CAPITULO 5

1081 Words
Llegué a la Gran Plaza Cultural veinticinco minutos antes de las once de la noche, estaba repleta de gente como cada sábado; niños jugando en los columpios, y colas inmensas en el puesto de comida rápida. Era un lugar para disfrutar en familia y la gente de Omsdianna lo sabía muy bien… Esta vez, el pequeño riachuelo del puente que dividía la plaza en dos, estaba limpio de basura, el agua era tan clara que mi reflejo se veía como si me estuviese mirando en un espejo. Por otro lado, la luna brillaba mucho, como si les dijera a todos los presentes del lugar que la noche era exclusivamente para ellos, y que no podían irse de ahí, sin haber disfrutado plenamente del lugar. Llegué al lugar donde la noche anterior Rachele estuvo cantando, pero ella no estaba; solo había muchos niños que corrían de un lado a otro para espantar a las palomas que descendían por migajas que uno de ellos había dejado en el suelo, mientras sus padres charlaban de quien sabe que cosas. Por un momento llegué a sentirme decepcionado, más que con Rachele, conmigo mismo, porque en ningún momento ella me dijo que estaría aquí, solo me dijo que viniera y si tenía “suerte” la encontraría allí. Pero no la encontré, quizá porque era el hombre con menos suerte del mundo o porque ella solo me dijo eso para no ser descortés conmigo. ¡Qué dramáticos nos volvemos los hombres cuando una mujer no llega a la hora pactada de la cita!... sí mujeres, así nos ponemos. ¡¿Pero de qué estoy hablando?!, Rachele no tenía ni una cita conmigo, ni siquiera pactamos la hora del encuentro, más bien era un reto al destino para ver si volvíamos a coincidir en la hora y lugar. Y no fue así, quizá Rachele estuvo cantando aquí mucho más temprano que ayer, y al ver que no llegaba se fue a descansar al mismo hotel de la noche anterior; o a lo mejor aún no llegaba, puesto que anoche yo la oí cantar a eso de las once y aún faltaban minutos para el momento, tenía una luz de esperanza que no quería apagar por nada del mundo. Estaba sentado en la banca cuando de pronto mi celular vibró, lo saqué y era Martha una amiga de la universidad, con la que había salido unas cuantas veces. - Hola Tom, ¿Dónde estás? - Hola Martha, estoy en la Plaza Cultural ¿Por qué? - ¡¿Cómo que por qué?! –sonó furiosa– ayer antes de que te vayas de la universidad quedamos en que ibas a venir a mi departamento. - Hummm… cierto -me había olvidado por completo de eso– No podré ir lo siento, tengo cosas que hacer por aquí. - Pero acabo de llamar a Sergio y me dijo que no sabía nada de ti, ¿Qué haces en la Plaza, si no estás con Sergio? –No podía decirle que había quedado con una chica porque de hacerlo ella me mandaría al demonio; y aunque mis fichas estaban yendo hacia Rachele, no podía dejar de alimentar el gallinero, al menos por ahora. - Vine con mi hermano a pasar un rato aquí, ya que la rompió en sus prácticas de fútbol. - ¿En serio? –la molestia se le desapareció– pásamelo para felicitarlo -¿Qué clase de truco era ese? - Pero en este momento está en la cola de comida rápida, y pues yo estoy en una banca, sabes que odio esperar -sin embargo, estaba esperando a Rachele. - Eres pendejo. - Jajaja… oye de verdad… - Bueno, entonces párate y tómale una foto a Leo y me la pasas por mensaje. - Martha -me puse serio- no te pases, que tú y yo solo salimos unas cuantas veces y no somos pareja para que me pidas eso. - Si, lo sé Tom, pero entre nosotros han pasado cosas que justifican mi actitud de ahora. - Antes de acostarnos, te dije que no quería nada serio, así que ahora no me vengas a reclamar y menos a hacer una niñería, y para que te quedes tranquila, la chica con la que me iba a ver me dejó plantado. Se escuchó un fuerte grito y luego la llamada se cortó, pero eso era lo de menos en ese momento lo único que me importaba era que Rachele apareciera, pero pasaban los minutos y ella no llegaba. Ya eran las once con treinta de la noche y estaba pensando seriamente en regresar a casa de mis padres, pero la idea de que Rachele estaba durmiendo en ese hotel me seguía rondando la cabeza. Después de debatir un buen rato en ir al hotel a preguntar por ella, me decidí hacerlo. Tuve que volver a cruzar toda la plaza otra vez; todavía había niños jugando y una que otra pareja chapando entre los árboles oscuros. Llegué al puente, esperando que como la noche anterior Rachele apareciera, pero esta vez no fue así, las cosas no suceden dos veces del mismo modo, solo pasan una vez y si no sabemos aprovechar el momento, quizá nunca se llegue a tener la misma oportunidad. En la puerta del hotel Colonial había un guardia vestido de n***o, él era la persona que tendría respuesta a mis dudas. - Buenas noches señor –le ofrecí la mano. - Bienvenido al hotel Colonial joven. - Disculpe la molestia, pero quería preguntarle algo. - Si quiere referenciarse acerca del hotel, lo mejor será que entre y pida orientación de gente especializada, yo solo soy el portero –sonrió y me abrió la puerta. - No es necesario, solo necesito saber si usted estuvo aquí de guardia anoche- me interrumpió... - Lo siento joven, pero esa es información que no puedo brindarle. - Entiendo, pero miré, anoche aquí en la plaza estuvo cantando una chica con un vestido largo muy pegado de color crema –el guardia asintió la cabeza- me dijo que se hospedaría aquí y como quedé en verla hoy y no llegó, pues creí que estaría aquí, y de ser así me gustaría hablar con ella. - Si, la recuerdo –me dio mucha esperanza– ella sí se hospedó aquí, pero hoy en la mañana se marchó con todas sus cosas y no volvió, para ser sincero, tampoco estuvo cantando en la plaza –y con todas esas palabras mi esperanza se acabó.
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