CAPITULO 33

2246 Words
-         Yo estoy bien –oí que decía Rachele- ya llevo 4 días trabajando madre y todo marcha bien, no te preocupes –me sonrió y me extendió su mano izquierda para que me acerque a ella–, mañana llamaré bien temprano, para poder hablar con mi abuela y si no me la pones al teléfono, ten por seguro que iré en el primer bus que encuentre –ya estaba sentado junto a ella– te quiero mucho, ¡cuídate! -colgó y volteó a mirarme. -         ¿Qué pasa cariño? –le pregunté. -         Tampoco pude hablar con mi abuela ahorita –ya había dejado de sonreír– creo que algo no anda bien… Es raro que siempre que llame este durmiendo. -         No deberías preocuparte tanto cariño, mira la hora que es –encendí mi celular– ya serán las nueve de la noche y seguro que ella duerme temprano… -         Si, es verdad… -sonrió– mañana la llamaré antes de ir a trabajar. -         ¡Eso espero! –la abracé y le besé la frente. -         No te preocupes… -         Ahora vamos a cenar… -         Espera Thomas, no pensaras llevarme otra vez al “S & S” o algún restaurante caro, porque debes ahorrar tu dinero, el hecho de que tengas la herencia que te dejó tu abuelo, no significa que la malgastes. -         Hey tranquila, solo será una cena… -me miró un poco seria. -         Ya te dije, no iremos a ningún lugar caro, además don Paco me dijo que los días que no trabajaba el me invitaría la cena… -         Pero eso no me dijo a mí, así que cariño, vamos a cenar -de pronto alguien se asomó a la puerta, era una muchacha. -         Ya pueden bajar a cenar, hemos preparado algo muy rico hoy –era Thalía– apúrense –nos dijo sonriendo. -         Ahora mismo bajamos Thalía –le respondió Rachele- ¡Vez! –se puso en pie y me jaló–. Vamos ¿o no tienes hambre? -         Por más que pienso y pienso, no logro entender cómo es que siempre te sales con la tuya. -         Después de cenar te contaré mi secreto para siempre salirme con la mía cariño, ahora a cenar. (…) En el comedor ya estaban sentados don Paco y sus cuatro nietos. Thalía muy sonriente y los tres hombres muy serios; uno era bien musculoso y de buena presencia, mientras que los otros no eran tan musculosos, pero igual se les llegaba a notar un poco de músculos por debajo de los polos que tenían puesto. -         ¡Hola chicos! –saludó Rachele a todos los nietos de don Paco… -         ¡Hola Rachele! -saludaron todos en coro sin dejar de mirarme con cierta seriedad. -         Él es Thomas –les dijo Rachele, presentándome– es mi pareja… -         Es un placer conocerlos –les dije sonriendo, los tres se pusieron en pie muy serios y se acercaron a mí, traté de estrecharle la mano al más musculoso, pero Rachele me detuvo. -         ¿Todo bien chicos? –les preguntó ella. -         Así que tu eres la sabandija que trató de pegarle a mi abuelo -me espetó el más musculoso, no dejaba de mirarme con seriedad y por un momento creí que tendría que pelear– ¡Venga hombre! Que era broma JAJAJA… -         Bienvenido Thomas –me dijo su hermano de la derecha, luego me saludó el otro. -         Jajaja… lástima que no le tomé foto a tu cara muchacho, porque era muy graciosa –se burló don Paco, yo le sonreí. -         Ustedes sí que se pasaron –se quejó Rachele. -         Yo les dije que no asustaran a Thomas, pero no me hicieron caso –se defendió Thalía. -         Tengo que admitir que ya estaba ideando ideas de como atacar a Hulk y a sus hermanos –les dije bromeando. -         Eso no será necesario muchacho jajaja… -seguía burlándose el viejo– Hulk, es mi nieto mayor, se llama Clark –me extendió la mano– el flaco bronceado de peinado con colita es Steven –el me extendió la mano– y Jon –me lo dijo por el que faltaba–, bueno, ahora sentémonos a cenar. Habían preparado Macarrones con Pasta Roja, desde mi lugar podía percibir un olor muy agradable, y cuando probé el primer bocado comprobé que mi olfato no se había equivocado. -         Está riquísimo –confesé a modo de grito- ¿Quién lo preparó? -         Yo lo hice –respondió Thalía