CATORCE

1076 Words
Un hasta nunca, me pregunto en qué estaba pensando cuando dije eso. ¡Justo eso! es que no estaba pensando. Maldita vida y maldito el ego. Quería darle la oportunidad de explicarme todo, de verdad que ya quería y aún no terminaba de descifrar qué rayos había pasado la noche anterior, ni siquiera pude disfrutar esa fiesta (porque sí, al final decidí pasarme por allí) y mucho menos pude conciliar el sueño desde que había vuelto de lo de Lucas y Tyler, así que estaba echa un desastre. Después una ducha relajante, que, creo yo, me ayudó a reducir los cinco centímetros de ojeras que me cargaba, luego de vestirme e intentar encontrar un peinado digno a lo que se me secaba el pelo, pero fue imposible. Reitero, odiaba mi pelo cuando estaba mojado. Ignoré todos los posibles defectos que pudiera encontrarme en aquel momento de vulnerabilidad, sólo me enfoqué en tomar mis cosas y salir, lo más pronto posible, ignorando la pregunta de mi hermana, es más, ni siquiera llegué a escuchar qué era lo que me gritaba. Me apresuré a abrir la puerta y salí casi corriendo sin percatarme que alguien frente a ella, así que choqué abruptamente, de frente, con el pecho duro de... Él. Era Aiden. Lo miré entre sorprendida y extrañada. —¿Tienes prisa? —No, ¡sí!, o sea, espera —sobé mi frente, el golpe dolió— iba a buscarte, Aiden, yo... —¿Ibas a buscarme? —interrogó con una notoria entonación de sorpresa. —Sí, yo quería encontrarte y... —¿Querías encontrarme? —volvió a preguntar aún más confundido. Solté una risita nerviosa. Ya no sabía qué más decir. —Oye, ¿te parece si vamos a un lugar más tranquilo? —¿Estás segura? —asentí sonriendo. Adelantarme hacia su auto fue mi próxima acción de movimiento, pero detenerme, tomando mi brazo, fue la suya. No debo aclarar todo lo que provocó aquel toque, ¿no?— ¿qué pasó anoche? Que puta vergüenza estaba experimentando. —Ayer sólo estaba estresada y cansada. Lo siento —volví a caminar hacia el auto pero volvió a detenerme. —Espera —me sonrió— déjame abrirte. Le sonreí devuelta cuando se aproximó hacia el auto y abrió la puerta para mi. Una vez dentro del auto empezó a andar y no pude hacer nada más que ensayar las palabras en mi cabeza. Obvio no debía continuar siendo la víctima, porque lo era, ¿no? LO ERA. —¿Hoy no tienes clases? —No te conté eso. —Pregunté por ti —escondí una sonrisa curvando mal los labios hacia abajo. —Mmm, ¿cuándo? —Ayer. —Bien. Sí, tengo clases, pero aún tengo algo de tiempo. —¿Dónde ibas a buscarme cuando estabas saliendo de tu casa? —La verdad, ni idea —reímos a la vez— sabes, ¡ni puta idea! no estaba pensando. Aiden estacionó fuera de un local de comida, parecía una cafetería vintage. me encantaba. Un chico nos recibió con mucha amabilidad, dejándonos unos menús. Lo admiraba, por un momento creí que traerían los famosos códigos QR, abandonando por completo su propósito. Llevaba cuatro minutos sin hablar, con la cabeza enterrada en el menú, ni siquiera estaba leyendo nada, sólo intentaba pasar por alto que tenía justo en frente, al chico que me gustaba y al que, según las señales y circunstancias, también le gustaba yo y quería estar bien conmigo. No le celebro que se haya tardado tanto en entrar en razón para hacerlo, pero al menos tuvo el coraje, además de que hoy también había ido a buscarme a pesar de que el día anterior lo había mandado por un tubo. Valoraba mucho el esfuerzo y la persistencia de la gente, a pesar de ser Ivvana la que odia que le rueguen. irónico. Una vez el chico nos tomó la orden, pude respirar para enfrentarlo. —Bien, aquí estamos. Tienes la oportunidad de decirme todo lo que me quieras decir. —Te lo agradezco. Voy a empezar diciendo que sí te estaba ignorando —asentí. Que me dijera algo que no supiera— pero fue por una buena causa. —¿Cuál? —Protegerte —ay, la típica. —¿De? Suspiró— para comenzar, necesitas saber a qué me dedico. Cosa a la que le tenía bastante curiosidad, desde luego. —Puedes confiar en mi —extendí una mano hacia la mesa, con algo de timidez, apoyé mi mano sobre la suya y le sonreí con amplitud cuando respondió entrelazando nuestros dedos sin juntar las palmas. —Sé que sí, y lo hago. Por eso te voy a contar todo. —Y te lo agradezco. —Sabes que lo que hago es muy peligroso. —Me contaste la primera vez que salimos, si mal no recuerdo —asintió lentamente. —Básicamente, trabajo para mi papá, nos relacionamos con gente peligrosa, todo en busca de encontrar a los culpables de la muerte de nuestra madre. —¿Y para qué quieren saberlo? —temí la respuesta. —Aún no sé qué haré cuando los tenga en frente, espero actuar bajo todo mi juicio. Bajo toda esa mierda, hemos jodido a mucha gente peligrosa e importante, así que debemos cuidarnos las espaldas, sólo por si acaso, porque nadie sabe a ciencia cierta de nuestra participación en las cosas, la cosa es que... —Se quieren vengar. —Más o menos. Las últimas semanas estuvimos envueltos en algo, específicamente Ryan, las cosas estaban calientes, no me perdonaría nunca si te pasara algo por mi culpa. —No te preocupes, estaré bien. —Yo mismo me ocuparé de eso. —Bien, no necesito saber nada más, entiendo pero, por qué no me escribiste, al menos. —Porque en ese mundo se mueve gente muy peligrosa e inteligente, podrían haber intervenido o algo en nuestros dispositivos, no fue el caso, pero es mejor prevenirse que lamentarse. Lamento si te hice sentir mal, reconozco mi error y te pido que me des una oportunidad para remediarlo. No me cabía la felicidad. —¿Me prometes que no me vas a defraudar? —Te prometo que haré hasta lo que no esté en mis posibilidades para que estés bien conmigo —Selló el pacto llevando esa misma mano que me sostenía hacia su boca y dejando un beso allí— te mereces el mundo, Ivvana, y yo te lo voy a dar.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD