Capítulo III

828 Words
Después de lo sucedido pasé un par de horas en esa misma posición. Poco después decidí levantarme de la cama, me dirigí al baño a darme una ducha. Mientras el agua caía limpiando mi cuerpo me sumergí en mis pensamientos, con todo los sucesos que había vivido me había acostumbrado a reprimir todo mi dolor: había entendido que mi misión en esta vida era hacer todo lo que se me ordenara sin poner resistencia. Después de un largo baño, salí de la ducha. Me acerqué a la cómoda donde encontré una nota, la tomé y la miré. No sabía lo que éste decía, en ese momento desee saber leer, dejé el papel en su lugar, me acerqué al clóset para elegir un vestido: habían miles, tantos elegante como casuales como los que había visto por la televisión. Elegí uno casual perfecto por el clima caluroso de la hacienda. Luego me acerqué a la ventana, ya estaba oscureciendo, a lo lejos visualice unos hermosos animales, al parecer eran caballos. Tenía curiosidad por experimentar el mundo, ese que sólo había conocido a través de una pantalla, anhela tocar con mis propias manos cada flor que crecía en el pasto, acariciar el pelaje de los animales, sentir cada textura de la naturaleza. Suspiré resignada y luego vi el reloj en la pared, de las pocas cosas que me había enseñado mi padre fueron las horas del reloj, claro lo había hecho simplemente para su beneficio. Las agujas giraban lentamente marcando los minutos, de pronto unos golpes en la puerta me sobresaltaron. —Señorita, el patrón lo esta esperando—me dijo Celia luego de ingresar a mi habitación. Me puse de pie y baje con ella, en el comedor Foster ya estaba en su lugar. —¿Por qué diablos no bajaste a la hora que te deje escrito? Odio la impuntualidad—mencionó con un tono molesto, sus expresiones faciales y las arrugas en su frente indicaban que estaba realmente furioso. Mis piernas comenzaron a temblar nuevamente, mi corazón se aceleró y mi garganta se seco: ese hombre me daba miedo solo con su tono de voz. —Es que yo...no se leer señor—pude responder nerviosamente. Él me vio por un momento incrédulo por lo que decía. —¿Tu padre no te envío a la escuela?—preguntó limpiándose con la servilleta. Miré hacia abajo a un punto vacío para poder responder. —No señor, jamás fui a la escuela—dije atropelladamente. Foster guardó silencio por un momento analizado mis palabras. —Ya veo—contestó cortante— Siéntate a comer, no quiero que te mueras de hambre—me ordenó señalándome la silla, hice lo que me pidió me senté lentamente con algo de pena—. En cuanto a ese asunto, contrataré una institutriz para que te enseñe lo básico—dijo continuando con su comida—. Por cierto mañana vendrá una ginecóloga a explicarte los métodos anticonceptivos, no necesito que ningún mocoso venga a ruinarme la vida en estos momentos —finalizó fríamente. Sólo asentí con la cabeza ante su información, solo pensar estar con él de nuevo mi cuerpo tiembla automáticamente, decidí comenzar a comer para disimular mi temblor—.Ahora te explicaré cuáles serán las reglas que debes cumplir, sino lo haces no dudaré en matarte—dijo poco después en tono de amenaza. —Si, señor—respondí mirándolo levemente. —Muy bien, las reglas son las siguientes: tendremos sexo cuando yo te lo pida; nunca entres a mi habitación o a mi despacho; debes hacer todo lo que te pida sin protestar; puedes salir a caminar solo en la parte frontal de la hacienda; debes acompañarme a los eventos sociales que yo te pida; está prohibido hacer amistad con los empleados y por último: Jamás debes decirle a nadie lo que veas o escuches sobre lo que pasa en esta hacienda —mencionó seriamente—.El único papel importante que tendrás en esta casa, es ser mi mujer y nada más— recalcó—.En cuanto a las tareas de la casa, no te metas en eso, para eso están las de servicio ¿Entendido?—finalizó con una mueca que no pude identificar. —Si—respondí de inmediato. Él se puso de pie, se acercó a mi y me sostuvo de la quijada. —Ahora termina de comer, después sube a tu habitación. Esta noche serás mía de nuevo—dijo besándome levemente. Foster salió del lugar con una sonrisa macabra en su rostro, sus palabras causaron que el hambre se me quitará. Solo al recordar como me trató la noche anterior, se me iba el alma del cuerpo, quería salir corriendo de ese lugar, pero eso no era posible, todo el interior y exterior estaba custodiado. No tuve otra opción que regresar a mi habitación a esperar a ese maldito que me había comprado. Ahora era su compra y no podía hacer nada al respecto.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD