DOCE

1832 Words
Hoy empezaba la universidad, jamás creí poder estar emocionada con volver a estudiar, si en el instituto estaba loca por salir, pero bueno, así eran las cosas de la vida. Estaba listísima para entrar y convertirme en la mejor relacionista pública del país, lo iba a lograr, ser tan reconocida e importando como mi madre, quien por cierto, había venido a desearme suerte el día anterior, era la mejor. Era increíble, raro, emocionante... podría decir mil adjetivos más que describieran la liga de emociones que estaba sintiendo justo en ese momento; no sería nada fácil después de pasar casi seis meses sin relacionarme con mucha gente o salir a la civilización. Avancé por los pasillos, donde decenas de personas hablaban a la vez, se saludaban, gritaban, se tomaban selfies, entre otras cosas, para nada fue como creí, ¿cómo? se preguntarán, pues, pensé que entraría y todos voltearían a verme raro, por estar sola, y automáticamente me clasificarían dentro de algún grupo social, según mi apariencia, y según la misma, se me empezaría a acercar la gente. ¡Para nada! A penas y me miraron, menos mal. No sabía si era bueno o malo, tenía el presentimiento de que lo primero. Llevaba mi horario, mi mochila, no sabía exactamente dónde sería mi primera clase pero tampoco era tan complicado encontrar el salón, sólo había que ser un poco inteligente y utilizar la lógica. Una vez en el salón, pude sentirme más tranquila, si todos parecían igual de perdidos que yo, nadie hablaba con nadie, o al menos no con nadie del salón, lo que sí, todos usaban sus aparatos electrónicos. No quedaba yo fuera del grupo. No se me ocurrió más nada para entretenerme mientras llegaba nuestra maestra. Orientación institucional. Ya sabía de qué iba la materia pero como que estaba de más incluirlo de ese modo, podíamos llenar ese espacio con alguna materia realmente importante del pensum, pero bueno. Exigían que la eligiésemos de primera y era una materia totalmente obligatoria, no podía quemarte de trimestre pero sí que podía influir en tu índice académico. Sería mejor prestar atención. Eso hubiera hecho si la maestra se hubiese dignado a llegar, hubieron unos cuantos que hasta se levantaron y empezaron a abandonar el aula, para media hora después sólo quedamos poco menos de la mitad. Volví a sumergirme en mi teléfono, contestando los múltiples mensajes de mamá y Sabrina, quien me había abandonado en el estacionamiento para irse a su clase. ¡Buenísima hermana! ¿no? —¡Hola! —di un respingo llevándome una mano al pecho, la chica que había emitido aquel repentino chillido sustituyó su sonrisa por una mueca avergonzada— ay, lo siento. —No te preocupes, hola —le sonreí y volvió a hacerlo ella conmigo, arrastró su silla hacia mi mesa provocando un ruido desagradable que desvió, por unos segundos, la atención de todos los quedábamos en el salón hacia nosotras. Otra vez puso esa cara de pena. —Soy Helena, ¿eres nueva? —asentí obvia— digo, claro que eres nueva, o no estarías por tomar esta clase, ¿sabías que en esta clase nos juntan con alumnos de otras carreras? es como la oportunidad para relacionarte con otro tipo de persona, ¿no es cool? Dijo aquello tan rápido,, que apenas y alcancé a entender. Reí. —Te agobié, ¿no? agh, siempre la cago. —No, no —volví a reir— soy Ivvana, es un gusto, ¿quién te dio toda esa información? —Lo investigué —expresó con orgullo, era muy tierna, creo que me caía bien. —Genial, ¿cuál es tu área? —Comunicación social. —Te va muy bien —solté inmediatamente contestó. —Gracias. —Yo también estoy en comunicación. —¡¿En serio?! —asentí riendo, esa rubia tenía mucha energía, demasiada— ¿qué mención? —Relaciones públicas. —Yo, periodismo, cerca, igual podemos tomar muchas clases juntas, como introducción a la comunicación, semiótica, psicología del lenguaje... ¡me encanta! —Vas a ser una muy buena periodista, créeme. —¿Es un alago? —Por supuesto. —Pues gracias, tú también vas a ser la mejor la relacionista pública. —Desde luego que sí, ¿intercambiamos números? —¡Claro! Intercambiamos celulares, el suyo tenía un cover amarillo muy vivo con miles de stickers pegados atrás, cada una digitó su numero telefónico. —Es cool tu cover —piropeé. —¡Y el tuyo! —la miré riendo, es que sí era una ternura. —Es sólo beige —denoté volviendo a tener el aparato en mis manos— normal. —¿Lo normal es feo? —No. —Pues es normalmente cool. —Pero sí aburrido —Helena me observó con mala cara, como si acabara de matar el momento, reí. —Somos el dúo perfecto, la risueña y la intensa. Reí aún más. —Vamos a dejarlo en que sí. —Oigan chicos, dijeron que la maestra no va a venir, está en reunión con el decano. Una chica asomó la cabeza y soltó la información, y se fue, así, sin más. ¿No pudo avisarlo con tiempo? Yo con hambre y aguardando por una clase que no se iba a dar. —¿Creen que sea verdad? —preguntó un chico de la clase. —Bueno, parecía confiable —respondí encogiéndome de hombros. Entonces todos empezamos