Capítulo II

1497 Words
Salimos de la oficina de mi padre, pero antes de llegar a la sala de estar él detuvo sus pasos. —Si quieres puedes llevar alguna pertenecía personal. No te preocupes por ropa y esas cosas, eso ya lo tengo resuelto—me informó. —De acuerdo iré a traerlo—le respondí girando de nuevo por el pasillo, sabía perfectamente que llevar. —Espera, yo te acompaño—se ofreció cortésmente. Ambos bajamos al sótano donde encendí la luz, la cual sólo lo hacía mientras mi padre no estaba en casa, ya que él no le gustaba verla encendida. Foster bajó las escaleras, observó todo a su alrededor, seguramente se sorprendió por las condiciones del lugar. —¿Esta es tu habitación?— preguntó haciendo una mueca con su nariz por el olor de la humedad. —Si, señor. Esta siempre ha sido mi habitación—le confirme mientras me desplazaba hacia una esquina donde un ladrillo estaba flojo, saqué de la pared un libro no tan grueso y lo tomé con fuerza—.Listo, ya tengo lo que necesito—agregué para que nos marcháramos. Subimos por la escalera regresando a la sala de estar, Foster se veía pensativo. Mi padre al vernos se puso de pie. —¿Cuál es su decisión señor Foster?—preguntó mi padre de inmediato. —La compraré, tu deuda está saldada. Ahora debemos irnos, dejaré que se despidan—respondió de inmediato—.Te estaré esperando en el auto— mencionó está vez dirigiéndose a mi. Él y sus hombres salieron de la casa poco después. La cara de alivio de mi padre era indescriptible, como si se hubiera quitado un peso de encima. —Espero que te comportes como se debe, complácelo en todo lo que él te pida—me dijo sin sentimiento alguno. Sus palabras ya no me resultaban extrañas, no después de enterarme que me había vendido. —¿Por qué me vendiste papá?—me atreví a preguntarle. Mi padre se acercó y me tomó de la barbilla fuertemente para que lo mirará en ese momento. —Ya te lo he dicho antes, no me interesas. La única persona que he amado en este mundo fue a tu madre y ahora que ella no esta, no me importa nadie más— respondió con rabia—. Ahora lárgate, ya no serás un estorbó para mí — dijo fríamente soltando mi barbilla con brusquedad. No era la primera vez que me lo recalcaba, sabia que mi madre fue importante para él, no pude evitar llorar en silencio. Las lágrimas salieron de mis ojos sin poder detenerlas. Mi padre siempre me decía que no me quería, esa era la razón por la cual me trataba así. Me sequé las lágrimas, caminé a paso lento hacia la salida sosteniendo fuertemente el libro de cuentos infantiles que mi madre había comprado para leérmelo. No miré hacia atrás: no quería verlo mas. Cuando salí el sol estaba radiante, el azul del cielo era tan hermoso como lo había visto desde la pequeña ventana del sótano. Los colores de cada objeto era deslumbrante, el aire puro que respiraba era exquisito: era la primera vez que salía al exterior. Temerosa caminé hacia el auto n***o que me estaba esperando. Uno de los guardaespaldas me abrió la puerta, ingresé al interior tímidamente. La puerta se cerró y en pocos segundos el auto arrancó. Miré por la ventana los bellos paisajes, que solo veía en ciertas ocasiones en la televisión. El auto ingresó a un camino de tierra donde los árboles y la naturaleza estaba presente: era un lugar muy hermoso alejado de la ciudad. En poco minutos llegamos frente a un inmenso portón de metal desde el exterior pude observar a una cierta cantidad de hombres vigilando los alrededores. Poco después las puertas se abrieron para que el auto ingresará. Una vez que el auto se detuvo, Foster me pidió que lo siguiera. Bajé del auto y lo seguí, me quedé embelesada por la hermosa finca frente a mi, poco después ingresamos al interior de la casa: está era rústica y algo moderna. Una señora con un traje de servicio se acercó a nosotros algo nerviosa. —Celia, te presento a Diana. Se quedará con nosotros por un tiempo—le dijo Foster. —Es un placer conocerla señorita, cualquier cosa que necesite no dude en pedírmelo—mencionó ella amablemente. —Muchas gracias—le respondí agradecida. —Sírvenos el almuerzo, muero de hambre le ordenó. Celia se despidió para ir de inmediato a la cocina. Nos desplazamos al comedor el cual era una mesa de caoba con un diseño muy hermoso. —Siéntate —me ordenó. Obedecí y tome asiento en la silla de su izquierda. Coloqué mi libro en otra silla que estaba vacía. Celia ingresó y comenzó a servir la comida, una vez que terminó se retiró. Él disfrutaba de la comida amenamente, hasta que se dio cuenta que yo no estaba comiendo. —¿No tienes hambre?