Con los ojos vendados y el corazón a millón, Ángela Watson no entendía que diablos estaba pasando. Esa noche, al salir del hotel donde se estaba hospedando, estaba lista para reunirse con unas amigas en un bar un tanto retirado, mientras que esperaba algo impaciente que su taxi llegará, alguien la tomó por la espalda y con la misma silenciaron sus labios.
En cuestión de nada, una enorme camioneta negra aparca frente de ella, y vio como la introducían en el interior del coche, una vez dentro del mismo cubrieron su cabeza con una funda y la obligaron a no decir una sola palabra.
Desde luego que obedeció, puesto que el miedo se había apoderado completamente de ella, no entendía porque la estaban secuestrando esas personas, de las cuales desconocía sus rostros. No era una mujer con una familia adinerada, y mucho menos era de ese país, simplemente, era una extranjera que estaba pasando unas pequeñas vacaciones.
“Sobre todo vacaciones”
Pero sus planes se arruinaron en cuanto fue secuestrada por quien sabe quién… y allí estaba, recordando cada espantoso detalle de lo que había sucedido; con la agonía de saber qué demonios iban a hacer con ella. La castaña intenta descubrir donde estaba acostada, al parecer era sobre una cama, ya que era cómoda y acolchonada. Pero tanto sus manos como los pies estaban atados, sus labios sellados por una cinta adhesiva y sus ojos fueron cubiertos por una tela.
Desde que el coche se detuvo y fue bajada del mismo, no consiguió ver nada, y nadie decía nada. Excepto cuando alguien ordeno que la llevaran a una habitación, eso si la hizo temblar.
Estaba muerta del miedo, y mientras que forcejeaba y jalaba los amarres, más daño se hacía. Era inútil que intentará escaparse… de pronto, escucha el sonido de la puerta, Ángela se pone en alerta, todo su cuerpo se tensa al sentir una pequeña brisa fresca recorrer la piel desnuda de sus piernas. Por desgracia, aquella noche usaba un vestido, por ende podía sentir que tan expuesta estaba.
Intenta mantener las piernas juntas y también conservar la calma, no era idiota, en esa posición sería una tentación para cualquier hombre. Bueno, asumía que el que había entrado era uno, dudaba que una mujer estuviera detrás de todo aquello. Ella hace lo posible por prestar atención a los pasos de quien sea que había entrado, cuando de la nada siente que tocan su tobillo delicadamente.
Todo su cuerpo se puso rígido, apretó las piernas con más fuerza mientras que jalaba los amarres de sus muñecas.
—Si continúas haciendo eso, únicamente conseguirás lastimarte las muñecas —Ángela escucho la voz de un hombre y dejo de luchar, era una voz gruesa y atrayente —. Te voy a soltar, pero si intentas huir o siquiera gritar, te va a ir muy mal, mueve la cabeza para afirmar si comprendiste lo que te he dicho.
La castaña obedece y asiente rápidamente… luego de eso, siente que sus pies estaban siendo liberados, pero ella ni intenta moverse, las amenazas de un secuestrador no eran para tomarlas en vano. Seguidamente, sus manos fueron soltadas y segundos después la castaña se arrincono en una esquina de la cama.
Prefirió no quitarse la venda de los ojos, lo que menos deseaba era ver la cara de quien la tenía apresada. Pero no consiguió librarse de eso, puesto que ese hombre se encargó de quitársela en conjunto con la cinta de los labios. Sin embargo, Ángela mantuvo los ojos cerrados y no dijo una sola palabra.
—Mírame —Le ordenan, pero esa vez ella no obedece —. Te dije que me miraras —La castaña se atrevió a contestar con una negativa de cabeza.
Sin previo aviso, ese hombre la toma del mentón y de la nada, la castaña siente como sus labios fueron tomados por los de él. En ese momento, Ángela abrió los ojos, fijándose que ese hombre la estaba besando, pero mirándola a los ojos. En cuanto ambos se miraron a los ojos, él se separó de ella al instante, pero quedando relativamente cerca.
