Terapia.

1915 Words
Lo ventajoso del horario de trabajo de Max era que en la mañana los días martes en específico podía asistir a la terapia de grupo las cuales eran dirigidas por psicólogos, aveces, trabajadores social, psiquiatras, y un sin fin de otros profesionales que ocasionalmente guiaban al grupo a una sanación, curación, y evolución. La primera vez que Max entró a terapia fue debido a una extrema depresión que la había estado controlando con medicamentos. Los pensamientos negativos eran tan persistentes que intentó hacerse daño, gracias a Dios su padre estaba allí como para detener su propósito y así ayudarlo a buscar la ayuda necesaria. El suceso trágico traumático de Max fue suficiente como para arrastrarlo a una cisterna alta, oscura y de culpabilidad, la cual por más que intentara salir por sus propios medios, no lo lograba. Mientras más saltaba para escalar la cisterna se daba cuenta que se profundizaba e interiorizaba un tormentoso dolor que lo despedazaba lentamente. Era como un virus que se quedaba en tu cuerpo por más que trates de contrarestarlo con los medicamentos, así era la depresión para él. Miedo intenso, pánico, culpabilidad, desmotivación, pérdida del sueño, pensamientos negativos y cambio de perspectiva. Parecía mentira, pero para Max desplegaba la depresión de la siguiente manera: Uno, te sentías solo, vacío, culpable. Tratas de no pensar en lo que sucedió, de hecho, quieres distraerte, no obstante, la mente termina venciendote y trayendo recuerdos que te hacen sentir más mal de lo que estás. Quieres fingir, la necesidad de una sonrisa es palpable. Todos te preguntan si estás bien cuando en realidad estás marchitandote como un flor por dentro. Quieres gritar que estás mal, pero estás en el periodo donde estás harto que te pregunten ¿estas bien? cuando evidentemente acabas de pasar por perdidas. Luego, avanzas, es como jugar al parchís, al lanzar los dados, vas adelantandote o retrasando, sin embargo, en su caso, Max se adelantaba a otro tipos de sentimientos. Ahora, se añaden la vergüenza, tristeza profunda, incomprensión mientras que la culpabilidad, el vacío intenso y la soledad siguen predominando y manejando tu vida como un titiritero al controlar sus marionetas. Eso era Max, un muñeco en manos de emociones oscuras. Tres, tus perspectivas cambian. Lo que antes te apasionaba lo has abandonado, Max había dejado su música, su melodía, sus sueños. Quería olvidar, dormir muchísimo, intentar no pensar. Por primera vez, deseó estar muerto porque quizás ese era su destino. No sólo tu perspectiva cambia con tus intereses, si no con las personas cercanas. Siente que ya no es lo mismo, que la gente a tu alrededor es muy corriente y ya no te tratan igual, de hecho, percibes sentimientos de señalamiento, observas como todos cuchichean sobre ti, hablan a tus espaldas pero no se atreven a decirte nada de frente. Es ahí donde te das cuenta que no cuentas con nadie más si no contigo mismo. La fase cuatro es la peor. La melancolía te abruma, lloras constantemente, sufres internamente, tienes la conciencia de que no estás bien, de que estar siempre triste no es convencional, sin embargo, toda la agonía te agobia y es cuando los pensamientos de muerte llegan. Analizas tu muerte, vez tu muerte, piensas en tu muerte. Piensas que el mundo estaría mejor sin ti, que tú debiste no haber nacido, que eres un error del destino y de Dios. Cuestionas a Dios, cuestionas al mundo. Hasta que lo que tienes en tu corazón se ejecuta, y decides acabar contigo mismo. En el caso de Max, su padre intervino actuando con diligencia para ser tratado como un enfermo del alma, así lo llama su padre. Jumm... Depresion severa. Le daremos un antidepresivo para que pueda estar mejor. El acompañamiento de usted señor Sandle es fundamental para su hijo. Y