No tuve manera de negarme a su compañía, empecé a caminar y él me siguió. Fue gracioso verlo tratando de caminar mientras se colocaba ropa por encima de aquel traje ajustado, por más que estemos en una zona costera, no creo que nadie resista ver ese cuerpo así fuera de la playa y sobre todo las señoras que pueden sufrir un paro cardiaco.
—¿Te interesa aprender surf? Tengo una pequeña academia y si aceptas puedo darte una beca, te hará bien estar tan cerca del mar —sonrió mirando el cielo mientras caminaba a mi lado.
—No lo sé, me gusta el mar, pero me daría un poco de miedo —se empezó a reír como si le hicieran cosquillas.
—Eres valiente para salir sola en medio de la madrugada, pero no lo eres para meterte al mar con una tabla, de verdad que eres una chica que me da curiosidad —me acarició el cabello y puso su brazo por encima de mi hombro.
Me volvieron a arder las mejillas, estaba tan cerca que podía sentir el olor del agua salada en su cuerpo mezclado con el olor de su perfume. Las personas a nuestro alrededor nos miraban y hablaban entre sí, sobre todo las chicas que no dejaban de reírse. No me pareció nada extraño, una chica tan simple como yo parada al lado de un chico tan guapo y para rematar con su brazo alrededor de mí como si fuéramos algo.
Perdí la noción del tiempo, cuando me di cuenta estábamos parados frente a la casa y solo quería quedarme con él que seguía tomándome por encima de los hombros. Me di una bofetada mental, una que me hizo volver a la realidad de que lo acabo de conocer y que no importa que tan guapo me parezca, solo tuvo un acto amable.
—Muchas gracias por acompañarme —dije en un tono algo apagado mirando al suelo.
—No estés triste, nos volveremos a ver —dijo casi soltando una carcajada.
Para completar sabe lo bueno que está y se cree irresistible, eso me da rabia. Me provoca un sentimiento de irritabilidad y solo quiero alejarme, me quito su brazo para quedarme parada mirándolo con mala cara.
—Solo era una broma —se acerca y me deja un beso en la mejilla— Nos veremos luego.
Se largó y me dejó ahí parada con cara de tonta, fue así con esa cara que entré a la casa para toparme con una tía furiosa. Estaba preparando el desayuno cuando me escuchó entrar y asomó su rostro ojeroso, me miró de pies a cabeza.
—Ven a la cocina Marlenne, tenemos que hablar —se volvió a la cocina y yo caminé con mis pies pesados hasta allí— Quiero que me digas a qué hora saliste.
—Eran las seis —mentí descaradamente y me lanzó una mirada matadora.
—No me mientas muchachita, hoy salí antes del trabajo y sé que tú no estabas en casa —levantó el tono de su voz— A qué hora Marlenne.
—Está bien, puede que fueran las cinco —suspiré sabiendo el sermón que venía acompañado de esta conversación.
En esos momentos el celular de la tía sonó y ella me miró de un modo que ya conocía, significa que no puedo moverme porque la conversación no ha terminado aún. Pero entonces la escuché reír al teléfono y al parecer quien sea que haya llamado la puso de buen humor.
—Que bueno que me avisaste Brenda, sabes como soy y estaba a punto de darle su castigo de la próxima semana —se echó a reír.
Es algo que nunca entenderé, cómo les puede hacer gracia decir que van a castigarnos como si fuera divertido para ellas. Solo puedo rodear los ojos mientras sigo parada allí esperando a que termine de hablar, doy vuelta el panqueque se estaba a punto de quemar, ya que lo dejó ahí en el fuego y la escuchó caminar hasta donde me encuentro en silencio.
—¿Por qué no me dijiste que veías a Marlon de nuevo? —fruncí mi ceño confundida y ella se colocó el teléfono a la altura de la barbilla esperando una respuesta.
Supuse que hablaba del pelirrojo, con que se llama Marlon. Mi cerebro estaba tan concentrado grabando cada expresión de su rostro y de su cuerpo que olvidé por completo preguntarle su nombre. Pero la parte que no llegaba a entender es porque dijo "De nuevo", era la primera vez que veía a Marlon.
—¿De nuevo tía? No te estoy entendiendo —alce una ceja y me apoyé en la mesa.
—Bueno, imagino que no te acuerdas de él, no me asombra, ya que tienes muchas cosas en la cabeza, pero siempre jugaban juntos de niños —sonrió con melancolía mientras quitaba el panqueque y ponía a hacer el siguiente— Ustedes dos eran inseparables, siempre estaban jugando juntos por la playa y a veces te ibas a quedar a dormir a su casa.
—¿Es por eso que Brenda siempre es tan agradable conmigo? —buscaba en mi mente algún recuerdo donde estuviera el pelirrojo, pero no encontraba nada.
—Brenda es amable de naturaleza, pero la verdad es que te tiene mucho cariño —llevó el plato de panqueques a la mesa y yo me encargué de las tazas.
—Bueno, me tendrías que haber dicho, debo haber quedado como una tonta con los dos —suspiré sirviendo el café para ambas.
