IVVANA
Me gustaría decir que me vi con Aiden los siguientes días, pero estaría mintiendo. Aún así —aunque sonara a celópata— casi lo prefería, porque doña Claire se había empezado a mostrar, mmm... demasiado más interesada en él de lo que me gustaría, se había pasado el día preguntándome cosas de él, obviamente sólo contesté lo trivial, y bueno, eso.
Igual de él no había quejas, había pasado una semana, sí, pero no hubo un día en el que no me llamara o escribiera, dependía de su nivel de ocupación. Porque sí, al parecer era un hombre muy ocupado.
Había pasado todo el día aburrida con la vida, primero, porque Sabrina —quien ya había salido de vacaciones— se había ido a una "reunión de amigos", sabía que utilizó esa excusa porque no quería que Claire se enterara de lo de su relación clandestina. La cosa es que se fue dejándome con la parte mala, mi prima, seguro que ahí se saldaron los cuantos favores que le debía.
Segundo, Aiden no me había hablado.
¿Por qué me sentía tan mal con eso?
Sólo era un mensaje de un amigo, tampoco estaba obligado a escribirme.
Quizás porque ese amigo te gusta, no lo sé, digo yo.
No uses sarcasmo conmigo, conciencia.
Soy tú.
Ya.
Igual no podía sacarme eso de la cabeza, me había acostumbrado a sus mensajes en seis días. No sabía que podía llegar a ser tan codependiente.
Y eso, que es tu amigo.
¡Que rápido se acostumbraba uno a lo bueno!
Me paseé por la cocina con cara de aburrimiento, ni siquiera había saludado a la señora del servicio, así que sentí una vergüenza profunda cuando lo hizo ella en un tono de reproche, respondí con un hola, me saqué mis cereales dietéticos y me tumbé en el sofá del salón mirando irremediablemente la pantalla de mi teléfono apagado.
¿Se había olvidado de mi?
No seas pesada, con razón no tienes novio.
¡Oye, no soy pesada!
Ya lo creo.
Estás siendo sarcástica otra vez.
Ajá.
Lo que faltaba. Ivvana Brens, loca.
Metí un puñado de cereal en mi boca agradeciendo que Claire aún no haya bajado a molestarme, estaba en una videollamada con su novio y el tal chico que le gustaba. Resulta que eran amigos, que interesante, eh.
¿Y si...?
Eso había estado intentando decirte.
¿Por qué no me dijiste?
Porque quería que lo pensaras solita, ¡Por Dios! Seguro que buscabas un tutorial sobre eso.
¡Y dale!
Escríbele ya.
¿Por qué no lo había pensado?
Podía escribirle yo, el lo había hecho todos los anteriores días, podía escribirle yo.
¿Y si me estaba probando?
Si lo hacía, había perdido las oportunidades de ser nov... amiga, de ser su buena y magnífica amiga.
Desbloqueé la pantalla y abrí su chat. ¿Mensaje o llamada?
Yo digo que llamada.
Mensaje.
Ivvana:
¡Hey!
¿En serio? ¿Hey? Serás idiota.
Esperé unos segundos, me desesperé porque no respondió, esperé otros más y volví a desesperarme. j***r, que intensa era.
El celular timbró haciéndome sobresaltar mínimamente.
Si no era él, iba a darme un infarto.
Lo miré.
Era él.
Bien, ahora hay que calmarnos. Miro el mensaje.
Aiden:
Hey.
¿Hey? ¿Y ahora que iba a responderle?
Enarqué una ceja para mí misma pensando en qué decirle.
¿Desde cuándo me había vuelto tan poco creativa? ¿Y si veía un tutorial sobre cómo responder conversaciones con chicos?
De aquí a que lo veas, seguro se desconecta.
Ivvana:
Espero no haberte molestado.
Aiden:
Un mensaje tuyo nunca es molestia.
¿Cómo estás?
Sonreí.
Ivvana:
Aburrida.
Aiden:
Para variar :)
Ivvana:
Si estuviera contigo no lo estaría.
Espera, ¿qué?
Oh, no, no, no.
Presioné el mensaje para eliminarlo pero ya lo había visto.
Escribiendo...
Mátenme.
Aiden:
¿Quieres que vaya por ti?
¿Por qué el corazón se me aceleraba?
Ivvana:
¿Qué planes tienes en mente?
Aiden:
Contigo, demasiados, pero prefiero no asustarte con ellos.
Bien, ¿cómo debía tomarme eso?
No quería irme por otro lado, pero curiosidad es curiosidad y no merece que nadie la ignore. Aunque tal vez...