sonriendo– ¡Ya ven! –se dirigió a sus hermanos– si me quedaron ricos. -         Thomas lo dijo para que nos caiga bien –Steven tenía comida en su boca y aun así no dejaba de burlarse. -          Antes de hablar termina de masticar muchacho –le advirtió su abuelo– y la verdad es que están ricos, ya estas aprendiendo a cocinar hija y eso es bueno… Rachele y yo nos sentíamos como dos extraños en la mesa, y era muy comprensible, estábamos reunidos con cuatro chicos de nuestras edades a los que no conocíamos y con su abuelo, quien por ratos era gruñón y por otros momentos burlón. -         Te caerán bien –me susurró cerca del oído, yo le sonreí. -         No estén tan cayados –nos dijo de repente don Paco-, desde hoy conviviremos, seremos una familia, ustedes seis serán mis nietos y yo seré el viejo abuelo -tomó un sorbo de té– estoy seguro de que Thalía y los muchachos quieren conocerlos más y yo también a sí que los escuchamos… -         A Rachele ya la conocemos, sabemos su historia y todo, pero de ti Thomas no sabemos nada… -me dijo Clark. Quien no había dejado de mirarme todo el rato. -         Pues… -empecé– soy Thomas Scoot, tengo veintiún años y… -las palabras se me atoraban, no sabía que contarles y la verdad no tenía nada que contarles. -         ¿Todo bien? –me preguntó Jon. -         Ha tenido muchos problemas y no le es fácil contar su historia… -le respondió Rachele. -         A nadie le es fácil contar su trágica historia –la quedé mirando con confusión- se te nota en esa sonrisa fingida –me dijo Thalía–, pero sobre todo en tus ojos… Dice mi abuelo que, para olvidar los dolores del corazón y malos recuerdos, debemos contarlo y asegurarnos de que ya no nos pregunten, y así ya nadie nos preguntará y ese recuerdo será olvidado… -         Lo mismo dice mi abuela… -aportó Rachele. -         ¿Cómo se olvida o supera la muerte de tu abuelo? –les pregunté, todos dejaron de comer y un silencio incómodo llenó el lugar. Los chicos miraron a don Paco con cierta ternura, pero sus miradas reflejaban el miedo que tenían a perderlo… -         Eso es algo que no se puede superar –me respondió Clark– pero, se puede vivir con ello y sobre todo debemos salir adelante… Yo y mis hermanos somos huérfanos desde hace cuatro años, y míranos, tenemos nuestro negocio familiar, yo ya estoy por graduarme y mis hermanos en la universidad, debes seguir con tu vida y apoyarte en tu familia, la familia es un gran soporte para estos momentos. -         No tengo una familia… -         Imposible muchacho, siempre hay alguien, un primo, tío, tus padres… ¿Y tus padres? –me preguntó don Paco. Rachele me agarró la mano y me besó el hombro. -         Desde pequeño me crie con mi abuelo, me enseñó a jugar futbol, me llevó a su casa “Los Diablos Rojos”, él era el padre y madre de mi vida, mis verdaderos padres, no mostraban afecto hacia mí y yo como todo niño en busca de afecto paternal, me apegué a mi abuelo… Cuando murió hace tres años, mis padres trataron de fingir que les importaba y trataron de apoyarme a seguir con el futbol, pero yo ya no tenía ganas de hacerlo, no podía hacerlo sin la persona que me enseñó y apoyó para que yo sea el mejor… -Todos me oían como si yo fuese el mismísimo cuenta cuentos, “ojalá y fuese un cuento mi historia y no la verdad”, pensé– Entonces decidí entrar a la universidad y ocupar mi tiempo en algo que no era el futbol, mis padres empezaron a tenerme un poco de aprecio porque odiaban el futbol, hasta que discutí con mi profesor de Tesis y me echó de su clase, mi padre al enterarse se puso como loco y terminó insultando a mi abuelo, le pegué y terminó por echarme de la casa, no me siento orgulloso de ello, pero de mi abuelo nadie habla mal, nadie… Esa es parte de mi historia… -         Pegarle a un padre, por muy perro que sea con uno, no es bueno, hijo –me dijo don Paco. -         Traté de pedirle perdón, pero me dijo cosas horribles, como si fuese su bastardo y no su hijo… Ellos no me importan, pero Leo… Tengo pena por Leo… -         ¿Tu hermano