrante ya que Vladimir se sentó en una silla con los ojos cerrados, esperando que le fuera quitada la prenda; Inamori se acercó temerosa, a pesar de que parecía inofensivo no descartaba que le fuera a hacer alguna cosa y no se equivocó; cuando tenía las manos en su cuello desabrochando por la nuca aquella prenda, Vladimir comenzó a toquetear sobre la ropa la parte de sus caderas, cerca de sus glúteos; ella sintió un escalofrío recorrer su cuerpo pero no podía simplemente detenerse por lo que tuvo que sacar el moño lo más pronto que podía para separarse de él, quien divertido por la expresión sonrío de forma vencedora, ella se iba a arrepentir de la humillación de cuando la conoció.
Siguió el turno de Vladimir para sacar provecho de esas tradiciones viejas y nuevas mezcladas, se arrodilló cerca de Inamori quien se encontraba sentada en una silla negra, levantó la falda del vestido para ver su premio, aquella fascinante liga blanca que se encontraba muy cerca de lo que próximamente sería suyo tan solo al pisar sus propias tierras, mientras tanto debía resistir un poco, pero, porque dejar pasar la oportunidad de darle un poco de escarmiento; introdujo la cabeza dentro del vestido para la sorpresa y morbo de muchos, dentro se acercó a las caderas de Inamori quien intentó en vano que no se acercará más, olfateo su aroma, era realmente agradable, no era amargo el olor, tampoco era dulce, era una esencia que realmente le estaba causando problemas en sus pantalones, besó la pelvis desnuda de su mujer y fue recorriendo con su boca el camino hasta la liga, después con sus dientes la apresó y comenzó a sacarla de la piel de Inamori quien en todo momento se sentía avergonzada, tapaba entre sus manos su rostro, esperando que los invitados no notarán el hecho de que no traía pantaletas, Vladimir salió finalmente del vestido con una pose victoriosa traía en su boca la liga que Inamori había portado desde la mañana en su pierna derecha y a pesar de que la tradición decía que debía lanzarla a los invitados, Vladimir la besó y la guardó en su bolsillo, la fiesta terminó sin que nadie supiera su secreto aunque su esposo posaba demasiado la mano en las caderas de su esposa y rozaba de manera incomoda esa parte de la anatomía durante toda la noche y después de que la fiesta terminara Inamori tuvo un severo sonrojo en sus mejillas.
- Es hora de irnos a dormir, gracias a todos por acompañarnos. - Vladimir cargaba a Inamori hasta la habitación que compartían, ella solo se dejaba hacer, creyendo que ambos dormirían separados, aunque su sorpresa fue mayor cuando, después de colocarla sobre la cama, él marchó al baño que había allí mismo y comenzó a desnudarse.
- Vamos a tomar un baño juntos. - dijo con la toalla amarrada a la cintura, Inamori sintió sus mejillas arder, era la primera vez que veía el dorso de un hombre desnudo, ni siquiera había visto a su hermano en tales condiciones; no tuvo mucho tiempo para reaccionar, Vladimir se acercó a ella y sacó el vestido blanco, el cual era bastante sencillo, de un solo tirón dejándola expuesta y vulnerable a sus caricias, Vladimir al verla hecha una bolita la ha cargado en brazos para irse directo al baño, esta ducha sería una que jamás olvidarían.