la aspirina aripripazol contrarestara esos pensamientos negativos. Es importante que se anexe a las terapias así podrá socializar y calmarse un poco. Lo peor de tomar el antidepresivo era que llevaba consigo unos efectos secundarios que a Max se le dificultaba manejar. Estreñimiento, menos apetito s****l, pesadillas, aveces no dormía nada, otras dormia mucho, falta de apetito, apatía. Conseguir un trabajo y declarar que estas tomando medicamentos era terrible, todos te miraban como un demente, menos Bazz, que al conocerlo fue consdecendiente y recomendandolo en el área laboral, fue que pudo ganar y tener su propio empleo. Bazz era amigable con él, sonríe constantemente y esa motivación era contagiosa para Max, quizás, ese era partiendo destino, conocer a personas que sumaban y aportaban a su vida pequeños sentimientos que hacía que el ambiente fuera agradable. Después desde aquel día inombrable para el chico, Bazz ha sido su único amigo. Asimismo, el acompañamiento por parte del progenitor no ha sido muy efectivo que digamos ya que esta más ausente que presente. Mike Sandle no entendió que su hijo era prioridad, que su estado mental era importante, que su trauma tenía la misma urgencia que su trabajo. A Max le hubiese gustado más que su padre no lo dejara solo en su momento más oscuro, sin embargo, ya se había dado cuenta de que nadie se puede preocupar por ti si no eres tu mismo. Por eso, para Max ver a Gasparin o a Kimmi era una sensación de alejarse de la realidad y acercarse a la demencia segura. Los fantasmas no eran reales, no hablaban, no pedían ayuda. El chico se cuestionaba de tal manera porque sentía que estaba perdiendo su enfoque palpable y lógico del mundo. Sabia perfectamente que si expresaba en terapia que veía fantasmas, le interrogarian hasta diagnosticarlo con algo más severo y aumentarle la dosis de su medicamento y cuidado si no lo internaban en el psiquiátrico. Asimismo, la terapia se efectuaba más o menos de la siguiente manera: El psicólogo decía unas palabras emocionales, liberadoras. Lo llamaba: "terapia de resolución de problemas" el objetivo era enseñar al paciente a como debe afrontar y solucionar sus problemas, que según a su parecer, ayudaba a reducir la depresión. Todos se sientan en círculo como si fuera una reunión de grupo de alcohólicos anónimos o compartir cristiano, y se hacían actividades interpersonales, resolución de dificultades o terapia del arte que al la perspectiva de Max, está última era la más interesante ya que podía expresa de manera abstracta sus sentimientos. Luego de culminar la actividad, todos expresan unas palabras de evolución. Por ejemplo: Hailey ingresó al mismo tiempo que Max, era una pelirroja hermosa, de ojos grandes verdes, boca pequeña, y pecas en todo su rostro. Su diagnóstico: trastorno alimenticio, específicamente anorexia. Según Hailey cuando inició la terapia habló de que sus problemas comenzaron cuando un día hizo una audición para trabajar en una película. Amaba ser actriz y soñaba constantemente para hacerlo, e incluso, se preparó con clases de actuación y música para ejecutar su propósito con éxito. Sin embargo, un día cuando quería un papel en una película, los directivos señalaron que era lo demasiado "gorda, fea, y que debería bajar de peso". Auch, eran unas palabras que bajaría el autoestima de cualquier mujer. Hailey se esforzó, bajó de peso, no consiguió la audición pero si un severo trastorno de alimentación que le ocasionaba desmayos, además, de la evidente delgadez de su cuerpo. Sus padres decidieron que para su salud mental era mejor ayudarla con suma emergencia con su dificultad. Ahora, ella con entusiasmo se levantaba declarando que ha balanceado sus alimentos, que se siente mejor, linda con ella misma y con su cuerpo. Todos aplaudían y para Max ese testimonio