—preguntó con curiosidad. —Estoy esperando su permiso para comenzar a comer—le respondí con las mejillas rojas. Mi respuesta le pareció extraña. —No necesitas mi permiso para comer o hacer las cosas que tu quieras. Ahora vives conmigo y no con tu padre—aclaró tomando su bebida. Ahora que lo pensaba, él tenía razón, ya no estaba bajo las reglas de mi padre. Tomé el cubierto y comencé a comer, lo hice despacio para no evidenciar mi hambre: la comida estaba exquisita. Poco después uno de los hombres de Foster ingresó a la sala. —Patrón disculpe, ya tenemos al informante en el establo—le informó. Él al escuchar la noticia se puso de pie. Llamó a Celia y le pidió que me mostrará la habitación que iba a utilizar, poco después ambos salieron de la casa. Celia me llevó la segundo piso, llegamos a la habitación: era amplia, con un closet gigante con todo lo necesario, una cómoda con todo los accesorios femeninos que me pudiera imaginar. Me asomé por la ventana y pude ver a Foster ingresar a lo que parecía ser el establo, mi curiosidad aumento por saber que clases de cosas hacía el hombre que me había comprado. Me las ingenie para salir con cuidado sin ser vista por algunos de los vigilantes, al llegar al establo pude ver a través de las aberturas de la madera lo que estaba ocurriendo en el interior: Observé a Foster golpear salvajemente a otro hombre que se encontraba amarrado a una silla, varios de sus guardaespaldas lo acompañaban. Este hombre suplicaba por su vida, pero Foster no quiso escucharlo, al contrario le respondió que las personas que lo traicionaban tenían ese fin, luego cargó el arma que sostenía en su mano y le disparó directamente en la cabeza. Al ver eso me tape la boca por inercia, estaba nerviosa y asustada. Decidí regresar al interior de la casa para no ser vista. Al llegar a mi habitación me tiré sobre la cama abrazando fuertemente la almohada. Pensé que nada mas iba a pasar pero me equivoque, él ingresó muy enojado. —Así que eres curiosa—me dijo, seguramente me había visto cuando estuve espiándolo en el establo. Me puse nerviosa y mi cuerpo comenzó a temblar. No sabia lo que me iba a hacer, le suplique a Dios que me protegiera. Él Se acercó a mi y se colocó encima para inmovilizarme, abrió mis piernas para colocarse entre ellas, luego levantó mi vestido. Quise defenderme pero no pude él era mas fuerte que yo, de un tirón me quitó la ropa interior—. Ahora tendrás tu castigo— mencionó bajándose el pantalón para luego penetrarme de golpe. Eso realmente me dolió, sus embestidas era cada vez más bruscas y dolorosas, él se dejó llevar por la rabia. Lo único que podía hacer era ahogar mis gritos de dolor. Lloré en silencio como solía hacer, las lágrimas salían de mis ojos sin parar: sentí que el corazón se rompía en mil pedazos. Una vez que Foster terminó se subió el pantalón. Yo simplemente me di vuelta y abrace de nuevo la almohada. Solo quería morirme en ese instante, jamás me imagine algo así—¿Por que lloras? Sólo te folle no es la gran cosa—pronunció como si nada. No le respondí, no tenia las fuerzas para pronunciar palabra alguna—.No me digas que fue tu primera vez— agregó. —Lo fue —le respondí con voz quebrantada, había sacado fuerzas para contestarle. Él guardo silencio un momento. —Bueno, estás cosas pasan, será mejor que te acostumbres— respondió fríamente—. Bienvenida a mi mundo —me dijo antes de marcharse. En ese instante lloré como nunca antes, necesitaba sacar todo el dolor y sufrimiento que sentía, y lo peor de todo, fue darme cuenta que había salido de un infierno para entrar a otro.
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