Ivvana: ¿Cómo cuáles? prometo no asustarme.
Aiden: No, de verdad prefiero reservármelos. Ir a caminar, ¿te parece bien?
Ivvana: ¿Los chicos como tú hacen eso?
Aiden: Los chicos como yo hacen muchas cosas, Ivvana.
Ivvana: Bien, pues. Ven y nos vamos.
Dejé de responder centrándome en lo que debía hacer para empezar a alistarme, generalmente no daba tantas vueltas, pero sí que las daba.
Eso fue lavar lo que había ensuciado, dejarle un mensaje a Sabrina, alistarme y, por último, pensar en qué hacer con Claire, eso sí que suponía un gran problema y tampoco era tan mala como para dejarla sola, y menos allí. Bueno, la casa ya era segura pero ajá, uno nunca sabía.
—Pero no podrías abrir la puerta a nadie y mucho menos invitar a personas.
—O sea que quieres que me quede sola.
—Unos minutos, sí.
—Para que puedas salir con don bombón.
—Sí Claire, igual no es para tanto, Sabrina llegará en unas horas.
—Podrías llevarme contigo y cuando...
—No.
—Per...
—No, Claire, entonces dime si debo llamar a tu papá para que venga a buscarte.
—No te pases —expresó con seriedad, bien, admitía que fue bajo mencionarle a su padre, pero ¡agh! era insoportable, ¿no podía quedarse unas horitas sola?
—Bien, mira lo que haremos. Me contaste sobre ese amigo que tienes aquí, te llevaremos con él y estarás ahí hasta que Sabrina vaya por ti. No puedes salir de ahí hasta que Sabrina vaya, ¿ok?
—Claro, esto me gusta más.
—Entonces ya está. Ve a cambiarte antes que lleg... —el timbre sonó, le hice una última seña a mi prima y caminé hasta la entrada para abrirle a míster candente.
—Buenas tardes, señorita —la sonrisa fue con efecto inmediato, ni siquiera me controlé, sólo lo abracé esperando a que no se asustara o alejara. Y no lo hizo, al contrario— que buen recibimiento, me lo imagino y vengo antes.
Reí.
—¿Qué tal estás?
—De maravilla, ¿y tú? —me sonrió.
—De maravilla —sonreí de vuelta.
—Perfecto, entonces ¿nos vamos?
—Emmm, bueno, quería pedirte un favor, si no es mucha molestia. Ya sé que me has hecho muchos favores pero yo de verdad qu...
—Ivvana —colocó sus manos en mis hombros— estoy a tu disposición, dime.
Ay menos mal.
—Lo siento, gracias —quité sus manos de mis hombros y las sostuve— ya conoces a mi prima, Claire, la pelirroja, ya sabes...
—La recuerdo —contestó con diversión. Seguro que estaba haciendo el ridículo.
—Ah bueno, pues es que Sabrina no está, y nosotros nos vamos y no me gustaría que se quede sola, entonces te quería pedir para que cuando nos vayamos, la llevemos para dejarla en casa de un amigo.
—¿Eso era? tomando en cuenta tus nervios, esperaba que me pidieras un millón de peso.
—Ya —reí soltando sus manos.
—Bien, ¿dónde está?
—Está vis...
—Estoy aquí —Claire se caminó hasta nosotros— hola Aiden.
Él respondió con un asentimiento de cabeza y nos guió hasta su auto. Admitía que Claire se estaba comportando pero no dejaba de molestarme que se manejara tan bien frente a él cuando yo era un desastre, uno muy grande y desorganizado. En fin.
—Ya sabes lo que te dije, envíale la ubicación a Sabrina y por ninguna razón...
—Que no salga, ya me lo dijiste, adiós, gracias Aiden, cuídense.
—Cuídate tú.
Claire bajó del auto y continuó hasta la casa del chico, quien ya la esperaba fuera de su casa.
Aiden retomó nuestro camino.
—¿Confías en ese chico?
—¿Eh?
—Si confías en él como para dejarlo solo con tu prima —me encogí de hombros.
—Dijo que es su amigo.
Igual lo más que podrían hacer era tener sexo y no creo que ella sea virgen, así que.
—No hay que confiar, soy tu amigo y... bueno, está bien.
—¿Y?
—Está bien.
—¡Aiden! Soy muy curiosa.
—Tendrás que aguantarte tu curiosidad —expresó sonriendo, sin mirarme, pendiente a la carretera, ¿ya dije que me encantaba eso de él?
Claro, la única cosa que te encanta de él.
