
Gemina Treviño es la mente maestra detrás del imperio Urriaga, pero su genio permanece en la sombra de Roberto, su jefe, quien la tiene presa en una cárcel invisible. Bajo su aparente lealtad se esconde una mujer atrapada, manipulada y silenciada por el hombre al que ayudó a alcanzar la cima del poder.
Augusto lo sabe: para derrocar a Armando, debe arrebatarle lo que más teme perder; Gemina.
Pero ella no es una presa fácil. En público, es impecable, recatada, irreprochable. Una mujer que parece inmune al deseo… hasta que Augusto descubre su punto débil, una grieta apenas visible en su fachada perfecta.
Con una propuesta que desafía todas las reglas, Augusto le ofrece lo impensable: compartir la presidencia del imperio Urriaga.
Y Gemina acepta. No por ambición, ni por dinero. Acepta porque ha llegado el momento de destruir al hombre que la quebró: Roberto. Hará que pierda todo. Lo arrastrará hasta la humillación, hasta que se arrodille ante ella y le ruegue perdón.
Y mientras maquina su gran traición y la caída del presidente del imperio Urriaga, Gemina sabe que no puede hacerlo siendo la misma. Necesita destruir a la mujer que todos conocen y reinventarse por completo: crear una nueva versión de sí misma, una mujer capaz de estar a la altura del poder que ocupará al lado de Augusto.