—¡Vaya! Al parecer hay que besarte para que puedas mirar a las personas a la cara —La voz de ese hombre era tan cautivadora que ella no entendía que carajos le pasaba cuando lo oía hablar.
—¿Qué es lo que quiere? —Termina por preguntarle —. ¿Porque me ha traído aquí?
—La verdad es que, aun no sé qué es lo que quiero de ti, pero podemos averiguarlo —Fabián mira los labios de esa mujer mientras que le sugiere que sea buena con él.
Después de haberla besado, quedo con ganas de un poco más de ella. Ahora entendía lo que quería de ella. Relame sus labios y muestra una leve sonrisa pervertida. Pensaba hacerla suya esa misma noche.
—¿Está usted loco? como pretende que yo voy a querer algo con usted después de haberme secuestrado—La castaña frunce el ceño.
Por supuesto que esperaba que ella no colaborará con sus planes…
—Digamos que, me gusta hacer lo que me dé la gana —Musita casi cerca de sus labios —. Además, te prometo que no te vas a arrepentir de nada de lo que pase esta noche.
—Ni por un millón de dólares me acostaría con usted —Musita con molestia.
—Dudo que te niegues a tener sexo conmigo, si te ofrezco esa cantidad de dinero —Fabián acaricia la mejilla de Ángela —. Pero realmente, espero no tener que pagarte esa cantidad de dinero para meterte en mi cama. Pretendo que lo hagas por tus propios medios.
—Se quedará esperando, porque no pienso acostarme con usted. ¡Es un delincuente! —Vocifera en la cara de Fabián, y con ello se aleja de él.
El CEO la mira seriamente, era rebelde… y eso le gustaba, así que sonríe de medio lado. Muerde sus labios y justamente, en ese instante oye tragar saliva a la castaña.
—¿Cómo te llamas?
—Si me rapto debe saber cómo me llamo.
—Esto no es un secuestro, puedes irte cuando quieras —Ella expande los ojos, y se pregunta si era una broma.
—Pero, me tomaron a la fuerza saliendo de mi hotel.
—Bueno, pequeños detalles. Yo te mande a traer, digamos que no fue un secuestro, más bien una invitación.
—¿Qué clase de invitaciones hace usted?, esto es de todo, menos una invitación, señor—Ella eleva una ceja.
—No creo ser un hombre común y corriente.
—Eso puedo verlo —Lo mira con recelo.
—Y entonces, ¿Me dirás cómo te llamas?
—Ángela —Fabián sonríe con malicia.
—¿No quieres saber cómo me llamo?
—No me interesa saberlo, la verdad es que prefiero irme de aquí, le prometo que no lo denunciaré. Solo quiero regresar a mi hotel y olvidar todo esto. Por favor, déjeme ir.
Fabián se mantiene serio, por supuesto que no quería dejarla ir. Aunque tuviera toda la libertad para hacerlo, al menos no se iría de su casa hasta que consiguiera hacerle el amor. La verdad, es que estaba muy cabreado por cómo le hablo en el restaurante, y fuera de eso parecía que no lo recordaba de esa tarde y eso acrecentaba más su irritación.
Si la hacía suya, ese arrebato de ira que lo estaba consumiendo por dentro desaparecería y se sacaría a esa mujer de la cabeza. Sencillamente, necesitaba tenerla en su cama exclusivamente por una noche.
—En ese caso —Él se irgue, imponiendo su tamaño ante ella —. Únicamente, podrás irte de mi casa si aceptas acostarte conmigo, esta noche.
El castaño guarda sus manos en los bolsillos mientras que espera una respuesta de esa mujer. No tenía más remedio que aceptar, si no lo hacía, fácilmente; podría tenerla en su casa todo el tiempo que le diera la gana, hasta que accediera a su petición.
Total, no se metería en ningún problema por retenerla algunos días. Sabía que ella iba a ceder en cualquier momento, y cuando eso ocurriera, él la tomaría y al siguiente día seria como cualquier otro. La olvidaría y no la volvería a ver.
—Y bien, ¿Qué me dices, Ángela? ¿Aceptas mi proposición?