Ay ya.
—No es justo, yo iba a decirte algo que venía pensando sobre ti.
—¿Sobre mi? —ahí sí que despegó la mirada de la carretera para fijarla en mi.
—Sí, pero ya no voy a decírtelo.
—Bueno, me parece justo —lo observé con la boca abierta.
La estafadora había sido estafada, ¿cómo era eso posible?
—Llegamos —anunció antes de apagar el auto. Aiden salió antes que yo, casi iba a criticarlo mentalmente cuando apareció de mi lado abriendo mi puerta, salí agradeciéndole con una sonrisita.
Caminé de brazos cruzados, visualizando el lugar. Me giré hacia él, que me miraba apoyado en su auto desde atrás.
—¿Tienes pensado matarme o algo?
Él sonrió y se despegó del auto dando algunos pasos hacia mi.
—¿Qué?
—Sí, mira esto.
—Pensé que te gustaría más un lugar donde estemos solos.
—O a ti te gustaría un lugar donde estemos solos, puedes decírmelo si piensas desaparecerme, capaz y te ayudo, igual no es tan interesante mi vida.
—No vuelvas a decir eso —llegó hasta estar frente a mi y me dio la vuelta colocándose a la par mía para empezar a caminar.
—¿Por qué?
—Es un pensamiento s*****a.
—Sólo bromeaba.
—No bromees con eso.
—¿Te enoja?
—Sí.
—¿Por qué?
—Porque no quiero pensar en aue quieres morirte.
—¿Yo o cualquiera?
—¿Tengo cara de que me importan todas las vidas?
—¿Intentas decirme que te importo?
—Me importa tu vida.
—¿No es lo mismo?
—Es lo mismo —oculté mi sonrisa de idiota.
—¿Sales mucho a caminar?
—Nunca como una forma de ocio.
—¿Deberías agradecerme?
—¿Quién sabe quién debería agradecerle a quién? —rodé los ojos divertida.
—Ya no me caes tan bien.
—¿Sólo te caigo bien?
—No hables en presente.
—Entonces sólo te caigo bien, Ivvana.
—¿No quieres caerme bien?
—No es eso, es que creo que te caigo mejor que bien —enarqué una ceja más no lo contradije, después de todo era cierto pero ¿por qué decía aquello?— ¿no tienes nada para decir?
—¿Debería decir algo?
—Negarlo, es lo que hacen todas las chicas.
—O sea, que esperas que sea predecible.
—No exactamente, sólo... mejor sigamos caminando.
—O mejor no porque ya estoy cansada.
—¿Qué quieres hacer?
—Podemos sentarnos justo aquí —me dejé caer en el suelo asfaltado— ¿crees que pase algún auto por aquí?
—Lo dudo.
—Es buen momento para morir —recosté la espalda en el suelo mientras Aiden me miraba desde arriba— no quiero morirme, tranquilo, sólo que es un buen momento, si quisieras matarme.
—Tal vez quiera —finalmente se sentó al lado mío— pero no de la forma que piensas.
Wait, ¿qué?
—¿Ahora adivinas mis pensamientos? —me incorporé para quedar también sentada, sí, mucho más cerca de lo que podía manejar, sin embargo no podía actuar como una infantil justo en ese momento, así que respiré hondo —mentalmente— y fingí demencia.
—Quisiera —elevé mis pies hasta apoyar mis manos en mis rodillas, de modo que pudiera apoyar mi cabeza en ellas y mirarle.
—No irás a encontrarte con gran cosa, ¿sabes?
—Ya me sé ese truco de fingir que sabes poco cuando sabes demasiado.
—Bueno, cada quien con sus cosas —me encogí de hombros.
—Si supieras que hoy es el último día de tu vida.
—Oye, no intentes asustarme —bromeé.
—Juro que es una pregunta inocente , ¿qué harías?
—Ok, creo que me lanzaría por una cascada —Aiden soltó una carcajada.
—¿Sabías que lanzarte podría matarte?
—De todos modos moriría ese día, ¿no? además siempre he querido hacer eso, no hay mejor forma de morir que por algo que siempre has deseado hacer.
—Definitivamente, tengo que preocuparme por ti.
—¿Por?
—Siempre has tenido esos pensamientos suicidas —fue mi turno de reír.
—Sólo son cosas arriesgadas que deseas hacer pero no las haces por dicha razón.
—Mmhm.
—Mmhm, ¿tú qué harías?
—Demasiadas cosas.
—Por ejemplo...
—De nuevo, no quiero asustarte.
—Puedo soportarlo.
