Díaz después en la universidad…
- No me lo creo –y empezó a reír escandalosamente- JAJAJA –me sentía muy incómodo, y mas aún por el lugar– el mujeriego más pendejo de la universidad fue plantado por una pueblerina de Ahoskie –y con esas palabras la cafetería se llenó de silencio y todos sin excepción voltearon a mirarme, mientras que uno que otro chico popular empezó a reírse.
- Que te calles Checho -me incliné hacia él– cállate si no quieres que te parta la boca.
- Vale… jajaja… pero es que…
- Checho, lo de la boca iba en serio he –y le fruncí el ceño.
- Ya Tom está bien -alzó la mirada- pero miren quien viene por ahí –me guiñó el ojo– volteé a ver y era Martha. Pero qué suerte la mía, lo último que quería en ese momento era ver a Martha; porque luego de lo que le dije por la llamada la noche del sábado, seguro que quería vengarse.
- Hola Checho –le dió un beso en la mejilla y se sentó sin siquiera mirarme.
- A qué no adivinas a quien dejaron plantado la noche del sábado –le dijo Checho riendo.
- Después de mi –alzó la mirada hacia mí– no se quien más fue plantado –me seguía mirando y preferí mirar mi celular- ¿Y tu sabes quien fue plantado el sábado por la noche Thomas?
- Después de mí no se quien más fue plantado.
- ¡Pero que está pasando aquí amigos míos! –para Checho era un gran motivo de risa esta situación- ¿Quién te dejó plantada Martita? Porque aquí a mi colega, lo dejó plantada una pueblerina… ¡Jajaja!
- Tal parece que las pueblerinas se pusieron de moda el sábado por la noche.
- ¿Por qué lo dices Martita? -preguntó Checho burlándose
- Porque el idiota que no llegó a nuestra cita, también fue a verse con una pueblerina –se paró bruscamente y salió de la cafetería sin no antes mirarme con enojo.
Enojada era cuando más me gustaba, porque se iba caminando muy apresurada, moviendo las caderas de un lado a otro sin importarle cuantas miradas podría robar.
- No me digas que dejaste plantada a Martha por una pueblerina -Checho estaba algo confundido, bueno después de la actitud de Martha cualquiera pudo darse cuenta de que fue así- ¿Acaso estás loco? ¿Sabes cuántos quieren estar con ella con lo buena que está? Y tu la dejas plantada por una pueblerina.
- La pueblerina como dices tiene nombre -me puse a la defensiva– se llama Rachele.
- Está bien, pero no te pases Tom; ninguna mujer de Omsdianna es más bella que Martha.
- Eso lo dices porque no conoces a Rachele –y le guiñé el ojo.
- ¿Tan buena esta?
- Buena… buena… no.
- ¿Entonces?
- ¿Nunca te ha pasado que conoces a alguien y sientes que haces clic con esa persona?
- Sabes que no Tom, esas cosas del enamoramiento a mí no me importan.
- ¿Quién habla de enamoramiento? A lo que voy es que, la noche que conocí a Rachele y conversé con ella me sentí diferente… En comparación con otras chicas, Rachele es…
- ¿Es qué?
- Es la compañía perfecta, es una chica inocente, muy risueña y alegre, es bonita, y sobre todo transmite paz, esa paz que no sentía desde… -y el silenció se apoderó de mí.
- Desde Luciana… -Checho terminó lo que no podía terminar de decir, tal vez porque era aún una herida que no cicatrizaba.
- Si…
- Debe ser una chica muy especial entonces –Checho me sonreía, así como sólo un verdadero amigo te podría sonreír– Sabes qué Tom, me pasaré todas las noches por la plaza, para ver si Rachele la pueblerina que conquisto al mujeriego de mi amigo esta cantando –me guiñó el ojo– y de ser así te llamaré.
- No es necesario Checho, lo más seguro es que ella ya no regrese a la plaza, quizá ya nunca más volveré a saber de ella.
- Es lo más probable -se quejó de mi situación- lo más feo de todo esto es que sólo sabes su nombre, porque si supieras su apellido o algo más la pudiéramos investigar.
- ¡Rachele Steel! -dije recordando su apellido- así se llama, Checho.
- Perfecto -mencionó mientras apuntaba el nombre en su celular- Dame unas horas y sabré quien es.
- Parece que tu estas más interesado en ella que yo -me quejé.
- Solo quiero ver por quien dejaste plantada a Martha.
- Por alguien mucho mejor seguro.