Rayne Rose, la primera vez que se escuchó ese nombre en las calles de Inglaterra causo conmoción. Era una noche de gala de la más alta estirpe del lugar, totalmente exclusivo. Una mujer de una belleza fría, de unos cabellos negros como la noche y una piel tan blanca como la leche, que llegaba a llamar la atención de los caballeros de la sala, ocasionando que las doncellas, rechazaran rápidamente su compañía. Pero en realidad a simple vista Rayne no tenía nada de especial, era la acompañante del hijo de un Duque, una pueblerina que no sabía nada sobre clase, modales o valores. Criada por su madre, procedente de una familia humilde y con una hermana melliza que la sociedad prefería, y llamaría aceptable. Aun así no llamo mucho la atención de nadie, por lo cual rápidamente paso al olvido. La segunda vez que se escuchó su nombre ella no se encontraba, esta vez, entre grandes salones, en vez, en un cuarto húmedo frío, una prisión siendo acusada de asesinato. Pero ¿Sería acaso una mujer de su extremada belleza de algo tan atroz?
Puedo decirles, que todo comenzó a causa de un beso, fue un beso, lo que la llevo a la locura.