—¿Qué tanto? —extendió su mano hacia la mía haciéndome levantar la cabeza que tenía apoyada en ella.
—Mucho.
—¿No huirás luego? —tiró de ella hasta que estuve levemente inclinada hacia él.
—No tengo a donde huir —elevé mi cabeza apreciando el verde profundo de sus ojos.
—Si lo tuvieras, huirías —afirmó en un susurro, muy cerca de mi.
La mano que sostuvo la mía se movió hasta quedar en mi mejilla. Ya sabía por donde iba la cosa y quería hacer todo lo que no implicare detenerlo.
—Afirmas muchas cosas que no sabes —respondí de igual forma.
—Es una forma de que me digas lo que piensas sin siquiera reparar en ello —miró mis labios.
—Gracias por el dato.
—No hay de qué —permanecimos en esa posición, mirándonos fijamente.
—¿Vas a besarme o no? me está dando tortícolis.
Aiden me miró sorprendido antes de soltar una carcajada nerviosa.
—Yo... lo siento, ¿pensabas que quería besarte?
¿Qué?
Mi cara se encendió en un rojo intenso, busqué separarme de él de inmediato. Es que estas cosas no salían en los tutoriales de youtube.
—Eres un...
—Shhh —su dedo cubrió mi boca— sólo bromeaba, deberías ver tu cara ahora mismo.
—Que gracioso, ni necesitas una profesión.
—Vamos, no te enojes.
—Ridículo —Aiden seguía burlándose de mi sin soltarme.
—Pero querías que este ridículo te besara.
—Ya no me caes bien.
—Dudo que eso sea cierto.
—¡Pues lo es!
—Claro, ya ven —volvió a acercarnos.
—No.
—No seas rencorosa, Ivvana, ven.
—Que no, ya no quiero.
—Shhh, cierra los ojos —me resultó imposible no acatar su orden— eso es.
Los mantuve así por unos segundos sin sentir nada, ¿acaso estaba burlándose de mi? los abrí en el instante justo en que sus labios chocaron con los míos por primera vez. Ni siquiera pude reaccionar, ni siquiera pude seguirlo, ni siquiera... y lo esperaba pero me sorprendió aun así.
Al principio fue un pequeño roce lento seguido de otro más explorador, más sensual, más provocativo, uno que se hizo dueño de mis labios como si fueran suyos. Sus labios se movieron con avidez sobre los míos y yo apenas podía seguirle con el mismo fervor, es que eso no podía estar pasando, dije que no iba a huir pero ¿cómo iba a mirarlo después de eso? ¡Jesús!
—Espera, espera —me separé jadeando, con el pecho subiendo y bajando a toda velocidad, al igual que él.
—¿Qué pasa? ¿estás bien?
Hice una mueca.
—Tortícolis —reímos simultáneamente yo movía el cuello de un lado a otro.
—Ven, hace bastante calor aquí.
Entramos en su auto, el aire encendido, el ambiente extraño...
Podía jurar lo mucho que lo pensé antes de hacerlo, pero al final no pude conmigo misma.
Me senté a horcadas sobre él y empecé a besarlo de una forma más violenta, más necesitada. Ni siquiera me estaba reconociendo y mucho menos sabía por qué había hecho aquello. Sus manos me acomodaron sobre él para luego recorrer mi espalda con fervor.
Nuestras respiraciones apenas y eran controlables, es más, ni sabía si respirábamos o no, lo único que sabía era que necesitaba eso, con él, y estuve a punto de conseguirlo, pero...
—Wow —el pelinegro se separó de mi con las manos aún en mi cintura— mejor nos detenemos aquí.
¿Qué? ¿Por?
—Sí, mejor —tampoco iba a quedar como la urgida.
—No quiero mancillarte —enarqué una ceja e intenté quitarme de encima suyo pero no me lo permitió— vamos, sabes que no quieres que esto pase aquí, ni así.
—OK, pero déjame arreglarme.
—¿Te enojaste?
—No Aiden, no me enojé —rodé los ojos y volví a mi asiento.
—Voy a fingir que te creo para que quedes bien —oculté la sonrisa que amenazó con formarse— pero no te acostumbres.
—Ay, ¿quién te crees?
—Nadie, nadie.
Esbozó una sonrisa y se inclinó a abrocharme el cinturón.
—Sé hacerlo.
—No me cabe duda —murmuró en tono provocativo y dejó un beso corto en mis labios— ¿aún te place caminar?
—No, prefiero quedarme aquí.
—¿Aquí aquí?
—Aquí aquí.