Fiesta de compriso

1310 Words
—¡Todavia no puedo creer que te vayas a casar! —le dijo Irene a Tamara con una sonrisa. —¡Ni yo!, ¡esta noche ponte guapa, eh!igual ligas en mi fiesta de compromiso...—soltó guiñándole un ojo. —Siempre dices lo mismo, ¡mírame!, ¿en serio crees que esto tiene arreglo? —expuso Irene señalando su cuerpo. —Ay, Irene... —suspiró Tamara —¿Cómo quieres que te lo diga, eh?, eres preciosa así, solo tienes que arreglarte un poco y olvidarte de los chándals, eres muy guapa —la abrazó y se le iluminó la cara por una idea—cuando salgamos del trabajo, nos vamos a comer y de compras, te voy a elegir yo la ropa —añadió convencida. —¡No, no!, que te conozco...— Irene movía la cabeza de lado a lado. —¡He dicho que si y no hay más que hablar!, es mi fiesta de compromiso y tú mi mejor amiga, ¡me lo debes! —insistió dándole con un dedo en el pecho. —Está bien, como quieras, pero luego no quiero que te quejes —aceptó a regañadientes. La tarde fue una locura, Tamara era puro nervio yendo de compras, le hizo probarse mil vestidos y conjuntos. —¡Ese es perfecto! —gritó Tamara al verla. Irene llevaba puesto un vestido n***o y blanco escotado, demasiado escotado para su gusto, cualquier escote sería demasiado para ella. —Que se ponga este sujetador —le dijo la dependienta tendiéndole la prenda. Irene no paraba de suspirar, se puso el vestido que le llegaba por las rodillas, era elegante y cómodo a la vez, le sorprendió bastante, se miró al espejo y no le pareció ella, su cuerpo tenía una forma que no había visto antes, sus pechos estaban altos, la cintura marcada, parecía hasta atractiva, y sus piernas más largas de lo que eran, "no seas idiota, un vestido no hace magia", se recriminó. Salió del vestidor muy avergonzada tapándose la cara. —¡WoW!, ¿¡quién eres y qué has hecho con mi amiga!? —bromeó Tamara. —¿Te gusta? —preguntó Irene sorprendida. —¿Qué si me gusta?, ¡me encanta!, ¡estás preciosa!, ahora solo falta maquillarte, y el pelo... el pelo suelto, tienes un pelo precioso —fue la última palabra de Tamara. Irene no le iba a discutir, era su fiesta y le iba a dar el gusto, que más daba lo que pensaran de ella, Tamara la llevo a una estética para cumplir esa última parte. —Que sea natural, su cara ya es muy dulce —opinó a la chica. —Lo es, no necesita casi maquillaje, solo resaltaré estos ojazos —agregó la esteticién. Irene se estaba poniendo colorada, no paraban de hablar, como si ella no estuviera. Llevaba su vestido en una bolsa y ya estaba el maquillaje a prueba de agua y borrones. —Cuando salga de la escuela voy directa ¿vale? —le dijo a Tamara. —Si, vale, cambiate allí en el baño, para no llegar muy tarde, ¡estoy tan nerviosa! Irene la abrazó, feliz por ella. —Va a ser una noche perfecta. Se despidieron, fue a su casa, se duchó y se perfumó, le daba vergüenza llevar el vestido en una bolsa, sería evidente, así que lo metió en otra bolsa y en su mochila intentando que no se arrugase mucho. Al entrar a clase, todos se quedaron mirándola, Irene bajó la cabeza avergonzada, "¡por favor, que me dejen de mirar!" pensaba según sentía las mejillas arder. —¡Estas preciosa, Irene! —le dijo Estefanía con una sonrisa. —Yo... es que tengo una fiesta de compromiso después —explicó tímida a sus compañeros. —¡Espero que lo pases genial!, de verdad, estás muy guapa —Estefanía le guiñó un ojo. ¿Qué le pasaba a la gente?, hoy no paraban de adularla y eso la incomodaba. Rubén se dio cuenta del pequeño cambio de Irene, pero no dijo nada, su mirada se desviaba disimuladamente y en contra de su voluntad, de vez en cuando, pero intentó ignorarla cara a la clase. Al acabar, Irene esperó que todos se fueran para ir al baño a cambiarse, se puso la ropa interior, el vestido y los tacones, se miró al espejo y nuevamente pensó que estaba mirando a otra mujer, se sintió tentada de quitarse todo e irse a casa, pero era su mejor amiga y no se lo perdonaría nunca, así que hizo de tripas corazón y suspiro fuerte ante el espejo, antes de salir del baño. Al salir chocó con Rubén, su boca quedó entreabierta, las palabras no salían, Rubén la miró de arriba a abajo. —¿Dónde vas así vestida? —preguntó él. Irene lo tomó como una crítica y se sintió tan ridícula que se le calló una lágrima, para ella era muy difícil tener seguridad y confianza —Irene, no llores, no lo decía en el mal sentido, ¡estás genial!, tus pechos...—lo dijo sin querer, su mirada se había dirigido a esa zona, mirando la montaña asomar, imaginando lo que escondía ese escote. Irene se puso colorada, "¿había dicho pechos?". —Perdona, no se por qué he dicho eso —su expresión era de confusión. —No pasa nada —contestó tímida. Al verla tan dulce y sexy a la vez, Rubén no aguantó el impulso de besarla, la metió al baño según saboreaba el dulzor de sus labios y acariciaba el suave cabello que caía sobre su cara. Apoyada contra el lavamanos, miró a Rubén a los ojos, intentando adivinar que iba a hacer, él, lentamente, la miró a los ojos, acercando su boca y la besó de nuevo, acarició el cuello, atrayéndola hacía él. Metió la lengua en la boca de Irene, jamás la habían besado así, tímidamente apoyó una mano en su pecho y continuó el beso, la otra mano de Rubén bajó por las piernas hasta llegar al borde del vestido, se metió por debajo, despacio, llegó a las braguitas y presionó con dos dedos, Irene gimió y apoyó una mano en el borde del mueble, Rubén apartó las bragas un poco para llegar a su humedad, la siguió acariciando y metió los dedos dentro, Irene no paraba de gemir según sentía los dedos dentro de ella, la masturbó hasta que ella se corrió y quedó aturdida por el orgasmo. Rubén la miró satisfecho, sabía muy bien como satisfacer a una mujer, pero inmediatamente se dio cuenta de dónde estaban y que eran profesor y alumna, su primera norma, incumplida, se enfadó consigo mismo, esa chica... le hacía perder la cabeza. —Perdona Irene, esto no debió suceder. Irene lo miró sin entender nada, son dos adultos, no veía el problema, ¿tanta vergüenza le daba estar con una gordita?, ¿por qué había hecho eso entonces?, Irene se arregló el vestido y salió pensando, que deseaba que le tragara la tierra. Solía ser reservada con estas cosas, así que no contó nada a Tamara, aparte, era su fiesta y no iba a amargarla, puso su mejor sonrisa y disfrutó del evento. Irene estaba en una esquina metida en sus pensamientos cuando llegó Tamara. —Irene, te presento a Jorge —le dijo colocándose enfrente de ella —.Jorge, ella es Irene —añadió señalándola. Le presentó a un hombre bien parecido, después de las formalidades, estuvieron un rato hablando y continuaron la fiesta, al acabar la noche, Jorge se acercó a ella. —Me gustaría mucho verte otro día, tomar un café juntos, o ir a cenar —le propuso. Irene se sorprendió, ¿pero qué estaba pasando?¿los hombres estaban locos ?, igualmente, aceptó feliz la propuesta, Jorge le había caído muy bien.
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