—Ambos saben lo que sucedió Marlenne y no van a molestarse por algo como eso —se dejó caer agotada sobre la silla y le dio un gran trago a su taza de café— Pero me alegra que de nuevo pasen tiempo juntos, te hará bien tener un poco de compañía.
—No hables como si no tuviera a nadie, te tengo a ti tía, en la ciudad tengo a Josua, a Glen y otros amigos —puse una sonrisa de labios cerrados.
La verdad es que extrañaba a mi grupo inseparable de amigos, pero mi tía no quiso dejarme sola o en la casa de alguna amiga porque sintió que sería una molestia para ellos. También la entiendo, luego de que nuestra propia familia me tratara como una, yo tampoco quería quedarme en ningún otro lugar.
Los primeros días todo el tiempo estaba con el celular en la mano hablando con ellos, me preguntaban qué tal estaba el lugar y las chicas sobre todo querían saber si tuve la suerte de encontrar un galán. Ahora parece que ya se acostumbraron a mi ausencia, o quizá sea que están muy ocupados disfrutando del verano, pero el único que aún me escribe para saber como va todo es Josua. Él sigue escribiendo y contándome como va todo mientras me encuentro lejos, pero de todos modos nada es lo mismo.
A la tía Amelia no le cae muy bien Josua, dice que es un chiquillo mimado que siempre quiere conseguir sus caprichos y que aunque no me dé cuenta tiene una obsesión conmigo. Para mí esas si son cosas de su cabeza, es un chico muy atento que siempre ve por mi bienestar y que además es un gran amigo.
Desayunamos en silencio, después de un par de horas me di una ducha y sin darme cuenta me quedé dormida. Desperté por el ruido de mi tía en la cocina, ya se estaba preparando para irse a trabajar y yo me quedaría despierta otra noche más por ser tan tonta.
—Bebiendo café a estas horas —dije al mirar dentro de la taza y ver el líquido n***o.
—Sabes que es la única manera de que soporte la tortura de las guardias nocturnas, cuando no es una de esas noches agotadoras se vuelve una noche demasiado tranquila y aburrida —soltó un suspiro audible y la miré recogerse el cabello.
—No sé hasta cuando vas a aguantar ese trabajo tan agotador tía, podrías estar a cargo de las empresas, pero te niegas —me senté sobre una silla mientras la miraba moverse nerviosa arreglando todos los detalles.
—Eso puede resultar ser más estresante y agotador de lo que piensas cariño, además no tengo cabeza de ejecutiva —siempre se excusaba con lo mismo, se sentó frente a mí con una sonrisa amplia— Esta noche no pienses en salir, le pedí a Marlon que venga a hacerte compañía en la noche para que no tengan que salir fuera.
Se me borró la sonrisa que tenía sobre los labios, en qué momento sacó la conclusión de que yo quería pasar mi tiempo en la casa con Marlon que cuando lo tengo cerca me pone nerviosa. Tome su celular y se lo puse en las manos rápido a lo que ella me miró con confusión.
—Márcale a Brenda y dile que no, que sigo dormida —casi chillé y ella se empezó a reír— No es gracioso que le digas que no venga, no puede venir.
—Cariño ya está de camino, no hay vuelta atrás —el timbre sonó y ella levantó su dedo con la boca semi abierta— Ahí llegó.
Me fui corriendo a la habitación antes de que entrara, estaba hecha un desastre y no quería verlo. Busque en el armario y me coloqué lo primero que encontré, algo que no fuera una bata sería mucho mejor, pero seguía siendo un desastre.
Mi cabello estaba desastroso y no me dio tiempo a acomodarlo cuando la puerta sonó. Miré a mi alrededor y todo era un verdadero desastre, porque diablos no me consultaba nada de lo que sucedía aquí.
—No me gusta esperar —abrió la puerta sin autorización y se quedó mirando mi habitación con una sonrisa divertida— Esto es un desastre, peque.
No solo se estaba atreviendo a criticar mi habitación, sino que también me acababa de llamar pequeña y todo en una misma frase. Maldita sea, se hubiera quedado en su casa con su sexy trasero aplastado en el sofá y todo hubiera estado mucho mejor.
—No te di autorización de pasar, tampoco te estaba esperando, asÍ que es normal que esté todo así cuando estuve dormida todo el día —me lancé sobre la cama.
—Oh vamos, pasaremos una tarde y noche divertida, solo los dos —enfatizó en sus últimas tres palabras y mi piel se erizó del escalofrío que recorrió mi cuerpo.
En realidad la noche fue más divertida de lo que pensaba, se ofreció a ayudarme a organizar la habitación y aunque no fue la mejor idea porque terminó revisando mi ropa interior, tuvimos una guerra de almohadas. Luego nos fuimos a la sala, hice palomitas para compensarlo por ayudarme a ordenar la habitación y pusimos una serie.
—Ven aquí pequeña —extendió sus brazos al verme hecha bolita sobre el sillón.
—Debes dejar de tratarme como una niña —rodee los ojos.
Él se acercó a mí y me rodeó con sus brazos sin darle importancia a mis palabras, en algún momento de la noche me quedé dormida en sus brazos mientras veíamos la televisión.