a levantarnos de nuestros asientos y a salir de la clase. —Tengo hambre. —Tengo hambre. Dijimos a la par Helena y yo al detenernos una frente a la otra en el pasillo. Ahora me caía un poco mejor que antes. Fuimos caminando hasta el comedor mientras compartíamos datos de nuestras vidas que no eran nada relevantes en la forjadura de nuestra relación de amistad. Pero sí eran graciosos. Allí sí que podía notar algunas miradas sobre nosotras, pero ¿saben qué? no me importó, ni siquiera me sentí incómoda por ello, así que sólo seguimos caminando hasta llegar al mostrados y poder pedir nuestra sabrosa, saludable y nutritiva comida; unas Lays. Tomamos asiento en la primera mesa vacía que se nos presentó en el camino y empezamos a comer y hablar a la vez, cuando ya no podía aguantar más y desvié la vista hacia la persona que me hacía pesar su mirada. Nada más y nada menos que Olivia, mi queridísima mejor amiga, con la que también me sentía molesta y no por nada en específico, así que me obligué a no ir hacia ella y mejor esperar si vendría hacia mi. No sucedió, al contrario, me dio una mirada extraña que no supe descifrar y salió de la mano con el tarado de su novio. —¿La conoces? —Es mi mejor amiga —Helena abrió los ojos muy grandes. —¿Y por qué no vino? ¿es celosa? —No creo que lo sea, la verdad. No importa, vive literalmente a un minuto de mi casa, ya nos vemos siempre. Mentí. Porque la situación actual de mi relación de amistad con Olivia, jamás sería tema de conversación con terceros. Lo cool de la universidad era que no había una hora fija para receso, ni siquiera había uno, simplemente estabas libre cuando otros estaban tomando clases y los otros lo estaban cuando estabas tomando clases tú. Amé eso. Me pasé más de la mitad del receso hablando con Helena hasta que me fue robada por, aparentemente, sus amigos, amigos que también se presentaron conmigo con la misma euforia de ella. Las próximas horas como universitaria fueron una mierda, literalmente así, y no volví a ver a mi única amiga allí, al menos no personalmente porque hicimos videollamada durante una clase e la que ella estaba, me gustaba esa chica, sí. Cuando hubo acabado mi jornada, esperé en el estacionamiento, junto al auto de mi hermana, al parecer ese día sí que iba a tardarse, o probablemente siempre se tardaba y eran cosas mías lo de que salía antes y se iba a ver con el novio misterioso. Quien sabe. Exactamente seis minutos fueron los que esperé sola antes de que dos chicos se acercaran a mi, eran lindos, sí. Pero ninguno como... Bien, sintonizamos otra vez aquí, eh. —Olivia. Fruncí el ceño profundamente cuando uno de ellos pronunció mi nombre. —No la asustes idiota —expresó el otro sonriéndome— es normal eso —se dirigió ya, a mi. —¿Soy famosa o algo así ya? —Todos saben de los nuevos —habló el que había dicho mi nombre— y más si son... así. —¿Así? —No le hagas caso. Entonces, él es Lucas y yo Tyler, si necesitas algo, no dudes en decirnos. —¿Por qué creen que si necesito algo iría donde ustedes? ¿Aparte, cómo sabré lo que es "donde ustedes"? Lucas sonrió mirando a Tyler. —Eres muy desconfiada. —Es lista —corrigió Tyler— tranquila, siempre estamos por ahí, y lo de ir con nosotros es cierto, podemos ayudarte si necesitas lo que sea. —Pero ¿porque sí? ¿por mi linda cara? —sí que era desconfiada, nadie hacía favores porque sí, y menos un hombre. Los conocía a todos. —Justo por eso, por tu linda cara —Lucas rió haciendo que sonriese también. —Idiota, tu amigo me cae mejor que tú. —Es mi primo. —Pobrecito, tener que compartir parentesco contigo. —Uhhh —Tyler soltó una carcajada mostrándome su puño para que lo choque— ahora me caes mejor, hoy habrá una fiesta en nuestra casa, estás invitada. —Gracias Tyler, pero dudo que vaya a la casa de dos desconocidos a una fiesta. —No vamos a secuestrarte. —Que sepa yo. —Exacto, que sepas tú —reafirmó Lucas con su sonrisita, su primo lo miró mal. —Bueno, si quieres déjanos tu teléfono y ahí nos confirmas si irás. Podemos pasar a buscarte. Me estaba sintiendo demasiado rara con tanta amabbilidad, nadie andaba siendo generoso por el mundo, así porque sí, y mucho menos ofreciendo ayuda desinteresada. —Mejor déjame tú el tuyo y yo te aviso si iré. —No irá. —Cállate Lucas, nadie está hablando contigo —Tyler no pudo aguantar otra carcajada mientras el otro chico me miraba ofendido, reacción que solo le duró ¿qué? ¿tres segundos? —Así es que me gustan —soltó sonriendo, rodé los ojos. Al final Lucas y yo terminamos intercambiando número también, así dejaba de j***r, aparte me convenía tener amigos por allí, uno nunca sabía. —Nos vemos en la noche. —No lo sabes. —Confío en que sí. —Adiós mi amor, ponte linda. —Lucas, siempre lo estoy —le dije con seguridad antes de ser yo la que abandonara el sitio, que no debía ya que estaba esperando a mi hermana, pero si no lo hacía, quedaría mal todo el drama de la frase. Que locura.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD