CAPITULO 32

1126 Words
Por la tarde fui con Rachele a casa de mis padres a recoger mis cosas, mi padre no estaba tal y como me lo había dicho, y mi madre tampoco, al único que encontré fue a Leo, quien estaba muy triste. - Llévame contigo Tom, no me dejes aquí por favor… -me dijo desesperado antes de que me marchara de la casa– Rachele –se dirigió a ella– por favor llévenme con ustedes. - Nosotros te llevaríamos Leo –le dijo Rachele con mucha ternura– pero hay un pequeño problema, tu eres menor de edad y debes estar con tus padres, si nosotros te llevamos tus padres pueden denunciar a Thomas de secuestro, ¿Quieres que metan a Thomas a la cárcel? - No, mi padre no haría eso… - ¡Hey campeón! –le dije acercándome a él– no podemos llevarte con nosotros, pero sí que puedes visitarnos siempre que puedas, hemos alquilado un piso con Rachele y estaremos viviendo ahí por un tiempo. - ¿De verdad? –exclamó emocionado– pues vayan comprando todo extra porque seré huésped de honor en su rinconcito de amor jajaja… -empezó a llorar– sé que muchas veces te he tratado mal Thomas, pero yo siempre te he querido, siempre… - Y yo a ti campeón –lo abracé y las lágrimas me caían por las mejillas–, yo iré a verte a jugar siempre ¿vale? Tienes mi número y aquí está la dirección y el número de Rachele –le entregué un papel– si tus padres te hacen algo o necesitas cualquier cosa ya sabes a donde llamar o a dónde ir… Te quiero. Me marché de la casa con mi corazón partido en dos partes, una parte destruida por lo solo que estaría mi hermano, y la otra parte muy enamorada porque ese día empezaría mi vida junto a Rachele. - Felizmente dejaste tu moto en la pensión –me dijo Rachele– sino todas estas maletas no hubieran alcanzado en ella. - Y eso que no he traído todas mis cosas… -ella sonrió– ¿Puedo contarte un secreto? - ¡Claro! –me acerqué a su oreja y le susurré… - Cada día te veo más hermosa –se sonrojó de tal manera que su cabeza parecía una calabaza, pero no cualquier calabaza; sino la calabaza más preciosa y enamorada de todas. - ¿Sabes por qué me enamoré de ti, en tan poco tiempo Thomas? - Porque soy el hombre más hermoso que tus ojos han visto nunca jamás en este mundo –alcé mis hombros sonriendo. - Ya te he dicho que no eres hermoso, eres feo; pero eres el feo más maravilloso del mundo… Y si me enamoré de ti, fue porque siempre encuentras un mínimo lapso de tiempo para hacer que yo me sienta especial y es algo que me deja así de emocionada siempre, mi amor… -dejó la maleta que me ayudaba a cargar y se me tiró encima para abrazarme– yo quiero que siempre seas mi amor… - Eso no es tan bueno como ser hermoso, pero si así te hago feliz, créeme que lo seguiré haciendo cariño… -le dije mirándola a los ojos, hubiera sido un momento mágico para besarla, pero no lo hice, le di un beso en la frente y la traje hacia mi pecho donde nos quedamos unidos de alma por un infinito instante de amor. (…) Cuando llegamos a la pensión al primero que vimos fue a don Paco, ya estaba con su chompa de lana puesta y con sus lentes, dispuesto a abrir el libro que tenía en manos. - Creí que ya no volverían muchachos… -nos dijo don Paco al vernos bajar del taxi. - Buenas tardes don Paco –lo saludó Rachele con un beso en la mejilla y un abrazo. - ¿Cómo es la vida no, don Paco? –le dije de repente. - ¿Por qué lo dices muchacho? - En la mañana, usted me estaba votando de su pensión tirándome agua y ahora hasta me extraña –el viejo se reía como nunca antes lo había visto. - Es que en ese momento no sabía que eras el galán de esta princesita –miró a Rachele con mucho amor- además –se puso a buscar algo en su pantalón, y sacó unos billetes– ahora me caes bien –me dijo riendo, mostrándome seguramente el dinero con el que le había pagado hace algunas horas. Luego de tan grata bienvenida pasamos las maletas al cuarto de Rachele, ella se tiró en la cama y suspiró, mientras tanto yo estaba buscando en una de mis maletas ropa para cambiarme. Saqué un bivirí con un short y los tiré a la cama sin darme cuenta de que iban dirigidos a la cara de Rachele. - Huelen bien –me dijo. - Lo siento cariño, no quería que te caigan en la cara… -cerré la maleta y ella se reía. - No fue nada sexy eh –me tiré en la cama y le saqué el short de su cara, su linda cabellera se había extendido en la cama como se extendían mis ganas de besarla en ese momento; estaba muy hermosa, no dejaba de mirarme con esos ojos color café que tenía y me volvían loco, así estuvimos por un infinito instante en el que nuestras miradas hacían el amor de todas las formas posibles. - Te quiero –me dijo– y estoy muy feliz por quererte, estoy muy feliz por tenerte en mi vida, estoy agradecida con la noche del viernes que estuviste en la plaza, y agradecida con el martes que te encontré en ese parque, estoy agradecida con todos aquellos sucesos improvisados que conspiraron para que tu y yo nos encontráramos y que no nos dejáramos… -me pasó sus brazos por mi cuello– ¡TE QUIERO! –gritó sin importarle que los huéspedes que pasaban por el pasillo la escucharan. Le agarré la mejilla con mucha delicadeza y la besé, la pasión y todo el amor que nos teníamos hicieron que su respiración empiece a acelerarse y por un momento confundí eso con gemidos, intenté pasarle mi mano por debajo de su pantalón, pero ella se detuvo y apartó de mí. - Lo siento… - No pasa nada cariño –la traje hacia mi pecho y la abracé, era la primera vez que una chica me decía que no en la cama, pero eso no importa, cuando se está enamorado, el sexo pasa a ser un segundo plano, y yo estaba enamorado de Rachele… Me besó y se puso en pie. - Te dejo para que te cambies, iré a llamar a mi madre.
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