era una forma indirecta de hablarle, de decirle: Si yo puedo, tú puedes. O Erick un chico con trastorno obsesivo compulsivo, que comenzó con algo tan básico como cerrar el gas, la puerta etc. Según Erick, salir de casa era un ritual, porque al adelantarse unas dos cuadras, su mente le susurraba apaciblemente: ¿cerraste el gas? si no lo cierras y hay un bote puede incendiarse toda la casa y morir quemado. ¿Cerraste la puerta como es debido? si no lo hiciste, los ladrones te quitaran todo. Y cuando más estos pensamientos lo abrumaban, se devolvía hasta unas cuatro veces para comprobar y descartar todas sus interrogantes (cuando ya desde un principio había cerrado todo), esta acción provocaba que fuera impuntual, que se cayera en la desesperación hasta entrar en un colapso que lo llevó a buscar ayuda. Erick aplaudía con entusiasmo el testimonio de Hailey, al parecer de Max, Erick el chico de corbata, camisa manga larga de botones y pantalón de vestir estaba encantado con la pelirroja, y el chico lo entendía, Hailey era sumamente preciosa. Max no había hablado de su accidente, de su pérdida, no estaba listo. La herida que había tapado con gasas sangraba todavía, incluso, se había infectado llenándo de pus su lesión. Hacia lo de siempre, aplaudía, sonreía, intervenía cuando era necesario y se marchaba. —Nos vemos el viernes Maximiliano—puntualizó el psicólogo con un apretón de mano. El chico asintió con una sonrisa de boca cerrado. Tomó su morral colocándose los audifonos con su música habitual. En la terapia Kimmi estuvo en silencio, escuchando, analizando en como un chico como Max puede estar recibiendo terapias. Sabia que algo le había sucedido pero no sabía que. Ella le siguió en silencio hasta salir del edificio donde se reunían. Sinceramente, Max no tenía ganas de conducir, si no más bien de dar un paseo, caminar un rato, despejar su mente, ver a los niños en el parque, observar a la gente haciendo ejercicios, y contemplar un poco la naturaleza. Llevaba un suéter con capucha gris, unos pantalones blanco y sus acostumbrados converse. Kimmi vestia la misma ropa de siempre, con la que estuvo esa noche cuando conoció a Max en el bosque. Con el ceño fruncido comenzó hablar, caminaba al lado del chico escupiendo todas sus opiniones, mientras que Max se mantenia neutro e inexpresivo hasta que hizo la pregunta inadecuada. Maximiliano Sandle se detuvo en seco, ya en sí se encontraba enojado por lo de la otra noche donde Hanna. Tenia la mandíbula tensa, los puños bien cerrados, sus ojos negros eran dos bosques fúnebres en llamas, y mostraba los dientes como si fuera a morder. Cuando Kimmi percibió su mal genio supo que fue inapropiado preguntarle sobre su pasado y hablar demasiado. —¡Te odio, vete de mi vida, de mi mente! ¿acaso no vez lo que estás haciendo?—gritó histérico. Los ojos de la chica se quedaron fijos en la negrura de sus pupilas—. Quiero mejorar, pero verte me hace pensar que estoy más en la locura que en la realidad de este mundo. Tú no existe, no eres real, eres una ilusión. No quiero ayudarte, solo deseo con toda mi alma que desaparezca que te vayas a el maldito infierno y allí permanezca por toda la eternidad—le dió un último vistazo—. Ya moriste y alégrate de estar muerta sea como haya sido tú ejecución. El rock siguió retumbando sus oídos. Kimmi solo pudo ver como se alejaba mientras que ella quedaba ahí. Quizás Max tenía razón, debía aceptar que estaba muerta. Respiró hondo con las lágrimas al borde. Miró a todos lados y vió sombras negras alrededor de ella, y la continua presencia maligna le perseguía como un esposo celoso a su esposa. El come almas se la llevaría, se la llevaría al infierno, de eso estaba segura. ☆☆☆☆ Dejen sus comentarios sobre este capítulo tan oscuro.
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