verdad? –me preguntó Thalía. -         Sí… Quiso venir a vivir con nosotros, pero como es menor de edad no podemos traerlo sin el permiso de sus padres… -         Eso es cierto –aportó Jon– mira Thomas, desde este momento ya tienes una familia y que familia eh –trató de animarme– una enamorada muy bonita -Rachele me sonrió– una hermanita –lo dijo por Thalía– y tres hermanos, claro también tendrás un abuelo cascarrabias –hasta don Paco empezó a reírse, todos se reían como una verdadera familia y por un instante me sentí parte de ellos. Con don Paco y sus nietos entendí que la familia no es donde está la sangre, sino donde están los buenos ratos, las risas interminables, las cenas y almuerzos llenos de charlas, al fin y al cabo, unos lazos de sangre no significan nada para el corazón. Continuamos con la cena muy placenteramente, ya no surgieron más preguntas incomodas, ni nada que le abriera la puerta de mi corazón a mi tristeza. Clark y sus hermanos no dejaban de contarnos a Rachele y a mí sus increíbles anécdotas, eran unos chicos muy alegres, tan parecidos a Checho que en ese momento llegué a pensar que no tardaríamos mucho, en ser muy buenos amigos. Terminamos de cenar casi a las once de la noche, Rachele y yo nos ofrecimos a recoger la mesa y luego lavar los platos, don Paco aceptó con la única condición de que cada sábado almorzaríamos y cenaríamos todos juntos, puesto que era el único día que todos estaban en casa para reunirse en la mesa. -         Yo ya me voy a descansar abuelo –se despidió Clark– chicos, el próximo sábado yo y mis hermanos recogeremos la mesa, para así todos aportar en nuestra nueva familia –nos sonrió– que descansen. -         Que tengas buena noche Clark –le deseó Rachele, el asintió y yo le sonreí. Sus hermanos y don Paco también se despidieron de nosotros y se fueron a dormir, menos Jon quien debía quedarse a atender la posada de noche. -         Lo malo de quedarse atendiendo la posada de noche es que a veces llegan unos borrachos a molestar y nos toca sacarlos a golpes –se quejó Jon con nosotros. -         Si necesitas ayuda con algún borracho no dudes en llamarme –le respondí, el asintió y se marchó comiendo un trozo de pan. Rachele y yo empezamos a lavar los platos, aunque la verdad es que yo le daba más trabajo a ella porque lo que yo lavaba, estaba mal lavado. Nunca antes había lavado platos, ni me había ensuciado mis manos en quehaceres del hogar, y Rachele no tardó en darse cuenta de ello. -         Debes pasar la esponja con un poco de fuerza para que salga todo lo sucio –me explicó– luego de que ya no hay restos de suciedad, debes enjuagar lo que laves –yo estaba muy atento, porque tarde o temprano lo debía de hacer– debes saber que, si no los enjuagas bien, cuando sirvas la comida, habrá sabor a Ayudín. -          Déjame intentarlo… -         Bueno. Ella fue a sentarse y me dejó lavando lo poco que quedaba sin dejar de verme… En su mirada y en sus hombros arqueados se notaban su gran cansancio y como no lo iba a estar luego del tremendo día que tuvimos. -         Que día para más movido –exclamó. -         Lo siento, hoy que era tu día de descanso hice que te cansaras mucho más que en tus días de trabajo… -         No te preocupes… -estuvo un momento en silencio mientras yo terminaba de lavar- ¿Qué te parece la familia de Don Paco? -         Creo que son muy buenos chicos, trabajan, estudian, cuidan de su abuelo… -me quedé un momento pensando en mi abuelo– sabes, si mi abuelo estuviese vivo también se hubiera mudado aquí. -         No lo creo… Es más, ni siquiera tu estarías aquí… -         Tienes razón, pero estoy aquí, mejor dicho, estamos aquí, juntos… -ella sonrió. -         ¿Ya terminaras? Tengo sueño… -         Sólo falta esta olla y termino cariño. -         No demores mucho, ya tengo sueño… -         Si quieres ve avanzando a tu cuarto, yo llego a darte las buenas noches. -         No quiero que me des las buenas noches, quiero que duermas conmigo…
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